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Las mucamas

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Federico es un chico de 21 años, forma parte de una familia de clase media, su padre es empresario y su madre abogada. Tienen un buen pasar económico y son gente de muy bajo perfil.

El chico no quiso ser ni abogado ni empresario, dejó la carrera de abogacía para dedicarse de lleno al fútbol, su pasión. Desea convertirse algún día en un jugador de primera división, tener mucha fama, mujeres y dinero. Lástima que su padre no compartía su filosofía de vida y al enterarse que abandonó la universidad lo echó de casa.

Entonces se mudó con su abuela, Doña Blanca, una anciana de 85 años que vive en una casona y tiene dos empleadas domésticas asistiendola.

De más está decir que Fede era el nieto consentido y su abuela feliz de que viva con ella en su solitaria casona.

Allí conoció a Elsa y Perla, las mucamas. Elsa era una señora ya mayor que acompañó a Doña Blanca desde muchísimos años. La otra mujer, Perla, una rubia divina de 54 años, soltera, esbelta, de ojitos claros y con un flequillo cubriéndole la frente. Una veterana hermosa.

Era algo antipática, pero de entrada captó toda la atención del chico. Lo primero que le llamó la atención fue un sugestivo tatuaje de una tarántula sobre su hombro izquierdo, además de un culito bien parado nada despreciable para una mujer de su edad. No era un culo rimbombante ni mucho menos lo tenía como una vedette de un teatro de revistas, más bien era acorde con su silueta pero tenía cierta redondez y buena forma.

El chico era muy habitué del porno. Miraba videos en su celular todo el tiempo y le agarró un gustito especial a los de sexo con maduras, los miraba con los auriculares puestos tirado en su cama y se olvidaba del mundo.

Un día la mujer de cabellos rubios abrió la puerta de su habitación para hacer sus tareas de aseo habitual y lo pilló haciéndose tremenda pajota mientras miraba esas cosas chanchas en el celular. La mujer se asustó al ver tal escena, abrió grande los ojos, tapó su boca y pidió perdón dando un portazo y retirándose.

Fede tenía escasos 21 años, un cuerpo atlético debido a su afición al deporte, un chico muy lindo de cabellos rubios agradable rostro y la naturaleza lo dotó con una verga de considerable tamaño.

La mucama un tanto se entusiasmó con el chico, si bien era algo esquiva en su forma de ser ahora no tenía dramas de exhibirse adelante de él, se le agachaba poniéndose en cuatro simulando hacer limpieza y usaba unos shortcitos de jean muy metidos que al estar en esa postura le marcaban culo y concha.

Doña Blanca le daba libertad a su personal, podían trabajar cómodas y vestirse a su manera, en ese sentido no les exigía formalidad ni nada de eso, tanto sería que Perla andaba con esos shortcitos minúsculos y descalza y sus pies también le despertaron cierto fetiche al pibe.

Ya Fede veía sus videos porno en el celular y se pajeaba pensando en Perla, esa rubia inalcanzable.

Una vez Perla estaba en plena ducha cuando Fede la espiaba detrás de esa puerta entreabierta, era la primera vez que la veía desnuda y esa señora de 54 años tenía un cuerpo espectacular.

No le bastó con tocarse por sobre el short de baño, tuvo que sacarla afuera y comenzó a amasarsela mientras la miraba embobado.

Perla se percató y lo descubrió en plena masturbación, el chico tenía una erección más que importante por verla desnuda y mojada.

–Degenerado!!– le gritó toda enjabonada, tenía los pezones en punta como timbres, su abdomen era por demás plano y adornaba su blanca piel otro tatuaje debajo del ombligo cubriéndole el vientre hasta terminar en su conchita toda depilada.

El pidió perdón, se subió la malla y con tal erección indisimulable se alejó.

La veterana haciéndose la ofendida quedó tentada. Desde hace mucho tiempo se hacía coger por muchachos más jóvenes que ella, deliverys, el cajero del supermercado, el cadete de la verduleria y algún que otro ocasional y Fede además de ser el nieto de su patrona era un chico muy lindo y para cumplir con sus requisitos tenía un condimento extra: era pijudo. Sin dudas podría sacarle alguna utilidad.

