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María y Marta (parte 4)

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Relato anterior: "María y Marta (parte 3)"

Después de que saliera Marta del portal de la casa de María hacia la calle con la cara cubierta de semen me quedé un rato pensando y decidí seguirla para ver dónde iba para ver si la gente se la quedaba mirando o si le daba vergüenza ir así por la calle. Al llevar un rato caminando la noté que estaba un poco perdida, como que no sabía dónde quería ir. Fue entonces cuando decidí alcanzarla y acercarme a ella para preguntarle si le pasaba algo.

La dije: "Marta, te noto algo desorientada, ¿qué te pasa? ¿En qué estás pensando?"

Ella estaba delante mío pero no me miraba a la cara, solo la veía mirar de un lado para otro con chorros de semen por toda su cara a lo que me contestó: "Estoy pensando que en todos los años que llevo con mi novio nunca me ha follado por el culo. Ahora que me has follado por el culo quiero más, necesito más!"

Y terminando está última frase Marta se dio la vuelta y comenzó a marcharse. Yo la agarré del brazo y le pregunté. "Espera, dónde vas?"

Ella dijo: "Voy a un supermercado"

"Para que vas ahora a un supermercado?" Contesté.

"Ya te lo he dicho antes" dijo mientras se volvía a ir.

Tras esta conversación no percibí a Marta incómoda conmigo por lo que decidí ir con ella al supermercado. Iba con ella con cierta distancia, dejando que fuese ella la que fuese delante ya que no sabía cuáles eran sus intenciones, yo estaba un tanto confuso.

Finalmente entró en el supermercado y fue directa a comprar un paquete de preservativos y un bote de gel lubricante, todo esto sin mediar palabra alguna conmigo, yo solo me limitaba a observar. A continuación se dirigió a la sección de frutería y tras buscar unos instantes decidió coger un par de pepinos grandes y un par de calabacines. No me podía creer lo que estaba viendo ya que inmediatamente deduje cuales iban a ser sus intenciones después de la conversación de antes.

Llegamos a la caja para pagar. Marta dejó la compra en la cinta de la caja y pasó delante. Cuando la cajera vio la cara de Marta, con los restos de semen y la compra que había hecho, esta se quedó de piedra, atónita. Marta no estaba dispuesta a esperar y salió del supermercado dejando la compra en la caja. Rápidamente le dije a la cajera que pusiera todo en una bolsa y que me lo cobrase. Salí corriendo detrás de Marta hasta que la alcancé y la dije "Marta, tú compra"

Ella me contestó sin mirarme: "Vamos de nuevo a casa de María". Yo le di la bolsa con la compra para que la llevase ella en lo que volvíamos a la casa de María. Llegamos al portal y entramos porque estaba abierto. Fuimos hasta el ascensor y marcamos el quinto piso que era el ático donde vivía María. En cuanto se cerró la puerta del ascensor Marta dejó la bolsa de la compra y se quitó los shorts que llevaba y el tanga y los tiró al suelo. Se puso entre la puerta del ascensor y yo y se apoyó en los bordes de la puerta dándome la espalda y ofreciéndome su culo. Miré abajo y aún tenía el ano dilatado y enrojecido de la enculada que le di antes.

Al ver eso, enseguida me bajé los pantalones y saqué mi polla que obviamente llevaba durísima desde que Marta hizo la compra. No dude ni un instante en meterle de nuevo la polla por el culo. Antes de llegar al quinto piso ya estaba de nuevo follándome a Marta por el culo como si no hubiera pasado nada, con total naturalidad. Solo me dio tiempo a pegarle unas pocas embestidas cuando llegamos al quinto piso y se abrieron las puertas del ascensor.

Con las puertas del ascensor abiertas, Marta se quedó unos instantes dejándose encular en la entrada del ascensor, desnuda de cintura para abajo, muy excitada y respirando muy fuerte por la boca. Después de todo lo vivido, lo último que le importaba era que alguien nos viera, lo único que quería era disfrutar de ser penetrada por el ano.

Al poco rato Marta decidió salir del ascensor para ir al piso de Maria. La puerta estaba abierta y dentro del salón de la casa todo seguía igual, todo el sueño estaba lleno de manchas de saliva, flujo vaginal y semen de mi anterior corrida sobre las chicas. Marta y yo, al ver que no estaba María, salimos de nuevo a la escalera cuando oímos un ruido que provenía del piso de abajo. Era el sonido de alguien que se estaba atragantando, se oían arcadas y alguien tosiendo. Marta y yo nos miramos y no pudimos pensar otra cosa que no fuese en María.

