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Mamá

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Hola a todos mis queridos lectores. El relato que voy a contarles es quizás la experiencia más erótica que he vivido. Aunque yo no soy el personaje principal, sin duda fue algo hermoso que jamás olvidaré…

Para los que no me conozcan ya, les contaré sobre mí. Soy una chica en la mitad de sus 20s, y me alegra decir, sin presumir, que recibí el regalo de una cara linda y sobre todo un cuerpo que me encanta lucir. Siempre fui considerada una de las niñas bonitas de la escuela, y al convertirme en mujer, creo que comencé a atraer miradas no solo en mi rostro. Soy delgada y de estatura promedio, blanca y algo bronceada. El ejercicio me permite lucir un abdomen plano y firme, piernas tonificadas, y muy lindas pompis, paraditas y redondas. Pero sin duda, mi mayor obsequio, son mis senos. Me siento tan afortunada de tener pechos tan redondos y firmes, no son exageradamente grandes, pero si de un muy buen tamaño. Rara vez pierdo la oportunidad de regalar un buen paisaje al usar escotes lindos, aun si llegan a revelar de más…

Aunque yo no protagonizo directamente este relato, me era importante hablar sobre mi físico, ya que soy, según dicen, la viva imagen de mi madre cuando ella era joven. Y no es que ella ya no se vea bella a sus 46 años, al contrario, me encanta pensar que así me veré yo cuando crezca. Ella es una mujer muy bella, de cabello castaño, largo y lacio, ojos cafés claros como los míos, y muy bellos labios. Se cuida mucho, tiene sus rutinas de ejercicio, lo cual le ha dado un muy buen cuerpo. Tiene un abdomen de envidia para una mujer de su edad, piernas muy sexys, y pompas ligeramente más grandes que las mías. Lo más importante es que mis senos son herencia de los suyos; creo que si ustedes, queridos lectores, los vieran, podrían confundirse con los míos. Con todo y todo, mi mamá es una mujer muy bella, atractiva, y carismática, siempre dejando buenas impresiones a donde quiera que vaya…y llamando la atención de los caballeros…no intencionalmente, claro. El motivo por el que intuyo que no tiene hombres rondando alrededor de ella todo el tiempo, es el lindo anillo de casada que mi papá le obsequió para desposarla muchos años atrás. Puedo decir que mis padres forman un matrimonio feliz, lleno de amor y pasión, que al paso de los años sigue sin apagarse. Como mis otros relatos, esta es una historia de infidelidad. Esta vez no me pueden culpar a mí, aunque según parece, el deseo de dormir en los brazos de otros hombres… viene de familia.

Esta historia es algo compleja, y no tengo los detalles exactos de como se dieron las cosas desde el principio. Todo comenzó cuando entre al celular de mi mamá buscando las fotos de mi cumpleaños anterior para enviarlas yo misma a mi teléfono. Las encontré sin ningún problema y abrí la aplicación de chat… y fue ahí cuando me encontré con una confusa sorpresa. Había una conversación, muy reciente, y al parecer bastante activa, entre mi mamá y un hombre al que yo jamás había visto y del que nunca había oído hablar. Mi corazón comenzó a latir, y sin dudar abrí su fotografía.

Era un hombre también maduro, quizás de la edad de mi madre o algo mayor, bastante atractivo, con una barba negra cerrada que quedaba muy bien con su cabello muy bien arreglado. Lucía un traje gris que lo hacía ver muy elegante y, por la complexión de su cuello y hombros, no cabía duda de que tendría un cuerpo bastante llamativo y fuerte. Me tranquilicé un poco pensando que quizás se trataba de algún conocido del trabajo de mi mamá. Ella se encarga de la organización de varios eventos en mi ciudad, y trata continuamente con muchos clientes y personas diferentes. Pero al comenzar a leer los mensajes, noté que la conversación, aunque breve aún, iba orientada a temas más personales. Era como si él estuviera haciendo su tarea de conocer a mi mamá a un nivel más personal. Según parecía, efectivamente se habían conocido por asuntos del trabajo, y habían intercambiado números como parte de su colaboración. Las respuestas de ella eran, si bien no cortantes, normales, sin dar señales equivocadas. Eso me alivió un poco. En ese momento, lo menos que hubiera querido era saber de mi mamá coqueteando con otro hombre, a espaldas de mi papá, que tanto la quería y hacía por ella. Dejé su teléfono y continué con mi vida sin darle importancia.

