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Mi esposa accedió a follar con nuestro amigo (3)

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Salí del trabajo impacientemente para ir a almorzar con mi esposa para que ella me contara todos los pormenores de su aventura sexual hace pocas horas con nuestro amigo, ahora su amante, Miguel.

–¡Elena mi amor! Buenas tardes. ¿Dónde estás cariño? ─llamé a mi esposa impaciente para que me contara la follada que ella y Miguel habían disfrutado por la mañana en mi propia cama.

–¡Estoy aquí en la cocina mi cielo, ahorita salgo mi amor!

Nos encontramos en el comedor, nos dimos un fuerte abrazo y un beso apasionado. Yo estaba con la pinga erecta, prácticamente había estado así toda la mañana pensando cómo estaría disfrutando mi esposa en la cama con otro hombre. Luego ella baja su mano derecha y me comienza a frotar sobre el pantalón notando que mi polla se encontraba como un garrote.

─Wow mi cielo, siento que estás bien arrecho… mmm ya me imagino por qué ¿sí? Jajaja

─Aaay cariño, si supieras cómo he estado toda la mañana pensando en que tú y Miguel estarían cachando de los más rico y yo no podía ver esa placentera escena. A ver princesa, por favor cuéntamelo todo con lujo de detalles −Elena y yo nos sentamos en la mesa y allí me comentó desde que ingresó Miguel a nuestra casa, todo lo que hicieron y conversaron hasta que se fue.

─Pero hay una cosa cariño −continuó comentándome mi esposa –Miguel quiere que un amigo suyo participe en nuestros encuentros sexuales, yo le dije que por mí no hay problema, que en todo caso lo iba a consultar contigo. ¿Qué opinas amor?

–¿Qué opino? ¡Por supuesto que sí preciosa, sería más excitante y morboso si otro hombre se une a nuestro grupo! Pero dime ¿será de confiar ese tipo? No quiero que más tarde tengamos problemas, tú ya sabes cuales cariño.

─Miguel me comentó que lo conoce hace mucho tiempo, incluso desde su niñez son “amigos del alma”.

−Bueno, si es así no habría ningún problema. Entonces mi cielo, ¿qué te parece para este sábado los invitamos a almorzar? Como viendo el partido de Universitario con Alianza Lima y llevamos nuestros hijos a la casa de tu mamá ─le propuse a Elena.

−Jajaja… ¡Vas a estar como loquito que pasen los días volando para que llegue sábado! ¿Verdad amor?... jajaja…

−Jajaja… en verdad que sí cariño, pero te quiero contar algo mi amor, que no te lo conté porque tú te me adelantaste.

–¿Qué pasa cariño? ─preguntó Elena intrigada.

–¿Te acuerdas de Humberto Benavente, que fue mi jefe cuando vivíamos en Trujillo?

−Claro que me acuerdo de él, es un “churro” de hombre, aparte de eso es todo un caballero y encantador, muchas veces lo invitaste a nuestra casa y recuerdo también que se notaba que yo le gustaba mucho, más aún la forma cómo me miraba con esos ojitos de deseo. ¡Cómo no me voy a acordar de él!

─Pues bien lo he invitado para este sábado a almorzar a nuestra casa.

─Amor, pero si este sábado vamos a tener ese día especial para nosotros cuatro… ¿o le has comentado algo mi cielo? ─preguntó intrigada mi esposa.

−Bueno no exactamente. Nunca te lo conté, pero con Humberto más que jefe a subordinado somos amigos, siempre nos hemos llevado bien desde el punto de vista laboral como amical. Me acuerdo que cuando nos sentábamos a tomar unas cervezas comentábamos mucho sobre ti, en particular él siempre me preguntaba cómo estabas, me decía que eras una mujer muy hermosa y de buen cuerpo, y una vez se me salió y le dije: “uuuy Humbertito me da la impresión que te la quieres cachar a mi mujer”. Solté una carcajada porque se puso rojo de vergüenza y le expresé que no se ponga así, que no hay problema, además le dije que me excitaba que otros hombres deseen sexualmente a mi esposa. Cuando regresamos a vivir en Chiclayo siempre hemos estado en constante comunicación, y hoy día me avisó que este sábado llegaba a nuestra ciudad y le invité para almorzar.

─Puuucha Javier, no sé que van a pensar tus amigos de mí, ya me imagino que dirán que soy una mujer insaciable, aunque en el fondo mi amor me gusta sentirme una puta, me gusta sentirme deseada, me gusta que el hombre que esté conmigo termine satisfecho, que goce usando mi cuerpo, ¡Carajo, ya me estoy mojando mi amor! ¿No te molesta lo que te digo cariño?

─Jajaja princesa, a mí me encanta verte cogiendo con otros hombres, me excita sobremanera, así que no te preocupes amor −le encaré a mi esposa.

