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Marcela mi vecina (III): Marce y Nacho (retrospectiva)

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Las cosas con Gaby iban viento en popa, nos encontrábamos solo para coger y los encuentros eran cada vez más asiduos.

Viernes por la tarde me avisa que su hija se iba a pasar el finde a Villa Carlos Paz con el padre, eso significaba que teníamos la casa solo para nosotros y era la primera vez que lo haríamos allí, pues todos nuestros "encuentros" eran en hoteles alojamiento y cuando teníamos más tiempo lo hacíamos en mi departamento.

Sábado por la mañana me esperaba. Por mensajes de Whatsapp me decía que estaba muy caliente y moría de ganas y cosas por el estilo. Le respondí que me espere "bien putona" y que se ponga esa tanguita negra que le queda tan sexy. Llegó el sábado y fui, me esperaba en shortcito, musculosa blanca y descalza, y se puso la bombachita negra que tan metidita atrás le quedaba. Las ganas que nos teníamos eran increíbles, cerró la puerta y empezó la acción, y así todo el día.

Y cada vez que estábamos juntos yo tenía que preguntar algo sobre su rubia amiga cuarentona, ella no tenía drama y con soltura me contaba cosas de Marcela, claro está que todo lo relacionado con mi vecina de abajo me calentaba a mil y siempre pero siempre me la terminaba cogiendo con furia y deseo a Gaby. Ella agradecida y yo me sacaba todas las ganas imaginando a Marce. Y terminábamos ambos contentos.

Gabriela y Marcela eran amigas íntimas tenían muchas cosas en común pero en lo que más coincidían era en que a las dos les gustaba en demasía la pija.

Una vez después de tener sexo y estando ya relajados en su cama me atreví a preguntarle del pasado de su amiga, sobre su anterior matrimonio y cómo se conocieron con Nacho... y me gustaría compartir lo que Gabriela me contó:

"Marcela estaba casada con un médico de profesión al igual que ella. Ellos fueron novios desde el bachillerato, juntos fueron a la universidad logrando recibirse y ejercer su profesión, al tiempo ella quedó embarazada de Nico, su primer hijo y años después de Joaquín, el segundo.

Marcela siempre fue recatada, toda una nerd con sus anteojos y el pelo atado, pero siempre llamó la atención su cola... era delgada con una cintura diminuta pero de atrás era una araña galponera... una cola prominente la caracterizó desde su desarrollo.

El tema es que desde la adolescencia se sentía acomplejada tener tamaño culo y siempre lo tapaba con algún abrigo atado a la cintura y evitaba ropas ajustadas. En aquel entonces su novio y futuro marido y padre de sus hijos era hiper celoso y la tenía como una monja, Marcelita no podía hacer nada... hasta que después de tener a Nicolás su primer hijo las cosas cambiaron.

Por cosas de la vida la doctora Marcela se topó con un paciente veterano pero bien conservado que entre consulta y consulta la sedujo con modales elegantes, la llevó tantas veces a la cama y le hizo el amor en todas las posiciones posibles y por todos sus orificios transformándola en una mujer infiel con mucho apetito sexual. Marcela Rodríguez la tímida doctora descubrió un mundo de placeres en el sexo, ese hombre la cambió para siempre.

Marce hizo valer su cuerpo, empezó a vestirse más sexy y segura de sus curvas, con ese culo entendió que podía conseguir lo que quisiera.

Eso sí... ya con el doctor en casa las cosas no fueron del todo positivas... ni se comparaba en lo sexual con lo que le hacía ese amante... su compañero de hogar se le subía y la bombeaba hasta dejarle adentro la última gotita de semen. Todo muy rápido, todo muy mecánico, nunca una previa. Ella decía que él ni le daba tiempo siquiera a que lograse un tanto de lubricación... y ni estaba en sus planes alcanzar el clímax, era solo complacer a su macho y nada mas. Todo eso la llevó a buscar satisfacción con su amante, ya ella era una bestia habida de sexo. Otros hombres poseyeron su cuerpo, pacientes, camilleros y chongos ocasionales dándole orgasmos memorables a la joven de cabellos rubios. En pocas palabras Marce era una puta.

Hizo una pausa por un tiempo y decidió recomenzar con el marido... estuvo serena y fue toda una dama de su hogar. Volvieron a hacer el amor más asiduamente tanto que logró quedar embarazada por segunda vez... y dio a luz a su segundo hijo varón, Joaquín.