Desafortunadamente, mi mente es muy traicionera, y no pasaron muchas noches hasta que el recuerdo de dicha conversación volvió a visitar mis pensamientos. No pude evitar pensar en la posibilidad de que ese hombre continuara escribiéndose con mi mamá. ¿Habría notado su anillo de casado? Admito que no es un anillo tan modesto que digamos, es fácil ver que ella es casada. O quizás… ¿lo habrá visto y aun así lo está intentado? Pensé que sería un hombre muy osado si lo hacía, intentar insinuarse a una mujer casada. Lo sé, querido lector, debes estar pensando que soy una cínica o que mi hipocresía no tiene límites. Pero el engaño es diferente cuando se trata de alguien a quien consideras tan puro como lo es tu madre. Y si te lo preguntas, la respuesta es sí, no pude evitar imaginar como sería el escenario en el que aquel hombre tan guapo, conquistara a mi mamá. Aunque no era lo que realmente deseaba, y aunque incluso era algo molesto de pensar, yo sabía más que nadie las mariposas en el estómago que se sienten cuando un hombre quiere seducirme, cuando es algo prohibido y, más aún, cuando él sabe que lo es. Una parte de mi deseaba que mi mamá sintiera algo así. ¿Habría sentido lo mismo antes? Quizás con sus novios de la juventud pudo experimentar diferentes cosas…

Pasó algún tiempo y dejé el asunto. Algunas semanas después, salía de la cocina y pasaba por la sala de nuestra casa, y no pude evitar ver el teléfono de mi mamá sobre uno de los sillones. Ella estaba revisando unos papeles en el comedor y parecía no tener visión del celular. No pude resistir la fuerte tentación y lo agarré sigilosamente para poder abrir la aplicación de chat nuevamente y enterarme de las últimas noticias. Mi corazón latía fuerte, no sabía lo que me iba a encontrar. Y sin duda fue algo sorprendente, aunque una parte de mi ya lo veía venir. La conversación entre mi mamá y aquel hombre continuó, y aunque seguía siendo bastante respetuosa y “normal”, los mensajes de mi mamá daban fe de que ella estaba mucho más desinhibida al conversar con él. Se notaba que habían vuelto a encontrarse por razones de trabajo y… ¡habían tomado un café durante un descanso que tomaron! Traté de conservar la calma. Era solo un café con un caballero del trabajo, nada grave. Pero parecía que se habían divertido mucho y que de alguna manera su charla de aquel día los hizo un poco más cercanos, quizás al punto de considerarse amigos.

Solté el teléfono y corrí a mi cuarto. Mi mente daba vueltas, me costaba creer lo que había visto. Al mismo tiempo me decía a mi misma que yo era una exagerada y solo estaba de paranoica. Por otro lado, imaginaba sin parar que aquello continuaría y mi mamá se volvería más cercana a ese hombre conforme seguían conociéndose. Conozco a los hombres y se como hacen las cosas, y con una mujer como mi madre… ¿quién se resistiría?

