Hola nuevamente, les mando un caluroso saludo y espero que disfruten está segunda parte de mi relato.
Después de recoger las medias y la pantaleta rotas de la esposa de mi jefe, después de que se la cogiera mi compañero de trabajo, salí del cuarto de baño, con la intención de buscar a mi compañero, que tantas ganas tenía de que me metiera su verga. En cuanto lo vi, de inmediato me dirigí a él; le comenté que necesitaba hablar con él, me contestó algo despreciativo, que no tenía nada que hablar con una puta como yo, le dije que quisiera o no, hablaría conmigo, diciendo esto, le enseñe el pequeño paquete que tenía en las manos, él sabía perfectamente que era, pues él lo había hecho, me preguntó, que cómo había conseguido eso, le contesté que viniera conmigo para poder hablar sin que nadie nos molestará y no es que me importará que nos vieran que salíamos al estacionamiento de la oficina, para esas horas ya nada más quedamos 3 mujeres y 6 hombres, incluidos mi compañero y yo, algo borrachos todos en general.
Los hombres bailaban con dos de las mujeres salsa, los manoseos eran descarados ya, en cualquier momento, cualquier pareja de baile, podía irse a alguna de las oficinas a saciar la calentura que se sentía en el ambiente.
Llegamos al estacionamiento, le dije lo que había visto y que le podía decir al jefe, si no me cumplía lo que tanto anhelaba, él me dijo que no me iba a creer el jefe, pero después dudo, ya que se acordó que yo le daba las nalgas al jefe y tendría clara ventaja en cualquier cosa que yo le dijera. Me dijo está bien que quieres, le contesté que ya sabía lo que deseaba; no dijo nada, pero abrió la puerta de una de las camionetas, se subió al asiento, se recostó y se bajó el pantalón junto con su trusa, de inmediato saltó una gran verga semiparada, era de muy buen tamaño y llena de venas, no aguante más y la empecé a mamar como hacía tiempo no lo hacía con ninguna verga; él me dijo que no haría nada, que yo haría todo el trabajo, no me importó, yo solo quería comerme esa gran verga, la metí a mi boca y en cuanto sintió la caricia, soltó un pequeño gemido, continúe con mi labor por algunos minutos, cuando me di cuenta, su verga estaba totalmente parada, se veía realmente deliciosa, grande, gorda y jugosa, me subí a la camioneta y cerré la puerta, me subí el vestido y me quite mi mojado bikini, él abrió los ojos y me vio, por su miraba supe que le gustaba lo que veía, me acomode encima de él, tomé su verga en mi mano derecha, comencé a tallarla a lo largo de mi panocha, él disfrutaba mucho de esa caricia, no me lo decía, pero no era necesario, su cara y su verga me lo demostraban; así estuve durante algún rato, hasta que él, no aguanto más y me tomo de la cintura, me jalo hacia abajo para clavarme su verga, como estaba empapada por la calentura y las caricias que me había hecho con su verga, entro toda y hasta adentro, no pude contener un grito de placer, así como el, un bufido por lo mismo.
Me quedé quieta un momento, disfrutando sentirme tan llena, con mis músculos vaginales le di un masaje que él disfruto mucho (acá en México, le decimos a las mujeres que tienen esa habilidad, de mover el interior de su panocha con la verga adentro, que tienen "perrito", es algo que casi todos los hombres con los que cogí, me lo decían), me dijo que rico "perrito" tienes. Me empecé a mover de adelante hacia atrás, de izquierda a derecha, subiendo y bajando, poco a poco, fui aumentando el ritmo, hasta hacerlo de manera veloz y acompasada, de esa manera logré un rico y largo orgasmo, se lo dije, él sonrió satisfecho como cualquier macho cogelon, no aguanto mucho tiempo cuando, me agarró las nalgas, las empezó a masajear y a darme golpes con su mano abierta, cada nalgada, era un golpe, que se magnificaba en el interior de mi panocha y hacia que se desbordaran mis jugos sexuales.
Me alzó las manos, me quitó el vestido y el brasier, quedando totalmente desnuda ante él, me dijo querías que te cogiera no puta?, me comenzó a mamar y a morder mis tetas, diciendo lo deliciosas que sabían, entonces se empezó a mover rápidamente, bombeando sin piedad mi panocha, yo gritaba de placer y le pedía que no parará, que siguiera, a los pocos minutos, llegó una venida memorable para mí; no supe si fueron varias o una sola, el caso que el placer que sentí en ese momento, nunca lo había sentido y les confieso que solo algunas pocas veces lo logré sentir otra vez, a la fecha. Ahora sabía, porque algunas de las mujeres que habían cogido con él, decían que lo hacía riquísimo.
