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Mi primera vez como pasivo con mi mejor amigo

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Todo esto sucedió cuando mi amigo, a quien llamare Carlos, y yo teníamos 18 años. Carlos y yo habíamos sido amigos de casi toda la vida. El vivía en la casa de enfrente a la de mis papás, vivía con sus abuelos, su tío y su mamá, pero todos en esa casa estaban fuera todo el día, ya fuera por trabajo o escuela, con lo cual el pasaba la mayor parte del tiempo libre conmigo en casa o yo en la suya.

Realmente jamás habíamos hablado de nuestros gustos o afinidades sexuales, ni en serio ni en broma, pues no parecía algo relevante para nuestra amistad, y aunque siempre considere que era un tipo bien parecido (era delgado, no muy alto, de tez clara, cabello café claro y ojos cafés), realmente nunca me resulto atractivo, siempre fue una amistad fraterna.

El día que todo esto paso era verano, por lo que ninguno tenía escuela ese día, estábamos él y yo en su casa sacando sus viejas consolas para ver cuales aun servían, cuales se podían reparar y cuales había que tirar, estábamos moviendo muchas cajas y cosas. Por el calor del clima y como sabíamos que tendríamos que hacer esfuerzos físicos, ambos íbamos ligeros de ropa, el llevaba un short amarillo muy ligero y una playera azul, y yo un pants negro y una playera gris, ya saben, típica vestimenta de adolecentes para el verano.

Después de sacar las consolas y todo lo relacionado (controles, cables, cartuchos/discos), nos pusimos a revisar cuales aun servían o al menos encendían. Cuando llego el turno de la Play 2 notamos que había un DVD adentro, pero no tenia marcas, señas o titulo, pensamos que sería un juego que quedo olvidado ahí la última vez que se uso (en ese entonces los juegos piratas se vendían DVD’s). Así que conectamos el Play a la TV y la luz y lo encendimos para ver si podíamos jugar un rato ese viejo juego.

Cuando todo encendió nos dimos cuenta que no era un juego, sino una película, en la pantalla solo ponía dos opciones “►” y “Sonido”. Mi amigo no tenía idea de que película podría ser, por lo que le dimos al ► para averiguarlo. Resulto que era una película porno gay, y el intro de la misma era una especia de collage de escenas de la película, en cuestión de segundos pasaron varias imágenes de sexo oral, penetración, masturbación, cream pies y esas cosas.

Carlos se asusto mucho y solo atino a arrancar el enchufe del Play de la luz para apagarla, volteo a verme con la cara súper roja y me dijo “no sé cómo llego ahí, no es mía, yo no la he visto nunca”. En ese momento me di cuenta que mi amigo, del que jamás había pensado siquiera, al parecer tenía intereses similares a los míos (pues si bien en ese entonces no sabía que me era bisexual, si empezaba a tener curiosidad por las experiencias con hombres).

Un tanto en broma y un tanto en serio le dije “pues para no ser tuya te alegro encontrarla”, pues a pesar del susto y la vergüenza en su cara, una leve erección se dejo ver bajo sus shorts. El solo me miro y me dijo “jodete” o algo parecido, desviando el tema y quitándole importancia. Yo, un tanto para incomodarlo más, un tanto con doble intención, le insistí y le dije “y al menos esta chida la peli?”, y el volvió a balbucear que no sabía, que no la había visto, y yo, apostando el todo por el todo le dije “y por qué no la vemos, a ver si esta buena o no?, para salir de dudas”.

Carlos solo se me quedo viendo con los ojos como platos y una cara entre sorpresa, emoción y un poco de perversidad, me dijo que dejara de jugar y yo le repetí que no era juego. Entonces con más incredulidad que otra cosa volvió a conectar el Play, lo encendimos y volvimos a poner la película, cada uno sentado en un extremo del sofá.

Al principio todo era un poco raro e incomodo, pues a pesar de que a lo largo de los años habíamos hecho muchas cosas juntos, jamás ver porno, pero conforme el tiempo y la película avanzaban, la calentura aumentaba y todo se sentía mejor.

Al cabo de un rato era evidente que ambos estábamos muy excitados por la peli, pues se empezaron a marcar unas contundentes erecciones bajo nuestra ropa, pero mayormente a Carlos, pues su ligero short amarillo no oponía ninguna resistencia a su verga. Yo lo note y le dije “si quieres sácatelo, estás en tu casa”, el sonrió, voltio a verme y me dijo, “pues como es mi casa, deberías sacármelo tu”.

En ese momento toda la situación cambio, si de por sí ya estaba con el corazón al cien por lo excitante de la situación, en ese momento se puso a mil por hora, empecé a sudar, los oídos me timbraban y las manos me hormigueaban, pero no era miedo, era ansiedad por hacerlo. Así que con la voz entrecortada le pregunte si era en serio y él me respondió un tanto igual que si quería si yo quería estaba bien.