Salió de ese vaporoso baño y con una toalla en la cabeza envolviendo su blonda cabellera golpeó la puerta de la habitación del nieto de Doña Blanca.

–Pendejo maleducado vos y yo tenemos que hablar – le dijo ofuscada. –Te espero en mi habitación ésta noche– Sentenció y se fue ofendida.

Fede asistió a lo pactado cuando su abuela ya dormía, golpeó temeroso la puerta de la mucama rubia y ella lo esperaba acostada con un corto camisón negro y leyendo un libro.

–Pendejito cochino, así que te hacés la paja espiandome... Es una falta de respeto se lo voy a contar a tu abuela!–

Fede trató de hacerla cambiar de parecer y le ofreció una suma de dinero a cambio de su silencio, ella se puso de pie, dejó el libro en la cama y con una mano en la cintura se le acercó frunciendo la frente más furiosa que de costumbre.

–Mas vale que me vas a dar toda esa plata....y además te vas a desnudar y me vas a mostrar como te haces la paja cuando me espiás...Dale!!! Que esperás? A ver si sos tan machito!–

Perla se quitó el camisón, quedando sin nada abajo, Fede al verla así levantó temperatura, ella le bajó la malla color salmón y la pija del muchacho saltó como un resorte. Perla embobada no perdió tiempo y agachada se llevó toda esa carne dura a la boca.

Se tiraron a esa pequeña camita de una plaza y el muchacho la penetró con ganas, ella se dejaba y gemía muy fuerte, tanto que su joven amante tuvo que tomarla del cuello y taparle la boca como asfixiandola, fue la primera vez que alguien le hizo esa práctica en una relación sexual y Perla ya colorada por la falta de oxígeno le pidió que la descomprima. Fede exausto sacó su pijota y derramó todo su leche sobre el tatuaje que tenía la milf sobre su vientre.

Ella quedó fascinada por la performance sexual de Fede, ya no estaba enojada y le dijo que por la plata no había problema, pero de ahora en más se la iba a tener que coger siempre que ella tenga ganas. El aceptó más que contento.

El asunto es que la milf tenía muchas ganas y todas las noches cuando Doña Blanca se dormía Fede entraba a la habitación de la rubia y esa camita de una plaza se movía y mucho. Perla era una vampiresa que en vez de alimentarse de sangre se nutría con la lechita de Federico.

Pasaron los días y charlando con su abuela la notó triste, pasa que Elsa su ama de llaves y compañera de toda la vida le planteó que ya estaba en edad de jubilarse y quería pasar sus días junto a sus hijos y nietos. La doña lo aceptó pero la apenaba quien iba a ocupar ese lugar, ya que Perla no era de su entera confianza para que ocupe ese puesto.

Entonces Elsa buscó a alguien de su total confianza y ese fin de semana en su mesa familiar charló con su sobrina Ingrid.

La chica tras una y mil recomendaciones aceptó la propuesta de su tía y el lunes a primera hora se presentó en la casona.

Fede y la abuela desayunaban cuando Elsa y su sobrina Ingrid llegaron. Fede quedó boquiabierto al ver a la chica, una morocha divina de 30 años, flaca, alta, digamos 1.77 de estatura, pelo lacio natural y de color negro azabache, tenía una cintura de 60 centímetros tal vez, de tetas era pequeña pero coronaba con unas piernazas macizas sin una sola celulitis, 93 centímetros de caderas y un culazo impresionante redondo y grande.

Desde que llegó Ingrid ha sido bien aceptada por su futura patrona, ya que notó una bondad y buen trato para con ella y ese buen trato fue retribuido desde el primer momento. Su trabajo iba a consistir en que se ocupe de la señora que se movilizaba en silla de ruedas, la saque a pasear y estar con ella todo el tiempo.

La doña la llamaba "Mi Pocahontas" debido al parecido físico con el de la protagonista de aquella película de Disney. Ingrid adoptó contenta su nuevo apodo y se sentía hasta halagada.

La jornada laboral de Ingrid culminaba a las 15 horas. Una vez concluida su actividad procedía a cambiarse, se ponia ropa cómoda de gimnasio y se iba a ejercitar su cuerpo.

Fede religiosamente la veía día a día partir, todos los días Ingrid usaba una calza nueva superando a la que tal vez se puso el día anterior. Cargaba su ropa sucia en una mochila y se subía a su bicicleta mountain bike rodado 29 y posaba todo ese culazo en ese mínimo asiento que se le metía bien dentro de un modo casi pornográfico.

