Atormentados eran mis anocheceres,
atormentados eran mis amaneceres,
ella fluía en todo mi ser, podía sentirla escurrir en mis venas, sobre mi piel,
sus ojos vibrantes y brillosos eran tan hipnóticos,
las curvas de su cuerpo sinuoso daban círculos infinitos en mi mente,
sus arrugas encantadoras en el entorno de sus ojos le daban toda la atracción fatal que no me dejaba dormir,
tanto misterio que yo sufría por este cuerpo desconocido y tan magnético no me dejaba en paz… me atormentaba;
más eran los días que pasaban en este misterio de belleza oculta y más subía la intensidad de la tormenta,
más eran las horas que mi mente se atrevía a pensarla y más impetuosos eran estos vientos de pasión que me rodeaban,
más caminos de fantasía tomaba mi valiente mente y más daños causaba esta tormenta tropical,
estos remolinos de sensualidad se hacían más poderosos al ser alimentados por los vientos calientes de mi deseo,
el deseo de descubrir esta belleza y poderla admirar,
sus senos sueltos y libres, el mastodóntico tamaño, el tono de color de sus pezones y la surgencia que tienen,
disfrutar el poder de la naturaleza en acción hundiendo mi cara en la ternura de su enorme pecho,
consciente de mi impotencia contra ella solo puedo mirarla, dejar que me abrume inevitablemente y dejar que me trague en el ojo del ciclón.