Nuevos relatos publicados: 10

La putita de mi primo

  • 7
  • 16.282
  • 9,13 (8 Val.)
  • 0

Hace unos años gané una beca para un curso de inglés en otra ciudad. La beca cubría alimentación y estudios, pero no hospedaje. Para mi fortuna en esa ciudad vive la hermana de mi mamá con su familia; su esposo, 3 hijos y 1 hija. La casa es de dos pisos. El piso de abajo es más que todo un garaje y una oficina sin uso. Mi tía me dijo que podía hospedarme en esa oficina que tiene su propio baño. Solo tuve que conseguir una cama y ya tenía mi propio mini departamento. La privacidad es algo muy importante para mí porque siempre he sido un travesti de closet.

Desde la niño siempre que tuve oportunidad usé en secreto cosas de mi madre como labial, tangas, faldas, etc. A medida que trascurrió la adolescencia este gusto fue creciendo más ya que su ropa me empezó a lucir más sexy. Mi cuerpo es poco masculino, casi neutro con un extra de nalgas. Mi rostro es bonito, sin barba y mis labios son bonitos (boca de mamona me decían en el colegio los chicos burlones).

Pasó el primer mes sin novedad, los estudios se me hacían fáciles y tuve tiempo para comprar unas tanguitas (una negra y otra rosada), labial y bisutería. Las usaba solo para mirarme al espejo hasta calentarme mucho y tocarme viendo porno. Imitada durante todo el vídeo a la chica y me sentía muy puta. Pero una vez que se tiene algo, uno quiere más. Cuando salían mis familiares alcancé a ver varias veces a mi prima con ropa linda y coqueta. Ella tenía 16 años en ese entonces, pero toda una mujer físicamente. Empecé a desear su ropa. Yo no me atrevía a comprar ropa de mujer porque imaginaba que alguien podía entrar y descubrirlas. Lo poco que compré se podía meter fácilmente en un zapato y guardarlo al fondo del closet.

Para mi suerte un día mi tía se acercó a mí y me comentó que saldrían a la playa desde el jueves y regresaban el domingo de noche. Me dio las llaves e instrucciones para que la casa esté segura. Además, me dio las llaves del piso de arriba para que consuma lo que quiera de la refrigeradora para que nada se desperdicie. Apenas me quedé a solas, mi mente empezó a volar imaginando las posibilidades, sobre todo la de usar la ropa de mi prima y caminar libremente como una chica. Pensé que tenía que hacer las cosas bien, así que una vez que ellos salieron, salí a un centro depilatorio. Llegué con gorra y mascarilla para proteger mi identidad. Las señoras que depilan se reían, pero no me importaba, fue un precio bajo para el placer de verme en el espejo sin nada de vellos, todo despejado y suave: axilas, pubis, ano, piernas, todo.

Esperé un poco hasta que vi las fotos de mi tía en la playa (la cual está a 5 horas) y supe que era el momento. Subí e inmediatamente localicé el cuarto de mi prima. Entré y sentí algo muy bonito al ver su habitación. Era muy rosado, olía a perfume y cremas. Tenía peluches y cajitas con joyas y maquillaje. También vi un gran armario con mucha ropa, pero no quería arriesgarme a dejar huellas así que fui a buscar su ropa sucia. Sentí mucha emoción al ver que tenía mucha ropa pendiente para lavar, empecé a indagar y encontré trajes de baño, faldas, vestidos y ropa interior. Me puse todo y cada cosa que usaba la iba a modelar un espejo de cuerpo entero en la misma habitación. Después de casi 2 horas me calmé un poco y me dije "ok, es hora de sentirme 100% hembra".