En eso llegaron los niños del colegio y ya no pudimos continuar nuestra conversación. Yo vaticinaba que en la noche íbamos a tener una cogida espectacular como que así sucedió.

Llegó el sábado. Después de dejar a los niños en la casa de mi suegra regresé a casa y encontré a mi esposa terminando de preparar un delicioso cebiche y un ají de gallina que sabía de maravilla, platillos de la cocina peruana, además que mi esposa es una experta cocinera.

Ya eran las 11.30 de la mañana y Elena subió a darse una ducha y cambiarse de ropa para la ocasión y verse más hermosa ya que la invitación se había concretado para la 1 de la tarde.

Bajó como a las 12.45 pm y me preguntó cómo se veía.

─Mmmm amor, estás como para comerte todita, bellísima, sexy, sensual y atrevida. Creo yo que nos vas a tener con la verga parada durante toda la velada. ¡Eres toda una diosa del Olimpo! −le dije sorprendido, ya que había bajado de nuestra habitación con un polo de algodón blanco sin mangas ceñido al cuerpo y bien escotado en que se le notaba los pezones de sus grandes y bien paradas tetas; una minifalda color granate volada a 10 cm. por encima de su rodilla; unas sandalias del mismo color de la falda con tacón aguja que le estilizaba el cuerpo notándose más provocativa.

–Jajaja, ¿No me veo muy zorra mi amor? Es que me gusta provocar a los hombres, me excita y me pone más cachonda.

−No te preocupes cariño, nuestros invitados se van a quedar estupefactos. Además, no son ni tu familia ni mi familia los que se van a sentar en nuestra mesa, así que pierde cuidado mi adorable princesa ─besé sus labios apasionadamente y metí mi mano debajo de la falda para frotarle un poco el clítoris.

−aaah, aaah, aaah… mi amor, ya me estoy mojando, mmm, mmm, mmm, ¿me sientes mojada cariño?

─Sí preciosa, así me gusta verte y sentirte muy cachonda −le respondí. En eso sonó el timbre de la casa–Ya llegaron mi cielo. Voy a abrirles.

Aparecieron Miguel y Luis. El primero me presentó a Luis.

−Hola Javier, mucho gusto, dime Lucho para los amigos. Gracias por la invitación. Mmm, qué rico olor sale de la cocina.

─Elenita es una experta en el arte culinario, ¡qué afortunado es Javier! -comentó Miguel.

−Pasen muchachos, vamos a sentarnos a la sala para conversar un poco y tomarnos un aperitivo, dentro de un momento sale mi esposa ─les comenté.

La conversación con Miguel y Lucho se llevó bastante amena, estuvimos bebiendo cerveza y comentando del partido de fútbol que estaba programado para la 5 de la tarde. No habrían pasado más de 10 minutos y el timbre de la puerta volvió a sonar.

−Creo que es Humberto muchachos, voy a abrirle y enseguida estoy con ustedes ─les comenté a ellos que había invitado a un amigo que es de la ciudad de Trujillo.

Abrí la puerta y efectivamente era Humberto, nos dimos un fuerte abrazo ya que no nos habíamos visto cerca de un año.

–¡Hola Humberto, ¡qué tal!, ¡cómo te va! Caray a los tiempos que nos vemos amigo, pero tú estás igual como te dejé la última vez que nos vimos ─le dije a Humberto.

–¡Hola Javier! ¡Qué tal hermano! A los tiempos compadre. Tú también igual como siempre. ¿Y Elenita cómo está?

─Ahorita baja mi hermano, tú sabes cómo son las mujeres para arreglarse, siempre quieren verse bellas −le respondí a Humberto.

─Caramba Javier, pero ella no necesita arreglarse ni maquillarse, pero bueno, como dices tú es propio de la naturaleza de la mujer.

−Vamos a la sala Humberto para presentarte a algunos amigos que ya los había invitado para ver el partido de la “U” vs. Alianza, aunque yo sé que tú eres hincha del Sport Boys, por tus venas corre sangre rosada ¿no? Jajaja…

Humberto tenía aproximadamente unos 45 años, de contextura atlética, ya que era asiduo visitante de los gyms. Les presenté a mis amigos que se encontraban en la sala y nos acomodamos todos allí. Estuvimos conversando y bebiendo los cuatro por espacio de 20 minutos cuando en eso aparece Elena exquisitamente bella y provocativa.

─Buenas tardes chicos, ¿cómo están?, disculpen por favor la demora −apostilló mi esposa.

Todos al unísono le dijeron que no se preocupara, que entendían sus quehaceres domésticos, que tenía que arreglarse, etc. A la vez mencionaron de lo hermosa que estaba, etc.

─Jijiji, gracias chicos por su comprensión y sus halagos, me hacen sentir bien −respondió Elena a sus elogios.