Entonces me acerque a su lado del sofá, me senté a su lado, puse mi mano en su pene e hice 4-5 movimientos de masturbarlo sobre la ropa mientras le preguntaba si en serio quería que lo hiciera, el dio un pequeño gemido que más bien sonó como un quejido y me dijo que sí. Entonces me puse frente a él pero casi de rodillas, para estar a su altura y le empecé a bajar el short y el bóxer al mismo tiempo, su verga estaba tan dura que se atoro en el elástico y cuando tire de su ropa esta reboto casi frente a mi cara como en una película porno.

Ese fue un momento muy excitante pero también de mucha adrenalina, sentía que el corazón se me salía del pecho, estaba todo sudoroso, las manos y pies me hormigueaban y tenía la boca y garganta secas, pero no quería huir o terminar, estaba muy a gusto con lo que pasaba ahí, solo era nuevo y excitante y con mi nula experiencia no sabía qué hacer o como seguir.

Pero a pesar de eso, ahí estaba, al fin frente a mí la verga de Carlos, 17-18 cm con una cabeza particularmente grande, pero no demasiado, estaba un poco sudorosa, pero sobre todo bañada en precum, era gruesa, ligeramente curveada hacia arriba como haciendo una casi imperceptible “u”, y con muchas venas marcadas, sin demasiado vello, pero en cambio tenía unos testículos igual de grandes y varoniles como su verga. Jamás me hubiera imaginado que mi amigo de toda la vida tuviera semejante verga de actor porno.

Aún con la sorpresa de ver por primera vez su verga, note que el también debía estar tan nervioso y al límite como yo, pues se podía notar como su verga palpitaba al mismo ritmo que mi corazón.

Como ya dije, yo no tenía ninguna experiencia previa, así que después de este momento de emociones y descubrimientos solo atine a decirle “y ahora qué?”, el me miro igual de perdido que yo y me dijo “te toca a ti”, así que me hizo una seña para que me levantara y después el me bajo el pants y el bóxer igual que yo había hecho con él antes, mi verga quedo al descubierto justo frente a su rostro, el tomo un momento para verla como yo había hecho antes con él e incluso lo toco un poco y acaricio mis testículos.

En ese momento se escucho un gemido en la TV, volteamos y vimos a dos actores sentados uno al lado de otro masturbándose mutuamente, lo vimos un segundo y Carlos me dijo “quieres intentar?”, a lo que yo acepte, nos sentamos uno al lado del otro y comenzamos a masturbarnos mutuamente.

Era la primera vez que tenía en las manos una verga que no fuera la mía, pero era agradable, era gruesa, cálida, estaba dura como piedra pero su piel era muy suave. Aunque yo lo disfrutaba, no era del todo placentero, pues no sabía con que ritmo o presión hacerlo, supongo que yo también era igual de torpe, pero el morbo de hacerlo sustituía al placer físico.

En ese momento comencé a sentir una sensación extraña, era una especie de vacío en el interior, sentía como si me hiciera falta una parte, como si necesitara poner algo ahí dentro, tenía esa gran verga en mis manos, pero quería tenerla en el culo, no sé si entiendan a lo que me refiero.

Entonces le pregunte si alguna vez se la había metido a alguien, el me dijo que no, que eso era lo más lejos que había llegado nunca, entonces tuvimos una pequeña charla: (E soy yo y C es Carlos)

E: y quieres?

C: qué?

E: Metérmela?

C: Si tu quieres

E: La verdad si quiero, pero si tu no, está bien

C: Esta bien, intentamos, pero he visto por ahí que duele

E: si me duele mucho, te digo y paramos

C: va

Entonces yo me levante y me puse de rodillas en el sillón y él se puso detrás de mí.

Como no habíamos planeado nada de esto, no estábamos preparados, no teníamos condones, lubricante y no estaba dilatado, pero en ese momento no importaba y realmente no parecía necesario, como era la primera vez de ambos, el condón no era del todo necesario, y la verga de Carlos estaba tan chorreante de precum, que no necesitábamos más lubricante, además, casi por instinto yo estaba ya un poco dilatado, listo para recibir esa gran verga en mi.

Entonces él se acerco a mí, con una mano me abrió levemente las nalgas y con la otra sostenía su verga y la puso en mi entrada, yo por instinto me incline lo más que pude y levante el trasero para que mi entrada estuviera lo más abierta y disponible posible, el se dio cuenta y entonces empezó a empujar poco a como su verga en mi.

Como dije, su verga era particularmente cabezona, por lo que era doloroso el cómo se iba abriendo paso por mi virgen y estrecho culo, el dolor me hacia querer pedirle que parara, pero algo en mi me decía que no debía parar, sabía que era lo que quería y al fin lo estaba obteniendo, además, la calentura, el morbo y los nervios aminoraban el dolor.

Yo por instinto, para que pudiera seguir entrando su verga en mi, comencé a abrirme las nalgas de par en par con las manos, para recibirlo, y le gusto tanto que pude sentir claramente como se ponía un poquito más duro aún si cabía la posibilidad. En ese momento yo podía sentir claramente como su verga se iba abriendo paso, como mi interior se dilataba para él y como también todo se ponía más apretado, pues como ya dije, era un gran trozo de carne el que estaba invadiendo mi hasta entonces vacio culo.

