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La secretaria y yo

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Es tarde, me dice, pero te deseo, no sé cómo llegamos a esto, quiero más de ti, me susurra Verónica ya teníamos un par de horas en el hotel y ella tenía que llegar a su casa, había que preparar la cena y aún no sabía que iba a prepararle a su marido para la tarde-noche al fin ni tarde ni perezoso me lancé nuevamente sobre ella, ya habíamos como dicen los chavos “echado un rico y prolongado palo“ le había mamado su conchita ella me hizo lo propio se deleitó con mi miembro, saboreé sus ricos y grandes pezones, le penetre su vagina y estuve bombeando hasta que la hice acabar un rico olor invadía el cuarto del hotel sus orgasmos eran deliciosos normalmente cuándo terminamos juntos me recostaba a un lado de su panochita me gusta ese olor que emana desde sus adentros, pero en este caso yo no había terminado.

Se recostó sobre su brazo izquierdo dándome la espalda estaba cansada, el solo hecho de verla de lado totalmente desnuda y con ese hermoso trasero a mi disposición no me vino a la mente más que darle por su culito, aún mantenía el condón puesto y una erección bastante dura me fui recargando en su espalda y acercando mi verga a sus nalgas las fui abriendo poco a poco con mis manos.

En el instante que vi ese pequeño agujerito apunté mi miembro y empecé a empujar ella sintió la acción y reaccionó.

-¿qué haces?

-Quiero culearte le dije simplemente.

-si está bien -me contesto- pero estaba descansando de lo de hace rato, tú no terminaste -me pregunto a lo que señale mi miembro- ya veo que no ummmh, está bien si me gusta por ahí, pero debo estar caliente.

-Eso es fácil ponte en cuatro.

Me coloqué atrás de ella puse mi verga acostada entre sus nalgas se veía bonito el cuadro parecía un pan abierto con su respectiva salchicha, solo faltaba la capsup.

Empecé a acariciar su vagina suavemente sentía esa húmeda que se siente en una mujer que quiere ser penetrada, llegue a su clítoris y empezó a bufar (perdón por la palabra) no sé si iba a terminar otra vez, pero no, ahora no, con mi mano libre apunte la cabeza de mi verga a ese tan deseado hoyo era un poco incómodo porque yo no soltaba su vagina y acariciaba su botoncito dorado, hábilmente con una de sus manos dirigió mi verga a su culo.

Verónica es una mujer de 36 años tiene un hijo, pero mantiene un cuerpazo precioso delgado sin llegar a ser flaca corre a diario antes de ir a trabajar y a veces por las tardes hace yoga dos o tres veces por semana junto con su hermana menor (de 30 años) y soltera por cierto.

Así que esa maniobra de sostenerse con una mano y la otra guiando mi miembro no se le dificultó para nada, entonces ya con mi mano libre me aferré a su cadera y empecé a taladrar ese hoyito, ella volvió a poner sus dos manos sobre el colchón y yo las mías sobre su cadera es indescriptible la sensación cuando por fin mi verga le quitó el apodó de chiquito a su trasero.

Después de unos minutos de intensos movimientos llegamos al clímax me recargue de su espalda descargando todo mi semen en el condón y aprovechando para recibir sus jugos vaginales en mi mano. La forma de apretar de esas nalgas son lo máximo ahora si caímos rendidos los dos. Media hora después me desperté y me dispuse a darme un baño no acostumbro a bañarme con agua caliente apenas tibia, Verónica entro sensualmente “Nos bañamos juntos“ pero corrió al sentir el agua casi fría estás loco fueron sus palabras.

Cuando yo salí, ella entró al baño eh hizo lo propio, cuando ella salió casi terminaba de vestirme fue cuando Verónica dijo ya es tarde... pero que le vamos a hacer como les narre al principio me abalancé a ella le quite la toalla la recosté sobre la cama abrí sus piernas y olí ese rico olor del shampoo íntimo que siempre carga por casualidad cuando viene conmigo, le hice sexo oral hasta que termino no entendía lo que decía sus piernas apretaban mis orejas, quiso volverse a lavar, le dije no, así vístete me agrada ese olor. Pero mi marido lo puede notar me dijo, le dices que traes ganas y te vuelve a tocar cogida, ese no es el punto quiero dormir con tu olor y este recuerdo, pues entonces a ver que inventas pero no te lavas okey, okey fue su respuesta.

Un día les cuento como conocí a Verónica y cómo empezamos a salir ella es la secretaria del trabajo y yo el chofer del jefe.

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