─Cariño te presento a Lucho, amigo de Miguel y ahora amigo nuestro también; ya conoces a Humberto que no es necesaria la presentación al igual que a Miguel ─los tres estaban maravillados con la belleza y sensualidad de mi mujer.

−Encantada Lucho de conocerte, si eres amigo de Miguel, entonces eres amigo nuestro. Bienvenido. Y tú Humberto a los tiempos que nos vemos, ¿qué ha sido de tu hermosa vida? ¿cómo te está yendo por Trujillo?

Después de las presentaciones y demás actos de cortesía pasamos todos a conversar a la sala. Continuamos bebiendo algunos tragos, mi esposa solamente tomaba pisco. Puse baladas como fondo musical para entonar mejor la reunión y pasados 20 minutos mi esposa se levantó y nos trajo a cada uno de nosotros un plato de cebiche que nos deleitamos todos. El que recibía el plato de mi esposa disfrutaba la manera como le colgaban la tetas lo cual lo hacía de manera muy lenta para que nuestro amigo pudiera disfrutar de ello y los que estaban en la parte trasera se deleitaban mostrándoles el rico, grande y redondeado culo de ella puesto que por dentro solamente llevaba un hilo dental, la vista era bastante buena porque le ayudaban los tacones aguja que eran bastantes altos y le levantaban el trasero.

Después de haber consumido el plato de cebiche y por el excesivo alcohol que todos estábamos consumiendo la conversación se hacía más amena, las bromas iban y venían, los chistes subidos de tono de igual manera, todos estábamos bastante alegres, ya nos habíamos desinhibido y como siempre se tocó el tema sexual. Mi mujer se reía por cualquier tontería de esta índole.

─Elenita, dime una cosa, ¿tú crees que el tamaño importa? −preguntó Lucho.

–¿El tamaño de quién Lucho? Jajaja −respondió con otra pregunta Elena.

−Jajaja, el tamaño del pene Elenita, ¿tú cómo lo prefieres? ─preguntó Miguel.

−De mediano a más Miguelito. Una mujer quiere sentirlo en toda su vagina, eso es obvio corazón. ¿Y tú cómo lo tienes Miguel? ─preguntó mi esposa.

−No quiero decirte nada porque vayas a pensar que estoy exagerando ─respondió Miguel.

En eso comenzó a escucharse una canción de Roberto Carlos titulada “Cóncavo y convexo”.

–¿Me permites bailar contigo esa melodía?… claro está con el permiso de Javier −preguntó Humberto.

─Claro Humberto y eso va para todos, lógicamente si accede Elena −le respondí.

Por lo tanto, Elena y Humberto se pusieron a bailar. Éste le acercaba tanto a su cuerpo que Elena pudo sentir su falo erecto y lo miró con una sonrisa pícara; al mismo tiempo Humberto colocó sus manos a la altura de la cintura tocando la parte de arriba de la falda por lo cual ésta se subió un poco y todos nos deleitamos apreciando el hermoso culo de mi mujer.

─Te ves deliciosa Elenita, no te imaginas cómo tengo la verga amor –Humberto le decía al oído.

─Aaay Humberto, siento algo duro en mi entrepierna, mmm se nota que estás bien arrecho. ¿Pero que he hecho yo para que te pongas así? −preguntó Elena.

─Yo diría ¿qué nos has hecho a todos amor? ¿No te has dado cuenta que todos estamos arrechos por ti? Eres el centro de atracción en esta sala, creo que todos estamos aquí con la pinga parada.

−Jajaja, estás loco Humberto. Son ideas tuyas, estás exagerando corazón. Soy una mujer común y corriente, yo los noto a todos alegres y divertidos ─acotó Elena.

Terminó la canción y todos aplaudimos. Elena con el propósito de ponernos más cachondos respondió los aplausos con una inclinación de cuerpo más pronunciada y dando vuelta alrededor del centro de la sala, donde pudimos apreciar todas sus tetas que colgaban de maravilla y su gran culo que estaba pidiendo guerra.

─Ay chicos, me olvidé que tengo que servirles el ají de gallina, deben estar hambrientos −se acordó Elena.

–¡Nooo Elena, ya lo sirves en otro momento! −todos respondimos al unísono.

Escuché que en voz baja que Lucho le decía a Miguel: “si supiera que estamos hambrientos por ella” y ambos se rieron.

─Sí Elenita, no te preocupes con el cebiche que nos hemos comido y el trago en verdad no tenemos hambre −aclaró Lucho.

─Bueno, si es así no hay ningún problema chicos −respondió mi esposa.

Continuamos con los tragos, contando bromas picantes, mis amigos coqueteando con mi esposa y ella insinuándoles mostrándoles un poco más las piernas que en forma disimulada levantaba la falda. Ya todos estábamos completamente ebrios y más mi esposa, que se reía por cualquier tontería que se decía.