Conforme los días y semanas avanzaron, no perdí oportunidad de revisar el celular de mi mamá. Como lo había predicho, parecía que se volvían más y más cercanos cada vez. Sabía que lo que ella hacía estaba mal, pero… no podía evitar sentirme feliz por ella. ¿Cómo era yo capaz de sentirme así? ¿Cómo podía mi mamá permitirle a otro hombre, un casi desconocido, escribirle así e interactuar con ella de esa forma? ¿Acaso no pensaba en mi papá? Él es el hombre que le dio a su hija, el hombre que le hace el amor. Pero por otro lado… me imaginaba la emoción que ella podría estar sintiendo por la novedad de otro hombre. La confusión que seguro invadiría su mente cada vez que recibía un mensaje suyo, o cada vez que lo veía por trabajo. Esos nervios de verlo, aun sabiendo que está mal emocionarse por otra persona. No podía negarlo, me hacía feliz saber que mi mamá pasaba por eso, aunque tenía mucha incertidumbre sobre lo que pasaría y hasta donde llegarían las cosas.

Habían pasado casi tres meses, y fui notando como la relación escalaba hasta una amistad un tanto… juguetona quizás. No podía decir que había mensajes directamente coquetos, pero si podía notarse algo de tensión en las pláticas. Mi mamá lucía muy sonriente y alegre cada día, y yo era la única además de ella que sabía la razón. Y no dejaba de sentir felicidad por ella. Esa mujer tan dulce que hace tanto por nosotros, que nos cuida y nos ama. Me alegraba saber que podía distraerse de esa forma.

Unos días después, tuve la oportunidad de hacer mi revisión cotidiana. Me daba mucha emoción ver ese celular, sentía mis nervios al máximo, casi deseando ver algo más. Y aquel fue el día que lo cambiaría todo. El mensaje de mi mamá: “no puedo salirme así como así, tengo familia, tengo que estar con mi esposo y mi hija”. Era claro que estaba rechazando algún tipo de invitación. El mensaje de él: “Es solo una cena tranquila. Bueno, no quiero incomodar, lo que tú decidas está bien”. Al menos era comprensivo. Yo sabía que un simple “sí” de mi mamá podría significar que ocurrieran bastantes cosas. En eso…

- ¡Amor! ¡Sofía! Tengo noticias… -nos gritaba mi papá al entrar a casa después trabajar.

- ¿Qué pasó Pa?- le pregunté. Parecía muy contento.

- Nos llamaron por fin de la firma, ¡nos darán el proyecto!- Nos decía con muchísima alegría.

Mi mamá lo abrazó fuertemente, y se dieron un lindo beso. Mi papá había conseguido un contrato de construcción para una empresa importante de hoteles.

- Mi amor, ¡qué buena noticia! – le dijo mi mamá despidiendo alegría.

- Fue difícil, pero valió mucho la pena esperar- decía papá – pero, voy a tener que estar fuera el fin de semana próximo, quieren que vayamos este mismo viernes a firmar y terminar las negociaciones.

Mi corazón se volteó al instante. Todo comenzaba a cobrar sentido en mi mente, como si mi cabeza armase por sí sola una película, reuniendo datos y construyendo hechos, escenas.

- Ay, mi amor, bueno, nosotras te estaremos esperando aquí en casa – le decía mi mamá acariciando su rostro.

Yo sabía que este era el momento. Pero ¿momento de qué? Me daba miedo contestarme a mí misma esa pregunta. ¿Qué pasaría si mi mamá pudiera ver a su amigo ya que papá no estaría en casa? Pero ella no aceptaría, porque yo sospecharía de algo raro. Pero ¿y si yo también me ausentaba? Esto estaba llegando demasiado lejos. Pronto me di cuenta de que todo recaía en mi y en mi decisión. Si llevaba a cabo un plan, podría finalmente enterarme del desenlace de esta historia de meses entre mi mamá y su amigo. Quizás no ocurriría nada, pero era también muy arriesgado averiguarlo. Supongo que la emoción pudo conmigo…y decidí seguir adelante.

-Mami, Fer me invitó a su casa el viernes a dormir, ¿puedo ir? – le dije actuando como si nada.

-Claro hija, aunque me hubiera gustado que fuera una noche en la que tu papá estuviera en casa – me respondió sonriente.

-Ay ma, no me pasará nada, solo estaremos en su casa – le dije yo para tranquilizarla.

