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Mi crush de universidad

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Desde que entré a la universidad, y sin que mi ex novia Oriana lo supiera, había conocido a muchas chicas que se volvieron mis amigas. Incluso después de que me cambie de carrera seguía llevando con varias de mi curso anterior. Al tener más libertad después de terminar con Ori, había decidido volver a hacerme con más amigas ya que siempre me he llevado mejor con mujeres que con hombres.

Durante esta transición, comencé a llevarme bien con una chica que se llamaba Daniela. A Daniela la conocí durante mi primer semestre en mi nueva carrera, luego de dos semestres en los que no estuvimos juntos, volví a tomar clases con ella, y fue gracias a ella que pude conocer a mi crush de carrera: Clara.

Ambas se habían vuelto amigas durante los semestres que Daniela y yo no compartimos clase. Clara se me hizo muy guapa desde el primer momento en que la vi. Tenía la piel ligeramente morena casi color canela, cabello negro, un cuerpo bien definido (digno de un modelo de bikini), unos pechos bien definidos, un piercing en su nariz; en fin, una belleza en tierras mexicanas.

Gracias a Daniela, logré acercarme con ella y prácticamente nos volvimos amigos casi de inmediato. Era una chica bastante divertida y en clases solíamos hablar de cualquier tontería y media, incluso en un par de ocasiones nos pusimos a jugar Mario Kart con la consola de un amigo a la mitad de clase.

Sobra decir que me sentía atraído por ella, incluso en un halloween ella había decidido traer un escote bastante pronunciado para el disfraz que se iba a poner más tarde. Sin poder evitarlo, mi mirada se había desviado hacia sus pechos, lo cual desde luego no pasó desapercibido para ella. Me disculpe, desde luego, por mi actitud, pero ella me sorprendió con su respuesta:

—No, tranquilo, de hecho esa misma reacción es la que esperaba generar.

Sonreí ante el comentario y ella río. Aun no me sentía del todo relajado ya que no estaba seguro si realmente me lo decía en serio o porque sabía que sentía atracción hacia ella y no quería que las cosas fueran raras entre nosotros. Ciertamente era algo que yo no quería, ya que al fin de cuentas Clara me agradaba mucho como amiga.

Vaya sorpresa que me llevaría tiempo después.

Durante la época de finales, Clara me había pedido ayuda para poder terminar un ensayo. Yo ya había acabado el mío, por lo que accedí sin ningún problema. Le había sugerido que fuéramos a mi casa después de terminar la clase, ya que los apuntes y libros que necesitaban estaba ahí. En el camino a mi casa, ella me invitó un helado como pago por mi ayuda, acepte aunque no era necesario.

Mientras íbamos en el transporte público, comenzamos a hablar de tontería y media. Fue ahí cuando me di cuenta lo bien que iba vestida. Llevaba puesto un top fruncido color blanco que revelaba la parte superior de sus pechos, un short de mezclilla bastante corto y unos zapatos abiertos de plataforma. Aquel día hacía mucho calor, entonces entendía porque usaba una vestimenta tan ligera, pero en mi mente sólo podía pensar en lo sexy que se veía.

Al ver sus pechos me hizo recordar su vestimenta aquel día de halloween y por un momento pensé que si no se haría una idea errónea del por qué la había invitado a mi casa, aunque dentro de mi cabeza estaba disfrutando mucho su compañía y de la vista.

Cuando llegamos a mi casa, abrí un par de cervezas y comenzamos a trabajar en su ensayo. Mis padres solían trabajar hasta casi la noche, entonces estaríamos solos un buen tiempo.

Estuvimos fácilmente un par trabajando en su ensayo, cuando decidimos a tomar un pequeño descanso. Mientras continuábamos tomando un poco más de cerveza, estuvimos platicando a más profundidad de nuestras vidas. Quizá era el alcohol, pero termine por contarle a Clara todo lo que había pasado con Ori y lo que sucedió las últimas vacaciones que estuvimos juntos (pueden leerlo en esta página). Clara escuchaba atentamente mientras bebía de su cerveza.

—Vaya, si debió de ser duro —me dijo ella.

—Sí lo fue, más para ella que para mí, pero al fin de cuentas si lo fue. —respondí.