Seleccioné un vestido negro cortito con la espalda descubierta y mangas largas con vuelos, una tiara y aretes falsos muy bonitos que tenían forma de dragón, pero en el espejo se veían brillantes y femeninos. Bajé a bañarme y solo me puse la tanguita rosada, me pinté los labios y arreglé mi cabello de forma muy femenina, no es largo, pero es ondulado y me llega hasta medio cuello sin estirar. Subí y me puse el vestido. La sensación fue maravillosa. Esa tela suave ceñida a mis nalgas y abdomen y las mangas cubriendo mis brazos, pero dejando descubierto mis hombros. Luego me puse la tiara y los aretes. Finalmente, pasé al cuarto de mi tía y tomé unos zapatos de tacón negros brillantes. Salí del cuarto caminando despacio para no torcer mis pies. Me sentía super sexy. Caminé por casi toda la casa así durante 1 hora. Me encantaba verme en el espejo como una mujer sexy, de piernas blancas y gruesas, con un mini vestido que pronunciaba mis nalgas deliciosamente y un rostro bonito, el peinado y la tiara me hacían ver tierna y coqueta.

Ya satisfecho volví a dejar todo en su lugar y regresé a mi cuarto. Sentí tanta felicidad y excitación. Esa noche me masturbé varias veces de la emoción. Al día siguiente me despertó de un salto el sonido del garaje. Me asomé discretamente por la persiana de la ventana y vi que era uno de mis primos, Raúl. Miré la hora y eran las 12.30 h, había dormido mucho. Noté que bajó del auto y caminó hasta mi puerta. Me alejé de la ventana porque estaba casi desnudo solo la tanguita rosada. Golpeó la puerta y dijo: Gabriel, ¿estás ahí? Me quedé en silencio un rato.

Volvió a golpear y tuve que responder. Solo dije "¿Raúl? Perdona, acabo de despertar". Me dijo: "te llegó un paquete, te lo dejo en la puerta". "¿Paquete?", pensé, "ok, gracias", le dije. Esperé que se alejara hasta que escuché que subió. Me puse un poco nervioso pensando que quizás algo olvidé arriba. Pero me dije: "no, hasta tomé fotos del antes y después para evitar sorpresas, tranquilo". Abrí la puerta y tomé una bolsa negra. Empecé a revisar y casi me desmayo a descubrir que eran fotos del interior de la casa de la noche anterior en donde estaba yo con la ropa de mi prima. Entré en pánico, no entendía nada. Respiré profundo y volví a revisar.

 En las fotos estaba yo de piernas cruzadas en el sillón, en otra estaba frente al espejo y en otra estaba con las manos en la cintura. Sonó mi teléfono. Lo revisé y era Raúl: "arréglate, bajo en 30 minutos". "¿Arréglate?", pensé. Saqué una bolsa más pequeña de la bolsa grande, la abrí y era una lencería erótica roja. Tanga, bra, portaligas, pantimedias y un lacito para el cuello. Sonó mi teléfono otra vez. "Se lo que hiciste porque revisé las cámaras de seguridad desde mi celular, me gustan las putitas de closet como tú", decía su mensaje.

No sabía qué hacer, solo se me ocurrió responder "Ok". Me metí a la ducha, me bañé y me puse esa lencería. Arreglé mi cabello y me puse labial. Ordené el cuarto y esperé pacientemente como 40 minutos. Se escuchó un golpe en la puerta. Abrí lentamente y lo vi, estaba sin camisa y bóxer. "A ver, abre más", me dijo. Abrí y entró. Tomó mi mano y me hizo girar. "Ufff, que rica", susurró. Me sentí muy hembra en ese momento.

Se paró detrás de mí pegando su cuerpo al mío y empezó a comerme el cuello a besos. Mientras me besaba decía que este será nuestro secreto. Sentí que se alejó un poco de mí y luego vi volar su bóxer por la puerta. "Siéntate en la cama", me dijo. Me senté y se puso al frente de mí. Pude ver su verga erecta, gruesa y curvada hacia arriba. Lo miré y me dijo empieza por la bolas. Estaba un poco impactada porque no estábamos hablando del tema. Él asumió que porque soy travesti de closet querría tener sexo con él. O quizás le daba igual porque sabía que me tenía en sus manos. Es decir, me puse la ropa de su hermana menor, no sé si eso era ilegal, pero no quería averiguarlo. En ese momento solo entendí que yo le gusté a mi primo y quería usarme.