El muchacho quedaba excitado al verla irse y casi siempre terminaba descargándose a manos.

Perla andaba celosa tras la irrupción de la morena Pocahontas en la casa. Le hizo una escena a Fede reprochandole que desde que esa intrusa llegó el ya no la tocaba. Si bien sus encamadas eran frecuentes lo notaba un tanto ido y desconcertado. Y en parte era así, Fede andaba caliente por la mucamita de 30 años, ya se hacía la paja por ella y con Perla simplemente descargaba todas esas ganas contenidas, pero a decir verdad la chica descendiente de pueblos aborígenes ni lo registraba.

Después de poner las ropas a lavar Perla entró a ducharse y el muchacho quedó con la pija dura tras ver a Ingrid con una calza negra larga hasta los tobillos posarse en su bici e irse pedaleando con el contorno de la tanga toda marcadita atrás.

Pensó y se preguntó a si mismo... por qué descargar toda mi lefa en el piso si tengo una nodriza que está más que dispuesta a recibirla toda siempre?

Entró al baño y la mucama rubia se pasaba el jabón por las nalgas y piernas, estaba de espaldas y el chico sin mediar palabras se le acercó y se la hizo entrar toda. Se la sacó de la concha y se la metió en el culo por primera vez y Perla lo recibió gustosa, ya el enojo se le pasó y gemía complacida. Ese chico la volvía loca.

Por la noche fue ella quien quedó con ganas de pija, entró a la habitación del nieto de su patrona y le pidió que se la coja por el culo otra vez. Encontraba mucho placer en el sexo anal y era buena maestra con Fede que se nutría de experiencia con su cuerpo.

Volviendo a Ingrid, se convirtió en la persona ideal de Doña Blanca, era "la nena", la mimada y malcriada de la anciana. Ingrid se desvivía por su patrona y la llevaba al shopping, al mercado, a la plaza y estaban todo el día juntas. El tema es que la muchacha culminaba su jornada a las 15 horas y la señora quedaba prácticamente sola. Entonces una siesta habló con Pocahontas tratando de convencerla que se quede a tiempo completo en la casa, es decir, que sea una empleada cama adentro.

Lo pensó un par de días y aceptó, pero con la condición de que le dé permiso para asistir todos los días al gym y que pueda salir en caso de algún trámite personal. Doña Blanca aceptó y de tan contenta que estaba hasta le triplicó el sueldo en señal de gratitud.

Día lunes comienzo de semana la morocha iniciaba su primer día siendo empleada a tiempo completo, ella pidió instalarse en la habitación del fondo de la casa. Para llegar había que atravesar un verde cesped y a la derecha de la piscina se vislumbraba la pequeña habitación. Federico personalmente se ocupó de acondicionar ese lugar pedido por ella y la ayudó con la mudanza.

La doña más que feliz y él también con la presencia de la morocha en la casa las 24 horas.

Un día caluroso Fede la sacó al patio trasero a su abuela, fueron a orillas de la piscina y disfrutaron del verde césped. Y como ya ese sector de la casa lo ocupaba la mucama en una soga colgaba sus ropas lavadas secándose al sol. Un repentino viento del sur sopló y revoleó algunas prendas de la chica, entre ellas una tanga color café con leche que vino a parar a los pies de la señora. Fede la alzó y atesoró esa bombacha colaless de la mucamita, y por tener esa ropa interior femenina en sus manos tuvo una natural e impensada erección.

Pocahontas volvía de la cocina con una jarra de jugo de naranja y dos vasos de vidrio asentados sobre una bandeja, cuando la señora le comentó lo del accionar del viento para con su ropa y se detuvo en el detalle de su ropa interior:

–Nena no te molesta usar una bombacha así de pequeña? Se te debe meter toda en el culo esa riendita!– sentenció.

Ella tomó sonrojada la diminuta prenda que le pasó el chico y bajando la mirada la llevó a su habitación. Federico regañó a su abuela por tal desubicado comentario y la llevó de nuevo a la casa.

La chica pobrecita quedó con mucha vergüenza, Fede buscó el momento para hablarle y estando ella sola le pidió perdón por ese mal momento.

