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Los secretos de un culo

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Habían pasado 5 años desde que salí del colegio, ahora tenía 24 y trabajaba como jardinero en la casa de una señora adinerada que sólo venía los fines de semana. Cómo todo joven solía hacer ejercicios todas las tardes y, una de esas tardes me encontré con mi antigua profesora de informática, que solo fue mi profesora durante el último año de colegio. Se llamaba Neila. Era una mujer grande, tenía unas tetas normales, pero lo más grande que tenía era el culo. Sí, un hermoso culo. Eso ya no era normal al igual que su caminar, caminaba con el culo abierto. Nos preguntábamos por qué.

En aquel último año de colegio tenía 40 años y cuando se ponía falda solía ser difícil escribir y concentrarse teniendo en ese culo inclinado mientras escribía en la pizarra. Sólo comentábamos lo afortunado que sería el hombre que se comiera ese culo. Luego con el tiempo nos enteramos de que no tenía, el año terminó y no volví a saber nada de ella.

Esa tarde de ejercicios al verla al otro lado de la calle no dudé, después de 5 años no había cambiado conservaba el culo que nos hacía imaginar cómo queríamos perder la virginidad y su cara seguía estando intacta, por cierto tenía un rostro afable.

Llevaba un sujetador deportivo y unos leggins que se ajustaban a su culo hasta parecer que se lo quería tragar. Al vernos ella se detuvo y yo también, ambos nos reconocimos y me dijo:

-Hijo, eres tú ¿Cómo has estado?

-Sí, muy bien y ¿usted?

- Bien. Encantada de verte

- ¿Y qué hace por aquí? -le pregunté.

- Haciendo un poco de ejercicio, me nombraron permanentemente y me mudé, ahora vivo cerca del colegio.

-Ah, qué bueno que ahora esté más cerca.

-Hijo y ¿A qué te dedicas?

-Trabajo cómo jardinero por aquí muy cerca -le contesté.

- A qué bueno. Bueno, por ahí nos vemos hasta luego. Me dijo-. Mientras se marchaba trotando con el culo rebotando y los leggins que ahora parecían cobrar vida y comer.

A partir de esa tarde coincidimos con frecuencia en nuestros ejercicios hasta el punto que yo iba a su casa y luego subíamos los dos mientras charlabamos sobre cosas de la vida.

En una de esas me confesó que se sentía sola, pues sus dos hijos estudiaban en el extranjero y ya habían pasado más de diez años desde que se separó de su marido. Cuando me lo dijo por mi mente pasó el pensamiento de cuánto tiempo habría pasado sin tener sexo. Era un locura y un pensamiento fuera de lo normal al igual que su culo que seguía siempre abierto. Cambiaban los leggins, pero su culo seguía estando abierto. Lo sé por qué lo veía cada tarde. Me preguntaba por qué.

Una tarde de esas en las que el invierno parece querer entrar y no puede porque la calor se hace presente salimos como de costumbre a hacer ejercicios. Ese día subimos hasta más arriba de donde normalmente solíamos llegar. Cuando regresábamos el cielo que se había nublado de un momento a otro dejaba caer las primeras gotas de lluvia. Por ahí donde estábamos más abajo quedaba un proyecto de casas que quedaron inconclusas, a excepción de la casa modelo, esa sí estaba terminada. Esa casa fue nuestra salvación porque a pesar de la carrera la lluvia nos había dejado empapados, pero al menos no nos seguiríamos mojando.

Nos había mojado tanto que el leggins que traía la profesora Neila había sido tragado por su culo. ¿Desde cuándo los culos tragaban pantalones con tal apetito? No tenía respuesta para ello en aquel momento.

Cómo siempre habíamos escuchado que no era bueno eso de parar en seco después de estar haciendo ejercicio decidimos hacer un calentamiento. Bueno, en realidad lo sugirió ella. Quién después de comentar si no me molestaba que hiciera ejercicios de calentamiento allí a lo cual respondí que no.

Ella comenzó a hacer los ejercicios y yo en un principio también. Por cosas del momento ella se había hecho adelante y yo había quedado atrás por lo que podía contemplar sus movimientos. Por cierto, movimientos sensuales, además de la pose de gimnasia que hacían de sus ejercicios algo sumamente excitante. Sólo estuve detrás de ella durante un momento y tras eso me pregunté si habría baños en la casa. Obviamente, sí había, uno que tenía la puerta en dirección a dónde ella estaba haciendo ejercicio.

Me dirigí hacia el baño y cerré la puerta y sin darme cuenta vi que mi verga comenzaba a levantarse, ¿cómo podría dejar que viera algo así? Al menos ella no se había dado cuenta. O quizás sí, y solo me estaba poniendo más caliente. No podía salir así, es verdad que siempre le había tenido ganas sino no me hubiera centrado en analizar las razones de su culo abierto. Pero y si ella no compartía los mismos deseos. Para bajar la calentura pensé en hacerme una paja eso calmaría todo o al menos en aquel momento.

La puerta que en realidad sólo había quedado ajustada se abrió un poco y podía contemplar aquel culo que al igual que antes estaba abierto, claro que de por medio había un pantalón ajustado y casi transparente, pero solo era cuestión de... Sin darme cuenta tenía mi polla entre la mano y la masajeaba mientras veía los movimientos de aquel culo encantador.