Cada uno de ellos le sacaba a bailar alguna que otra balada y que como no queriendo la cosa le tocaban las nalgas por encima de la falda. Yo estaba que marcaba a mil, producto de la excitación, no dejaba que faltara trago, ya que eso motivaba que mis amigos se aprovecharan más de mi esposa y ella se dejara tocar. Cuando terminaba alguna pieza musical Elena se sentaba al lado de cualquiera de ellos. Vi que en alguna ocasión se sentó al lado de Miguel y él a través del polo le tocaba uno de los pezones.

−Ay Miguelito compórtate, que van a decir los demás chicos ─reclamaba Elena. Por el otro lado Lucho le acariciaba una pierna.

─Mi amor, estás riquísima, estoy muy arrecho Elenita, ya no aguanto más −le decía Miguel a mi mujer cuando bailaba. En eso Miguel mira a Lucho y con los ojos le hace una señal para que se acerque a bailar al mismo tiempo.

−Pero ahora que vayas a tu casa te coges a Rocío, y estoy seguro que no solamente te la vas a coger, sino que harás que te chupe la verga, jajaja…

─Sí pues, pero tú cachas más rico y chupas la verga como las diosas mi amor −respondió Miguel.

─Yo también quiero bailar −dijo Lucho levantándose y colocándose a espaldas de Elena. Por lo tanto, mi esposa tenía por delante a Miguel y por detrás a Lucho, ambos abrazándola–Elenita, estás provocativa, me tienes con el garrote a punto de reventar le dijo al oído.

─Jajaja Luchito, no exageres, ten cuidado corazón que allí está mi esposo ─replicó Elena.

─Javier no va a decir nada mi amor, al contrario, veo que está arrecho de ver a su mujer bailando apretujada con dos hombres ─le dijo Miguel. En eso éste comenzó a besarle el cuello a Elena en forma muy discreta hasta que terminó la música.

Todos regresaron a sus respectivos asientos y le dije a mi esposa:

−Cariño ¿te estás divirtiendo?

─Sí mi cielo, y no sabes cuánto. Estoy bien arrecha Javier, me excita todo lo que está pasando, me pone super cachonda −respondió Elena–nada puede hacer más feliz a una mujer que estar rodeada de hombres arrechos ocasionado por ella.

−Me permites bailar esta pieza Elenita ─preguntó Humberto a quien mi esposa accedió y cuando estaban bailando le dijo: Elena me tienes bien empalmado corazón, mi verga está que late a 1.000 por hora.

–Jajaja, no sabía que tu pinga tenía corazón Jijiji ─le preguntó Elena haciéndose la tonta.

−Jajaja, cariño, tengo ganas de cacharte en este instante, mi verga está latiendo de impaciencia y está llorando de ganas por ti.

─Jajaja, eres bien arrecho Humbertito, aunque lo debí suponer cuando vivíamos en Trujillo las miradas lascivas que me lanzabas. ¡Eres un pervertido! Jajaja… ─se divertía Elena y a la vez la ponía más cachonda con las palabras de Humberto. En eso Miguel se levanta y se pone a bailar detrás de Elena, ya en forma descarada por encima de la ropa le sobaba sus tetas, su vientre y su culo ante la vista y paciencia de todos los presentes incluyendo yo por supuesto.

−Ay Elena, nos estás castigando, tengo deseos de penetrarte mi amor ─susurraba Miguel al oído de Elena y seguidamente metió sus dos manos por debajo de la falda de mi mujer y comenzó a bajarle la tanga de hilo dental hasta que cayó al piso.

–¡Bravo, bravo! ¡Elena, Elena, Elena! ─todos los que estábamos vimos el espectáculo y comenzamos a vitorear.

–¡Oye huevón! ¡Me has sacado el calzón pendejo de mierda! ¿Qué van a pensar estos arrechos? –reclamó Elena, pero sin mucha convicción.

−No te preocupes mi amor ─le dijo Humberto a mi mujer–¡ya ves cómo a todos les ha gustado e incluyendo a Javier!

–¡Son todos unos puercos arrechos mete vergas! Jajaja – exclamó Elena. Después de decir eso Humberto empieza a besarle el cuello a Elena y a la vez Miguel sacó su cipote y le clavó de un solo viaje dentro del coño de mi mujer por la parte trasera.

−Aggg, oooh, ¡Sácalo pendejo! ¡Me estás cachando delante de todos y delante de mi marido! ¡Sácalo, sácalo, sácalo hijo de puta! Mmm, mmm, mmm ─se quejó Elena. Miguel ni caso le hizo y comenzó a hacerle un mete y saca potente. Entre tanto Humberto le sacó el polo a mi mujer y empezó a chuparle las tetas una por una.

Lucho al mirar tan excitante espectáculo se levantó y se unió al trío tomando la cabeza de Elena a la cual le dio un beso largo con todo y lengua. Mientras tanto yo saqué mi celular y comencé a filmar la escena pornográfica cuya protagonista era mi propia esposa con mis amigos.

