No es un relato más, ni una aventura con algún hombre de los que suelo llevar a mi casa ni de los que mi esposo invita a nuestra cama. Es mi hermano el problema más hermoso en el que me metí.
Mi hermano menor tiene 22 años, es de esos jóvenes que te desnudan con la mirada. En varias ocasiones sentí que me miraba más de la cuenta o que cuando lo abrazaba me rozaba las tatas y en otras ocasiones hasta sentí su mano en mis nalgas.
Tengo 40 años, soy de cuerpo chico pero formado, solo resalta un poco más mi cola, pero es por los entrenamientos del gimnasio.
Anoche en Rosario llovía demasiado y la tormenta fue intensa. Mi hermano había venido a casa a pasar el día, y como seguía la tormenta lo invité a quedarse y pasar la noche juntos, ya que mi esposo estaba trabajando. El no tuvo inconveniente y acepto.
Le pedí que fuéramos a mi habitación a mirar alguna serie o película. Así no nos aburrimos.
Entramos y él se sacó el pantalón y la remera para estar más cómodo. Yo tenía mi bata y debajo solo la tanga. Empezó jugando con cosquillas y me apretaba. Sacando unas risas y carcajadas que no podía parar, hasta que en un manotazo se me abre la bata y mis tetas quedan libres, sentí vergüenza y me quise tapar lo más rápido que pude pero él puso una mano sobre una de mis tetas, y me la acarició. Le saqué la mano y me alejé. Hubo un silencio incómodo. Para que todo quedara en paz le dije que no se preocupe pero que no podía tocarme de esa manera, somos hermanos. Pero él estaba molesto y no me habló por un rato largo, lo noté incómodo y que quería tapar la erección que había provocado ese juego. Y a decir verdad se veía bien, me agarró calor y la sangre me hervía, en la cabeza una voz me decía loca, no seas tan perra es tu hermano. Pero mi conchita ya estaba húmeda se imaginar que ahora podía jugar yo, y bajarle esa erección tan molesta.
No lo pensé más, y llevé mi mano sobre el bóxer para tomar su miembro, a cada movimiento que hice, solo lo escuche respirar más agitado, no opuso resistencia así que seguí con mi faena, le bajé el bóxer, dejé salir ese pedazo de carne joven, y me lo metí en la boca, lo mame suave, lento, profundo, quería darle placer y jugar, no quería que acabara rápido. Quería disfrutarlo. A medida que la mamada aumentaba de ritmo, más fuerte me agarraba la cabeza para empujar más adentro de mi boca su carne. Yo la quería sentir en otra parte de mi cuerpo, si, ya estaba lista, deje de chupar y poniéndome en posición de perrito, levante bien mi culo y le pedí que me penetrara, su cara fue de asombro pero no lo dudó, se acercó y fue penetrando de a poco hasta que ya todo estaba metido, sentía sus bolas golpeando en mis nalgas, y más me calentaba, se movía como un hombre con mucha experiencia, cuando el ritmo de las embestidas aumentó, supe que estaba por acabar y yo empuje con más fuerza para que le penetración sea más profunda.
Una vez que terminó y se nos bajó la calentura le pedí que guardara ese polvo como el polvo que jamás se va repetir, solo nos ganó la calentura.
Él se quedó quieto, silencioso y sin mucho remordimiento creo, se vistió y se fue al living.
Yo me quedé un rato más en la cama, tratando de encontrar una respuesta de lo sucedido. Lo único que sé, es que soy muy débil de carne o más bien, siento debilidad por la carne de penes.