Por lo menos logró romper el hielo y ella se iba soltando de a poco tras ese acercamiento.

Pasaron los días y la mucama Pocahontas ya era parte de la familia, tanta era la adoración de su jefa que hasta un poco más la mudaba junto a ella en su habitación. Tenía total libertad de acción y hasta ocupaba el baño de los patrones, era la consentida de la casa y Perla la otra empleada moría de envidia.

Un miércoles llegando la hora de ir al gym, la morocha de rasgos indígenas entró a ducharse, y como estaba apurada porque la clase iba a comenzar salió apresurada tanto que olvidó recoger la ropa sucia que se quitó tras usarla todo el día.

Federico que volvía de su entrenamiento de fútbol entró al baño buscando una ducha refrescante, para ese entonces la mucama ya se fué y su abuela miraba la novela en su pieza. Tal vez sin querer desvió su atención al piso y notó la musculosa, un par de medias cortas, un jean prelavado y una tanga colaless blanca toda enrolladita adentro de ese jean que tan ajustado ella usaba.

Hizo algo impensado, primero agarró las medias, sintió ese olor a transpiración propios de los pies, hizo lo mismo con el pantalón y por último llevó a sus narices aquella minúscula tanga blanca.

Sentir esos olores tan íntimos de la morena treintañera le produjo tal excitación que con una mano sostenía la pequeña prenda de la empleada doméstica y con la otra se bajó el pantalón dejando su miembro al aire que buscaba salir desesperadamente. Oler esa colaless blanca le dió una vitalidad fenomenal, es como que se despertó de un eterno letargo y sin sacarla de su nariz se masturbó y acabó como en sus tiempos de adolescente. Se sintió más que bien y tras ese potente orgasmo quedó como loco con los olores de la mucamita.

Al día siguiente quiso repetir la hazaña. Quería toparse con esa tanga color café con leche que tuvo entre sus manos aquel día de fuerte viento. El tema es que la chica fue mas cuidadosa y esta vez juntó sus prendas usadas. Fue directo al lavarropas con la intención de encontrar esa bombachita usada allí, pero antes de irse ella lo encendió y el nieto de Doña Blanca ya lo encontró en marcha. Se quedó con las ganas.

Pero tal vez en dos horas volvería del gym, y entraría a bañarse de seguro, y ahí tendría su oportunidad.

Y así fue, tal como lo pensó, Ingrid volvió y después de pasar por la habitación de su patrona se dirigió a ducharse. Fede que estaba hecho un onanista voyeur de sus tangas aguardó afuera con una paciencia oriental y cuando ella cerró la ducha golpeó la puerta del baño simulando urgencia por ocuparlo. La chica se vistió a las apuradas y le dejó el lugar, y por supuesto no le dió tiempo a que saque toda esa ropa transpirada en su tarde de gimnasio. El plan le salió a la perfección.

Para desgracia no fue la ropa interior que el deseaba ver, escarbó adentro de la calza negra y se encontró con una tanga color rosa con un pequeño moño adornando la parte de adelante. Era una tela muy liviana y la notó húmeda por demás.

Estaba como loco sintiendo ese aroma íntimo de Ingrid, desenrolló la bombachita y apuntandola hacia la luz comprobó que era minúscula y más en la parte de atrás. La olfateó con locura y recordó las palabras de su abuela aquel día: "Se te debe meter todo en el culo esa riendita". Se pajeó como nunca y bocanadas de semen quedaron esparcidas en el piso. Limpió todo, simuló apretar el botón del inodoro y dejando la tanga de Pocahontas dónde originalmente la encontró salió del baño.

Esa noche quedó con ganas de seguir sacándose leche. Perla tenía el fin de semana libre así que su primera opción de desahogo no pudo ser. Entonces recurrió a Pilar, su noviecita con quién estaban peleados. Tras varios mensajes de Whatsapp la chica fue cediendo y acordaron verse en un lugar.

Pilar era una chica muy linda, pelo lacio, piel blanca, una carita con rasgos bien definidos y muchas pecas en sus mejillas y hombros. Era bajita de estatura y tenía un gran culo, la apodaban "frasco chico" y "Araña Galponera".

Las peleas con Fede eran constantes y ella le decía que el solo la buscaba para "Eso", en referencia a que solo la quería para coger.