No pude evitar notar que su mente viajó a otro lado, casi como si hubiera atado cabos en su cabeza. Obviamente, yo conocía el motivo de su reflexión. Era un lunes, y el resto de la semana ella lucía algo pensativa todo el tiempo. Y yo sabía la razón, y todo era parte de mi jugada maestra. Fer no me invitó a su casa, fue solo la excusa para estar fuera de casa, pero ¿realmente iba a no estar en casa?

El miércoles en la tarde me acerqué a su celular. Nunca, en los últimos meses, me había sentido así de ansiosa al revisar sus conversaciones. Pero esta vez era algo especial. Abrí el chat y me encontré con un mensaje que me hizo temblar: “No puedo salir a cenar y dejar mi casa sin nadie en la noche, ¿qué tal si te invito un café aquí?”. No lo podía creer… mi mamá invitaba a ese hombre a venir a casa a tomar algo. Mi corazón estaba a punto de estallar de alegría y emoción. Dios… ¿qué iba a ocurrir? La respuesta de él: “Te agradezco mucho. ¿Qué tal si compro algo y cocinamos algo juntos? Tengo la receta de un espagueti de mariscos que me sale delicioso”. Ella aceptó.

Llegó el viernes. Mi papá salió muy temprano de viaje para terminar su nuevo negocio. El día avanzó normal, y me costó mucho trabajar aguantar la emoción y ansiedad durante el día. Tenía muchísima curiosidad. Por fin llegó la tarde y le dije a mi mamá que me iría ya a casa de Fer y que me esperaba afuera en su coche. Nos despedimos, fui a la puerta y fingí abrirla y cerrarla, como si me hubiera ido. En silencio regresé a mi cuarto y me encerré, sin prender las luces. Ahora tenía que esperar a que llegara la noche. No podía creer lo que estaba haciendo. Más aún, sabía que todo lo que pudiera ocurrir sería mi culpa. Pude escuchar que mi mamá se dio un baño, y apenas pude asomarme, vi que se puso un vestido casual, nada atrevido, pero que no se habría puesto para cenar en casa estando sola con su hija. Llegadas las 7 pm, el timbre sonó. Vi a mi mamá caminar por el pasillo hacia las escaleras. Lucía bellísima, se arregló el pelo y se maquilló de forma muy natural, con sus labios pintados de rojo. Oí finalmente la voz varonil de su invitado. Me asomé por las escaleras para poder oírlos. Realmente parecían llevarse como muy buenos amigos. Y no era mentira, él había traído ingredientes y se ofreció a cocinar la cena. Pude verlo de lejos, y vaya qué hombre… fuerte, guapo, y parecía muy respetuoso y todo un caballero.

Solo oía risas y una plática bastante amena. Charlaban sobre el evento en el que colaboraban en organizar, sobre otros compañeros de trabajo, sobre experiencias pasadas. Vaya que mi mami la estaba pasando muy bien. Finalmente terminaron de cocinar y su compañero la invitó a sentarse, le sirvió una copa de vino y su plato, que se veía y olía exquisito. Comenzaron a cenar y siguieron charlando, hasta que terminaron. Solo faltaba que se terminaran el vino, así que él volvió a llenar la coma de mi mamá y también la suya, brindaron y siguieron con la conversación. Eran poco más de las 10 pm, y se hizo de repente un silencio, imaginaba que era de esos momentos en que un hombre y una mujer solo se miran sin saber que decir.

-Bueno, es tarde, ¿no? Tal vez será mejor que me vaya – le dijo él alegremente.

-Sí… sí… sí que es tarde, no me di cuenta- le dijo mi mamá. Parecía que hubiera despertado de un trance.

-Si que me la pasé bien contigo hoy. Déjame ayudarte con los platos – le dijo él.

