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Los leggings de Karla

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Karla era la amiga de la familia, principalmente de mi hermana. Trabajábamos en el mismo lugar un taller de costura, yo me encargaba de algunas máquinas y ella trabajaba con el hermano de mi jefe. Habían rumores de que mi jefe se la andaba tirando y de ahí unos cuantos privilegios, se la pasaba de fiesta en fiesta y siempre llegaba tarde. Había dejado de verla por un tiempo y ahora había embarnecido, me enteré de qué se había metido al gimnasio por un tiempo, Karla acostumbraba vestir tenis blancos y unos leggings ajustados negros, no le había prestado atención hasta uno de esos días en los que fuimos por algo de comer al mercado y tras subir las escaleras delante de mi pude notar que su delgado culo se había convertido en algo monstruoso, la gota que derramo el vaso fue aquella transparencia que dejaba al estirarse, tanga blanca.

Fue un sábado, el cumpleaños del jefe, solo estarían amigos, yo entre ellos. Por un momento pensaba en irme, pues el plan sería en la fábrica a puerta cerrada y me sentía agotado, pero era sábado y no tenía mejor plan, de no aprovechar la oportunidad de alcohol gratis durante toda la noche me arrepentiría. Nos quedamos, los hermanos, un par de amigos, Karla y yo.

La noche iba bastante bien, era de esas veces en que el alcohol parece asentar bien y te vuelve el centro de atención, un detalle, un regalo de mi jefe tras seguirle el turno en el baño, ahí te dejo un regalito, me dijo. En el baño, polvo blanco, lo usé y el efecto empezó, me lleno de confianza, estaba siendo el alma de la fiesta y Karla no paraba de reír, me preguntó por lo del baño y me pidió asegurarme de que en su nariz no quedarán restos. Ella adoraba el polvo, era parte indispensable de la fiesta para ella y lo compartía con mi jefe. Yo no era nadie para juzgar, más que guardar su secreto no me importaba y que mejor si tenía algunos beneficios. Tomábamos como locos, se había ido por cerveza en más de una ocasión y pasaban de las dos de la mañana y a mí lo del chistosito no se me quitaba, Karla me dijo que le había escrito mi hermana, principalmente para saber cómo me regresaría estando tan tomado, Karla se ofreció a llevarme, me dirigí al baño que estaba en la oficina de mi jefe en dónde tomábamos, para mí sorpresa estaba la luz encendida y venía saliendo Karla, ¿Cómo andas?, Me dijo tras una sonrisa, Bien, le dije, tome la puerta seguido de ella y entre, pero ella la detuvo y entro conmigo, empezó a prepararse polvo cerca del lavabo, mientras se inclinaba, notaba su enorme y bien formado culo, traía esa pequeña tanga blanca que tanto me gustaba. Terminó y me ofreció, el estar ahí encerrado con ella puso mi corazón a mil, me sentía bastante nervioso y me empezaba a poner duro, trataba de disimular.

Ella tenía 24 y yo 26, así que sí, éramos dos adultos encerrados en un baño a la distancia de los demás. Atendí a lo ofrecido y me di la vuelta, probé suerte y la bese, Karla lo tomo bastante bien y me tomo del rostro, yo la tomé por la cintura y no deje pasar la oportunidad de acariciarle las nalgas. Movía de un lado a otro su lengua, la apreté contra mi arrimandola de las nalgas y lanzó un ligero gemido. Nos separamos, lamentablemente teníamos el tiempo contado, pero me quedé con bastantes ganas de más, Karla se vio al espejo, Ya en un ratito nos vamos, me dijo y salió. Espere un rato a qué se me bajara y salí. La noche se fue calmando y las cosas se había puesto un tanto aburridas, Karla me preguntó que si ya me quería ir y le dije que sí. Pidió un taxi por aplicación. Ya está a cinco me dijo, nuevamente el corazón me empezó a latir al pensar en estar con ella en la parte de atrás del taxi durante el camino a casa. ¿Ya está a 5, que? Dijo mi jefe, El taxi, dijo Karla, cancélalo, yo los llevo, dijo mi jefe y mis expectativas se apaciguaban. No es necesario, dijo Karla, además ya está aquí, dijo y tomo su bolso, nos acompañó por las escaleras y nos abrió la puerta, el auto ya esperaba afuera, Me avisan cuando lleguen, dijo y se dio la vuelta bostezando.

