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Manos a la obra (parte I)

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Me vestí con las mallas del gym, sin nada de ropa interior, una camiseta y unas simples zapatillas, había quedado con un chico en un lugar propuesto por él, un lugar para cumplir una fantasía morbosa, una obra de un chalet en las afueras de una población, abandonado y en medio de la nada.

Al llegar y ver aquel lugar, solitario, con apenas luz natural de la tarde me dispuse a bajar del coche y dirigirme al sótano de la casa en construcción, estaba lleno de escombros y con acceso complicado por terraplenes de tierra, pero allí fui, a la cita para tener un encuentro morboso con el chico de los grandes almacenes.

Le avisé que yo estaba allí esperándole, mientras yo me iba manoseando mi paquete que se marcaba a través de las mallas ajustadas, y al mismo tiempo inspeccionando el lugar para ver donde podríamos estar más cómodos, me entraban cada vez más ganas de sexo en la obra.

Le vi llegar, con sus pantalones vaqueros estrechos y marcando un tipazo que me puso más caliente de lo que ya estaba, marcando su buen culo y su paquete voluminoso, que solo verle me llevo a tocarlo y ambos nos rozamos con nuestros paquetes voluminosos, al mismo tiempo que nos morreábamos y el ambiente cada vez se ponía mas caliente.

Mientras nos besábamos me acariciaba mis pezones que se ponían duros, y poco a poco fue descendiendo su cabeza hasta llegar a la altura de mi polla, me bajo el pantalón y se metió mi polla en su boca; yo le agarraba su cabeza empujando hacia mi para que se tragase mi polla dura, ambos estábamos muy calientes, era mi turno, bajé mi cabeza, le desabroché el vaquero, se lo bajé y me metí su polla descapullada y cabezona en mi boca, succionando y haciendo movimientos como si me follase la boca, el lugar daba mucho morbo, solos y sin nadie, podíamos gemir y disfrutar.

Los dos estábamos ardientes, con muchas ganas de disfrutar, me di la vuelta, me quité las mallas y quedándome solo en zapatillas me incliné, me metió los dedos en mi culo, estaba cerrado pero iría dilatando poco a poco, empezaba a lubricar y no dudó ni un momento en pasarme la lengua por mi ojete carnoso, mientras yo notaba el movimiento de su lengua en mi culo, sensación extrema de excitación, entre lengua y dedos había dilatado completamente, cogí un condón, se lo puse con la boca y me volví a dar la vuelta, estando de pie y ligeramente inclinado hacia delante poco a poco me fue follando y metiéndome su enorme polla en mi insaciable culo.

Sus empujones hacían que mis huevos y mi rabo se moviesen de adelante a atrás, mientras notaba con ardor el rebote de sus pelotas en mi zona perineal, quería más, estaba muy cachondo pero el clímax llegó, se corrió llenando el condón con su espesa leche, gimiendo de placer a la par que yo me daba la vuelta y me pajeaba en su cara para soltar todo mi esperma caliente y espeso, que salió con fuerza y sin control.

Después de regar toda la zona con la leche espesa que había brotado de mis huevos gordos, llegamos al final, nos teníamos que despedir, pero sin ser la última vez, el lugar era muy morboso y apetecía volver a echar un polvo allí.

Me subí en el coche chorreando el semen que aun iba saliendo y mojando las mallas de deporte, aquella experiencia me llevó a descubrir las fantasías más morbosas que se pueden hacer, pensando en otros lugares donde poder follarnos, así fue.

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