Y comenzaron a recoger los platos y copas y a llevar todo a la cocina. Finalmente se acercaron a la sala, listos para despedirse, pero… no se despedían. Otra vez ese silencio incómodo. Desde mi punto de visión los miraba a ambos, de pie uno frente al otro. Aquel hombre movió su mano y acaricio suavemente el brazo de mi mamá… para pasar su mano por su cintura, y acercarla a ella despacio… hasta fundirse ambos en un beso. El momento había llegado. Mi corazón vibraba de emoción y de amor al ver aquello. Mis manos me temblaban, era algo difícil de asimilar, pero sin duda muy bello de ver. Mi mamá acarició su rostro y pronto puso sus brazos alrededor de su cuello mientras se besaban. El acariciaba su cadera con suavidad, pasando sus manos por su espalda.

Los labios de él se separaron de los de mi madre, para comenzar a besar sus mejillas, y bajar lentamente hacia su cuello. Pude ver por un instante como los ojos de mi mamá se cerraban mientras recibía esos cariñosos besos. Él le decía suavemente: “Eres una mujer increíble”. Ella solo sonreía, dejándose querer. Comenzaron entonces a besarse un poco más apasionadamente. Era claro que pronto llegarían al punto de no retorno…

Los besos se hacían más intensos casa vez, podía intuir que sus lenguas ya juagaban entre ellas. Se escuchaban los suspiros de ambos. Las manos de aquel varonil hombre recorrían la espalda de mi madre, sus hombros, e insinuaban pequeños toques sobre el atractivo busto de aquella sensual mujer. Ella entonces lo detuvo, y lo miró tímidamente, sonrojada: “Vamos mejor arriba, aquí nos pueden ver por la ventana”. Entonces mi corazón latió más fuerte y salí huyendo de las escaleras en total silencio. Corrí a mi cuarto y me encerré, esperando no haber alertado de mi presencia. Esperé un momento, escuché pasos que claramente iban hacia el cuarto de mis padres. Después de algunos minutos, tomé valor y abría la puerta muy despacio para poder asomarme. Pude ver que la puerta del cuarto del otro cuarto estaba un poco abierta, lo que significaba que aún no sabían de mi presencia. Me fui a gatas hacia la entrada, y pude asomarme, con una vista perfecta sobre la cama de mis padres. Ahí estaban los dos sentados, besándose tiernamente. Él la abrazaba, tenía a mi mamá entre sus brazos, tal y como seguramente llevaba meses deseando. Mientras se besaban, él acariciaba sus rodillas y piernas, que se asomaban de su vestido y ella lo permitía. Parecía que lo que iba a ocurrir ya no podría detenerse.

El hombre pasó su mano por la espalda de mi mamá, hasta encontrar el cierre de su vestido, y así bajarlo lentamente. Ella sonreía, mirando hacia abajo, apenada. Él la miraba fijamente y no perdía oportunidad de besarla mientras deslizaba ese cierre hasta el final. Una vez ahí, suavemente acarició el cuello de mi madre, para deslizar su vestido poco a poco hacia abajo, dejando ver los tirantes de un muy bello brasier negro, que hacía lucir unos senos bellísimos, de buen tamaño y firmes. Él no dejaba de observarla, diciéndole que era bellísima, y besándola de nuevo. Sus manos tocaban sus hombros, y su cintura ahora completamente desnuda, piel con piel. Poco a poco comenzó a subir hasta posar sus dedos sobre el brasier de mi mamá, apretando tiernamente uno de sus pechos. Un leve gemido salió de la boca de ella, mientras el comenzaba a masajear suavemente sus pechos, entre besos.

