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Mi cita con la profesora (2)

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Hola me llamo Luna tengo 21 años. Soy bajita (155 cm) de contextura delgada. Soy de piel blanca, ojos y pelo castaño. Bueno esta anécdota le conté a mis amigas y me hacía ilusión escribir esta anécdota. Después de la primera cita con mi ex profesora ( a la que llamaré Sofía) yo me sentía algo confundida. Era un sentimiento muy raro de confusión pero excitación. Me gustaba ella pero me sentía rara por qué era alguien que no me imaginaba besar.

Por unos días seguimos chateando como si nada hubiera pasado. Ella era bastante picante y jugaba con el doble sentido. Yo intentaba guardar la compostura y hacerme la difícil. Aunque debo admitir que era bastante difícil a veces. Nos citamos un viernes a las 2 de la tarde en el carrusel de la 21 de Calacoto. Yo me senté al frente del restaurante de empanadas. El clima estaba muy bonito, el cielo estaba despejado y hacia bastante calor. Yo llevaba unos jeans rasgados con croptop negro. Ella llegó unos minutos después, vestida con un vestido negro con una polera blanca que le quedaba muy bien. Su pelo estaba recogido en una coleta y llevaba unas gafas de sol. Nos dimos un beso en la mejilla y me propuso pasear por el parque. A lo que yo algo nerviosa acepté. Mis manos me sudaban y mis piernas temblaban. Para mala fortuna había mucha gente en el parque debido a que era vacaciones de verano. A lo que Sofía me dijo que podíamos ir caminando a Auquisamaña por qué ahí hay un parque más tranquilo. Yo toda nerviosa le dije que si. Mientras caminábamos ella no perdía el tiempo en agarrarme por detrás poniendo sus brazos en mi estómago. Debo admitir que me gustaba sentir su boca cerca de mi cuello y sus pechos en mi espalda.

Llegamos a un pequeño parquecito oculto en la calle costanera. Era muy bonito y las casas de su alrededor parecían lujosas. Nos sentamos en una banca en medio de los árboles. Para ese punto yo estaba bastante tensa y muy nerviosa. Me daba un poco de vergüenza de que alguien nos pudiera reconocer en la calle.

Ella notó que yo estaba un poquitín nerviosa así que intento masajearme en el cuello. Para los que no sepan mi cuello y mis rodillas son mis puntos débiles. Son los lugares más sensibles. Cuando sentí sus manos largas en mi cuello mi mente se fue de viaje a las nubes. Era una combinación de relajación y excitación. Yo estaba cediendo a sus intentos. Casi por inercia coloqué mi mano derecha en su muslo izquierdo y comencé a frotarlo lentamente.

De repente, con la poca fuerza de voluntad que me quedaba me di cuenta de lo que yo estaba haciendo y me detuve. Le dije a Sofía que quería que fuéramos más lento porque toda esa situación me abrumaba un poco. Ella con toda la serenidad del mundo entendió lo que yo me refería. Sofía me dijo que entendía que me sintiera nerviosa. Pero qué ella estaba muy enamorada de mi y que yo le gustaba mucho.

Yo para ese momento no sabía que responder, me estaba derritiendo. Entonces ella colocó su mano derecha en mi muslo izquierdo y la otra mano la colocó en mi cachete derecho. Yo solo atiné a lamerme los labios con la lengua, casi como si fuera un instinto. Nuestros rostros se acercaron lentamente y nuestros ojos se cerraron. Yo di una exaltación profunda producto de la excitación que sentía y de la combinación de nerviosismo y ansiedad. Nuestros labios se tocaron delicadamente. Y justo cuando estábamos por completar el acto escuchamos a un niño gritar. Con mucha vergüenza en nuestros rostros nos alejamos una de la otra. Las dos estábamos rojas de la vergüenza, nuestros rostros eran evidencia de eso.

Mientras el niño y su madre pasaban enfrente nuestro nosotras intentábamos disimular la extrema vergüenza mirando alrededor. En el momento en que la madre y su hijo se alejaban Sofía me propuso ir a su departamento a escuchar música. Me dijo que su hijo estaba en la casa de su exmarido. Yo sabía que no era una buena idea, pero eran las 4 de la tarde y yo estaba bastante excitada. Así que me agarro de la mano y tomamos el primer taxi que vimos. Yo llamé a mi mamá para decirle que iría a la casa de una amiga a pasar el rato. Al final de todo, no era una mentira (del todo) solo omití algunas cosas. Obviamente mi madre se mostró algo confundida pero entendió.

El departamento de Sofía (mi ex teacher de inglés) se encontraba en Achumani. Un barrio bastante acomodado de la ciudad en una calle bastante tranquila y bonita. Salí del taxi y mientras Sofía pagaba al conductor yo me puse a observar la fachada del edificio. Recuerdo que era un edificio pequeño pero bonito. Pintado de color blanco y con unas rejas a la entrada. Se podía observar desde afuera que el edificio tenía un ascensor en el centro del pequeño lobby.

Ella me agarró de la mano y me llevó hasta la puerta del ascensor. Toco el botón del ascensor y estuvimos esperando un buen rato a que baje. Se sentía una tensión en el ambiente. No pronunciamos ninguna palabra pero se sentía una tensión en el ambiente. Las dos nos miramos con una mirada cómplice. Yo me mojé los labios con la punta de la lengua. De repente, la puerta del ascensor se abrió.

Las dos entramos inmediatamente. Una vez cerradas las puertas nos fundimos en un apasionante beso. Ella colocó sus manos en mi cadera y yo puse las mías alrededor de su cuello. Nos veíamos como dos novias, como dos amantes que no se habían visto en años. Por un instante sus manos tocaron mis glúteos.

Yo estaba en las nubes, estaba a merced de quien fue alguna vez mi profesora. Sofía tenía absolutamente el control en mi. Si ella me hubiera dicho que me desnude yo lo hubiera hecho sin dudar. Era solo una marioneta de esta impresionante titiritera.

Una vez llegamos al piso de su departamento. Nos alejamos y guardamos la compostura. Para ese entonces ya eran las 5:00 de la tarde. Ella abrió la puerta con toda la delicadeza del mundo y me hizo pasar.

Para enterarse cuando subo la siguiente parte síganme en mi Instagram:

@lunaluccari.

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