Bajamos por la escalera al piso de abajo, Marta seguía semidesnuda, sin su ropa, que quedó en el ascensor. A mitad de la escalera, sin bajar del todo, nos asomamos y vimos la puerta de una vivienda abierta, en ella estaba un hombre de pie y arrodillada delante de él una mujer totalmente desnuda. Se trataba, de quién si no, de nuestra amiga María. Estaba atragantándose con la polla de uno de sus vecinos. Se la estaba metiendo por completo en la boca, hasta el fondo, y provocándose ella misma unas fuertes arcadas que hacían eco en toda la escalera.

Cuando el hombre comenzó a gemir, María sacó la polla de su boca, se la agarró con la mano y comenzó a pajearle mientras le miraba diciendo "Córrete en mi puta cara por favor!". Al instante, María recibió una corrida por toda su cara que ella misma se encargaba de distribuir moviendo la polla de su vecino por su cara mientras no dejaba de sacudirla. Cuando el hombre acabó de correrse, María se levantó y desde nuestra posición, Marta y yo pudimos ver cómo María tenía la cara cubierta de una espesa y gruesa capa de lefa blanca. Tenía un montón de chorretones por todo su pelo y otros tantos que le bajaban por el cuello. Las tetas las tenía enteras chorreantes de semen.

Al ver esto, solo se podía pensar que unos cuantos hombres se hubieran corrido encima de ella. Eso se confirmó cuando vimos que Maria llamaba al timbre de la puerta del siguiente vecino. Cuando se abrió la puerta salió otro hombre de mediana edad que se quedó boquiabierto. Inmediatamente, María se arrodilló, le sacó la verga de su pantalón y se la metió entera en la boca, succionando bien fuerte hasta que se la puso dura a este vecino. El hombre permanecía callado y sorprendido, pero enseguida comenzó a acompañar los movimientos de succión de María con la cadera. Cuando la polla del vecino ya estaba dura del todo María pasó a abrir su boca y a dejarse follar por la boca y a que la metiera la polla hasta la garganta. Estaba repitiendo el mismo modus operandi, se estaba volviendo a provocar arcadas, tragándose la verga de su vecino de forma salvaje. De nuevo, tras apenas un par de minutos María agarró la polla para comenzar a pajear al hombre diciendo la misma frase: "Córrete en mi puta cara por favor!".

Otra descarga de espesa lefa caía sobre la cara de María. Parecía que tenía una máscara de semen que se había trabajado ella misma a base de mamadas a sus vecinos. Cuando el hombre acabó de correrse sobre la cara de María, esta se levantó y de nuevo fue a llamar a la puerta de otro vecino para hacer una nueva felación arrodillada. Al ver toda esta escena, Marta y yo entendimos que María era una adicta al sexo y que la ronda de felaciones y corridas tenía pinta de que iba a alargarse con lo que parecía todo el vecindario, así que nos volvimos al piso de María para cumplir los deseos de Marta.

Entramos en la casa y dejando la puerta abierta Marta se quitó su parte de arriba de la ropa y yo me desnudé por completo. Marta dejó la bolsa de la compra junto al sofá y se puso a cuatro patas encima de él. Yo fui acercándome a ella totalmente empalmado mientras ella me enseñaba el culo para que fuese hacia ahí. De nuevo sin dudar lo las mínimo la metí la polla entera por el culo y la comencé a encular todo lo rápido que podía. El sonido de las embestidas se oía por toda la casa y la escalera. Marta empezaba a gemir con un grito de "aaaaaahhh!" constante que se entre cortaba por cada empujón que la pegaba. Sus gritos se mezclaban con sonido de mi cadera contra sus nalgas. Era todo un escándalo el que las ganas de Marta de ser penetrada por el ano habían provocado.

La excitación de Marta fue subiendo aún más si cabía, tanto, que de pronto hizo lo que no creí que fuese a hacer. Se quitó de la enculada y me dejó con la verga al aire, se agachó para agarrar la bolsa de la compra con los pepinos y calabacines y me la dió diciéndome…. "Hazlo ahora con esto". Me quedé boquiabierto pero enseguida reaccioné a su petición. Me bajé del sofá y me puse de pie a su lado. Ella seguía en cuatro patas sobre el sofá. Agarré un pepino de la bolsa, lo envolví con un condón de los que también compró y vertí un chorro del lubricante por el pepino. Agarré el pepino por la parte de abajo y le puse la punta sobre su ano, a lo que Marta se puso un poco tensa, pensaría que quizás tenía que haber comprado unas hortalizas más pequeñas.

