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Maestra en mini (4)

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Es catorce de febrero y realizamos nuestro clásico convivio e intercambio de obsequios en el plantel, primero con nuestros alumnos y luego con el personal en la dirección, para nuestra sorpresa este año se nos une el supervisor de la zona, con algo de desdén las compañeras me piden que salga a recibirlo ya que parece que me vestí especialmente para la ocasión, y es que en realidad me veo espectacular con mi minifaldita con estampado de cuadritos en blanco y negro embarrada en mis inquietantes curvas, mi blusa blanca favorita de manga corta y botones al frente, me gusta porque me queda justa, haciéndome ver mas femenina con los botones necesarios abiertos, mas que suficiente para parecer una edecán triple A, combinadas con mis botas negras a medio muslo de plataforma y ropa interior de encaje negro, en fin, sonriendo al ver sus caras de envidia me encamino hacia el portón para recibirlo, como me faltan algunas cosas por comprar decido esperarlo en la esquina de la escuela, los piropos y palabras subidas de tono no se hacen esperar por los vagos que esta en la calle o los tipos que pasan en sus autos o motos.

¡Sabrosa! me dice un tipo, muévelo, te lo compro, dice otro, ¡mamacita!, son las frases que acompañan mi caminar rumbo a la tienda de la esquina, ha de ser por su faldita maestra, me dice Hermilo el supervisor de zona, quien aún a pesar de que usa bastón me alcanza antes de llegar a la tienda.

¿Cómo puede andar? es demasiada apretada ¿no?

¿Le parece que está muy apretada? respondo coqueta, se sonroja, me espera a que haga las compras y nos encaminamos hacia la reunión, ¿puedo decirle algo así en confianza? Sin despegar los ojos de mi escote, si, dígame, le contesto, es usted muy bonita, cualquier hombre daría lo que fuera por usted, lástima que ya no tenga edad para eso, me detengo, lo miro fijamente a los ojos coqueteándole, de verdad, ¿lo que fuera? Traga saliva, no sabe que contestar, no se ponga nervioso, sonrío encaminándome hacia la reunión y el detrás de mi, ya en la reunión entre risas, ocurrencias y baile transcurre la noche, Hermilo utiliza cualquier momento para acercárseme, rosarme o hacerse notar por mi, los compañeros y compañeras lo notan pero no dicen nada, miran a mi marido y luego a mi, la forma como inconscientemente o conscientemente le falto al respeto con el anciano supervisor dejándome tocar o abrazar por este, en fin, como es temprano, decidimos seguir la fiesta en casa de una compañera ya que es la mas cercana, al final nos ofrece su casa para quedarnos, la mayoría acepta entre ellos mi esposo y yo a quienes nuestra compañera nos asigna su recámara.

Ya en la cama, no sé cuánto tiempo trascurrió cuando por sorpresa siento que apartan las cobijas de mi cuerpo dejando mis espaldas al aire, no me toma por sorpresa ya que intuyo que es Raúl, mi esposo, siento como se recuesta en la cama, y pasa suavemente su mano por mis piernas, se acerca más a mí, noto su miembro hinchado frotarse contra mí de manera muy suave, empieza a excitarme, de reojo en medio de la tenue luz del pasillo, observo como con una mano se despojaba de su calzoncillo, mientras que con la otra pasa de acariciarme el muslo a acariciar por debajo de mi prenda íntima, como comprobando mi humedad, su voz entre cortada por la emoción susurra a mi oído: Creo que dejamos algo pendiente Laurita, ¿Hermilo?.

Quiero reaccionar pero sus dedos en mi vagina batiéndola con fuerza y delicadeza me hacen desistir y por el contrario empiezo a gemir suavemente, mientras con delicadeza me quita el brasier y el cachetero para quedar completamente desnuda, lame mi vagina, mi cuerpo se estremece cada vez que su lengua roza mi clítoris, su lengua es gloriosa, larga, la mete encontrando sitios placenteros para mi, exploto en su boca, retorciéndome en espasmos deliciosos lo que el aprovecha para tumbarse encima de mi, separando mis piernas de tal manera que la punta de su verga toca los labios de mi vagina, quiero que me la meta, pero él no hace fuerza, la toma con una mano y la juega por el contorno de mi vagina haciendo círculos mientras besa mi cuello, aferro su cabeza con mis manos y lo llevo a mi boca besándolo de manera salvaje, asquerosa como una actriz porno haciéndole notar mi desesperación y ansias de ser poseída, después de jugar un minuto más rondando mi entrada, embiste con fuerza, su verga entra deslizándose y encajando perfectamente, estoy tan mojada y lubricada, como nunca lo he estado, mis gemidos son tan fuertes que por momentos coloca su mano en mi boca, me embiste fuerte y constante, quizá por cansancio se detiene por un momento a la entrada de mi sexo, no quiero que se detenga así que empujo con fuerza hacia su pelvis clavándome sin dificultad en el, esto anima a mi maduro amante ya que me fornica muy deprisa durante unos minutos más los cuales me saben a gloria, se desprende de mi sube como puede hacia mi cara y se vacía en ella, sus espesos y largos chorros fluyen por la delicada piel de mi rostro y mi pelo, recogiendo sus últimas gotas en mi boca.

Después se queda tumbado en la cama, acariciándome, mi marido se asoma por la puerta al ya no escuchar ruido, feliz catorce de febrero mi amor, me dice, me levanto de la cama sin hacer ruido y le doy un beso embarrándole los espermatozoides que aun deambulan en mi boca, el se aleja mientras yo me acomodo en la cama con Hermilo hasta que nos quedamos dormidos.

Es de mañana y mi fornicador se despierta primero, comienza a besar mi cuerpo, despierto y le hago lo mismo, me chupa, lame, pellizca, toca y soba mis jóvenes tetas, me retuerzo entre sonrisas y gemiditos, se coloca encima de mi, formamos un 69, mientras él hace su parte en mi clítoris, comienzo a besar y a lamerle el pene, es la primera vez que lo hago, de igual forma me emociona tener a mi primer hombre en la boca, me la meto de un solo bocado y comienzo a chupársela hasta que nos venimos los dos al mismo tiempo, lleno su boca de mi líquido y él me llena la mía de su cálida leche, me la trago toda sin dejar chorrear nada, nos abrazamos y besamos un largo rato, hasta que de nuevo siento su verga dura y retadora chocando contra mi cuerpo, lista para seguir, le digo que me penetre, con cuidado lo veo bajarse de la cama y separar mis piernas acomodándose en medio de ellas, ahora lo contemplo con más detenimiento, viejo, arrugado, casi sin pelo, decrépito, le sonrío mientras siento como acomoda su larga y gruesa verga a la entrada de mi útero, empuja, me penetra, poco a poco aumenta el ritmo se sus embestidas coloca mis piernas en su cuello y me dobla tomando mis redonditos senos amasándolos mientras me fornica deliciosamente, gimo, me estremezco, de nuevo me tiene en el paraíso y yo a el, lo aliento diciéndole que siga pidiéndole más y maas, gritando, gimiendo hasta dejarme ir en un orgasmo extenso y exquisito, mis estertores hicieron que pocos segundos después el se venga en espasmos iguales o mas fuertes dentro de mi quemando mis entrañas con sus semillas ardientes, después de un rato la saca, lo recuesto y se la chupo hasta limpiar los restos de leche que le quedan.

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