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Mario (03 de 22): Marcos mi primo

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En el autobús me senté con sumo cuidado, era festivo y había poca gente, tenía que esforzarme para que no se notara que andaba despatarrado, y sonreí como un tonto recordado aquella gorda serpiente que me invadió rompiéndome el culo para siempre.

Ya no era virgen, no había sentido placer alguno por el hecho en si de la penetración, pero no iba a renunciar a seguir experimentando, ahora si que podría participar en los juegos de Miguel y mi primo, si me lo pedían, al final no había estado tan mal y lo que siguiera sería cada vez mejor, o eso decían. También podía buscarme un chico que me gustara, que fuera como Robert, y él era como su Padre, igual de machote, pero no era para mi.

Tenía que ver a Miguel antes de volver a casa, para desahogarme de lo que había pasado, y quizá llorarle mis penas, pero tampoco podía hacerle esperar al abuelo demasiado, era mejor enfrentarlo cuanto antes.

Con el enfado de Miguel y mi primo supuse que estaba en la casa de sus padres, debajo de la nuestra, así sería más fácil.

Me abrió su padre, desgreñado y aún sin afeitar, ni me saludo y dejó la puerta abierta, supondría que quería ver a su hijo, un hombre amargado por tener un hijo mariconcito que además quería ser niña, y un amigo que no lo era menos. Y me encaminé a su cuarto, las casas eran gemelas y su habitación caía justo debajo de la mía, no podía perderme.

La pobreza, sin llegar a la miseria, se apreciaba en aquella casa lo mismo que en la mía, por eso Migue no la soportaba, se encontraba mejor en la de mi primo.

Estaba tirado sobre la cama, vestido con ropa ligera.

-¿No me has oido llegar? -le preguntaba al sentarme a su lado.

-Mejor es no verle si no es necesario. -se refería a su padre.

-¿No te ha ido bien? -se levantó y se sentó a mi lado abrazándome por los hombros.

-¡Oh, me duele todo Migue!

-Pero puedes andar aunque sea como una vieja rompiendo aguas.

-No seas grosero, ¿qué tiene que ver lo que dices con mi estado? -me abrazó más fuerte y me besó la cara.

-¿Fue bueno, o un salvaje contigo?

-Fue amable Migue, todo un caballero y me trató con paciencia pero todo lo he hecho mal, no quiere volver a repetir, mi abuelo me matará.

Miguel me retiraba el pelo de la cara a la vez que pasaba la mano por mis mejillas.

-Cuéntamelo, siempre hay una solución para todo. -las lagrimas comenzaron a resbalar por mi cara. Migue me acariciaba consolándome.

-No llores más Marito, quisiera estar en tu lugar para que no sufrieras.

-¡Migue! Nos abrazamos y empezamos a llorar los dos.

-Eres mi mejor amigo Migue. -y lloramos un rato hasta que no tuvimos otra cosa que hacer que mirarnos.

Le conté todo lo que pasó a la noche a mi amigo, todo absolutamente, con todo detalle, veía cómo se asombraba al referirle el tamaño de la verga de don Guillermo y algunas de las risas que le provoqué. Después de los lloros llegaron nuestras risas incontenibles, alegres, querido salir de nosotros para aliviarnos, con algunos pasajes que le parecían mágicos me mandaba repetirlo.

-Pero que borrachín eres, una cerveza de un trago, no te creo.

-¿Y se quedó con tus braguitas de recuerdo?

-No me digas que no te cabía en la boca, si te comes entera la de Marcos.

-¡Oh Dios mío!, ese hombre es como un borrico?

Y así seguimos, con muchas, muchas risas y alguna que otra lágrima más.

-Me ha dado un montón de dinero, ¡quinientos euros!, me compraré el móvil como él quiere, necesito que me lo guardes, si lo ve mi abuelo lo perderá en el juego.