Restregué el lubricante que había puesto en el pepino con este por la entrada de su culo y volví a poner la punta del pepino sobre su ano, esta vez clavandoselo ligeramente a lo que ella reaccionó con un espasmo apretando su culo y juntando las nalgas. Parecía que estaba reticente a que la hiciera lo que ella me había pedido. Mi excitación ante esa situación era enorme, después de haber ido con ella a comprar esos pepinos con la cara llena de esperma como fue, no iba a renunciar a ver cómo se los metía por el ano, por lo que a pesar de que su lenguaje corporal no quería meterse eso dentro de su cuerpo, yo fui introduciendo el pepino por su culo. Por mucho que se esforzase Marta, ya había penetrado yo antes su culo, así que seguía dilatado y no me costó demasiado meter unos cuantos centímetros de pepino. Como Marta seguía tensa, aguanté unos segundos con el pepino dentro, y después lo saqué, inmediatamente ella espiró y se relajó pero acto seguido volví a meter el pepino un poco mas que antes. Ella pegó un gemido de dolor y volvió a ponerse tensa, así que volví a repetir la jugada y se lo saqué para enseguida volverlo a meter otro poco más, y así repetidas veces hasta que fui aumentando la frecuencia y reduciendo el tiempo que se lo dejaba dentro por lo que ella comenzó a respirar más fuerte y más rápido hasta que comenzó a olvidarse de que lo que la estaba metiendo por el culo era una hortaliza y empezó a recordar qué era lo que ella había querido sentir.

La excitación de Marta ya era máxima y el pepino ya entraba más de la mitad por su ano con total suavidad. Marta ya comenzaba a gemir fuerte y yo estaba con la polla a punto de reventar de lo me ponía ver a Marta como jamás me la hubiera imaginado, siendo penetrada con un pepino por el culo. Marta se giró a mirar como yo la masturbaba por el ano y vio como mi polla seguía fuertemente erecta así que la agarró con una mano y me llevó cogido de mi polla hasta ponerme frente a ella obligándome a subirme al sofá. Solté el pepino dejándolo dentro de su culo y me puse arrodillado frente a Marta, que seguía a cuatro patas y con mi polla delante de su cara. De repente, Marta se abalanzó sobre mi polla y se la metió entera en la boca. Casi me corro en ese instante por esa acción de Marta así que apreté su cabeza contra mi cadera para echarme hacia adelante y agarrar sin sacar mi polla de su boca el pepino que tenía todavía metido en el culo.

Con las dos manos, me puse de nuevo a deslizar el pepino dentro del culo de Marta. Su espalda estaba totalmente arqueada hacia abajo, era una auténtica diosa. Estaba siendo follada por la boca, a la vez que la metía y sacaba más de la mitad de un pepino por el culo. Yo la pegaba embestidas por la boca, ella no podía respirar apenas y le daban fuertes arcadas. Tenía el cuello doblado hacia atrás para que yo pudiera llegar a agarrar el pepino con las dos manos, para metérselo fuertemente por el culo.

Fue en ese momento, cuando no podía haber nada más excitante, cuando entró María por la puerta de casa. Estaba totalmente desnuda, como la habíamos dejado. Su única prenda, una gruesa y espesa capa de semen que cubría entera su cara, acompañada de unos enormes chorretones de lefa que embadurnaba su pelo, su cuello y sus tetas. Era como si le hubieran vertido un cubo de semen sobre la cara y le hubiera salpicado el resto de su cuerpo. Según iba caminando iba dejando restos de semen que le goteaba desde las tetas por su abdomen hasta su entrepierna.

Al tener a María delante nuestro, Marta y yo decidimos parar. Yo saqué la polla de la garganta de Marta, a lo que ella tomó aire fuertemente por la boca como si hubiera salido del fondo de una piscina. Me aparté de delante de ella pero sin soltar el pepino en ningún momento, para mantenerlo bien metido dentro del culo de Marta. María estaba delante nuestro observando la escena, con la misma cara de asombro que tenía Marta al verla ella con la máscara de semen. Marta se incorporó y se puso delante de María, mientras yo la seguía sujetando el pepino dentro de su culo. Marta hacía como si no tuviese nada dentro de su ano, su comportamiento era totalmente natural, a lo que le preguntó a María: "a cuántos hombres les has hecho que se corran en tu cara?". María respondió: "no lo sé, he perdido la cuenta, algo más de 20" a lo que Marta, sin decir ni una sola palabra, se echó en frente de María, la abrazó, y comenzó a lamer todo el semen de la cara de María.