El dolor aun era fuerte, pero en ese momento su verga llego a un punto que yo desconocía en mi interior, su cabeza choco con él y un escalofrió recorrió mi cuerpo, entonces el dolor bajo y comencé a sentir placer real al ser penetrado, conforme me la seguía metiendo, su verga seguía rozando este lugar y yo comenzaba a disfrutarlo más.

Tenía ya más de la mitad de su verga dentro, cuando de pronto me agarro fuerte de la cadera y me dio una fuerte embestida para terminar de meter en mi esa gran verga, pensé que me dolería, pero no fue así, al contrario, su cabeza choco con mi interior y se sintió genial, además el roce de su verga con mi próstata seguía siendo delicioso.

Se quedo así un momento, y yo me sentía pleno, al fin sentía que ese vacío en mí estaba lleno, yo sentía claramente como su verga palpitaba en mi culo, sentía sus tibios huevos a milímetros de mi perineo, sus manos calientes sosteniéndome fuerte de la cadera y su sudor y aliento cayendo en mi espalda, mientras yo estaba ahí, a su merced, con el culo abierto, mis manos abriendo mis nalgas para darle mejor acceso y mi cara contra el sillón, sintiéndome el tipo más afortunado del mundo.

Entonces Carlos empezó a bombear despacio, primero con movimientos cortos y poco a como fueron más largos. Yo sentía como mi interior se contraía y se dilataba al ritmo que su verga iba y venía, era delicioso y angustiante al mismo tiempo, pues la sensación de que me sacara su verga me ponía triste, pero cuando la volvía a empujar, wow, yo me moría del placer de sentirme lleno y de su verga chocando con mi próstata.

El siguió bombeando con este vaivén al tiempo que aumentaba la velocidad, lo que a mi solo me causaba más y más placer, tanto que por instinto comencé a gemir como nunca pensé que lo haría, esto a Carlos le gusto, porque empezó a embestirme más fuerte y con más ganas, tanto que tuve que sostenerme del sillón para que no saliera volando.

Yo estaba loco de placer, el cumulo de sensaciones era increíble, el sentirme suyo, estar a su merced, el fallándome duro y profundo, su verga golpeteando todos los puntos de mi interior, sus grandes manos aferradas a mis caderas, sus huevos chocando contra mí, su aliento y su sudor calientes bañando mi espalda y el inconfundible “clap-clap-clap” de nuestros cuerpos chocando en cada embestida hacían que la escena fuera increíble y mi placer fuera infinito.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero podría jurar que fueron días, porque yo estaba tan fuera de mi que ya no tenía noción del tiempo, para este punto ya no solo gemía, estaba tan absorto en el placer que se me salió de manera natural decirle frases como “si, por favor cógeme así de rico siempre”, “gracias por darme verga tan rico”, “por favor no me la saques nunca”.

Creo que todo esto le encanto, porque al poco rato me dijo casi como un grito ahogado de placer “me voy a venir”, yo estaba tan caliente y tenía tantas ganas de sentirme lleno de su semen que le dije “por favor, termina adentro, lléname el culo de leche, por favor”.

Entonces el comenzó a embestirme aún más fuerte y rápido y de pronto se detuvo y sentí como su verga se hinchaba aun más en mi interior y comenzó a eyacular, yo sentí cada potente chorro de semen chocando con mi interior, podía sentir como todo adentro se volvía más húmedo, más tibio y más apretado, pues fueron 6 o 7 potentes chorros de semen que junto con su verga dentro de mi hicieron que el espacio comenzara a quedar pequeño.

Mientras el eyaculaba en mi interior, yo comencé a masturbarme frenéticamente, unos pocos segundos después de que el terminara yo también tuve el orgasmo más explosivo y placentero de mi vida, parecía que convulsionaba del placer y termine por venirme a chorros sobre el sillón.

Nos quedamos quietos un minuto o dos, el abrazándome por la espalda y yo recargado sobre su pecho, mientras su verga se deshinchaba dentro de mí. Entonces el saco su verga y todos esos fluidos comenzaron a fluir desde mi culo hasta el sillón a través de mis muslos, incluso esa tibia sensación fue muy agradable. El amablemente me limpio el exceso usando su playera ya llena de sudor.

Luego de eso nos limpiamos, nos volvimos a vestir y empezamos a limpiar, ventilar y ordenar el desastre que habíamos hecho. No hablamos en todo ese tiempo, no porque atuviéramos incómodos o fuera raro, sino porque ya no había nada que decir, había sido increíble para ambos y sabíamos que el otro lo había disfrutad igual, no hacía falta agregar nada más.

Nos quedamos en el sillón viendo la tele hasta que su abuela llego a casa, entonces me despedí de Carlos, como lo había hecho tantas veces, pero esta vez era especial, porque ahora ambos compartíamos más que solo un secreto. Y sí, claro que tuvimos más experiencias increíbles y placenteras, tuvimos otras primeras veces, pero eso es para otro día.

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