-Oye! ¿Y si me compro un consolador con lo que me sobre, en la tienda de la esquina de las revistas los venden a escondidas. -Migue se tapó la boca para que su padre no le escuchara la risa.

-¿Y para qué quieres tu un consolador a estas alturas?

-¡Para qué va a ser! para prepararme el culito, no quiero volver a sufrir de esta forma otra vez. Uno que tenga vibrador y se sienta bien, te lo puedo prestar para que tu lo pruebes.

-Ni hablar Marito, prefiero los consoladores naturales y tú también, un consolador es lo que su nombre indica, la verga de un macho es lo mejor, se de chicos del instituto que correrían para meterte su verga.

-No quiero eso Migue, esos muchachos son unos parraplas y luego todo lo cuentan para presumir. En esto mi abuelo tiene razón. No quiero terminar como mi madre, follando con todo hombre de la ciudad, al punto de no saber quién la preño y la hizo un hijo.

-No Migue, no, sobre todo quiero estudiar, tener un buen trabajo donde me respeten, y ganarme la vida con mi esfuerzo; el culo se lo daré al quien yo quiera, a los hombres que me gusten o al que me enamore.

-Mi abuelo es de la misma opinión, no quiere que caiga como mamá. -Migue me miraba, dejándome hablar sin intervenir hasta ahora.

-Siempre estás con tu abuelo de aquí para allá, no se preocupa de ti, ¿no te das cuenta? el puto juego lo controla y a ti te utiliza, solo tiene esa chatarra de coche, y el piso porque era de tu abuela y no lo puede vender, lo demás estarías bajo un puente.

-No hables así de él, es lo único que he tenido aparte de mi abuela, cuando ella murió fue su caída, no tiene la culpa de que las cosas vayan mal.

-¿De dónde ha sacado el dinero para estar toda la noche jugando? Ha llegado a casa hace unos horas solamente, borracho y despertando a los vecinos. ¿Porque serás tan bueno? ¡Dios, no te das cuenta de nada! Y eso que tú eres el inteligente de los dos, ¿así vamos a conquistar el mundo?

-Voy a subir para verle, bueno y para que él me vea, estará tirado en una silla o en el suelo.

-No te acompaño, no puedo ver a ese viejo tramposo, tampoco al mío, es que yo soy malo y odio lo que me rodea. Te guardo el dinero y compraremos tu móvil, del consolador ni lo sueñes, tienes que espabilar y buscar quien te de el placer que necesitas.

************

Subí los dieciséis escalones con miedo, temblando. En el descansillo no se escuchaban ruidos y puse la oreja en la puerta, nada, todo estaba en silencio y cogí las llaves para abrir la puerta.

Al principio me asusté, el cuerpo del abuelo permanecía entre la puerta de la sala y la cocina, tirado en el suelo y envuelto en vómito. Corrí espantado y me arrodille sin darme cuenta de que lo hacía sobre su vómito.

-¡Abu, abu, estás bien? -giré su cara hacía mí y noté que estaba caliente. En principio no era algo grave, me levanté y llegué hasta el fregadero, cogí un paño y lo humedecí, para volver a arrodillarme y ponérselo en la cara limpiándole los labios, luego le golpeé con suavidad la mejilla.

-¡Despierta abu, despierta! -antes de que abriera los ojos sentí su mano agarrotada sujetándome la muñeca.

-¿Qué haces ahí mirando? ¡Ayúdame! -para mí era difícil levantarlo, pensé en llamar a Migue para que me ayudara, o inclusive a su padre, desistí al pensar en los gritos de mi amigo y que su padre me mandaría a la mierda.

-Cógeme del cuello abu y haz fuerza. -ya lo tenía sentado con la espalda contra la pared. miré horrorizado toda la suciedad esparcida por el suelo. Primero tendría que limpiar todo aquello, desnudar al abuelo y limpiarlo antes de llevarle a su habitación, o mancharíamos toda la casa haciendo insoportable estar por el olor.

