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Mi primera vez: En la cena de bienvenida

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En la tarde de mi primer día decidí salir de la urbanización y conocer la zona. Las casas son inmensas y la urbanización supera las 50 casas. Es una zona de clase media alta. Llegar al portón dura unos 5 minutos.

Tomé en dirección al mini-Marquet o bodegón. Desde afuera se veía amplio y bien iluminado. Decidí continuar para conocer su automercado. De allí traje vegetales y carnes, la gente era amable. Me gustó.

De regreso a mi habitación, 3 casas antes bajaban unos muebles y enseres. Noté a una chica que destacaba por su cabello rojo en una sola trenza y se expandía al final todo abundante y crespo. Con una tez pálida que luce siempre atractiva. Usaba un vestido largo blanco de flores rojas y abrazaba a una señora con su mismo color de piel y el pelo castaño brillante, largo por debajo de su cintura.

Ordené la compra y me decidí tomar un baño. Al Salir. Laura tocaba la puerta del acceso al patio. Laura es de color cetrino, un bronceado natural, su cabello estilo afro de color rojizo oscuro, una muy atractiva cintura y un cuerpo voluptuoso que poseen algunas mujeres, que sin poseer una gran altura exhiben un magnetismo.

-Hola Santiago. En poco más de 30 minutos te espero en casa. Espero tengas mucha hambre -dio media vuelta y se retiró.

Lo que aprecié a continuación era impactante, si bien llevaba un delantal de cocina de color rosado, por detrás llevaba apenas un pantalón corto, o quizá una licra que no ocultaba su derriere, y al contrario; resaltaba la redondez de sus voluptuosas nalgas. Mi vista era el único de mis sentidos activos. De pronto, Laura bajó su mano derecha y tocó su nalga como si rasgara las cuerdas de una guitarra. Desapareció tras la puerta abierta, al fin pude respirar.

Vaya. No quería confundirme con tanta información, Juan, su hermano; es bisexual, hetero curioso o pasivo de clóset. Laura, se ve ardiente y no sé si está coqueteando o es su naturaleza. Sonó el motor de un carro que llega y se detiene. Entré a finalizar de vestirme.

Estaba listo para ir a la cena, tomé cuando tuve la duda de ir a la puerta principal o acceder a la casa grande desde el jardín. Fui al jardín y accedí por la doble puerta de hierro y cristal. Vaya, de verdad que era alta esta casa y la luz del atardecer la ilumina sin generar calor, más embellece sus paredes blancas.

Al frente se observaba un salón. Dije – Buenas noches -no tuve respuesta. A mi izquierda y derecha un pasillo largo. Tomé el de la derecha, al avanzar creí escuchar movimiento y voces.

Casi al finalizar la pared a mi izquierda, se abría otro pequeño salón y…

Oh, oh! Laura y Carmen se apretaban en un beso lésbico, erótico. La diferencia de altura se manifestaba y aún así, encajaban sus labios de manera perfecta. Estaba congelado y aún así, fue como si tocaran un botón, mi verga se expandió rápidamente. Di un pasó atrás y pude escuchar,

-¿Viene Santiago?

-Si, le estoy esperando.

-Juan no vendrá hasta mañana y no pude conseguir a Adán.

-Adán no hará falta.

Retrocedí de prisa y exclamé: -Buenas noches, señora Laura, ¿donde se encuentra? Permiso!!

Al inicio del pasillo, surgió Laura, seria y dijo:

Soy sólo Laura, no señora Laura, ni doña Laura… sabes, si lo vuelves hacer te castigaré, ¡te gustaría ser castigado por mi!

-Y por mi, Hola Santiago.

Detrás de Laura se admiraba el tamaño de Carmen, quizá 1.75 m, cabello rubio cenizo claro, ojos claros como el mar, resaltaba su maquillaje y sus labios rojos, sin labial, ya Laura le había consumido el carmín, un vestido con escote que resaltaba unas buenas tetas quizá copa 38 C, enhiestas, un vestido verde con dorado ajustado que resaltaba sus buenas caderas, piernas y brazos gruesos sin verse para nada gorda, era un mujer maciza.

En cambio Laura, 1.65 m canela su piel, ojos marrones claros, un cuerpo bien distribuido, una cintura elegante, con un jean blanco ajustado que levantaba muy bien sus nalgas, y una blusa celeste con un ligero escote, sin mangas.

-Ah gritó Laura, Santiago que gentil de tu parte y oportuno, -tomó de mis manos una botella de vino rosado – vamos pasemos al comedor.

Dejé que ellas fueran delante de mí, pude apreciar la diferencia de altura y medidas. Y aún así, ellas estaban juntas de alguna manera especial. ¿Juan sabría algo al respecto?

La cena transcurrió con el interrogatorio respectivo, ya Juan había urdido el tema y debí explicar que mi tía era cliente de Juan desde hacía más de 10 años, aunque era falso, pero me aseguraba el poseer el anexo como residencia.