El seguía apuñalando mi panocha sin detenerse, algo que me encanta, duro no sé cuánto tiempo haciéndolo, sudamos mucho, cuando de pronto, sentí que ya me iba a echar sus mocos, porque sentí como su verga se ponía más dura todavía; pero en eso abren la puerta, he interrumpieron una venida que deseaba tanto; era otra pareja que deseaba encontrar un lugar para coger, ella ya iba con las tetas de fuera y con la falda a la cintura, al vernos, nos ofrecieron disculpas y cerraron la puerta, el momento mágico se había perdido, yo seguía muy excitada, pero él me dijo que ya se le había bajado, yo sentía su verga muy parada, pero él me la sacó y me quitó de encima de él, como estaba sin mucha fuerza por el orgasmo tan intenso que me había sacado, no pude detenerlo.
Se acomodó un poco la ropa, dejándome desnuda en la camioneta, tardé unos minutos en reaccionar, como pude me vestí y me dirigí al baño a limpiarme un poco.
Cuando salí del baño, fui a dónde estaban los demás, se sentía el ambiente cargado de sexo.
Pasaron algunos minutos, cuando la pareja que nos había interrumpido llegó, ella traía una sonrisa de satisfacción que no podía con ella.
Uno de ellos sugirió que como ya nada más quedábamos muy pocos en la fiesta, la hiciéramos más íntima, a lo que preguntamos que cómo sería: él dijo que jugáramos con una botella, que se giraría y a quien apuntará el "pico" se quitaría una prenda; el jefe y su esposa dijeron que ellos ya se tenía que ir, pero que no había problema en que nosotros nos quedáramos otro rato más, pero que nos fuéramos a la bodega mejor para que las cámaras de seguridad, no captaran lo que íbamos a hacer (muy pocos sabían, por decir que nadie, que en la bodega, el jefe había instalado 2 cámaras de seguridad, además de las del interior de la oficina; porque sabía que en ocasiones, nos metíamos ahí para coger, yo lo sabía porque él mismo me lo dijo, en alguna vez que me estaba cogiendo; el jefe quería ver qué pasaba en esa fiesta y como podía terminar), su esposa puso una cara de molestia, claramente se veía que ella quería ser parte de esa fiesta sexual, pero el jefe la agarró de la mano, se despidieron de nosotros y nos pidió no dejar mucho desorden en la oficina.
Quedamos 2 mujeres y 5 hombres, todos estuvimos de acuerdo, hicimos una promesa de no decir lo que iba a pasar dentro de esa bodega.
Agarramos varias botellas de vino, refresco, algunas botanas y las llevamos a la bodega. Nos acomodamos sobre varias cajas de cartón sin armar, haciendo un círculo, con todos los hombres que estaban en la bodega: Joaquín, José Luis, Ramiro, Mario y el recién Salvador, yo ya había cogido, con todos ellos, algunos de manera constante como José Luis y Mario, los demás de vez en cuando; ella, Alma Delia, también era una puta como yo, de mi misma edad de aquel entonces, pero se veía mayor, ya que su físico así la hacía parecer, ella era un poco más alta que yo, gordibuena como yo lo estoy hoy en día, tenía unas tetas muy grandes y estaba muy caderona, no tenía muchas nalgas, pero la cadera le ayudaba a qué se viera cachonda y antojable para los hombres; su panocha, así como lo "dictaba" la moda de aquellos tiempos, estaba llena de vello púbico, yo estaba igual, pero ella, parecía que tenía una tarántula entre las piernas, no se acostumbraba rasurarlo o siquiera recortarlo un poco, estábamos como quien dice: al natural.
La botella empezó a girar, poco a poco, entre vasos de vino, el calor del lugar y la calentura que traíamos todos, fuimos quedando desnudos, yo estaba excitada por el momento que estábamos viviendo, los hombres, tenían algunos la verga parada y otros semiparada, Alma Delia no le quitaba la vista a Salvador que era quien la tenía más grande de todos, no sé, nunca se me ocurrió medir el tamaño de aquellas vergas, pero hoy con la experiencia, podría decir que el promedio de tamaño de aquellos hombres, sería más o menos de 18 a 23 centímetros, casi todas gordas y con muchas venas, solo uno de ellos, Ramiro, la tenía delgada pero larga.
Ahí estábamos platicando, riendo, lanzando piropos a diestra y siniestra, calentándonos cada vez más y más, totalmente desnudos, el olor a sexo dominaba el ambiente. Uno de ellos encendió una grabadora y puso salsa, todos nos quedamos viendo, sabíamos lo que iba a pasar, el baile iba a hacer el pretexto perfecto para desahogar, la energía sexual que teníamos todos.
Hasta aquí le cortó al relato, espero que les guste y lo disfruten, trataré de que la tercera parte la escriba en menos tiempo, aunque es complicado, no imposible, les mando un beso cachondo. Saludos