−Mmm, mmm, mmm, ─gemía mi mujer. Cuando soltó sus labios de los de Lucho vociferó: aaah, aaah, aaah, así, así, así… mmm qué rico Miguel me la ensartas… oooh, oooh, oooh, sigue chupándomela las… aaag, aaag, aaag… las tetas Humberto. ¡Qué rico, qué rico, qué rico!

Miguel le quitó la minifalda a mi esposa dejándola completamente desnuda, lo único que le cubría su cuerpo fueron las sandalias de tacón aguja que las tenía puestas. Enseguida tanto Miguel como Lucho y Humberto comenzaron a desnudarse, mientras que yo continuaba filmando la morbosa escena que me regalaba mi esposa.

─Ay Miguel ¡me has dejado desnuda cabrón!, pero sigue, sigue oooh, oooh, oooh, metiéndome tu aaag, aaag, aaag verga… dentro de mi coño, mmm, mmm, mmm…

Luego cambiaron de turno. Mi esposa no lo podía creer, Miguel cedió el lugar a Lucho que comenzó a perforarle la concha a Elena por detrás, mientras que éste le chupaba las tetas y Humberto le morreaba los labios. En cuanto pudo hablar Elena vociferó:

−Oooh, oooh, oooh, ¡Son ustedes unos cabrones! ¡Se están aprovechando de mí! Sííí, sííí, sííí, mmm, mmm, mmm. Sólo soy una puta para ustedes cabrones, aaah, aaah, aaah… ─gemía y sollozaba Elena del placer que le estaban dando sus tres amantes.

−Sí Elena, eres nuestra puta, nuestra zorra ─decía Lucho–te gusta la pinga, grande y dura, no te satisfaces con una sola polla, quieres más y más.

─Aaag, sí Luchito amor, siento tu verga grande y dura, mmm, síguemela metiendo, así, así, así, háganme sentir su puta, su zorra, su prostituta, oooh, −gemía y jadeaba del intenso placer que sentía mi esposa.

Después de más de 10 minutos en que estaban en esa posición, mientras yo filmaba de mi celular, Humberto se sentó en el sofá y les dijo a Miguel y a Lucho que la llevaran con él, Elena puso sus rodillas encima del sofá y se sentó introduciéndose la pinga de Humberto en lo más profundo de su ser.

─Aaag, rico, oooh, Humberto tu garrote me parte en dos mi amor, sííí, es una delicia… ¡Qué rico sentirse una puta! Aaah, aaah, aaah… −resoplaba Elena devastada por la lujuria que sentía al tener incrustada la verga de Humberto.

Entre tanto Lucho se puso detrás del sofá acercó la cabeza de Elena hacia él y le metió su garrote dentro de la boca de ella, quien comenzó a chuparla con placer.

─Sluuup, Luchito que buena pinga te manejas cariño, sluuup… mmm, está riquísima amor −le decía Elena a Lucho.

Mientras que Elena estaba gozando de ambas vergas, Miguel por la parte de atrás le estaba perforando el ano con su lengua, se la metía hasta donde podía entrar toda su lengua, luego la sacaba para recorrer su orificio anal, enseguida volvía a meter por ese agujero estrecho en un mete y saca constante, para sacarla y recorrer alrededor de su ano varias veces.

─Mmm, mmm, aaah ─gemía mi esposa–¿qué estás haciendo con mi culo Miguelito? Oooh, así, así, así, ¡qué rico lo haces Miguel! Mmm ¡Son ustedes unos degenerados! Tratar así a una pobre mujer, tratarla como una puta,sigan, sigan sigan… soy una señora de su casa, aaag, sigan, mis cacheros, oooh…

Se levantó Miguel, puso su estaca en la entrada del ano de Elena y se la empujó de un solo tirón hasta el fondo.

─¡qué bruto eres Miguel!¡no tienes compasión de esta dama!, ¡se siente rico! ¡muy rico, muy rico, muy rico! ¡qué delicia estar empalada por tres poderosas vergas! sigan, sigan mis cacheros…

En esa posición estuvieron los cuatro, mi mujer y sus tres vergas que le llenaban sus tres agujeros en un mete y saca incesante. Ya tenían así bastante tiempo, cuando mi esposa comenzó a “explotar” espectacularmente.

–¡Me vengo, me vengo, me vengo, meee veeengooo! Aaah ─se corría espectacularmente Elena y al mismo tiempo Lucho le inundaba la garganta de leche, Miguel eyaculaba copiosamente dentro del recto de ella y Humberto le llenaba de abundante semen toda su vagina.

Aproveché la situación y de inmediato me desnudé y me coloqué detrás de Elena y comencé a perforarle el orto, con un mete y saca delicioso ya que estaba bien lubricado con la leche de Miguel.