La pareja no duró mucho, tras el parto y la convivencia, las ganas de tener sexo se desvanecieron, se divorciaron y cada quien hizo su vida.

Marce cambió mucho, fue madre y padre de sus dos pequeños y con los años adquirió un perfil de señora sería y respetada. Claro que se siguió viendo con su amante mayor, diría que ella se enamoró pero el solo la buscaba para coger.

Después pasó lo que era casi sabido, el tipo la reemplazó por alguien más joven y Marce quedó hecha trizas.

Se juró no volver a enredarse con ningún otro tipo y se mantuvo en esa postura por años. Se volvió fría y a ningún hombre le dio siquiera una oportunidad, y eso que tenía muchos admiradores y sujetos que la invitaban a salir.

Pero un día el amor golpeó su puerta nuevamente, llegaría a su vida un joven que hacía su residencia en el centro de salud donde trabajaba ella, el chico la vio y quedó hipnotizado por su belleza, y a pesar de los prácticamente 20 años de diferencia etaria el futuro médico anestesista se propuso conquistarla.

Era un muchacho carilindo, simpático y con un carisma increíble... un buen chico, educado, responsable y con todas las de ganar. Se cruzaron por los pasillos del hospital, la saludó y palabra va palabra viene la invitó a salir... así de una y sin descaro... y obviamente Marce le dijo que NO.

Ignacio no se dio por vencido, insistió e insistió una y mil veces y ella era reacia y esquiva a todos los intentos y buenas intenciones del muchacho. Hasta que tiempo después colegas mujeres de la doctora la convencieron de que le dé una cita al joven. Todas admiraban la perseverancia de Ignacio y lo veían con buenos ojos. Y por fin logró aceptar un sí a regañadientes de Marcela.

Una noche salieron, fueron a un pub muy relajado y de buen ambiente, tomaron unos tragos y el la sacó a bailar, luego salieron de ahí, caminaron juntos y entre anécdotas de ambos y la buena onda reinante, Marce se sintió cómoda con ese hombre mucho menor que ella, Nacho no paraba de hacerla reír y ella se empezó a sentir atraída por ese chico.

El se le declaró a la antigua, como a ella le hubiese gustado, Nacho tenía el dominio de la situación, Marce algo tonta se sonrojó y tras callar un instante le preguntó Qué podría gustarle de ella, puesto que era una señora mayor y él prácticamente un nene, y que a su entender se vería mejor estando con una chica de su edad.... a lo que Ignacio le respondió que desde más joven (aún) se sintió atraído por mujeres mayores, mujeres que saben lo que quieren en la vida y por sobre todas las cosas por mujeres con experiencia –Y usted tiene todo y no dejo de pensarla, me gusta su seriedad, su rostro, me gusta verla con sus anteojos puestos y me gusta su cuerpo (ese culo más que nada decía su diablito interior) y la imagino así junto a mí y créame que tengo miles de sentimientos hermosos que usted me los despierta.

–No se que decirte Nacho, me dejas anonadada– respondió Marce, calló un rato agachando la mirada y soltó unas palabras.

–Solo te voy a pedir tres cosas:

1 Dejá de tratarme de "usted" me haces sentir más vieja de lo que soy. 2 Basta de tratarme de Doctora, doctora soy en lo profesional, y aquí estamos fuera de nuestro ambiente, nos estamos conociendo... y me llamo Marcela... a ver repetí conmigo: Mar... ce... laaaa. Llamame por mi nombre o acaso no te gusta como me llamo?

3 Llevame a casa que ya es muy tarde…

Y así se levantaron de aquel banco de la plaza del cual a esas horas solo había parejitas de enamorados y caminando muy juntos la acompañó hasta su casa. En un tramo intentó tomarla de la mano y ella lo ubicó con un enérgico Qué haces!!!

En la despedida los invadió el silencio, se miraron el uno al otro y las palabras sobraban. Como tiene que ser el muchacho dio el primer paso y le comió la boca a la treintañera rubia. Marcela se entusiasmó y correspondió ese beso, y Nacho no perdió oportunidad, definitivamente tenía el Sí de Marce y los tímidos besos se fueron transformando a medida que tomaban confianza. Y de acariciar su rostro y su pelo suelto, fue deslizando sus manos por la espalda y Nacho pudo tocar ese cuerpo que tanto deseó y le metió manos sin disimulo, ella me contaba que lo primero que hizo mientras se besaban fue manosearle el culo... y como le metió manos!!!... ella se dejó hacer... hasta lo tildó de atrevido y degeneradito, pero Nacho era así, estaba loco por mi amiga y ella por él .