—¿Y aun te ves con esas chicas? ¿Lo has vuelto a hacer con ellas? —me preguntó con una risa juguetona.

—Lo hice de nuevo con Jimena, y he hablado con Valeria de hacerlo de nuevo, pero no hemos podido, no se nos ha dado la oportunidad.

—Entonces llevas un tiempo sin hacerlo —la forma en cómo lo dijo era más una afirmación que una pregunta.

—De hecho, lo hice con una amiga que vino hace poco.

—¡Ah! Entonces por eso me quisiste traer aquí —dijo Clara bebiendo de su cerveza.

—¡No! No, eso sólo se dio, no lo tenía planeado ni nada, te lo juro.

—Está bien, si tú lo dices —respondió ella con una sonrisa.

Me sentí un poco avergonzado, pero pensé que le estaba diciendo la verdad y no tenía nada por qué disculparme.

—¿Sabes? Yo sí llevo un rato sin hacerlo —dijo ella de repente.

—¿En serio? —pregunte genuinamente sorprendido—. Yo hubiera pensado que tenías novio de menos que alguien se te había declarado o algo.

—Sí, pero la verdad con ninguno se me ha antojado. Como que no me gustan lo suficiente para eso.

—Ya veo.

—Aunque sí sería bueno hacerlo, ya me hace falta un poco.

—Pues creo que no deberías rechazar a tantos entonces —dije riéndome.

—Quizá ese es el problema —respondió.

Nos reímos un poco y sin poder evitarlo volví a mirar sus pechos que el top revelaba. Podía entender que varios hubieran intentado algo con ella, realmente era una chica guapa y bastante sexy, vaya incluso yo quería intentarlo con ella.

Casi con seguridad que era el alcohol lo que me ayudaba, decidí ponerle mi mano en un muslo, casi esperando que ella fuera a quitarla, vaya fue mi sorpresa que no pasó.

—¿Y no has hablado con alguien para eso? ¿Alguien quien si te guste? —pregunté.

—He pensado en un par, pero no lo sé, prefiero que las cosas se den y no forzarlas —me respondió dejando su cerveza vacía en la mesa.

—Creo que te entiendo, la última vez que lo hice también deje que las cosas fluyeran y pues salió bien —en ese momento acerque un poco mi silla a la suya, casi sin pensarlo comencé a acariciar su pierna. El hecho que trajera un short tan corto me permitía recorrerle prácticamente todo el muslo.

—¿Y aun la vez y todo?

—Sí, claro, pero no sé si a ella le gustaría que lo volviéramos a hacer. No sé, quizá no le gustó como le hice o no sé —a cada momento me sentía más nervioso, pues volví a acercar mi silla hacia ella, prácticamente estábamos de frente el uno del otro, pero tomaba como buena señal que aún no quitara mi mano.

—¿Quién sabe? Quizá no eres tan malo como piensas.

Casi llevado por un impulso me acerqué a la orilla de la silla para estar más cerca de ella y ella respondió:

—¿Vas a besarme? —me preguntó.

En ese momento retiré mi mano y me sentí un poco avergonzado, esa era mi intención, pero su pregunta me hizo detenerme. Reí completamente nervioso y contesté.

—¡No! ¿Cómo crees?

Ella sonrió y me abrazó por mi pequeño desliz, quizá le parecía tierno o algo y en realidad tampoco quería sobrepasarme con ella. Así que también la abrace y le di un beso en la mejilla mientras nos reímos, como amigos que éramos.

Pero su aroma, había algo en su piel, olía delicioso, no sabía si era su perfume o ella misma, pero me encantaba y hacía que me excitara. Nos separamos ligeramente, nos vimos, sonreímos y nos besamos.

Besaba increíble, delicioso, tanto que hacía que comenzara a sentir mi erección crecer en mi pantalón. La tomé de la cintura y la acerque más a mí, nuestras piernas se entrecruzaron. La besaba con deseo y ella a mí.

Me separe un poco para decirle:

—¿Dices que no has cogido con alguien últimamente?

Ella me sonrió y se levantó de la silla para darme la espalda.

—No lo sé, aún tenemos que acabar mi ensayo.