Karla puso mi dirección y ahí nos dirigíamos, revisaba su celular. Nos habíamos quedado bastante pegados, parte de su muslo estaba encima de mi pierna y no pensaba moverlo. Alcance a ver un mensaje en su celular, Me quedé con ganas de darte, decía. Ay, perdón, me dijo riendo acomodándose, bloqueo el celular y lo hizo a un lado. Empezamos una charla casual en la que me confesó que se había quedado con ganas de seguir tomando pero que allá todos ya se estaban durmiendo, lamentablemente en mi casa no se podía, pero había sido día de paga y por la emoción de todo lo que traía encima le perdió el miedo a la cartera, pasábamos por Tlalpan, hoteles, una vinatería, me aventure, ¿Y si la seguimos?, Le dije. ¿En dónde? Dijo riendo, le señale los hoteles por la ventana, acabamos de pasar una vinatería, Ajá, me dijo, Ni te bajas, reí, ¿Cuánto es si nos deja aquí?

El conductor se detuvo. Pagamos y nos dirigimos a la vinatería, compramos cerveza, bastante como para no dormir y nos dirigimos en dirección a un hotel de luces neón por un camino de prostitutas. Pedimos una habitación y subimos por unas escaleras, yo, ella y mis ganas de arrancarle la tanga con la boca, que ahí estaba, frente a mí, bastante cerca entre ese buen par de nalgas. Es aquí, me dijo y abrí, nos pusimos cómodos en la cama, ella encendió un cigarrillo y yo destape una caguama. No recuerdo quien se acercó a quien, pero de repente ya estábamos muslo con muslo ahí en la cama, la tome de la cintura mientras tomaba, se despegó la caguama y río, me le acerque al cuello, se lo empecé a besar, Karla lanzaba pequeños gemidos en mi oreja, me calentó bastante y le acaricie las piernas hasta llegar a su nena que gracias a sus leggings de sentía de maravilla y ella solo gemía y gemía, la bese, me jugueteaba en la boca con su lengua, su mano estaba en mi verga, recorriéndola de un lado a otro con su brazo tatuado y sus largas uñas negras por encima del pantalón. Su celular sonaba una y otra vez, me hizo a un lado y contesto.

Era mi jefe preguntando si ya había llegado a casa a lo cual dijo que si. Con el teléfono en la mano se dirigió hacia mi y se sentó, empezó a frotar su delicioso culo en mi verga totalmente erecta y yo la guiaba al ritmo que quería tomándola de las caderas. Cambiamos de posición, la puse en cuatro frente a la cama y le empecé a bajar los leggings poco a poco, escuché que se decía cosas cachondas con mi jefe, y pensé en lo bien que comía cuando le deslice los leggings hasta medio muslo, tenía el culo hermoso y suave, se le acariciaba de un lado a otro, llegué a su tanga blanca, la hice a un lado y le empecé a comer el coño a lo que se sorprendió y lanzó un gemido que inmediato trato de apaciguar, me vio con una sonrisa traviesa y le tapo la bocina al teléfono, regreso y tuvo que inventar que se estaba tocando, y yo también regrese, está vez con mi lengua en su ano, de arriba a abajo entre momentos le lamía y besaba las nalgas, gemía con más libertad. Le levanté y le pase la verga por el culo y la nena, estaba bastante mojada y yo no aguantaba las ganas de cogérmela. Así que la puse contra la cama y se le cayó el teléfono, lo trataba de recuperar, en eso yo entraba en ella, colgó cómo pudo, estaba muy mojada, lo que facilitaba el entrar y salir de ella, si culo era mío y le di duro.

Mis bolas le rebotaban entre las nalgas. Se veía increíble ahí en la cama con los tenis aún puestos, los leggings a media pierna y su tanga blanca a un lado por mi verga entre sus nalgas. Cada vez gemía y gemía más rico. Le di la vuelta y le levanté las piernas, me las lleve al hombro y le seguí dando. Con la mano libre le recorrí por debajo de la blusa, sus tetas, aunque eran pequeñas, estaban de muy buen ver, llevaba un brasier muy acordé a su tanga, me hizo para atrás, se quitó los tenis, los lanzó, también los leggings, me jalo de la playera y me llevó contra ella en la cama, se la metí, me besaba como loca, movía su lengua y yo la mía, le baje el bra, y le lengüeteé los pezones, todo sin dejar de penetrarla, Dame, dame, así, así, me decía Karla, totalmente convertida en mi puta.

Me miraba fijamente mientras le daba con todo, me gemía en la cara y ya no aguantaba más, me hice a un lado, era eso o dejarle todo adentro, pero no me quería meter en problemas, para mí sorpresa se agachó frente a mí y se metió mi verga en la boca y gemía al hacerlo, entraba, salía y escupía y yo le detenía el cabello, estaba por terminar y se lo dije a lo que poco le importo por qué me la empezó a chupar con más fuerza y me veía fijamente al hacerlo.

Le llene la boca de leche, poniendo cara de mustia al recibirla toda en la boca.

Nos quedamos dormidos al terminar agotados, cuando desperté ya no estaba.

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