Lloraba de rabia mientras arrodillado recogía el agrio devuelto, olía a rayos y abrí las ventanas para que entrara aire fresco, maldecí que no estuviera mi primo para ayudarme.

Limpié el suelo y volvía a tenderlo en él para quitarle la ropa mientras él se quejaba y maldecía que nadie le atendía. Las lágrimas no me dejaban ver en algunos momentos pero conseguí dejarlo desnudo totalmente y lo limpie con una esponja, lentamente mientras lloraba impotente.

A pesar de no tener mucha carne el abuelo pesaba una tonelada, su fibroso cuerpo pesaba como si fuera de plomo, entonces, por primera vez, me di cuenta de que el abu tenía un cuerpo que debió ser bello en su día y muy varonil, estilizado y aun conservaba el six pack, velludo en toda la superficie, le sujeté el pene flácido y largo como un pellejo para limpiárselo, y los testículos en la bolsa blanda y suave con pelos por todas partes.

Con dificultad lo arrastré hasta su habitación y lo subí a la cama, le puse una sábana que lo cubriera y comencé a recoger la ropa para lavarla. En los bolsillos no tenía un solo euro, solo un papel de reconocimiento de deuda fechada esa misma noche, y su móvil de otras épocas que solo servía para recibir y hacer llamadas. Lo dejé sobre la mesilla y comencé a trabajar volviendo a limpiar aquel desastre.

Terminé horas después rendido y agotado, el ano continuaba doliéndome, pensé que algo tenía mal, no me atrevía a ir al aseo, ni a tocármelo. Me tumbe un rato para recuperarme y desperté con los gritos que llegaban de la habitación del abuelo, eran las siete de la tarde.

-¡Mario, Mario! -llegué corriendo, el abuelo estaba de pie al lado de la cama totalmente desnudo, parecía que no hubiera sucedido nada y lo pasado unos horas antes fuera una pesadilla.

-¿Dónde está mi ropa?, no la encuentro por parte alguna.

-La he lavado abu.

-¿Quien te ha mandado hacerlo? -no cabía en mi cabeza que estuviera en ese estado.

-Búscame algo para ponerme. -le ayudé a colocarse unos calzoncillos y camisa, al parecer era suficiente y se sentó agarrando el teléfono.

-Lo sabía, presentía que lo lograrías, lo has hecho bien, ha quedado encantado contigo, nunca le vi de esta manera con otro chico.

-Quería entender lo que me hablaba y no lo tenía muy claro.

-¿Qué ha pasado abu, me asustas?

-Le gustas al viejo zorro, ya lo tienes enganchado en el anzuelo, ahora todo será tirar del hilo sin romperlo.

-¿Don Guillermo ha llamado?

-Está muy contento contigo, ¡eres el mejor puto que ha follado!- me quedé perplejo mirándole, nunca me había tratado de puto y me dolió, pero los golpes también dolían, él bajo la mirada ocultándome los ojos..

-Es igual, ya ha caído en la red y solo hay que comérselo.

-¿Pagará mis estudios abu? ¿De verdad lo ha dicho?

¿Pagará lo que tú quieras si sigues haciéndolo bien. -no sabía si ponerme a reír, o a llorar, mi alegría era tanta que el dolor del culo lo tenía olvidado, hasta que me moví, y una mueca de dolor se asomó a mi boca.

-¿Y como te ha ido a ti? El cabrón tiene una verga increíble y terriblemente destructora.

-Bien abu, solo tengo un poco de dolor, creo que nada grave.

-Desnúdate y ponte de rodillas, quiero verte. -aún no me había cambiado de ropa y me dio vergüenza que viera como había perdido las braguitas que él me compró. Enseguida se dio cuenta, estaba muy atento a mis movimientos, antes de que preguntara hable yo.

-Quisó quedárselas de recuerdo.

-Bien, no importa, eso es bueno. -te compraré muchas más, yo se lo que le agrada, tiene los mismos gustos que su padre.