En ese momento yo estaba muy excitado, la deseaba y no quería que parara ahí. Así que me acerque a Clara por atrás, la tome de la cintura y comencé a besar su cuello. Desde ahí tenía una excelente vista

—Podemos acabarlo después —le dije entre besos.

Su respiración comenzó a acelerarse y su cuerpo a moverse de un lado hacia a otro. Baje una mano hacia su entrepierna y comencé a acariciarla. Unos ligeros gemidos salieron de su boca mientras su cuerpo volvía a moverse de un lado a otro, señal que le gustaba lo que estaba haciendo. Volteó el rostro y volvimos a besarnos. Así estuvimos unos momentos antes de que me separara de ella.

—¿Qué dices entonces? —pregunte mientras continuaba acariciando su entrepierna.

Ella tan sólo se volteó y me empujó directamente hacia el pasillo. Mi cuarto estaba hasta el fondo, así que la tome de la cintura y comencé a caminar hacia atrás mientras nos besábamos, pero a cada momento me sentía más y más excitado y no podía esperar a verla desnuda.

A la mitad del pasillo, empuje a Clara contra la pared y levante su top para quitárselo, ella alzó los brazos para poder ayudarme. Mi sorpresa radico en ver que no llevaba sostén y por un momento me hizo pensar si no tenía planeado esto, pero deje de darle importancia y comencé a besar sus pechos y chupar sus pezones que ya estaban duros. Clara abrazó mi cabeza y a jugar con mi cabello mientras sus gemidos se hacían más fuertes. Mientras atacaba sus pezones con mi lengua, mi mano apretaba el otro pecho, lo que hacía que ella apretara mi hombro y se mordiera el labio.

—¡Quítate esto! —me ordenó comenzando a quitarme la playera.

Me separe de ella para ayudarla, en cuanto lo hizo comenzó a besarme mi pecho, subiendo hasta mi cuello mientras su mano comenzaba a quitarme el cinturón. Me quite los lentes y los arroje junto mi playera al suelo en el momento que ella hacía lo mismo con mi cinturón. Volvimos a besarnos mientras la llevaba a mi cuarto. En cuanto llegamos, la tomé del brazo y la lance a la cama, boca abajo y luego tomé su cintura para hacer que elevará su trasero hacia mí.

—No te gusta perder el tiempo ¿eh? —me dijo mientras bajaba su short hasta revelar unas bragas completamente negras.

Antes de que pudiera hacer algo, ella me empujó ligeramente con el pie para que pudiera sentarse sobre la cama, luego tomó con su mano el borde de mi pantalón y lo bajó casi de un tirón. Metió mi mano en mi boxer y comenzó a masturbarme mientras yo apretaba uno de sus pechos.

—Tienes unos increíbles pechos —le dije mientras observaba como me quitaba el bóxer y continuaba masturbándome—. Me encantan.

—Lo sé, no podías quitarle la mirada de encima en todo el rato —me dijo ella con una sonrisa.

Luego tomó mi pene y se lo colocó entre los pechos y comenzó a subirlo y a bajarlos. La sensación mando descargas a mi cerebro y a todo mi cuerpo, la suavidad de sus pechos se sentía increíble en mi falo. De vez en cuando, Clara sacaba la lengua para lamer apenas la punta de mi pene, la combinación hacía que me fuera al cielo. Sentía que estaba a punto de venirme.

La detuve, porque aún quería disfrutar de ella un poco más. La tome de las manos y la volví a lanzar contra la cama. Sin darle tiempo de responder, me dirigí directamente hacia sus piernas, hice a un lado su ropa interior y comencé a comerle el coño. Desde luego que ya estaba completamente húmedo, no sabía desde cuando Clara estaba así, pero ahora iba a hacer que se mojara aún más.

Su cuerpo se retorció por mis lamidas, recorría todo su coño, desde arriba hacia abajo y luego daba unas cuantas vueltas alrededor de sus labios. Los gemidos de Clara se transformaron en gritos de placer. Su clítoris finalmente decidió asomarse para poder jugar, así que lo ataque con la punta de mi lengua mientras introducía dos de mis dedos en ella. Clara tuvo que cubrirse la boca debido al grito que iba a soltar.