Y si... Fede se enloquecía con el culo de su novia Pilar y en sus encamadas siempre le pedía que le entregue la cola, tenían sexo anal solamente y ella se sentía usada.

Pasó a buscarla, fueron a bailar con un grupo de amigos, bebieron mucho y luego de separarse del resto buscaron intimidad y terminaron la noche en el departamento de Pilar. Se fueron desnudando y la deseó como nunca. Con Perla se hizo de experiencia así que se aprovechó de su novia algo ebria y se la cogió con ganas.

Ella lo quería en su concha y así fué, pero después la puso en cuatro y otra vez sexo anal. La pobre Pilar lo vaticinó: Fede la quería sólo para eso.

Después del sexo las cosas terminaron mal, ella le dijo que seguía siendo el mismo nenito inmaduro de siempre y el se vistió y se fué.

Sábado por la mañana Perla no estaba, tenía el fin de semana libre. Eso significaba que a la morocha le tocaría hacer todo el trabajo en la casa. Fede recién llegaba después de pasar la noche en el departamento de Pilar y se lo veía con una tremenda resaca. Ya eran como las 8 de la mañana por lo que decidió quedarse despierto para ayudar a Ingrid y a su abuela. Desayunaron los tres juntos y al terminar ayudó a la chica a lavar los utensilios. Risas cómplices entre los dos y miradas mutuas que la vieja muy sagaz ya lo notó desde que compartían la mesa. En el fondo le gustaba ese incipiente acercamiento de su nieto y la nena, la chica era su adoración y el muchacho su nieto preferido y tal vez la chica le sacaba algunos años de diferencia pero eso no era problema.

Le dijo la Doña a su mucama que se ponga cómoda para trabajar, y la nena así lo hizo: fue a su habitación a cambiarse y optó por una remerita blanca con detalles fluorescentes unos crocs azules y una calza de algodón color gris claro apretadita que la hacía ver cómo si no tuviera nada abajo, era una segunda piel.

Fueron al mercado a comprar frutas los tres. Ni bien entraron Fede notó como a los trabajadores y changarines se le iban los ojos por la chica, ella sin problemas se agachaba poniéndose en cuclillas o bien cuando veía alguna fruta o verdura con buen precio en algún puesto se detenía a observar inclinandose sin flexionar las rodillas sacando culo a más no poder. Lo hacía tal vez sin intención pero ese cuerpazo no pasaba desapercibido en ese ambiente ocupado mayormente por hombres. Después empujaba la silla de ruedas de la señora y caminaba lento e inclinada y otra vez sacaba culo haciéndose notar por dónde pasaba. El chico la seguía de atrás y mirando ese orto exibirse tan sensual y escuchando a esos rudos hombres de modales brutos decirle cosas atrevidas a Pocahontas le provocó tal excitación que se le fue poniendo duro el pene por todo lo vivido. Tuvo que taparlo con las bolsas cargadas de las compras para disimular la carpa que tenía debajo del pantalón.

Volvieron a la casona, ingresaron la camioneta y mientas Federico se ocupaba de bajar y llevarla adentro a la abuela, Ingrid sacaba del baúl las bolsas de las compras. El joven volvió en su ayuda y la vió medio cuerpo metida en el vehículo, inclinada y dejando ese redondo culo en pompa. Otra vez se le puso dura la pija al ver a la empleada doméstica mostrando el orto con esa calza gris claro y el contorno de la tanga se le marcaba muy bien.

Ya las ganas de cogerla eran insoportables, el tema era como abordarla y cuándo.

–Fede me vas a gastar la cola de tanto mirarmela!– le dijo Ingrid ya jugada.

Ella movió el balón primero, dió el puntapié inicial.

No le dió tiempo a respuesta alguna pues el no esperó esa reacción de la tímida muchacha, pasa que la convivencia y estar todo el día en la casa juntos alimentó el deseo sexual de ambos, tarde o temprano se iban a mirar era inevitable. La situación se prestaba para el juego y a pesar de ser nueve años mayor que él eso poco importaba.