El abuelo me abría las nalgas para inspeccionarme el culo, con cuidado y como si se hubiera convertido en un diamante.

-Solo lo tienes irritado, te ha hecho un buen trabajo, podría haber sido peor como a otros putitos que ha roto. -se levantó de la cama y buscó en un cajón de la cómoda revolviendo el contenido.

-Estaba aquí, aún se donde dejo las cosas, aquí está, ya decía yo. -volvió con una cajita metálica.

-Tengo que meterte los dedos, al principio te dolerá pero verás que maravilla, cura los culos como si fuera agua milagrosa.

El contacto de sus dedos impregnado de aquello ya fue un alivio, y dolió mientras lo metía, luego como él decía, se produjo el milagro. Los dolores se aliviaron, de momento como si no hubiera pasado nada. mi culo había vuelto a ser nuevo y después de limpiarme con una servilleta los restos, el abuelito hizo algo inesperado, me dio un dulce beso en el ano y una palmada en el trasero. Me entregó la cajita para que yo mismo me aplicara dos veces al día, los dos siguientes los pasé algo mal para defecar, pero todo se arreglaba cuando me limpiaba y volvía a darme la crema.

Cuando Marcos llegó para dejar a su hijo, el abu le envió a comprar comida para la cena, no habíamos comido nada en todo el día y yo moría de hambre. La cena la pagó mi primo y antes de marchar, ya en la puerta, la curiosidad le pudo.

-¿Se puede saber qué es lo que celebramos y qué tengo yo que pagar? -el abuelo nos miraba y tardó en responder.

-Mario ya encontró quien financie sus estudios, el mismo que hará que tu avances en tu trabajo, simplemente eso.

No puedo decir mas, la felicidad me embargaba, porque al fin podría cumplir mis sueños costara lo que fuese, y también porque volvería a estar con don Guillermo, mi papi, lo más importante y secundario al mismo tiempo.

*************

Cuando le conté lo sucedido a Migue saltábamos los dos abrazados.

-Vamos a comprar el móvil, tengo que dar el número al abu para que se lo pase a don Guillermo, por si vuelve a llamarme.

-¿Ya estas animado a recibirle otra vez la verga? -me acaricio el culito sobre la tela y me puse rojo.

-A veces pienso en ello, pero todo será a su tiempo, cuando él quiera.

-Y de momento no te interesa estar con otro, alguien que la tenga más pequeña, un amigo de tu primo te ha visto en su casa y le gustas, es compañero de trabajo, también está muy bueno aunque siempre esté tocando.

-Calla Migue, vamos a comprar lo que necesitamos. -para él era muy fácil hablar y gastar bromas, para mí había sido la primera vez y a él le follaba Marcos desde los trece años y ya estaba entrenado.

Compramos lo que queríamos, Migue deseaba el mejor y yo me contenté con lo justo, el resto del dinero lo guardaríamos por si había otras necesidades, fuimos al cine y lo pasamos muy bien riendo todo el tiempo.

Cuando regresamos rápidamente le dije al abuelo lo que me pidió don Guillermo.

-Quiere que le pases mi número de móvil para poder esta en contacto. -no me preocupé más porque sabía que lo haría y muy rápido, lo que tuviera relación con su antiguo jefe le era sagrado.

Estaba ya como nuevo, no me dolía nada y habíamos pasado por la universidad, a enterarnos de las condiciones e importe de las tasas, quería matricularme para hacer empresariales, o bien derecho económico, y estaba en duda, recabe toda la información para llevarle a don Guillermo y que me diera el importe de lo que costaba la matrícula.

Salimos a la calle, yo contento y lleno de papeles, Migue con la cara larga.

-¿Qué te pasa, por qué esa cara?

-Esto es muy caro, yo no puedo pagar esa fortuna. -quise animarlo y entendía su preocupación, también yo la tendría si no fuera por don Guillermo.