La sangre se me había bajado de la cabeza seguramente porque el calor invadió mis venas y dejé de pensar cuando abrí la puerta totalmente y seguí sin pensar en otra cosa, y ella sin mirar hasta colocar mi verga sobre su culo. Sólo los leggins impedían la entrada a tan hermoso culo. Qué abierto anunciaba la puerta al cielo...a la gloria y al...

Hasta que pegó un ligero brinco cuando sintió mi verga en su pantalón.

-Oh, ¡Dios mío! ¿pero qué haces?

-Siempre sentí algo por usted. Por favor entiéndame -le supliqué.

-Eres un pervertido. Estás enfermo-. Me gritó

-No, sólo enloquecí por el amor que siento por usted. Es difícil ejercitarse viendo su culo moverse de un lado a otro y... Me calló llevando su dedo a mi boca mientras me decía y me miraba de manera pícara.

-Lo sé, siempre lo supe sólo te estaba llevando al límite para que me mostraras hasta donde llegarías.

Al escuchar esas palabras llevado por el calor interno la besé llevando mis manos sobre su trasero

-Hagamos el amor. Me dijo-.

-No, por allí pasó su esposo. Quiero pasar por lo inexplorado

-Todos desean mi culito. Pero yo te lo daré a ti-. Mientras se colocaba delante de mí inclinada. Con mi verga presioné su culo y me tiró mano y agarró mi verga mientras me la apretaba y me dijo:

-Quiero que me comas el culo.

Yo muy obediente procedí rompiendo sus leggins con violencia y confirmando lo que ya decía

Estaba abierto cómo si esperara a alguien a su entrada, sin más le metí la lengua y comencé a darle besos como si no hubiera un mañana. No se chupa un culo todos los días y menos el de tu antigua profesora.

Ella comenzaba a gemir de placer y eso que solo le estaba chupando el culo cuando consideré que ya estaba húmedo me levanté y apoyando firme mis piernas introduje mi verga en su culo. Al igual que cuando nos vimos sentimos esa conexión comencé a empujar mi verga con cierto ritmo constante hasta acelerar un poco y vernos inmersos en olas de calor ella gimiendo de placer y yo naufragando. Se me habían nublado los pensamientos otra vez sólo me daba para ver con claridad aquel culo ahora entregado a mí explorando sus profundidades como quien supiera que no vivirá al día siguiente. El placer de ese culo me estaba llevando a la locura. Combinaba periodos de intensa penetración con otros a ritmo lento.

Comenzamos a jadear tal era la situación qué aunque afuera lloviera nosotros uno adentro del otro estábamos sudando. Por cierto, la lluvia no había cesado en ningún momento al igual que yo no había bajado el ritmo, es más ahora impactaba de manera violenta su culo.

Y ella todo lo que hacía era lanzar gemidos e improperios

-Oh, sí papi, oh... sí dame más. Tu verga es como la de un caballo sediento de culo. Oh, sí mmm...

-Le dejaré el culo tan abierto que mañana no podrá caminar -le con

-Eso crees te voy a devorar la verga hasta que no le salga más leche -me dijo tomando el control de la situación que era intensa como una marejada de calor que nos agobiaba a los dos.

Era ella quien movía los hilos ahora, mejor dicho movía mi verga a placer yo solo podía disfrutar y...

-oh, !eres una puta! Tienes un culo divino. Después de un momento fui yo quien lo saqué y volví a repetir la secuencia.

Volvió a atrapar mi verga encantada por las paredes, la estrechez y la humedad del culo de la profe Neila

Había aguantado tanto pero ya no aguantaba más, así que le dije que se preparara para la embestida final y no fue una ni fueron dos fueron tres hasta llegar al punto de que había perdido la razón, su culo era el cielo y mi verga era el puente que me llevaría hasta él. Fue tan brutal la venida que la leche inundó su culo hasta que su ojete comenzó a escupir chorros de leche.

Agotado caí rendido en una silla de escritorio y ella también cayó sobre mí, pensé en continuar pero era demasiado mi verga estaba débil y su culo había recibido la follada de su vida.

Después de todo éramos vírgenes, bueno no del todo porque ella sólo lo era del culo y yo jamás había estado con una mujer, pero gracias a los libros y gracias al porno aprendí a follar como los dioses. Ella tenía el culo con el que siempre había soñado y el que a partir de ahí nunca olvidaría. Entonces fue que comprendí su culo siempre estuvo abierto porque estaba hambriento de verga, pero yo le di de comer y vaya que comió. Días después me contó que se ausentó del colegio porque no podía ni caminar al día siguiente.

Con el tiempo nuestra relación era mucho más que sexo anal y corridas bestiales. Eso sí, ante los ojos de la sociedad éramos amigos, pero yo siempre iba a su casa a profundizar en el asunto o mejor dicho a revivir momentos de gloria. Ante todos ella era la profesora ejemplar y yo el buen muchacho. Ese siempre fue nuestro secreto. Un secreto muy profundo para ser visto por alguien. Sé qué hay culos y hay culos pero como el de la profe Neila ninguno.

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