La chica se puso a limpiar el piso, Fede se sentó a ver una serie en Netflix pero más prestaba atención a ese cuerpazo. Ella entró en calor y se hizo un nudo en la remera dejando su panza al aire adornada por un piercing color plata que le atravesaba el ombligo, aunque lo mejor era verla de atrás, Ingrid tenía la cola grande y al verla cuasi agachada a Fede se le fue parando el pene.

Ella lo pescó mirándola y le empezó a gustar, se agachaba más y sabía que lo calentaba.

–Que mirás– se le escuchó decirle.

–No podes tener esa cola tan perfecta!– respondió él que ya no disimulaba la erección, ese culazo entangado y esa calza gris le puso la pija dura y grande como la de un caballo.

–Se puede saber por qué me miras tanto la cola?–

–No te enojes Ingrid... pasa que... no sé cómo decirte, es que quiero que me muestres la tanga–

–Quee?? Vos te escuchas lo que me estás pidiendo?

–Es que me gustas demasiado, estás buenísima, me re gustas–

–En serio?, y por qué debería de mostrarte la tanga?–

–Porque tenés terrible cola, es perfecta... Y me mata como tu bombachita se te mete toda atrás–

Ante el No rotundo de Pocahontas que se veía venir recalculó su estrategia.

–Esta bien, soy un desubicado me hago cargo...pero te pido que me respondas... con un Sí o con un No: Es la color café con leche que se te voló del tendal aquella vez?–

La indiecita quedó muda y pensó antes de responder

–Y si ya me la viste en el patio que ganas con vermela ahora?–

Era un sí encubierto, ya estaba compenetrada en el juego morboso.

–Dale, no seas mala... vertela puesta ahora sería mil veces mejor que aquel día en el patio–.

–Pendejito degenerado.... dale vení... Rápido que si nos pilla tu abuela me muero de la vergüenza – lo esperaba ya de espaldas.

Fede se acercó de atrás fijando la mirada en el culo de Pocahontas. Ella rogando que no irrumpa Doña Blanca y los vea así tan calientes a los dos posó las manos en sus caderas, bajándose la calza, tiró suavemente como haciendo un streaptease y asomó el elástico de esa prendita tan deseada por el chico.

Y sí... era la color marroncita de aquel día...

Más lentamente se iba bajando la calzita, poniendo suspenso y jugando con su presa. Quedaron sus nalgas ya semidescubiertas, meneaba ese culo simulando que la prenda gris ponía resistencia a despegarse de su piel y con un tirón más brusco se la bajó toda al fin hasta la altura de los muslos.

Fede miraba petrificado, la tanguita era pequeña... o bien ella tenía el culo muy gordo, redondo y voluminoso. Se la enterraba tremendamente en la zanja.

De mirarsela se bajó el pantalón y su pijota quedó al aire, se masturbó mirando a la chica y poniéndola más dura se fue acercando más y se la apoyó bien al medio de esas redondeces.

–Fede!– dijo enérgicamente tanto que la Nona lo escuchó.

–Guarda eso por favor– le suplicó pero ya se la vió toda. Era grande eso que le colgaba entre las piernas al chico.

Se subió la calza de prisa y le dijo Basta por hoy.

Llegó a la sala la abuela y para ese entonces el volvió a sentarse y ella siguió fregando el piso.

–Nena que te está haciendo este chico–

–Noo nada señora, estábamos jugando nada más– respondió ella acalorada–.

–Dejá eso querida y andá a pegarte una ducha...ya trabajaste mucho hoy.

–Uff si, gracias Doña Blanca–

Junto todo y se fué. Fede la seguía con la vista.

La chica fue hasta el depósito a dejar el balde y demás elementos de limpieza, si bien imaginó que ya todo terminó estaba equivocada. De repente cuando volcaba el agua sucia en un piletón de cemento, Fede se posó de sus caderas y empezó a fregarse por su gran culo.

–Fede estás loco, salí!!– fue lo único que atinó a decir... Pero el ya sacó su pijota enorme y se la apoyaba por completo desde atrás.

Con los movimientos pélvicos de Fede sobre su cuerpo se empezó a mojar, llevaba días sin hacer el amor y bueno...el estímulo físico y las ganas hicieron lo suyo, mientras el chico le bajó la calza y corriendole la tanga intentó puntearle el ojete.

–Por la cola no quiero– le dijo al casi inexperto de Federico que tal vez intentó hacerle lo mismo que le hacía a su noviecita o a Perla últimamente.