Sobre mi tío, al decir que era un constructor de casas y apartamentos, la señora Carmen, preguntó sobre un urbanismo específico, Lomas del Este; le dije que sí, que su empresa lo construyó y ella afirmo tener la casa más grande de allí. Y solía ir cada dos meses Valencia a atender negocios.

Luego del postre, pasamos a una sala amoblada muy bien y acondicionada para reposar y conversar cómodamente.

En un momento, le pedí a Laura el baño, me pidió que le acompañara. Luego de caminar por un pasillo y doblar la esquina, acercó su rostro al mío y me dijo en su susurro:

-En tu habitación hay un retrato de una marina, detrás de él puedes disfrutar de observar, necesito que tengas calma. Tan pronto regreses al salón, excúsate y retírate. De obedecer depende que sigas conmigo en mi casa y puedas vivir en el anexo, si decides ser mi fiel cómplice, te aseguro que la pasaremos bien. ¿Entendiste?

-Por supuesto, orino y me retiro, entendido.-Laura se acercó, elevó su cuerpo y me dio un breve beso en mis labios. – te espero. – dio media vuelta y se fue.

Ya dentro del baño, entre la información recibida, el vino, el beso, la promesa futura y el deseo. Me tomé el tiempo necesario y llegué al salón.

-Vaya que tomas tu tiempo Santiago, -dijo Carmen. –ven siéntate a mi lado – miré a Laura y sus ojos maliciosos exigían el deber impuesto. Le respondí:

-Mucho me encantaría estar a su lado, pero debo realizar unas llamadas y concretar operaciones con mi tío y mi tía. Sinceramente espero que se repita y gracias por ser ustedes tan gentiles. Espero me comprendan.

-De acuerdo Santiago, puedes ir a tus cosas, me gustó la charla, el vino y tú presencia. Y si la vamos a repetir. Que tensas buenas noches.-Así me despidió Laura.

-Hasta luego Santi. Me rechazaste, eres de los pocos que lo han hecho sin consecuencias. Que termine de irte bien.

Di media vuelta y me retiré.

Llegué a mi habitación con la mente confundida y sin saber que era todo esto. Apenas entré a mi habitación, vi que una pequeña lámpara en una esquina estaba encendida, ni sabía que estaba operativa y estaba seguro no haberla tocado.

Sonó mi móvil. – Hola Tía, ¿cómo estás?... muy sabrosa la cena, estoy lleno. Aunque las señoras no comen mucho… el Sr, Juan está de viajes… pues será dormir, aquí no hay TV… está en la sala… muy bien tía… salude a mi tío.

Volví al cuadro, era un barco, un velero, luchando contra el viento y el oleaje. Me acerqué y lo tomé, con cuidado, miré detrás de él. Lo levanté y retiré para ver se encontraba.

Otra sorpresa. Una pantalla de TV era el secreto del cuadro, en el ángulo inferior derecha estaban los botones de control… lo encendí. Miré de cerca y pude ver la misma sala bien amoblada que visité después de la cena, al lado se veía la misma sala dese otros tres ángulos. De improviso entró, bajo un antifaz y vestida con correas de cuero negro Carmen, nojoda era espectacular lo que veía, botas de cuero, quería aprender a controlar este TV de prisa, miré los botones de la derecha inferior, el teclado como de teléfono, no me decía nada. Me conformé con lo que veía.

Sonó otro teléfono, el que dejó Juan Carlos, lo tomé…

-Hola Sr. Juan. Estuvo muy buena la cena. Si, ya me vine… ellas quedaron allá… no, no sé que estarán haciendo…(rayos, estaba mirando a su esposa ajustarse las botas y las correas, con la tetas al aire soportadas por una arnés de cuero negro ) – y usted que está haciendo Sr. Juan… que le diga cariño, ¿quiere que le diga cariño?... ¿cuando hablemos con nuestro móvil?... muy bien… ¿Qué hiciste hoy “cariño”?... vas a cenar con tus amigos y beberás un poco… ¿estás solo?... ya no estás sólo, pero quieres que te diga cariño… no, no he visto las fotos que mandaste. Si, ya las veo. –Sabes,-le dije, bien serio -cuando estés sólo conversamos más tranquilo… ah muy bien, lo haré… espero seas tan bonitas como dices. Chao.

Colgué, vaya, mi verga estaba hinchada y apretada bajo mi pantalón. Desde mi cama podía disfrutar del espectáculo de una mejor manera. De prisa, me despojé de mis ropas. Vivir en esta casa era sorpresa tras sorpresa. Laura era mi jefa, este regalo la haría merecedora de obedecerle. Juan era mi jefe, sin él no sabría nada de esto. Lo que me inquietaba era saber si ambos conocían y compartían estos secretos y lo disfrutaban juntos.