Marta se puso a absorber todo el semen que tenía María encima, no solo pasaba la lengua, estaba succionando el semen y se lo estaba tragando todo. María puso una cara de excitación todavía mayor, le estaba encantado notar como Marta se iba comiendo toda la lefa que tenía encima mientras lamía su cuerpo. Una vez que la limpió la cara, comenzó a bajar por su cuello chupando todos los chorretones y luego recogiendo en semen de sus tetas con las manos para llevárselo también a la boca. Todo esto Marta lo hacía con un pepino metido dentro de su culo que yo sujetaba bien adentro. No quise seguir agitando en pepino dentro y fuera del culo de Marta mientras observaba la escena, preferí dejar que se ella se concentrara en lo que estaba haciendo ya que se estaba comiendo las corridas de más de 20 hombres.

Cuando se acabó todo el semen que tenía encima María, está empujó a Marta contra la famosa mesa de cristal para que se apoyase de espaldas a nosotros, de pie e inclinada hacia adelante apoyada sobre la mesa. María agarró el pepino que yo mantenía dentro del culo de Marta, quería apuntarse al juego de masturbar a Marta por el culo, así que María comenzó a agitar ella sola el pepino dentro del culo de Marta. Marta estaba muy excitada, María metía y sacaba el pepino cada vez más rápido, yo veía que Marta asumía bien el pepino dentro de su culo, por lo que fui a por la bolsa de la compra y saqué el calabacín grande que había comprado Marta. Se lo enseñé a María su cara fue de entusiasmo, iba a continuar el juego de masturbar a Marta por el culo.

María se puso de rodillas junto al culo de Marta. Notaba que se había puesto sería con el juego de meterle cosas por el culo a Marta. Arrodillada, María terminó de remover el pepino dentro del culo de Marta y lo sacó, a lo que se escuchó el gemido de cierto alivio de Marta. María agarró el pepino recién sacado del culo de Marta, envuelto en el condón y lo empezó a lamer por completo y lo comenzó a restregar por toda su cara como si fuera la polla de alguien. Una vez terminó de lamer los jugos del ano de Marta dejó el pepino y agarró el calabacín. Le colocó un condón por la parte más gruesa con una cara de excitación a la vez que de maldad. María pretendía meter el calabacín por el culo de Marta por el lado más grande y más ancho. Vertió un montón de lubricante por la punta del calabacín y lo colocó en el ano de Marta. Mientras tanto yo observaba toda la escena con mi polla a punto de estallar de la excitación.

Con el calabacín colocado sobre el ano de Marta ya solo quedaba comenzar a introducirlo. Marta no miraba para atrás, tan solo notaba lo que tenía en sobre su culo. María comenzó a apretar la hortaliza hacia dentro del culo de Marta. Este comenzaba a dilatarse poco a poco. Marta mostró cara de asombro, notaba que lo que María la quería introducir iba a ser demasiado grande. María continuaba dilatando el culo de Marta a media que introducía el calabacín. El diámetro máximo de la parte ancha era de unos 8 centímetros. Marta cada vez abría más los ojos, notaba que lo que estaba entrando por su ano era muy grande, María apretaba más y Marta comenzaba a oponer resistencia poniendo en tensión sus piernas e incorporándose ligeramente, estaba comenzando a rechazar lo que la estaban metiendo por el ano. Al ver la reacción de Marta, María no espero más terminó con un movimiento rápido de introducir la parte ancha del calabacín por completo dentro del culo de Marta, de tal manera que su ano se cerró dejando dentro lo más gordo del calabacín.

La reacción de Marta fue instantánea. Un jadeo de placer salió de su boca, un gran grito que podía confundirse con un grito de sufrimiento pero que no dejo lugar a dudas de que fue de placer, cuando por su vagina un enorme chorro de flujo vaginal salió como si de un grifo se tratase. Las piernas de Marta temblaban y se estaban mojando enteras. Un charco se hizo en el suelo y los brazos y las piernas de María quedaron salpicadas al estar arrodillada junto a ella ejecutando la acción. Marta puso sus ojos completamente en blanco mientras no dejaba de gritar con la boca abierta. Era una situación que no me esperaba para nada. Tenía mi polla a punto de estallar así que al ver a Marta teniendo ese tremendo orgasmo que parecía que iba a perder el conocimiento decidí subirme a la mesa de cristal, me puse delante de Marta, de rodillas frente a su cara y sin decir una palabra, sin que Marta con los ojos en blanco se pudiera dar cuenta y con su boca completamente abierta gritando a más no poder, le metí la polla dentro de su boca para follarme su garganta de nuevo.