Sus piernas se estremecían y sus dedos jugaban con mi cabello, podía ver como con su otra mano apretaba uno de sus pechos tan perfectos.

—Así, así, no pares. ¡Ah!

Acompañe mi lengua con mi dedo pulgar para continuar con su clítoris. Está vez ella no pudo resistir el grito.

—Quiero sentirlo, quiero sentir tu verga dentro de mí —me dijo sin dejar de apretarse los pechos.

Le di un par de lamidas más antes de quitarle finalmente las bragas, alzarme y acercarme a besarla mientras apuntaba mi pene hacia su coño. Con la punta acaricie sus labios vaginales y podía sentir el gemido en su garganta mientras nuestras bocas continuaban besándose. Besé su cuello mientras la penetraba lentamente, podía sentir sus uñas clavarse en mi espalda a cada centímetro que se perdía dentro de ella. Cuando llegué al fondo de su dilatado coñito, me susurró al oído.

—¿Qué esperas? Dame lo que quiero.

Inspirado por su petición, comencé a darle con rapidez. Me separé ligeramente para ver cómo sus pechos subían y bajaban al ritmo de mis embestidas. Clara se mordía el labio con una sonrisa mientras bajaba la vista para ver cómo se la estaba metiendo.

Me alejé un poco más para poder tomarla de la cintura y aumentar la velocidad de mis penetraciones. Ella tan sólo gemía y se agarraba de las sabanas. Me sentí cansado y ella pareció notarlo.

—¿Quieres cambiar de posición? —me preguntó.

Asentí y ella tan sólo se acercó a mí y me besó mientras me empujaba para que estuviera yo acostado en la cama. Cuando fuera yo el que estuviera acostado, Clara acercó su cabeza a mi falo y comenzó a lamerlo lentamente, como si estuviera probando un dulce. La forma en cómo lo hacía me hizo recordar el helado que habíamos comprado antes de venir a mi casa; para mí, estaba lamiéndolo de la misma forma como lo había hecho con ese helado. Chupó mi verga un par de veces antes de colocarse encima de ella, aun sin que se lo metiera.

—Ahora me toca trabajar a mí —me dijo moviendo su cadera hacia adelante y hacia atrás.

Sus labios vaginales abrazaban mi pene y podía sentir como recorría mi falo de arriba abajo. Me encantaba cuando hacían eso conmigo. Ella cerró los ojos y su cara demostraba que también lo estaba disfrutando, después de un tiempo se detuvo, tomó mi pene y poco a poco se la introdujo hasta llegar al fondo.

Comenzó a cabalgarme con maestría, se veía como una diosa, sobre mí, con sus pechos rebotando y yo tan sólo podía mirar. La tomé del trasero para hacer que subiera y bajara con más velocidad y sin poder evitarlo le di una nalgada. Ella se inclinó ligeramente hacía mí para dejarme sus hermosos pechos a mi alcance para poder chupar sus pezones mientras ella continuaba moviendo su cadera de arriba abajo en mi verga.

Nuestros gemidos estaban casi sincronizados, su coño se sentía delicioso y cada que nos besábamos hacían que mi placer aumentara.

Detuve a Clara un momento para hacer que se levantara de mí y que se diera la vuelta, ella tan sólo se dejó hacer. Atraje sus piernas hacia mi rostro y ella se río en cuanto la jale.

—Que rudo —dijo entre risas mientras tomaba mi pene entre sus manos.

Comí de su coño mientras ella comenzaba a chupar mi miembro. El mejor 69 que he tenido en mi vida. Me esforzaba demasiado, haciendo que Clara se detuviera para poder disfrutar lo que yo le hacía y cada que le daba un respiro, ella intentaba recuperar el tiempo perdido chupándomela lo más profundo que podía.

—Ven acá —me ordenó reculando hacia adelante.

Por la posición supe lo que quiso. Me levanté y me acerque a su trasero mientras ella se ponía en cuatro para mí.

—Dame muy duro por favor —me dijo mientras acariciaba su trasero.

Apunte la punta de mi miembro y le di lo que quería. La penetre lo más duro que podía, haciendo que su trasero rebotara contra mi pelvis e hiciera ruido cada que lo hacía.

