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Mi esposa se portó mal y a mi me encantó

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Todo comenzó una noche de viernes, una de esas noches donde nos disponíamos a botar el estrés de la semana con una salida en pareja.

Habíamos estado haciendo el amor toda la semana como siempre fantaseando ambos, acerca de cómo ella deseaba probar más sexo, como se sentía cada vez más puta, como añoraba volver a tener en su boca aquellos penes que la habían hecho vibrar y que habían llenado su cara, sus labios y su culo, como añoraba que le acabaran en las manos, si, en las manos, como ella me dijo: “Es excitante que acaben en mis manos porque puedo ver el premio que he conseguido por ser tan puta y deliciosa.”

Todo esto había sido la antesala de ese viernes, mientras se vestía no podía dejar de verla y saborear ese cuerpo hermoso, ese culo hipnotizante y esos pechos perfectos que como dije anteriormente no muy grande pero con la medida exacta para que quepan una boca.

Me cuesta mucho describir su vestimenta sin excitarme, ya que la ropa es la primera invitación formal ya sea a la coquetería o algo más salvaje. Una camisa mangas largas blanca de botones, que cabe destacar que convenientemente el ultimo botón no estaba abrochado, dejando ver un escote prohibido pero que al mismo tiempo era una ventana para ver y saborear sus pechos, esa camisa que era algo más que eso, era un catalizador de morbo, que incitaba a desabrocharla de a poco, para poder tocar y besar esos pechos.

Se vistió con un hilo pequeño de encaje que recuerdo me comento en un momento de calentura que a uno de sus amantes lo volvía loco ver su culo en hilos de encaje, que no había mejor sensación que sentirse deseada mientras era penetrada de espaldas mientras su amante enloquecía embistiéndola con su hilo de lado como a ella le gusta y tocando su culo una y otra vez.

Yo disfrutaba la vista, imaginaba escenarios mientras le tomaba fotos para mi colección personal del álbum de la puta de mi esposa, sentía unos celos deliciosos mientras me imaginaba mil y un escenarios, mientras sabía que ella no solo se vestía para mi sino para ser deseada y porque negarlo, eso me encanta.

Nos dirigimos al bar de siempre a disfrutar el ambiente el cual ese día pues estaba un poco apagado, simplemente disfrutábamos nuestra compañía y la música y unas cuantas bebidas.

Entrada la noche y dispuestos a irnos sucedió como por gracia divina, en la entrada logramos ver uno de sus pasadas conquistas, con el cual se calentó muchas veces pero nunca paso nada. Lo miro y me volteo a ver inmediatamente me sonrío como lo hace al estar excitada, se amarro el pelo lo cual la hace ver más sensual y sexy y mordiéndose los labios en silencio me dejo ver que esa noche cualquier cosa podía pasar y que tenía que estar preparado… y si, estaba preparado.

Inmediatamente que mi esposa cruzo miradas con su amigo, de manera sensual y sutil le invito a que el desatara esa calentura nuevamente…se acercó a nosotros y se saludaron, podía sentir la tensión sexual entre ellos eso me volvía loco, me mataba de celos, pero quería más, quería sentir esa adrenalina de que mi mujer, mi esposa, abiertamente deseaba estar con alguien más.

Bebimos un rato los 3 juntos, un momento ameno pero hasta el momento tranquilo, hasta que empezaron a poner las canciones que calentaban a mi esposa, podía ver como su amigo no quitaba los ojos de su escote y como ella finamente lo abría invitándolo a seguir.

-Puedo bailar con tu esposa? Dijo el.

Y yo con todo gusto le dije que sí.

Empezaron a bailar tímidamente hasta que la pista se llenó, y no solo de otras parejas, también de calentura y morbo, tenían que estar más pegados por el espacio limitado, podía ver como ella se acercaba de espaldas a él, y como el la tomaba de la cintura para sentir el culo de mi esposa rozándolo. En ese momento creo que ambos ignoraban ya mi presencia por dar paso a sus deseos, el tocaba las nalgas de mi esposa sutilmente, ella cada vez más desenfrenada con su escote cada vez más revelador, entre más canciones bailaban, más rozaban sus cuerpos y sus labios y yo… más excitado imposible.

Ya entrada mucho más la noche le dije a mi esposa que estaba cansado y que ya me iría, a lo que ella respondió, me quiero quedar, quiero seguir bailando, y él me dijo que no me preocupara que la iba a cuidar y llevar sana y salva, sabiendo como terminaría la noche entre celos y excitación accedí.

Yo sabía que esa noche mi esposa como buena esposa, iba a complacer mi más grande fantasea, nos despedimos y por mensaje le dije, La espero en casa, disfrute.

La espere despierto con el morbo y excitación de saber lo que estaba ocurriendo, llegando a casa, me conto con detalles como había sido su noche.

Luego que me fui siguieron bailando un rato más, los dos calientes a mas no poder, él le dijo: vamos a un lugar más callado? Y ella sin dudarlo aceptó. Se subieron a su carro y no esperaron a arrancar él se abalanzó sobre ella y la empezó a besar, y tal como había imaginado desabrochó su camisa y le empezó a lamer los pechos desenfrenadamente, mientras ella sobaba su erección, solamente se detuvo para mandarme un mensaje diciendo, vamos en camino espero este feliz porque yo sí.

Llegaron a un motel cercano a nuestra casa después de un recorrido lleno de fuego y morbo, ella lo besó, le quitó el pantalón y se la comenzó a chupar como solamente ella sabe hacerlo, se detuvo y se desvistió quedando solamente en la camisa y en su hilo de encaje, lo acostó y lo siguió chupando, hasta que no aguanto más y lo monto, ella se movía al ritmo de la música mientras gemía y el solo disfrutaba y decía: Que rico S. Luego se dio vuelta y la empezó a penetrar de espaldas mientras le agarraba el hilo de encaje, era uno más que se unía a lista que nos vuelve loco esos hilos pero sobre todo ese culo.

Luego de varios minutos de estar cogiendo, de quitase esas ganas de años él dijo que ya iba a acabar a lo que ella respondió: Sería una lástima ensuciar este lugar tan bonito, a lo que el inmediatamente capto, le metió su enorme erección en la boca y sin medirse ni limitarse, acabo dentro de su boca mientras ella con sus labios acariciaba todo su miembro.

Una vez fue suficiente para que quedaran saciados el uno del otro.

Mi esposa regresó, me beso, hicimos el amor como nunca.

Al final mi esposa se portó muy mal y pues a mí me encantó.

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