No tardó mucho en sentir la natural curiosidad de conocer aquellos dos frutos perfectos, y hábilmente desabrochó el sostén de mi madre para comenzar a liberarlos. Deslizó los delgados tirantes, hasta que las copas comenzaron a caer por sí solas a causa de la gravedad. Los hermosos senos de mi mami quedaron finalmente expuestos. Se sonrojó de nuevo, y se le salió una risita tímida. Él le decía lo hermosos que eran, y al instante, sus pezones rosados comenzaron a endurecerse. Sin dudarlo, él posó sus grandes manos en sus pechos, rodeándolos de forma delicadamente. Tuvo el tiempo suficiente para conocer y jugar con los pechos de esa bella mujer casada, acariciándolos, recorriendo sus aureolas con las yemas de los dedos, pellizcando sus pezones juguetonamente. Mi madre acarició el cabello de su compañero, como indicándole que tenía su permiso, a lo que él reacciono acercándose lentamente hasta colocar sus labios sobre uno de los bellos pechos de mi mamá. Comenzó a besarlos tan tiernamente, casi me hacía sentir celosa. Los recorría y los lamía tan… rico. Mi mamá suspiraba, y yo, estaría a punto de hacer lo mismo si no me controlaba. Comencé a acariciar mis senos bajo mi blusa, quería sentir al menos algo remotamente parecido al placer que mi mamá estaba recibiendo.

Después de un rato de “criar” a aquel hombre, muy traviesamente mi mami comenzó a desabrochar su camisa, botón por botón, dejando ver su pecho, fuerte y velludo, casi de revista. Le quito la camisa, y tanto yo como ella quedamos sorprendidas. Los ojos de mi madre brillaban de emoción al ver y sentir los hombros y brazos de ese hombre, tan fuertes y duros. Siguieron besándose con pasión, mientras se acariciaban mutuamente, y mientras él seguía deleitándose con el cuerpo de su dulce compañera. Se podía apreciar el bulto en el pantalón de nuestro visitante, era grande, y parecía a punto de explotar. Mi mamá lo notó y… sutilmente comenzó a mover su mano por la pierna de él, subiéndola hasta posarse en su entrepierna, y así palpar lo que se escondía bajo ese pantalón. No tardó en mover su mano suavemente, sobando aquel bulto, aumentando su deseo por conocer aquella pieza masculina.

Entonces ella le dijo, con timidez: “me… dejas?”. El solo la besó, dándole su permiso. Pienso que, a pesar de todo, mi mamá, como toda mujer, quería disfrutar sin sentirse una fácil… una… Comenzó a desabrochar su cinturón, su cierre, y comenzó a bajar su pantalón. Él, para ayudarme, se puso de pie frente a mi mamá… y ella, casi por instinto, bajo al suelo, quedando de rodillas, mirándolo a los ojos. Esta escena fue el detonante de mi calentura; ver a mi mamá lista para… hacerlo, fue algo increíble. Empezó a deslizar su pantalón, muy lentamente, con todo y su bóxer hasta dejarlo salir. De un salto, un hermoso pene, largo y ancho, salió disparado hacia la cara de mi mami. Quedamos ambas boquiabiertas. Que envidia, y a la vez que gusto que ella pueda disfrutar de algo así. Mi mamá le sonrió a su amante, y llevó su mano hasta su gran pene, para comenzar a acariciarlo con suavidad, casi con el cariño de una madre. Pronto se dio cuenta que ni siquiera sus dos manos juntas alcanzaban a cubrir ese enorme miembro…y eso parecía encantarle.

Después de un rato de suave masturbación, ella le sonrió de nuevo, y acercó sus labios rojos para besar el tronco de su pene, cerrando sus ojos. Comenzó a recorrerlo, besándolo, sacando su lengua de vez en vez. Parecía disfrutar muchísimo de ese pene. Después de unos minutos, mi madre demostró una gran habilidad oral, dejando ese pene brillante y mojado. Lo metía a su boca lo más profundo que podía, lo lamía y lo besaba siempre que podía. Él se limitaba a acariciar sus mejillas y acomodar el cabello de la dama. Finalmente, mi mamá se apoyó de las piernas fuertes de su amante, para poder realizarle una última felación. Movía su cabeza adelante y atrás, succionando su gran pene, mientras sus senos se balanceaban al mismo ritmo. Sin duda una visión que jamás olvidaré.