Los dos estaban entregadísimos, Marce volvió a sentir deseo... un deseo inmenso de acostarse con ese chico que supo seducirla y no le importó nada... bajó su mano a la entrepierna del residente y notó tamaña erección, se liberó de las ataduras del pasado y se dijo a sí misma: "Y por qué no?", subieron al departamento de ella y mientras Nico y Joaquín dormían Marcela y Nacho hicieron el amor por primera vez llenos de calentura y apasionadamente.

Y lo hicieron una y otra vez, la doctora estaba necesitada y el chico al ser más joven tenía mucho aguante, acababa y al instante ya tenía el pito parado listo para darle otra alegría a la mujer que tanto deseó.

Los sorprendió la mañana desnudos en la cama, ella tomó la iniciativa y lo despertó practicándole sexo oral, Nachito tenía un poder de recuperación increíble y estaba siempre listo, Marcela lo montó y estando arriba fue ella la dueña de la escena y entre gemidos alcanzó un orgasmo intenso, sus hijos abran escuchado todo pero ella estaba como poseída, encontró un macho que le gustaba y por sobre todas las cosas le sabía llevar el ritmo, Marce en la cama era más que demandante y el chico cumplió las expectativas... y un poco más.

Se ducharon juntos y mientras el agua caía mojando sus cuerpos Nacho la enjabono y la tomó de atrás, se las ingeniaron para hacerlo de parados en el reducido espacio.

Salieron de ahí, se vistieron, Marce preparó café y tostadas y él no se le desprendía, se la pegaba de atrás y mientras le daba tiernos besos en el cuello y mordía el lóbulo de su oreja le arrimaba el pito parado en la cola de mi amiga, que solo tenía puesta una bata blanca con la que salió de ducharse, ella sintió esa cosa gigante y dura masturbándose en el medio de sus nalgas y se tentó... por suerte era domingo y no había ni clases ni horarios laborales y sus hijos dormían en sus habitaciones.

Ella quería una vez más... él se agachó hasta la altura de sus redondas nalgas y le levantó la bata, Marce se inclinó sobre la mesada de la cocina dejando su culo en pompa y Nacho perdió su cara adentro de esas redondeces, le chupó el culo mil veces mejor que aquel hombre por el que tanto sufrió al ser reemplazada... Pero ya ese joven amante estaba ocupando su lugar.

Mi amiga lo disfrutó un montón desinhibida por completo... ya borró definitivamente todo su pasado, lo único que quería era pasarla bien.

Lo hicieron una vez más... ahí en la cocina esta vez de un modo más suave casi tántrico pero sin dejar de ser placentero para los dos.

Después del café (y el sexo en la cocina) llegó el momento de despedirse, estaban tan enamorados que sus bocas no podían soltarse, claro está que iban a volver a verse y tener más momentos íntimos, se dio una química sexual increíble entre los dos.

Pasaron unos días y llegó nuestro miércoles de juntada, ese día era de culto para nosotras las amigas del Mami Hockey, era la noche en que tres amigas nos reuníamos a cenar en un restaurant, Marcela, Analía y yo (Gabriela).

Marcela tenía un brillo especial en la mirada, algo nos había adelantado en conversaciones previas y nosotras estábamos muy chusmas y queríamos detalle por detalle.

–Dale boluda contá– le dijo Analía quien era la más zarpada de las tres.

Marce atinó a decir: –Chicas es un nene!!! No sé que hacer!!! Ayúdenme please!!

–No me quiero enganchar como la última vez– a lo que interrumpí dándole ánimos y preguntándole si el chico le gustaba.

–Siii... un poco...– respondió con timidez... (mentira, estaba enganchadisima, la traía loca ese chico).

A lo que Analía más lanzada y guarra le preguntó sin descaro:

Vos no le habrás entregado el orto en la primera cita no?

A lo que nos invadió un silencio y Marcela toda sonrojada agachó la cabeza y sonrió.

Obviamente eso era un sí... las tres nos pusimos a reír como locas y levantamos nuestras copas por ese reciente romance de nuestra amiga.

Marcela fue la pionera en tener un amante mucho más joven en nuestro círculo íntimo de tres amigas, Analía algo excitada le pedía más y más detalles, estaba algo hot por la bebida espumante y por no creer el gran paso que dió Marcela Rodríguez, quien iba a pensar que se comió a un púber residente.