−Ufff, pensé que no me ibas a cachar cariño, aaah, tus amigos, me han llenado, mis agujeros de puro semen, aaag, tu mujer es una puta, oooh…

De tanto meter y sacar mi verga del recto de mi esposa, ya no podía más así que le inundé con abundante semen, mezclándose con el semen que había depositado hace algunos instantes Miguel, al mismo tiempo Elena llena de lujuria tuvo su segundo orgasmo.

–¡Me corro, me corrooo, me corrooo! Aaah, aaah… ─deliraba de placer mi esposa que cayó semi desmayada sobre el pecho de Humberto y después de unos minutos nos dijo:

−Caray chicos, he recibido los polvos más placenteros de mi vida −ella se soltó de Humberto que todavía tenía su pinga dentro de la concha de Elena y se recostó al lado de éste–¡qué sensación tan divina! He recibido semen en mi boca, en mi coño y doble ración dentro de mi culo. ¡Qué delicia, qué placer! Voy a levantarme para servirles el ají de gallina, que más que seguro ahora sí deben estar hambrientos… jajaja…

−Jajaja, sí Elenita, ahora si estamos hambrientos, jajaja. Mas bien nosotros estamos agradecidos a ti y a Javier, en verdad eres una mujer maravillosa, estoy seguro que todos hemos gozado en grandes proporciones ─comentó Lucho.

Todos agradecieron y manifestaron estar felices por ese encuentro sexual. Luego Elena se fue a la cocina desnuda a servir el almuerzo atrasado.

−Bueno chicos, voy a calentar y servirles el almuerzo, no les importa que esté desnuda ¿no? Jajaja, ¡qué les va a importar si ya me vieron toda y todos mis agujeros! Jajaja… ¡y lo mismo va para todos ustedes, vamos a sentarnos a la mesa totalmente desnudos, al fin y al cabo estamos en verano y está haciendo mucho calor, más tarde les tengo una sorpresa. ¿Ok?

─Jajaja, ok Elenita −todos rieron y aceptaron unánimes.

─Muchachos si desean lavarse o ducharse pasen al baño, en el gabinete están las toallas ─les indiqué a nuestros amigos.

Después que Elena terminó de poner la mesa con los platos servidos comenzó a llamar a todos los muchachos para que se acerquen a almorzar:

–¡Chiiicoos, ya está servido el almuerzo! Acérquense por favor, sino se va a enfriar.

La conversación fue como siempre muy divertida, amena, graciosa, bebiendo nuestros tragos; de vez en cuando alguien lanzó un chiste colorado y otros más lo siguieron. Luego se tocó el tema del cuerpo de Elena, todos la alababan diciéndole que era muy hermosa, que tenía un cuerpo espectacular y que cachando no le ganaba ninguna mujer.

─Jijiji, no sean exagerados chicos −replicó mi esposa–yo creo que soy una mujer como otras, la diferencia es que no soy cucufata, ni hipócrita y me muestro como soy tanto en la vida cotidiana como en lo sexual. No lo niego me gusta el sexo, soy bastante arrecha, y lo digo sin vergüenza alguna y delante de mi esposo, mi cuerpo me pide sexo todos los días. Es natural y comprensible que Javier no me puede atender como yo quiero y lo comprendo, ya que él tiene mucha responsabilidad en el trabajo y mucha presión, llega cansado a casa y el hombre no es como la mujer se desgasta más rápido y se demora en reponerse mucho más tiempo, que es todo lo contrario a lo que somos las mujeres… Uuuy, me duele todavía el culo y todavía me baja el semen tanto de la concha como del culo; caray, ¿de dónde sacan tanta leche todos ustedes? Jajaja, aparte que me tomé toda la leche que a borbotones salía de la verga de Lucho.

−Jajaja, una pregunta Elenita ─comentó Lucho–si es posible concertar una cita contigo en cualquier momento, claro está si Javier lo permite y con el respeto debido.

─Ahora que ya nos conocemos mejor, que hemos tenido intimidad y espero que lo que hemos hecho hoy no salga de aquí, la respuesta es sí, −respondió Elena–esta parte ya lo hemos conversado con Javier por lo que les dije hace un momento. Simplemente me hacen una llamada con anticipación y nos vamos a un hotel, todo lo que es planificado y coordinado generalmente sale bien. Eso sí, puede ser cualquier día menos sábados, domingos y feriados, ya que me gusta disfrutar de mi familia, adoro a mi familia, amo a Javier como a mis hijos, si hago todo esto es por necesidad fisiológica.

−Qué bueno tu comentario Elenita, es bastante maduro. Estoy seguro que todos aquí somo varones responsables, discretos, serios y todo lo que hagamos contigo no lo va a saber nadie más ─dio su opinión Miguel.

−Caray, cómo los envidio, yo vivo en Trujillo y no voy a poder disfrutar de tu cuerpo Elena como el resto de los muchachos, que suerte que tienen ─se quejó Humberto.