Más tarde, el nuevo novio de mamá la ayudó a ponerse de pie, y comenzó a deslizar lo que quedaba de su vestido hasta hacerlo caer al suelo. La besó, y mientras mi mamá aún jugaba con su pene en su mano, la recostó en la cama, donde mi papá duerme con ella. Siguieron besándose románticamente, mientras él jugaba con su cuerpo, hasta que noté que su mano escurridiza comenzó a infiltrarse por debajo de la pequeña prenda interior de mamá. Ella soltó un gemido, y comenzó a retorcerse un poco. Me di cuenta de que su hombre descubrió la ubicación exacta de su clítoris muy rápidamente. Parecía tener también una gran habilidad para llevar a mi madre al límite del orgasmo, y luego arrebatárselo, para así hacer adicta al placer que le provocaba. Los gemidos de ella eran tan… femeninos, de mujer entregada al placer y al amor de otro hombre.

Marcando un camino de besos, primero por sus pechos, luego por su abdomen, llegó a su vagina y comenzó a deslizar su ropa interior. Besaba sus piernas, sus muslos, la trataba tan hermoso. Y al acercarse a su vagina depilada, dio un beso suave, para comenzar a lamer y a explorar con su lengua. Mi mamá se retorcía, apoyaba su mano sobre la cabeza de él y apretaba las cobijas de la cama. Gemía como loca, mientras su amante le practicaba una de las mejores sesiones de sexo oral de su vida. En pocos minutos llevó a mi mami a su orgasmo, haciéndola arquearse completamente, gritando y gimiendo, y apretando las almohadas. Después, cayó rendida, mientras el subía hasta ella para volver a besarla y tratarla como a una reina. Yo no dejaba de pensar en cuánto se merecía esto mi madre, ser amada de esta forma.

Cuando ella se recuperó, comenzó a besarlo con muchísima pasión, a abrazarlo y tocarlo como loca. Él sabía que era el momento de reclamar su premio al fin. Se colocó sobre ella, la besó intensamente, y dirigió su rígido miembro, duro como una estaca, hacia la entrada de mi madre. En este punto, decidí quitarme mi blusa, y meter mi mano bajo mi short para comenzar a tocarme, y descubrir que estaba empapada de solo mirarlos. Su pene se puso en posición, y suavemente comenzó a introducirse en su vagina, haciéndola gemir, y apretar las sábanas nuevamente. Él no paraba de besarla mientras su enorme miembro penetraba el interior de mi mami. Finalmente, había llegado hasta lo más profundo de ella. Y así comenzó el vaivén de amor infiel entre mi madre y su amigo. Él la embestía, no con velocidad, pero si con fuerza, como reclamándola, poseyéndola, tomándola con cada vez que su pene abría su vagina. Ella estaba tan entregada a él, dejándose hacer el amor en la misma cama en donde mi papá la acompaña cada noche.

Él se levantó de la cama, y ayudó a mi mamá a enderezarse. Ella, otra vez casi por instinto, se colocó en posición…estaba en cuatro, lista para ser penetrada de nuevo. Él colocó su pene y lo introdujo de golpe, apoyándose de la cintura de ella. Yo podía ver sus pechos balanceándose adelante y atrás mientras la penetraba. No podía creer lo que veía. Cómo un desconocido se cogía a mi mamá, y sobre todo en esa posición. Pero ella gemía y gozaba ese enorme pene. Recibió otro orgasmo y cayó sobre la cama rendida. Él siguió penetrándola suavemente en esa posición, acercándose a ella para besar su espalda, su cuello, sus labios.

