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Más allá de la amistad / Sobreviví en la gran ciudad

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Más allá de la amistad:

Era una tarde veraniega, volvíamos de la playa al camping.

Mi amigo André y yo nos conocimos en la juventud y nos hicimos inseparables, ese día mientras recorríamos en trayecto de 4 kilómetros, en la mitad del camino aproximadamente nos encontramos una chica haciendo dedo (autostop), cruzamos un hola y algún piropo, y la conversación se animó, luego de un rato charlando la convencimos para que pasara la noche con nosotros en el camping.

Cenamos, y luego de varias cervezas la cosa se puso animada, entramos los tres a la tienda ya casi sin ropa y por alguna razón que aún hoy no sé, Elisa quería sexo conmigo solo.

Pues así empezamos, besos y caricias, mi boca comenzó a recorrer su piel que era de un color rosa y suave como el algodón, sus curvas eran mágicas y sus pechos disfrutaban de mis besos y mi lengua se metía en cada parte que me abría, cuando llegué a su fuente de lujuria mis dedos y lengua no dejaban de gritar y pedir más.

A todo eso, André se mantenía a un lado, esbelto, desnudo y excitado de una manera tan loca, que mis ojos solo lo miraban a él.

Yo ya había tenido alguna experiencia bisexual pero con desconocidos siempre.

Elisa, loca de placer y cerveza empezó a saborear de mi erecta daga que deseaba penetrar en su herida, pero mis ojos y mi boca solo deseaban esa maravilla sudada, resplandeciente y enormemente erecta que tenía frente a mi.

Me fui moviendo mientras Elisa y yo nos revolcábamos en gemidos y baile de caderas, cada vez más cerca de André.

Cuando estuve pegado a él, fue algo irracional, mi lengua empezó a recorrer su vena de arriba hacia abajo, mi boca se llenó de su carne y mientras bailaba con Elisa disfrutaba de mi mejor mamada.

Si olor a hombre, su sudor y su semen se me mezclaron en toda mi boca y cara, mientras Elisa gemía y saboreaba mis jugos también, André estupefacto al principio, se soltó y sus manos y dedos mágicos comenzaron a recorrer mi cuerpo hasta descubrir mi más profundo secreto que siempre había estado cerrado para el resto de humanos.

Y casi sin darnos cuenta estaba yo en posición de perrito, disfrutando de toda la potencia de André dentro de mi cuerpo, en un devenir prolongado, entraba y salía de mi y mis gemidos eran de un placer nunca vividos, Elisa, participaba del juego y me dejaba disfrutar de sus dedos húmedos, de su pecho y de su fuente de placer.

Esa noche me convertí en el amante de André durante meses.

*****************

Sobreviví en la gran ciudad:

Antes de los sucesos con André, en mi anterior relato, viví una situación penosa que me llevó a descubrir mi lado homosexual.

Con 18 años me escapé de mi casa y junto a André decidimos irnos a la Gran Ciudad.

Supuestamente íbamos a quedarnos en la casa de un familiar de André, pero las cosas se torcieron y terminé durmiendo en la calle, sin un peso, en pleno invierno y sin trabajo. Pase varios días hasta que un sereno de un garaje de coches (que me permitía dormir dentro de un coche), me paso un dato de un hombre que me podía dar alojamiento y comida y conseguirme trabajo, a cambio de servirle en su casa.

Acepte corriendo, me habían criado bien y sabía revolver me bien en las tareas de la casa. Asique ni lo pensé. Llegué a su apartamento y me recibe un hombre de 50 y pico, fornido y barbudo y muy velludo también. Yo en ese momento había cumplido 18 años y me encontraba físicamente muy bien, espalda grande, y una buena verga de 18 cm y gorda. Roberto, que así se llamaba este hombre, me invitó a pasar, "ponte cómodo, come si quieres, dúchate, lo que necesites, ya mañana hablaremos de las condiciones para que vivas acá."

Ok, dije, comí como lima nueva, (llevaba varios días solo comiendo restos de pizza que me traía André), y me preparé para ducharme, Roberto me trae algo de ropa, según me dijo de un hijo suyo.

Abrí el agua caliente, me sacó la ropa y en eso Roberto entra al baño, Perdón, me dice, yo que llevaba una temporada buena sin coger, ni pajearme, había empezado a tocarme para darme una buena paja en la ducha, así me descubrió Roberto, con la verga a medio parar, desnudo y no podía dejar de mirarme, noté como se le hacía agua la boca, y su lengua relamía sus labios.

Yo lo capté enseguida, y entendí que los servicios no iban a ser de limpieza, sino de satisfacción. Sin tapujos ninguno, le pregunté te gusta?, señalando con mis ojos a mi verga, y Roberto se arrodilló ante mi, diciéndome, mucho, puedo tocarla?, Claro, respondí, y me acerque a él.

Yo me iba a hacer una paja solo, así que si vos querés podés ayudar de la forma que quieras, no tardó ni 1 segundo en agarrar mi verga con las manos y empezar a chupar mi glande, sus manos me acariciaban todo el cuerpo y su boca se llenó de mi verga que ya estaba dura a tope y con muchas ganas de coger, siguió chupándome la verga, entraba y salía de su boca, me lamía toda la vena y los huecos, sus manos pellizcaban mis pezones, y empiezo a temblar, le aviso que voy a acabar y se mete la verga entera hasta la garganta y me apretó de mis nalgas contra su cara, exploté de semen dentro de su garganta, se ahogaba pero seguía apretando, se le escapa a la leche por los labios, pasado unos segundos se libera y tragando toda mi leche, me limpia la pija con su lengua.

Me dice "Pendejo, que bueno estás, quiero que me cojas todos los días, mientras me cojas, no te faltará de nada”, y yo ni lerdo ni perezoso, lo agarré de la cara y le zampé un beso de lengua que lo enamoró, cuando lo suelto le expongo mis condiciones, le digo, que no hay problema, que yo lo cojo todas las veces que quiera, pero yo no quiero que me cojan, ni chupar verga ni nada.

-Ok -me dice- está bien.

Y terminada la conversación nos metimos a la ducha, nos comimos a besos, lo enjabonó todo y yo también, le hago ponerse contra la pared y empiezo a jugar con mis dedos en su culo, no le hacía mucha falta, se ve que se lo cogían muy seguido. Empiezo a metérsela despacio, (era mi primera vez de sexo anal y de un hombre), pero mi verga empezó a penetrar y sentía la presión que hacía si recto en mi verga, Roberto gritaba y gemía sin parar de placer absoluto, lo estuve empotrando durante muchos minutos, se le aflojaron las piernas, pero resistía, cuando fui a acabar lo agarré de los pelos y llene su enorme culo de leche.

Continuamos toda la noche ya en su cama. Amanecimos los 2 desnudos y él con su mano en mi verga, jajaja, esto recién empezaba.

Si queréis más historias de Roberto, sus amigos y yo comenten si les ha gustado este relato.

(8,00)