−Humbertito, no hay problema, si es el caso que no puedas venir a Chiclayo porque sé que tienes mucho trabajo atendiendo tu negocio, me das una llamadita yo voy para allá y regreso el mismo día, así aprovecho conocer un poco más la ciudad y podemos pasar un día espléndido después de una buena follada y mamada de pinga, jajaja…

─Jajaja −todos reíamos de la ocurrencia de Elena.

─Bueno pervertidos, jajaja, es una broma chicos −lo dijo mi esposa sonriente–voy a subir a mi habitación a ducharme y bajando les voy a dar una sorpresa como les prometí. Javier mi amor, por favor recoge la mesa y la limpias cariño y ustedes también mis amores ayuden a mi esposo.

Después de media hora aproximadamente baja mi esposa de su habitación y se nos presenta a nosotros con una lencería roja imponente y sexy. Todos nos quedamos con la boca abierta. Ella lucía un sujetador que sólo consistía que cada copa que sostenía el busto había dos cintas en cruz que apenas le tapaban el pezón, esa era toda la tela que tenía la copa, lo cual resaltaba con sus grandes y bien parados pechos. En la parte de abajo ostentaba un hilo dental que por la parte de atrás se le veía sus glúteos, ya que el hilo delgado desaparecía en la hendidura de su protuberante y robusto culo; por la parte de adelante en la entrada de su vagina solamente estaba cubierta con una cinta roja que apena cubría la raja de su coño. Aparte de esas dos prendas, ella calzaba unas sandalias con plataforma de unos 3 cm con tacón alto y para asegurarse al caminar una cinta delgada y transparente atravesaba sus bellos pies cuyas uñas estaban pintadas de color rojo carmín.

−Y chicos, ¿cómo me veo? ─preguntó a sus fans.

–¡Estás divina Elenita ─respondió Miguel–estás mucho más hermosa y sensual que una chica de night club! Todos opinaron algo parecido.

─Jajaja, sí ya me di cuenta, puedo ver que todos están con sus vergas paradas −pudo observar mi mujer, ya que todos estábamos desnudos.

─Estoy impaciente mi amor por meter mi verga en ese lindo coño ─dijo Lucho.

−Y yo por darte bien duro por tu lindo culo y llenártelo de esperma ─balbució Miguel.

−No sean impacientes degenerados −dijo mi esposa–primero quiero bailarles sobre la mesa como un regalo por lo bien que se han portado hoy día conmigo, me han hecho sentir una puta, me enorgullezco porque he percibido que les puedo poner sus vergas bien duras, como las estoy viendo ahora y estoy segura que de aquí en adelante vamos a tener muchas sesiones de sexo inolvidables. Javier cariño, dame la mano para subirme a la mesa por favor.

Efectivamente Elena se paró encima de la mesa y comenzó a bailar sensualmente el ritmo de la música lenta que escuchábamos, movía sus caderas de un lado para otro, doblaba medio cuerpo hacia adelante para poder observar su hermoso culo y sus grandes y lindas tetas, después de algunos minutos comenzó a sacarse poco a poco todo su atuendo incluyendo las sandalias para quedarse completamente desnuda.

De allí se puso a caminar por toda la mesa y luego se puso en posición de perrita y se detenía en cada uno de nosotros que estábamos alrededor de ésta para chuparnos la verga.

─Sluuug, sluuug, sluuug, qué rica pinga corazón, apuesto que tu esposa no te hace una mamada igual −decía Elena a Humberto.

─Mmm, mira que tengo aquí −observando la verga de Lucho–estás segregando bastante líquido seminal Luchito, déjame limpiarlo, mmm, aaah, esto es delicioso.

Y así Elena nos hizo una buena mamada a cada uno de nosotros. Miguel no aguantó más y la acostó sobre la mesa boca arriba y con las piernas abiertas comenzando a chuparle la teta izquierda, entre tanto Humberto le mamaba la ubre derecha, Lucho le metía la lengua en su concha y yo que empecé a besarla ardientemente con todo y lengua.

−Mmm, ¡qué rico! ─decía Elena cuando se soltó de mis labios, gemía y jadeaba sin cesar–esto es delicioso, aaag…

Así estuvimos por más de 15 minutos en donde Elena disfrutaba a mares y por su vagina caían a la mesa sus jugos formando un gran charco y que mojaban todo su culo. Ya Lucho no podía más en esa posición, así que jaló el cuerpo de ella al filo de la mesa donde él estaba levantó y abrió sus piernas con sus brazos y le incrustó su estaca hasta lo más profundo de su ser.

─¡eres una bestia Lucho! tengo toda tu polla dentro de mí, concha. ¡Qué rico me taladras el coño!… −gemía de placer Elena.

─Oooh, me corro Elenita, me corro, aaah −después de varios minutos Lucho hacía una inundación de semen dentro de la concha de mi mujer.

