Nuevos relatos publicados: 14

Mi sabroso perfumero de Buenos Aires

  • 4
  • 4.361
  • 9,17 (6 Val.)
  • 0

Hola, soy yo de nuevo, Gloria. Este es un relato nuevo, y muy tierno. Espero guste.

Era un sábado de mañana y no podía esperar para ver por fin a mi amigo virtual (Marcelito).

Por charlas previas, había podido deducir su lugar de trabajo, una famosa perfumería de Buenos Aires.

Lógico, él no sabe que fui, espero me reconozca, aunque jamás vio mi rostro, pero conoce mi cuerpo y mi corte de pelo, así que espero me reconozca, es tan excitante la idea que ya me siento húmeda de solo pensarlo.

Al llegar lo veo atendiendo a una clienta, me mantengo a distancia y lo observo; buen porte, fino, elegante y muy cortés.

Lo miro tan detenidamente, que en un momento él se percata de mi presencia, al principio me sonríe cordial como a todas.

De a poco sus ojos se van abriendo y del desinterés pasa a un asombro increíble, ya está! me reconoció!

Llama inmediatamente a un compañero para que atienda a su cliente y se me va acercando de apoco, se me pone por detrás y con un susurro me pregunta al oído, Mobumba sos vos??

Solo asiento levemente, se podían sentir nuestras respiraciones alteradas y entrecortadas, me pasa la mano levemente por la espalda y una corriente eléctrica me recorre toda.

Luego él me agarra de la mano y sin mediar palabras me lleva hacia la calle, yo no digo nada, solo me dejo llevar.

No podemos dejar de vernos, ni sonreír, es algo mágico.

No se cuanto caminamos, solo sé que cuando me di cuenta estábamos en la habitación de un hotel.

Al cerrar la puerta de la habitación nos abrazamos y nos dimos un apasionado, fogoso y húmedo beso. Cuando por fin nos separamos, agitados por la falta de aire, mi querido Marcelo se sentó en una silla frente a la cama (Ahí recordé nuestras charlas hot) Su deseo siempre fue ver como me masturbaba y me daba placer delante de él.

Bajo su atenta y apasionada mirada, empecé a sacarme el vestido que traía puesto, sin brasier, solo quede con una tanga diminuta negra y mis zapatos de taco alto.

Me senté en la cama frente a él y fui abriendo las piernas de apoco, sin apartar la mirada de Marcelo.

Hice a un costado mi tanga y ya pude sentir la humedad de mi vagina, pude ver la mirada de Marcelo, como hipnotizado por mis partes.

Aun no se animaba a sacar su duro miembro, pero lo acariciaba suavemente sobre el pantalón, lo cual me puso más cachonda.

Lentamente masajeo mi clítoris con mis dedos, realmente está mojada, como le dije a Marcelo que era muy dulce, quise que probara mi néctar, alargue mis dedos hacia su boca y el las devoró prácticamente.

Nuevamente me empecé a dar placer, sin poder evitar que se me escaparan unos gemidos, en ese punto Marcelo ya estaba liberando su enorme miembro y sin ningún pudor se empezó a masturbar, sin sacar la vista de mis partes.

Estuvimos así, concentrándonos en darnos placer por mucho tiempo, ya estaba a punto de tener un intenso orgasmo, cuando Marcelo se percata, entonces rápidamente se arrodilla junto a mi, separa mis dedos de mi concha y hunde su lengua caliente y húmeda en mi vagina.

Eso me volvió loca, el placer era intenso e increíble, Marcelo ahora chupaba y lamía mi clítoris en una forma rítmica y torturante, era inevitable que me viniera, se preludiaba un orgasmo intenso, profundo y duradero.

Con gemidos fuertes y la respiración cada vez más entrecortada...

Y por fin llego la tan anhelada liberación, el orgasmo más delicioso, intenso que tuve en mucho tiempo y prolongado, ya que Marcelo no paraba de lamer y chupar todos mis dulces fluidos, parecía un poseído entre mis piernas (que a esa altura ya me estaban temblando).

Cuando caí desplomada en la cama, Marcelo se incorporó, me observa, se relame los labios y se posiciona sobre mí, sin miramiento me introduce su enorme y erecto pene, estaba realmente excitado.

Casi sin aliento trato de seguirle el ritmo, pero no me da tiempo, sus embestidas son duras, fuertes y profundas, está fuera de si, su lengua en mi boca, su respiración y gemidos denotan una inmediata, sabrosa y urgente liberación.

Trato de acariciarlo, pero ataja mis manos, me observa a los ojos y da unas ultimas embestidas, siento en mi vagina como se ensancha su miembro y un líquido caliente que sale a chorros, Marcelo gruñe y se retuerce, definitivamente acaba de terminar dentro mío.

Se desploma suavemente sobre mi, con mucho cuidado y me da besos tiernos por todo el rostro.

Terminando en un beso profundo y placentero en los labios.

No hacían falta las palabras, ya nuestros cuerpos hablaron.

Se repetirá?

No sé, pero lo gocé rico!!

Fin.

(9,17)