-No te preocupes, tenemos el dinero sobrante del teléfono y buscaremos ayudas, tiene que haber un sistema, o se lo pediré a…

-No Marito, no hagas eso, por mi no te comprometas más.

-No puede negármelo, a cambio le haré la mejor paja del mundo, una inolvidable mamada y que me folle hasta que me reviente la tripa, venga chico, anímate.

Conseguí que alegrara la cara y eso era suficiente premio.

-Tengo que pedirte un favor más sencillo, eso sí que lo puedes hacer.

-¿Y qué es?

-Que me recojas alguna ropa de la casa de Marcos, no toda porque volveré cuando se calme, hasta encontrar otra solución.

-Lo haré, esta misma noche cuando vuelva de su trabajo pasaré por allí.

Nos despedimos porque tenía que hacer cosas en casa, ayudarle al abuelo a limpiar y preparar la cena, teniendo vacaciones Marquitos le robaba mucho tiempo para sacarlo a jugar y atenderlo.

La casa estaba sola y silenciosa y mientras trabajaba pensaba en don Guillermo, deseaba tanto que llamara, tenía que hablarle de la matrícula y pedirle su opinión sobre estudiar una carrera u otra y también pensaba en él, en que deseaba estar otra vez en su cama, ahora que el dolor se había ido quería repetirlo, mi culito me lo pedía y reclamaba, necesitaba verga que me llenara aunque volviera a hacerme daño. No encontraba la razón de ello, pero me había gustado.

A las siete mi abuelo no había regresado a casa, le dejé una nota y la cena ya preparada y salí para ir donde mi primo.

Vive cerca de nosotros, una casa igual, en una barriada construída hacia cincuenta años por el padre de don Guillermo, viviendas humildes que le hicieron millonario según dicen.

Tenía llave y abrí la puerta, escuché el ruido del agua de la ducha al caer sobre la cerámica, mi primo es muy descuidado y limpia poco, aún se amontonaban las latas de cerveza desde que se marcho Migue, residuos de comida pre cocinada en el mostrador de la cocina, me puse a recoger un poco el desastre mientras terminaba su ducha.

Estaba en el fregadero limpiando los platos, el ruido del grifo no me dejaba oír otra cosa cuando me sentí sujetado por detrás abrazando mi cintura.

-¡Ummmm! Que ricura de mujercita encuentro en mi casa. -me abrazó fuerte y sentí alguna gota de agua que le escurría del cabello, se agacho y me besó en el cuelo.

-Hueles bien primito, rico como un pastel salido del horno. -ahora me mordió y me hizo daño.

-Estate quieto Marcos, no he venido a jugar. -se apartó y retiró lo que había en el mostrador para sentarse allí mirándome trabajar.

-Siempre tan arisco conmigo, en otros tiempos no eras así, cuando éramos pequeños querías jugar de mamá disputándole el puesto a Patricia y Miguel.

-Tu lo has dicho, éramos pequeños y todo era jugar, ahora somos mayores, y tu padre de un niño.

-Que es precioso por cierto, será como yo verdad. ¿No se me parece?

-Mas guapo que tu. -dejó salir una risa gruesa.

-Pero yo te gustaba más que Robert, también me veías guapo según decías.

-Porque eras mayor que nosotros y un presumido, siempre tenías que salirte con la tuya.

-O sea que te gustaba y aún te gusto, tu siempre me has atraído, más que Miguel y Patricia, pero estabas vedado y ahora parece que no, ya te han roto el culo y ha caído la barrera.

-Estas diciendo tonterías como siempre, ayúdame en lugar de hacer el vago, seca esos platos al menos.

-Si me das un beso te ayudo.

-Vale, un beso y nada más. -Marcos salto del mostrador y se apresuró a venir rodeándome entre sus brazos, solo llevaba una toalla enroscada en la cintura, los pies descalzos y el pelo aun con chorreras de agua.

-Párate, eso será cuando hagas el trabajo, no me fio de ti. -terminamos de recoger sin más problemas y pasamos a la sala.