Y como viene de pija? Analía incisiva queriendo saberlo todo.

–Dotadisimo– sentenció Marce orgullosa de su amante Nacho.

Nos lo prestas? Le dije con tono pícaro, a lo que ella respondió –Ni loca!!!

– Dale boluda no seas amarreta, me lo quiero garchar a tu anestesista, le dijo Analía algo excitada. Tenía un hambre de pija impresionante nuestra otra amiga rubia, la vida en el barrio privado y el marido empleado bancario la traían algo aburrida, y con la aventura de Marce se motivó a buscarse un amante que la sacara de su rutinaria vida.

Quedamos en que si o si nos lo tenía que presentar por lo que en la noche del viernes cuando tuvimos hockey en el club él la fue a buscar y la esperó sentado en la tribuna.

Terminamos de jugar y nos despedimos del resto del equipo, quedamos con Analía haciéndonos las distraídas cuando Marcelita lo trajo y nos presentó a su amor, la verdad un bomboncito ese chico.

–Chicas les presento a Nacho... mi novio.

Ella nerviosa pero orgullosa de tener esa cosita hermosa a su lado y de quién ya conocíamos hasta el íntimo detalle.

Apa ya de noviecitos la cosa... o... se notaba la diferencia de edad, pensamientos propios de envidiosa me invadieron.

El la agarraba de la mano y ella loquita por él no lo soltó un minuto.

Charlamos los cuatro un buen rato, nos cayó muy bien. Después nos acompañaron a la salida y se despidieron yendo tomaditos de la mano y parando de a ratos para besarse. Estaban tirando migajas delante de los pobres, como dice aquel dicho, yo sola y Analía digamos que no estaba bien atendida, la muy guacha de Marce nos lo refregó en la cara jajaja.

Al parecer estaban muriendo de ganas de irse a la camita juntos, ya lo tenían todo planeado. Se lo llevó a pasar el finde a su departamento, puesto que sus hijos iban a pasar a la casa del padre imaginate dos días para ellos solitos con las hormonas a mil encerrados sin ver la luz del sol. Mi amiga lo iba a exprimir a su ahora "novio".

Yo llegué a casa cargué la tina y me sumergí, estaba tan caliente que me masturbé, tenía unas ganas locas de tocarme... me calenté imaginando a mi amiga y ese chico que iban a coger todo el fin de semana."

Mientras Gaby me contaba todo esto yo tenía la pija a mil, me calentó de sobremanera todo eso y la hice callar metiéndole un pijazo en la boca, ella muy gauchita y obediente me hacía un oral como los dioses, la hice levantarse y poniéndola de pie apoyada en el espejo de su pared le mordí las nalgas y las separé buscando ese agujerito pequeño tan escondido. Le di una lamida de culo con verdadero entusiasmo, mí calentura era tal que deseé hacérselo, y la llené de lengüetazos y saliva con mucha devoción, de ahí se subió a la cama y la puse en cuatro y le chupé el culo otra vez imaginando todo ese pasado de Marcela.

Espérame así, le pedí a Gaby, fui a la alacena y agarre una botella de aceite, volví y estaba tal cual como la dejé, en cuatro esperando ser penetrada. Le descargué el aceite en esas nalgas macizas y me unte el pito parado con el líquido viscoso. Se la metí en el orto y fue el sexo anal más increíble que pude tener con Gabriela, le entró con total docilidad. Ver sus nalgas aceitadas era un placer. Mi cabeza estaba maquinando imaginándome a Marcela... y ahora también a Analía... la amiga que se sumó y que estaba desesperada por recibir una pija.

Al tiempo no pude contenerme y le dejé un mar de leche adentro del culo de Gaby. Exhaustos nos tiramos al piso porque la sábana estaba impregnada del aceite de cocina, no parábamos de reírnos por tal loca escena y al reponernos la ayudé y limpiamos todo.

Recuperamos fuerzas, nos duchamos y nos dio hambre, fuimos de compras al supermercado y trajimos algo de comida... ahhhh y una botella de aceite para reponer todo lo que habíamos gastado untando sus nalgas.

Fue un hermoso fin de semana, relajados y con la casa de Gaby solo para los dos.

Juro que me entusiasmé con las ganas de conocer a Analía... la otra rubia. Por ser de ese grupo de amigas debió haber estado igual de buena que Marce y Gaby.

Pero eso ya será motivo de otra historia.

(9,50)