La sorpresa y el asombro se sucedían sin parar, en la pantalla vi como Laura aparecía en escena con dos individuos desnudos, ambos de buena altura y complexión atlética, musculosos. Uno catire de cabello y le otro negra su piel y de rulos su cabello. Llevados de la mano por ella, los presento a Carmen, quien lejos de darle la mano, se sentó en el sofá color canela y tomo en cada mano, el pito de cada quien, se unieron y ella comenzó a realizar una doble felación, mientras ellos arriba, se besaban y se hacían caricias.

La pantalla principal no daba la mejor visión y en las otras pantallas, pequeñas a la derecha seguro tendrían mejor ángulo. Carmen tomó al moreno por las caderas y le dedicó una buena mamada, él tomó la verga del catire y lo masturbaba.

Moría por saber donde estaba Laura y que estaría planeando, cuando como un fantasma apareció en la puerta de mi habitación, me dio un susto inmenso, sin antifaz ella, sonreía.

La luz del pasillo, mostraba sus curvas definidas, mi corazón era un motor de avión en pleno ascenso.

-¡¡¡Sorpresa!!!

Apenas desnudo y entrando en mi cama, de improviso apareció Laura, con una bata inmensa, con mangas vaporosas y bajo un antifaz con plumas de pavo real.

Rayos, esta mujer es una impresionante desequilibrada. Corrió y se metió en mi cama,

-Vaya, -miró mi verga apuntando al cielo-veo que te gusta lo que ves – pasó su torso sobre mi y pude sentir sus tetas bajo el vestido de tul –

-Zaz, -dijo ella, y sacó un control remoto, afirmando

-Con este control siempre tendremos el mejor ángulo. ¿Puedo verlo contigo?

-Te lo suplico, por favor – le respondí.

Seleccionó otra pantalla que “subió” a ser la principal y vimos como Carmen se dejaba ir hacia atrás, para que el negro le chupara su cuca, mientras el blanco se ubicaba detrás del sofá para ella seguir mamando un pene.

Yo, miraba la pantalla, pero estaba atento a Laura. Ella no se movía estaba concentrada en lo que veía, decidí permanecer sereno por fuera, por dentro no sabía si ver sólo a Carmen, masturbarme o arrojarme sobre Laura como un poseso.

En la sala, Carmen se levantó y el negro se sentó, ella le dió la espalda y se sentó sobre una polla enorme y gruesa, entró lenta y profunda. El blanco siguió detrás del mueble y puso su pene al alcance de la boca del negro, el espectáculo era genial, ardiente y provocativo.

En ese momento, Laura colocó su cabeza en mi pecho y su mano se coló debajo de mi axila, y se puso a hacer círculos con la ñema de sus dedos, por mi parte; mi brazo derecho cubrió su espalda y comencé a hacer círculos con la ñema de mis dedos.

Mientras, Carmen había cambiado a subirse sobre el catire que yacía en la alfombra, el negro se disponía a efectuar una entrada anal y Carmen se ofrecía de la mejor manera.

Luisa suspiraba profundamente y movió su brazo, justo debajo de mis testículos y los acariciaba.

Carmen llevaba leña pareja y se veía que estaba disfrutando, de pronto el negro se separó del cuerpo de Carmen y se dirigió, raudo a ofrecerle su polla a Carmen, no tardó en eyacular y ella en intentar tragar todo, cuando el negro se hubo retirado, Carmen se inclinó y beso al blanco, Luisa le dio al control y pudimos ver otra cámara con un acercamiento en HD, como el semen fluía desde la boca de ambos y caía como leche condensada.

Luisa levantó su rostro, me miró, se acercó y me dio otro breve beso en mis labios y dijo, cada vez vas mejor Santiago. Se levantó de prisa y salió como una tromba.

De pronto decidí que era hora de masturbarme, ya no podía soportar tantas ansias. Vi en la pantalla como Carmen, se recostaba a un sillón, mientras Laura entraba en escena y se retiraba con los caballeros, agotados y brillantes de sudor.

Carmen daba la impresión de haberse dormido.

Me entró una ansiedad y decidí ir al baño, tomar una ducha, beber café, ver TV normal, hacer algo. Y lo hice, lo hice todo, puse a hacer café en la greca, tomé el teléfono de Juan y busqué las fotos enviadas, vaya, eran fotos de su culo, de pronto aparece una caja y de ella surge un arnés con un falo inmenso transparente incrustado en cuero negro. Si cree que me va a meter eso.

Miro la pantalla y ahora Laura ayuda a Carmen a levantarse y le acompaña, salen de imagen y queda la sala sola. Voy por el café y me lo llevo al baño, tome una buena ducha.

Al salir, la pantalla muestra que el salón ya tiene las luces apagadas, entro a la cama y creo que podré dormir sin eyacular, seguro mañana habrá consecuencias, pero no deseo masturbarme.

Caí rendido, con la verga parada.

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