Ella se inclinó más y dejó que le vea sus hinchados labios que permanecían haciendo bulto debajo de esa telita color marrón y con sus manitos se la bajó para que su amante apunte su verga ahí.

Pocahontas aferró sus manos al borde del piletón, cerró sus ojos negros esperando ser embestida, Fede no pudo esperar y se la hizo entrar toda.

Se la daba fuerte y ella gemía contenida, si bien le gustaba... y mucho... no podía disfrutar al cien por ciento porque la anciana merodeaba por la casa. Eso sí, con el grosor y el tamaño del pene de Fede la cremita blanca de su conchita le empapó íntegro el tronco del joven amante.

En el constante movimiento se le salió aunque el tenía por objetivo ese orto gigante, se agachó y le abrió los cachetes y notó un agujerito muy cerrado. No era como el de Pilar que ya lo tenía un tanto abierto y comparado con el de Perla era un ojete virgen, puesto que la veterana rubia lo tenía por demás dilatado dando la impresión que hasta le habrán enterado dos vergas juntas.

Separó las redondas nalgas de la morocha y acercó su cara al cerrado asterisco, estuvo tan pero tan cerca que le contó cuántas rayitas rodeaban su apretado ano. Estaba más que loco de examinarla así.

–Tanto me la vas a mirar? –Dijo Ingrid mientras se dedeaba la concha.

–Pendejito degenerado, mirá las cosas que me hacés hacer, mirámela bien porque va a ser la primera y última vez–.

Se inclinó más y con ambas manos le separó los cachetes de un modo que la conchita se le abrió como una flor y el ojete parecía respirar porque lo contraía y soltaba, cual boca de pez cuando sale del agua.

Abrirse la cola de ese modo ante el nieto de su patrona la hizo sentir muy chancha, estaba muy excitada. Nunca se sintió así de liberada, tanto que hasta se olvidó que tenía un marido.

Fede le metió un par de dedos en su húmeda florcita, esa vulva estaba por demás mojada y sus fluidos chorreaban y ya alcanzaban sus muslos.

No aguantó más y le volvió a meter la pija en la concha que estando así de lubricada entró fácil. Gimió gustosa al recibir esas embestidas desde atrás.

Ingrid tenía un marido apodado El Enano, y para hacer honor a su apodo tenía una pija corta y cuando se le paraba quedaba en forma de banana. Si bien se acostumbró a la verga de su marido ahora estaba descubriendo una nueva, la de Fede le ganaba en tamaño y grosor y además de ser cabezona el pibe se la cogía con ganas.

–Asi así pendejo degenerado–

–No podés tener una pija tan grande– le decía ya toda enflujada de nuevo.

Y cuando estaban en lo mejor, escucharon a la abuela llamarla –Ingrid nena adónde estás?–

Más inoportuna no podía ser la vieja! Fede se la sacó y por el alboroto derramó toda su leche sobre las nalgotas de la mucama, su abundante leche se chorreó por el asterisco y otro lechazo final le saltó a la altura de su conchita abierta. Ella asustada se subió la tanga y la calza gris con el nerviosismo de ser descubierta y ni hubo tiempo de limpiarse.

La bombachita colaless se le ensució completa, su conchita quedó bien cogida, pegoteada y caliente. El chico hizo lo mismo y se apartó simulando estar ayudándola a acomodar las cosas.

Tal vez la abuela se dió cuenta de todo, no era ninguna tonta. Ellos por su parte quedaron con esa intriga y no sabían cómo actuar, quedaron en evidencia por ser pescados in fraganti y su nerviosismo los delataba.

Veremos que pasará con Perla, Pilar y el marido de Ingrid, cómo jugarán sus roles.

En cuanto a Fede se dió el gusto de cogerse a Ingrid, no pudo hacerle la cola pero estuvo así de cerca eso quedó pendiente y la morocha disfrutó esa cogida a las apuradas y obviamente quedó con ganas de seguir.

Fué la primera vez que le fué infiel a su marido y al igual que Perla le gustó en demasía las cosas que le hizo ese pendejo atrevido.

Que pasará con ellos no lo sé, tal vez sigan haciéndolo a escondidas o ya con el consentimiento de Doña Blanca pero eso ya será materia de una segunda parte.

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