La boca de Marta no se cerraba. No hacía nada por mamar mi polla, solo se dejaba penetrar hasta la garganta. Estaba tan centrada en disfrutar de su orgasmo que era como una marioneta que se dejaba hacer. Mis huevos golpeaban en su barbilla. Yo la agarraba del pelo para mover su cabeza, me estaba masturbando con su cabeza mientras ella seguía con los ojos en blanco. A todo esto María, que seguía con el calabacín en sus manos, decidió sacarlo un poco, dilatar el culo de Marta mientras salía un poco de la parte ancha para volver a metérselo en su ano unos centímetros más. Este movimiento provocó que otro chorro de flujo vaginal saliera del coño de Marta, volviendo a salpicar María y a hacer que el charco que se había formado en el suelo se hiciese más grande. María repitió la operación a los pocos segundos y otro chorro más salió de la vagina de Marta. Con cada metida y sacada de la hortaliza del culo de Marta está tenía un orgasmo acompañado de un chorro del jugo de su vagina. María estaba mojada entera de las salpicaduras y el suelo parecía una piscina de flujo vaginal.

Mientras Marta no paraba de correrse, yo utilizaba su cabeza para masturbarme. Agitaba su cabeza agarrándola del pelo con las dos manos como si me estuviera haciendo una paja yo solo, a la velocidad de estar masturbándome justo antes de correrme. Marta no oponía resistencia, era un cuerpo inerte, seguía con los ojos en blanco y su boca hacia el ruido de "glup glup glup glup" cada vez que mi glande entraba por su garganta. A punto estaba ya de correrme dentro de su boca cuando tras unos cuantos orgasmos de Marta, el temblor de piernas que le provocaron llegó al extremo e hizo que sus rodillas se doblaran, por lo que Marta se fue cayendo poco a poco de la mesa mientras María sacó el calabacín del culo de Marta. Marta cayó de rodillas junto a María y de la extenuación Marta no aguanto más y se tumbó en el suelo sobre el charco enorme de flujo vaginal que ella había creado.

Yo me quedé encima de la mesa a punto de correrme, por lo que eso no se iba a quedar así. Me arrime al borde de la mesa y ahí abajo estaba Marta tumbada en el suelo sobre el charco y María salpicada entera de ese mismo flujo vaginal así que comencé a masturbarme delante de ellas dos. Marta en el suelo estaba como ida, parecía inconsciente y María al ver que me estaba pajeando delante de ellas decidió tumbarse junto a Marta, bañarse entera en el charco del jugo de la vagina de Marta y arrimar su cara a la de esta para que yo, desde arriba de la mesa vertiese mi semen fabricado durante más de tres horas sobre la cara de ambas. No tardé ni diez segundos en comenzar a correrme desde lo alto de la mesa. Los chorros de semen comenzaron a salir en todas las direcciones desde mi polla e iban cayendo por los cuerpos de Marta y María. Yo quería apuntar sobre sus caras pero me estaba pajeando tan alocadamente que mi polla no paraba de moverse y los chorros iban saliendo en direcciones aleatorias. Ante tal cantidad de semen los chorros les iban cayendo a María y Marta por sus tetas, por su abdomen y por la cara, sus brazos, sus piernas y su pelo. Estaba recibiendo una lluvia de esperma mientras descansaban sobre un charco de flujo vaginal. Marta estaba semi inconsciente con los ojos medio abiertos pero notaba el calor de la lefa cayendo sobre su cuerpo ya que si que reaccionaba a cada salpicadura mientras que María estaba gozando, se estaba masturbando mientras recibía descargas de semen por todo su cuerpo, mientras abría la boca al máximo para ver si podía recoger algo de lo que le caía encima.

Cuando acabe de correrme baje de la mesa y fui a escurrír mi polla en la boca de María. Quería que bebiera mis últimas gotas a modo de despedida. Estruje mi polla con el glande dentro de la boca de María que succionó con fuerza para sacar hasta la última gota. Me levanté y dejé a María junto a Marta que ya comenzaba a recuperar la consciencia. María se abrazó a Marta sobre el charco de flujo vaginal y comenzó a frotar su cuerpo con el de Marta para terminar de marcharse y compartir el semen que había caído en sus cuerpos desnudos y revolcarse en el charco de los jugos de Marta. Parecía una pelea en el barro pero en lugar de violencia ambas se estaban besando y el barro era el líquido del coño de Marta mezclando con salpicaduras de semen. Era el final perfecto para esta aventura de una tarde.