-Me dirás a que has venido, porque a fregarme los planos no ha sido.

-Miguel quiere que le recoja alguna ropa.

-Puedes recogerla toda y llevársela.

-¿Pero qué os ha pasado? Antes lo pasabais bien.

-Se cree muy especial y se molestó porque le metió mano uno de mis amigos, solo por tocarle el culo, se está volviendo muy delicado.

-No me extraña, tus amigos tiene las manos muy largas, y tu le necesitas, si no para estar en la cama, para que te limpie la casa, está hecha un desastre, y deberías pagarle algo por su trabajo. -marchó a la cocina y volvió con dos cervezas en la lata.

-Ten, te la has ganado por limpiar. -se sentó a mi lado mirando hacia mi, la toalla se escurrió ligeramente dejando que se le vieran los genitales. Marcos no es un Adonis, ni está esculpido de músculos, pero es varonil y guapo con cuerpo atlético y sin grasa en él por su trabajo en los andamios. Me sorprendí pensando lo bueno que estaba y me sonrojé.

-Bueno, ¿y qué es lo te ha pasado que el abuelo no quiere soltar prenda? -guardé silencio mientras él sonreía malicioso.

-¿El afortunado para quien te reservaba era don Guillermo?

-No me preguntes lo obvio, lo sabes mejor que yo y desde hace más tiempo. -le di un golpe sin fuerza en el muslo desnudo y peludo como el del abuelo. Entonces dejó la lata en el suelo y me sujeto de la cintura.

-Aún no me has pagado el beso. -miré sus tentadores labios que otras veces había besado, rojos enmarcados en su barba de varios días y sin razonar me prendí de ellos.

Los recuerdos de nuestra niñez y juventud se agolpaban en mi cabeza, cuando me llevaba en sus hombros, a la espalda, y me hacía cosquillas y yo le perseguía para que siguiera haciéndolo, corriendo por toda la casa, escuchando de fondo los gritos de la abuela regañándonos.

Cuando en la escuela partía la cara a los que me llamaban mariquita y nena, o me tocaban las nalgas, y luego me decía que no les hiciera caso, que era por envidia que tenían de mi porque era muy bonito. Cuantos recuerdos agradables la mayoría de ellos.

El beso se prolongaba demasiado, ya nuestras lenguas jugaban y sus manos acariciaban mi espalda.

-¡Oh Marcos! no podemos seguir.

-¿Por qué no? ¿Porque somos primos?, ¿eso es lo importante para ti?, no seas estrecho, ya me has puesto muy caliente y no voy a parar, necesito a alguien, hace días que no follo y te deseo, siempre te he deseado y te hubiera follado desde eras un niño. -me había levantado la camisa y me acariciaba con las rudas manos el pecho.

Sentía erectarse mi pene, en este momento deseaba y necesita a este macho aunque fuera mi primo, y también yo lo he deseado muchas veces, no soy mejor que él.

-¡Oh Marcos!, más despacio me haces daño en la piel.

-Si mi amor voy a ser suave y amoroso como tu quieres, se todo lo que te gusta, te observaba mientras follaba a Patri y Migue, veía como te tocabas y lo pasabas mal.

-¿Me la vas a meter?

-¿Si, no hay otro remedio?

-¿No te conformas con una mamada?

-A estas alturas no, y tu tampoco, deseas mi verga dentro de ti. Tenemos que copular para romper la barrera social que nos separa.

Nos volvimos a besar largamente mientras le agarraba la polla y se la masturbaba lentamente, era una buena herramienta pero no era la de don Guillermo, esta me daría placer como a Migue. Quería que mi primo me follara ya.

-Tienes que ser cuidadoso, aún no se me ha curado el culo del todo.

Os paso el link del capítulo 1 para que lo podáis leer y enlazar la historia: ‘Don Mario (1): Don Guillermo’.

(9,40)