–¡Rico, sí Luchito, sí, también me vengo, también me vengo! Oooh, oooh, oooh, −terminaba de correrse Elena con un potente orgasmo.

Inmediatamente Lucho se retira y ocupa el lugar de Miguel a chuparle la teta izquierda de mi mujer, mientras éste se coloca frente a ella y le incrusta su potente verga en un mete y saca sin detenerse.

─Mmm, oooh Miguelito, ¿tú también mi amor? ─decía Elena–¿no tienes compasión de mí? Aaah, sigue cariño, sigue, siento tu pichula palpitar dentro de mí, oooh…

Así Miguel se follaba sin piedad a mi esposa, disfrutando por varios minutos hasta que no pudo más y descargó todo su semen dentro del coño de ella.

−Me vengo Elenita, me vengo, me vengo, aaah, aaah, aaah ─disfrutaba de su corrida Miguel y a la vez Elena también comenzó a correrse.

−Sííí, sííí, sííí, delicioso, delicioso, aaah, aaah, aaah, qué rica corrida Miguel que me estás dando, tu leche con la leche de Lucho están escurriendo por mi concha. ¡Son ustedes unos depravados! Mmm, mmm, mmm…

Después que Miguel sacó su verga dentro del coño de Elena, Humberto la puso a ella boca abajo sobre la mesa con sus pies tocando el piso en donde podía mostrar su inmenso y hermoso culo, que por sí ya estaba húmedo con las corridas de ella y el semen que habían arrojado Lucho y Miguel. No esperó más Humberto que de un solo empujón metió su descomunal verga dentro del intestino de mi esposa.

–¡Aaay carajo! ¡Violador de mierda Humberto! Oooh, oooh, oooh, me siento empalada todiiita, mmm, mmm, mmm, ¡qué rico amor! Aaag, aaag, aaag, siento tu verga recorriendo todo mi intestino, aaay, aaay, aaay, sigue corazón, sigue, soy tu puta, aaah, aaah, aaah, soy tu puta amor ─gemía Elena del placer que le estaba dando Humberto. Después de varios minutos Humberto siente que ya está por venirse.

−Oooh, Elenita, mi perrita, mi puta, aaah, me vengo, me vengo, oooh, oooh, oooh −en esos momentos Humberto derrama inmensa cantidad de esperma dentro del culo de Elena.

─Oooy, oooy, oooy, qué rico Humberto, aaah, aaah, aaah, no la saques, no la saques, siento que me corro, siento que me corro, oooh, oooh, oooh −Elena también se dio una espectacular corrida.

Inmediatamente después que Humberto retiró su pinga del culo de mi esposa, me puse detrás de ella y de un solo empujón se la metí todita dentro de su recto.

─Ay amor, oooh, oooh, oooh, ¡qué delicia! Aaah, aaah, aaah, echaba de menos tu rica pichula, mmm, mmm, mmm, se siente rico cariño, riiico, ya no aguanto mi cielo, me voy a correr otra vez −jadeaba Elena después de estar un buen rato perforándole los intestinos–sí, me corro, me corro, me cooorro, aaah, aaah…

−Yo también me vengo mi amor, sííí, siíí, sííí, oooh, oooh, oooh ─terminé en el recto de mi esposa con un esperma bastante copioso.

Después de estar varios minutos recostada sobre la mesa semi inconsciente, levanté en brazos a mi esposa y la recosté sobre el sofá. Todavía por su vagina y ano segregaban hilos de esperma que habíamos depositado en ella.

−Aaay mi pobre culito me duele un poco, ya no va a ser el mismo de antes, jajaja −a pesar de todo Elena no dejaba su buen humor–cómo me lo habrán dejado estos salvajes, jajaja y mi concha palpita como un corazón, ustedes no han tenido compasión de mí, jajaja...

−Jajaja ─rieron todos.

−Lo bueno es que hemos pasado una tarde bastante placentera e inolvidable ─manifestó Humberto–creo yo que me voy despidiendo. Gracias chicos por el rico cebiche y el ají de gallina que estuvo delicioso, y también gracias por lo otro.

─Jajaja, sí chicos, vámonos ya, Elena y Javier necesitan descansar −dijo Miguel.

─Bueno Elena y Javier, gracias a todos, en cualquier momento nos volvemos a encontrar y también gracias por todo −acotó también Lucho.

Todos se vistieron, se arreglaron y se despidieron, a Elena con un beso en los labios y con Javier con un apretón de manos.

–¿Y el partido mi amor? −preguntó Elena.

─Jajaja −reímos los dos.

A raíz de lo que vivimos en estas dos semanas, mi mujer cambió totalmente con respecto al sexo, ya era más liberal, tenía salidas bastante frecuentes con cada uno de ellos y muchas veces hacía o hacíamos orgías.

(Sin valorar)