Cerré los ojos y empecé a besar sus testículos y mientras lo hacía sentí su verga palpitando en mi cara. Eso me transmitió que yo le gusté mucho y empecé a calentarme. Me dijo "mírame mientras mamas". Lo miré a los ojos y me metí su verga en la boca. Su mirada era penetrante, pero relajada. Gemía con su voz grave y a veces sonría. Yo recorría su verga con mi boca y envolvía su glande con mi lengua. Me dijo "mírame putita y no dejes mirarme". Sentí chorros calientes en mi boca mientras seguía conectada con su mirada. La boca se me llenó y se alejó. Lo seguí mirando y me dijo "muéstrame la boca limpia". Me tragué todo y abría la boca para que vea que no había nada. Dijo "ufff así me gustan obedientes". Yo dije "sí Raúl lo que tú pidas". Me dijo que me masturbé hasta terminar. Empecé a masturbarme, pero no duré ni 1 minuto y me vine. Me dijo que ponga en 4 que quiero más.

Tomó mi semen, corrió la tanguita hacia un lado y me lubricó el ano metiendo sus dedos. La situación me volvió a calentar, pensé "Wow este hombre me hizo tragar su semen y ahora me está lubricando el ano con mis líquidos para penetrarme". No tuve que pensar más porque puso su cabeza en mi ano y la dejó deslizar. No fue todo de golpe, pero en 10 segundos ya me la había metido toda. Yo tuve que morder la almohada y gritar así porque fue muy doloroso, pero no me atrevía a reclamar porque me sentía culpable por usar la ropa de su hermana.

Sonó mi teléfono y él lo tomó. "Aló", dijo. Era mi tía. "Hola mami, sí, aquí estoy ya en casa con mi primo, todo está en orden. En un rato saldré para la reunión de trabajo que me hizo regresar de la playa. Si, si, ok, ok mami, espera". Me pasó el teléfono y me dijo "saluda a mi mami". Dije con voz nerviosa "hola tía, sí, sí todo en orden, ninguna novedad, sí, ok gracias, pasé bien".

Colgué el teléfono y lo miré, estaba sonriendo y me dijo "vuelve a morder la almohada primita". Dije "¿Cómo?" y empezó a culearme metiendo y sacando su verga. Se me salían los gemidos de placer y algo de dolor y busqué la almohada para morderla. Aceleró sus embestidas hasta hacer sonar mis nalgas como aplausos. El gemía mucho y me agarró el cuerpo envolviéndome son sus brazotes y sentí como eyaculaba dentro de mí. Me soltó y caí en la cama con mi cara en el colchón, pero todavía en 4. Sentí como sacó su verga y se la limpió con mis sábanas. Se puso su bóxer y salió de mi habitación.

Me levanté, cerré la puerta y fui al baño. Tenía todo el cabello despeinado y el labial desgastado. Me vi al ano y seguía abierto y de ahí brotada su semen que se deslizaba por la parte interna de mis muslos y se absorbía en las portaligas. Caminé temblorosamente a la ducha y me bañé con todo y ropa. Pasé mucho tiempo debajo del agua procesando lo ocurrido. Me sequé y quedé mirando a la nada varios minutos. Me sacudí la cabeza y me tiré en la cama. Me levanté y vi una mancha en la cama, era semen que seguía saliendo de mi ano. Eso me calentó y me masturbé hasta terminar y no sé porqué pero recibí el semen en mi mano y me lo tragué.

Quizás fue porque quería recordar la sensación del semen de Raúl deslizándose por mi garganta o porque imaginé que eso me hubiese pedido Raúl, no sé. Limpié la cama y me tiré dormir. Desperté como a las 5 de la tarde. Revisé mi teléfono y tenía un mensaje de Raúl: "estás riquísima, desde ahora serás mi novia secreta, tranquila, ya borré el archivo de seguridad de las cámaras". Ese mensaje me dio tanta tranquilidad que me sentí como enamorada de él, ni yo me entendía, solo le respondí "cuando tú quieras mi amor".

(9,13)