Cuando María y Marta terminaron de frotarse, decidimos irnos a darnos una ducha los tres juntos. Había sido una tarde muy larga y la cara, el cuerpo y el pelo de ellas era una auténtica cerdada, mezcla de restos de todos los fluidos posibles. Durante la ducha, los tres nos dedicamos a limpiarnos bien entre nosotros, frotandonos con jabon por todas las partes de nuestro cuerpos pero esa situación no fue a más. Pero antes de terminar la ducha cuando nos estábamos aclarando Marta hizo como querer quitarme jabón que me quedaba en la polla que estaba en reposo y me masturbo brevemente a propósito cosa que me activó de nuevo a lo que seguido me dijo: "tienes algo pendiente conmigo".

La cosa terminó ahí y no fue a más. Todos salimos de la ducha, nos vestimos. Al salir del baño se podía ver en el salón los restos de una tarde de lujuria, los charcos de flujo vaginal, de la salíba de María y las salpicaduras de semen. Marta no encontraba ni sus shorts ni su tanga. Se habían quedado en el ascensor por lo que Marta y yo decidimos ya salir de casa de María mientras esta se quedó a limpiar todo el estropicio. Marta salió desnuda de cintura para abajo de casa de María. Yo salía con ella y al salir pudimos ver las salpicaduras de semen en cada una de las puertas de los vecinos de María de las mamadas que había estado ejerciendoles para sacarles el semen. Al llegar al ascensor, vimos que la ropa de Marta seguía allí, pero la habían apartado a una esquina. Sin importarle, Marta se puso su tanga y sus shorts mientras el ascensor bajaba.

Marta y yo salimos del portal de María, y ya en la calle Marta me volvió a decir lo mismo que en la ducha: "tenemos algo pendiente, acompáñame". Fui con Marta a donde parecían que era su casa a unos diez minutos andando. Cuando llegamos me agarró de la mano para indicarme que subiera con ella. Nos metimos en su ascensor y subimos al tercer piso. Al salir del ascensor me llevo hasta la puerta C. Cuando estábamos frente a la puerta me dijo: "esto es lo que tenemos pendiente". Me empujó hacia un lado para no estar justo delante de la puerta de su casa, se arrodilló y saco mi polla de mis pantalones y comenzó a pajearme para ponermela dura. Cuando mi polla ya estaba dura me dijo: "yo vivo aquí con mi novio, córrete en mi cara antes de entrar a casa para que él lo pueda ver" y acto seguido comenzó a chuparme la polla de forma alocada, succionando como un aspirador, haciendo fuerte ruido de succión y frontándose mi polla por su cara mientras me volvía a pajear y se daba bofetadas en su cara con mi polla. Marta hizo que tuviera unas ganas tremendas de correrme otra vez así que no tardé en avisarla: "Marta me corrooooo….!" E inmediatamente Marta me comenzó a pajear con firmeza y con la otra mano, a sujetar mis huevos para apretarlos en el momento que la lefa comenzase a salir.

Puso mi glande en su frente y comencé a correrme dejando que saliera un chorro espeso ya sin fuerza sobre la frente de Marta. Al notar el calor del semen en su frente, Marta comenzó a mover mi polla por toda su cara mientras iba emanando borbotones de semen que iban manchando su nariz, sus mejillas, su mentón, sus labios, e incluso sus párpados. Quería embadurnarse bien su cara con mi leche caliente por última vez mientras apretaba ligeramente mis huevos para que pareciera que quería todo el semen posible sobre su cara. Al terminar de correrme, Marta estrujó mi polla para sacar las últimas gotas que depositó sobre su mejilla. Me beso en el glande para dejarme la polla bien limpia y se levantó. No se limpió ni las manos, ni se quitó el semen de sus párpados. Sacó la llaves de su bolso y esperó a que me abrochase el pantalón y me fuera para entrar en casa. Cuando me fui hacia la escalera ella abrió la puerta, entró en su casa y pude escuchar un "hola Michele… Mira lo que me he dejado hacer…"

A partir de ahí, cada uno que imagine lo que quiera.

Fin

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(9,00)