Clara volvía a gritar con cada embestida que le daba, sus manos fueron directo al borde del colchón para intentar agarrarse y la cama se movía a nuestro ritmo.

—¡Ah! Creo que me voy a venir así —le dije sentir el orgasmo llegar.

—¡No! Espera, quiero hacer algo más —me dijo retirándose—. Levántate.

Obedecí, con el miembro palpitando. En ese momento Clara se acostó boca arriba con la cabeza colgando en la orilla de la cama.

—Ven aquí —me ordenó.

Obedeciéndola, acerque mi miembro a su boca y ella comenzó a chupármela de nuevo. La posición era muy diferente a lo que había hecho en mucho tiempo, sin poder evitarlo comencé a mover mi cadera como si estuviera penetrándola, tan sólo escuchaba como su boca se comía mi falo y eso me excito demasiado. Tenía al alcance su coño, así que estiré mi mano y comencé a masturbarla de nuevo. Sus gemidos eran apagados por mi miembro en su garganta y sabía que no podía durar mucho así.

—¡Me vengo! —grité entre gemidos.

Saque mi miembro de su boca y me corrí directamente en sus pechos y en su cuerpo. Cuando el orgasmo terminó ella alzó la espalda y giró la cabeza para verme.

—No estuvo mal —me dijo con una sonrisa.

—¿Tú llegaste?

—La verdad es que no.

—Aun puedo solucionarlo —le dije acercándome a ella por la espalda.

Antes de que ella pudiera responder o siquiera moverse, agarre sus brazos y los sostuve con mi brazo mientras introducía dos dedos en su coño húmedo.

—Dios, sí, sigue —me dijo mientras seguía mis dedos seguían explorando dentro de ella.

Levante un poco su cadera para tener mejor movimiento. Sus gemidos en mis oídos hacían que mi erección no bajara. Sentí su orgasmo llegar, pero aun así no deje de castigar su coño, hasta que finalmente, de un fuerte espasmo, su cuerpo se inclinó hacia adelante y ella soltaba un grito de placer.

Cuando el orgasmo pasó ella se dio la vuelta en la cama para poder verme. Mi corrida aún estaba en su cuerpo y ella la miró con una sonrisa.

—¿Sabes? Si tu amiga piensa que no coges rico, está muy equivocada.

Sonreí por el cumplido, mi miembro aún estaba erecto y yo me la estaba jalando ligeramente.

—¿Qué dices? ¿Round 2?

Note cómo Clara lo pensaba, pero se sentó en la cama y me miró.

—Creo que no, aún necesito acabar mi ensayo ¿recuerdas?

—Oh, cierto,

Mentiría si no estaba un poco decepcionado por esa respuesta, incluso creo que en mi tono se lograba apreciar esa decepción, porque Clara agregó.

—Otro día lo hacemos. Lo prometo.

Eso me subió los ánimos un poco.

—De acuerdo, estuvo excelente, por cierto. Estuviste increíble, bastante sexy.

—Gracias, tú también —bajó la mirada hacía mi corrida en su cuerpo—. ¿Crees que pueda bañarme? No me gustaría traer esto todo el día.

—¡Oh! Sí, claro. Si quieres entra, te dejare tu ropa dentro del baño para cuando acabes.

—Gracias —respondió ella dirigiéndose al baño que estaba al lado de mi cuarto.

Recogí nuestra ropa, le deje la suya en el baño y espere a que terminara. Cuando lo hizo, regresamos al trabajo de su ensayo, ahora con un humor mejorado.

Cuando terminamos, la acompañe hasta su casa y nos despedimos con un beso en los labios, después de la tarde que pasamos juntos.

—Te deje algo en tu cuarto —me dijo—. Me lo devuelves para la próxima vez que vaya.

Me preguntaba a qué se refería con eso. En cuanto regresé a mi casa, mis papás ya habían llegado, me preguntaron cómo había sido mi día y tan sólo les dije que había tenido una tarde excelente. Fui rápido a mi cuarto y encontré las bragas negras de Clara debajo de mi almohada y entendí lo que me quiso decir.

Definitivamente se las iba a regresar la próxima vez.

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