Más tarde, se levantaron y él se sentó a la orilla de la cama, para permitir a mi madre sentarse en él y en su enorme miembro. Ella se coló dándole la espalda, y fue bajando poco a poco hasta que su tronco desapareció por completo en su interior. Él la tomo de la cintura para guiar su ritmo, y mi madre comenzó a subir y bajar. Su hermoso cuerpo daba saltos, sus pechos brincaban con ella, y en cada bajada, su pene la llenaba. Él acariciaba sus hombros, su espalda, sus brazos, tocaba su abdomen y jugaba con sus senos. Ella volteaba para besarse con él. Los dos gemían y suspiraba de placer. Estoy segura de que jamás vi a mi mamá tan radiante, feliz y tan llena de energía. Se levantó, dejando salir su pene, y empujó a su hombre de forma juguetona para recostarlo en la cama. Ella tomó posición, y con su propia mano dirigió su pene hacia su vagina, y así comenzó a cabalgarlo. Yo la veía de espaldas, moviendo sus caderas, apoyando sus manos en las piernas de él, dándole una vista perfecta de su cuerpo, de sus pechos. Él la acariciaba y no perdía oportunidad de jalarla hacia él para besarse. Aprovechaba esos momentos para mover su pelvis y penetrarla con fuerza y velocidad, haciendo gritar de placer a mi mami.

Finalmente, el hombre se enderezó, y mantuvo a mi madre sentada sobre él, ambos en la cama. Se besaban y abrazaban con amor y pasión, mientras él aún la penetraba. Besaba su cuello, sus pezones, apretaba sus pompas. Ella se aferraba a él para soportar el enorme placer que le estaba dando. Tenía una vista perfecta de la cara de mi mami…cerraba sus ojos y gemía, mostraba muchísimo gozo. “Ay… así… así, sigue… más… hmmmaaa…” le decía ella, le suplicaba por más. “Así te gusta?... hmmmm…” le respondía él, cogiéndosela con más fuerza. Parecía que ambos estaban por llegar al clímax; me puse algo nerviosa, pues no estaba segura del desenlace. Él la fue empujando hasta quedar ambos en posición de misionero.

Ella lo abrazaba con brazos y piernas, mientras sentía su enorme pene introducirse en ella con fuerza y rapidez. “Me vengo… me vengo…” suspiraba él. “Sí… bésame” le pidió ella. Era claro como iba a terminar aquello. Finalmente, su amante dio una última embestida, introduciendo su pene lo más profundo que podía. Mi mamá se abrazó a él con fuerza y dio un último gemido, largo y profundo. Lo que seguramente fueron varios chorros de semen caliente, terminó de consumar el amor que se hicieron mi mamá y su nuevo novio. Esa inocente invitación a cenar terminó en una deliciosa noche de sexo infiel. Conozco de primera mano la sensación de recibir el esperma tibio de otro hombre en mi interior, así que estaba segura de qué tan feliz estaría mi mami, de haber recibido la semilla de otro hombre, de haberse entregado a la pasión y al placer. Se estuvieron besando un rato más, y quedaron los dos dormidos, abrazándose con amor. Pude ver su gran pene perdiendo rigidez, dejando brotar toda esa leche caliente de la vagina de mamá.

Me puse de pie y me fui lentamente a mi cuarto. No pude sino desnudarme y acariciarme hasta alcanzar el orgasmo. Lo que acababa de presenciar fue hermoso. Al día siguiente, pude escucharlos hacer el amor de nuevo, hasta que él se despidió. Yo fingí entrar por la puerta algunas horas después, y al saludar a mi mamá, la vi tan alegre y contenta. Me sentí muy bien por ella. Después de un tiempo, supe que ambos continuaron viéndose, y que cogían con frecuencia.

No pasó mucho tiempo para que mi madre descubriera que yo sabía su secreto. Le dije que estaba inmensamente feliz por ella, y que solo quería que disfrutara, que no le diría nada a papá. Y así comenzó una etapa más de nuestra relación madre e hija. Me he dedicado a ayudarla con sus cuartadas y a despistar a mi papá, a vestirse y arreglarse linda para ver a su amante. Incluso he logrado que me cuente los detalles de su intimidad, aunque ella no sabe que yo presencié la primera vez que fue infiel y que se entregó a otro.

Esta, queridos lectores, es la historia de mi mamá.

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