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Mis amigas (I): Patricia

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Semanas antes del inicio de la pandemia decidí cambiar de trabajo con nuevos retos y mejor paga, pero las oficinas quedaban a casi a dos horas de mi casa lo cual lo veía como una gran obstáculo. Después de hacer unas averiguaciones supe que Patricia, una antigua compañera de trabajo, vivía a sólo tres cuadras de mi nuevo trabajo.

La llamé y después de la clásica conversación de rigor le consulté si por ahí había departamentos en alquiler para que me pueda recomendar. No fue difícil ya que me dijo que estaban alquilando un mini departamento en el tercer piso donde ella vivía. Ese mismo día cerré el trato para el alquiler y la mudanza en los días siguientes sin ningún contratiempo.

Patricia es una chica de 25 años, de estatura mediana, una carita redonda muy linda, ojos color caramelo, de rizos negros y piel canela. De 1.70 de estatura, de contextura mediana, senos medianos y con un culito respingón.

Durante las primeras semanas aprovechamos para conversar mucho, ahí pude conocer que le gustaba mucho hacer ejercicio, pero por la zona donde vive al estar cerca de una zona industrial no le gustaba salir porque los trabajadores mucho la fastidiaban entonces le ofrecí que hiciera ejercicio en mi departamento ya que había llevado un caminadora y algunos accesorios para ejercitarme así que aceptó encantada.

Y así fue que con ella comenzó a hacer ejercicio casi todos los días e incluso le dije que podía entrar al departamento en horas que estaba en el trabajo. Hasta ahí todo normal, cuando yo estaba ahí ella llegaba con buzo y una camiseta ancha, nada llamativo.

El día que decretaron la cuarentena por la pandemia, salí temprano del trabajo llevando el equipo con el que iba a trabajar desde casa. Al entrar me quedé de piedra. Ahí estaba Patricia haciendo ejercicios, pero ahora estaba con un short de licra negra y un top amarillo que por el sudor estaba bien pegado a su cuerpo y marcaba claramente sus pezones. Cuando se dio cuenta que la estaba mirando se avergonzó un poco y trató de cubrirse un poco con su toalla. Traté de actuar con naturalidad

-No me di cuenta que habías llegado -me dijo.

-Me dejaron salir temprano por lo de la cuarentena que han decretado. Ahora voy a trabajar desde acá. Voy a acomodar un espacio donde poner la pc. Continúa con tus ejercicios ya no te distraigo.

-Ya estaba acabando. Estoy toda sudada. Nos vemos después.

-Ok. Nos vemos luego.

Acomodé mi lugar para trabajar en la sala, frente a donde estaba la caminadora, en realidad no había mucho espacio. Al terminar de probar las conexiones entré al baño para darme una ducha cuando tocan a mi puerta. Me coloco una toalla en la cintura y salgo a ver. Ahora es ella quien se quedó quieta de la sorpresa. Mientras yo la miraba divertido.

-¿Qué pasa?

-Eh... este... ah sí, venía a preguntarte si podías acompañarme comprar algunas cosas. -me dijo sin dejar de recorrer mi cuerpo con su mirada.

-Si claro, yo también pensaba comprar algunas cosas. Dame unos 5 minutos que me ducho y salgo.

Fuimos a varios lugares comprando diferentes cosas hasta que llegamos a la farmacia donde íbamos a comprar mascarillas y un poco de alcohol en gel. Estábamos esperando que nos atendieran cuando una promotora se nos acerca y le ofrece a Patricia algunas cosas de higiene femenina.

-También deberían llevar condones, digo por la cuarentena -comentó la promotora en un tono pícaro.

-Nooo jajaja... es mi amigo nada más. -respondió Patricia.

-No se preocupe señorita, con esta pandemia no sabemos si después vamos a tener que repoblar la tierra, así que los condones no serían necesarios... jajaja -respondí divertido- pero si tal vez un poco de lubricante que nunca se sabe -le dije a la promotora dándole una mirada cómplice.

-Jajaja que chistoso -dijo Patricia dándome una palmada en el brazo.

Ya de regreso al edificio, quedamos en juntarnos para cenar para conversar un rato.

-Espero que tu rutina de ejercicios no cambie -le dije.

-Bueno, no quiero incomodarte ahora que vas a estar ahí trabajando -me respondió.

-No, para nada. Me caerá muy bien tu compañía.

-Está bien. Mañana vengo entonces.

Al día siguiente, se apareció pero con buzo y una polera ancha.

-Oye, así no vale -le dije apenas la vi

-¿Qué pasó? -me dice contrariada.

-¿Dónde está tu outfit de ayer?

-Ah... nooo... me da roche -me contestó un poco ruborizada.

-Nada de roche. Para hacer ejercicio debes estar cómoda para que lo aproveches al máximo. Además te queda muy bien. -añadí.

-Bueno, está bien. Me voy a cambiar. Ya regreso.

Luego de unos minutos volvió, pero estaba vestida igual.

-¿De verdad te cambiaste? -le dije.

-Sí. Pero me da un poco de vergüenza.

-No te cortes. Trataré de no mirarte... tanto.

-Ok.

Se fue en dirección a la caminadora y se sacó la polera y el buzo. Me quedé hecho una piedra nuevamente. Estaba con un short de licra y un top ambos de color rojo. Se dio vuelta e hizo gestos como si estuviera modelando.

-¿Qué tal?

-Asu -sólo atiné a decir.

-Dijiste que no ibas a mirar -me dijo con una sonrisa.

-Imposible dejar de mirarte...

-Ya basta... creo que mejor me voy.

-No, no. Ya, está bien... me concentraré en mi trabajo.

Me acomodé en la mesa donde está la pc e intenté concentrarme pero resultó imposible. Incluso mi pene comenzó a despertase con cada sentándola que ella daba. No pude más y me fui al baño. Ahí liberé mi pene pero no me pajee... sólo me lavé la cara y salí, pero me acomodé mi pene de tal forma de que la erección ser notoria. Al regresar estaba de sentada en el piso haciendo estiramientos.

-¿Cómo vas? -le pregunté parándome a su lado, su cara quedaba a la altura de mi pene.

-Aquí, todo bi... -se cortó notando mi paquete- todo bien -completó aclarando la garganta.

-¿Te ayudo con los estiramientos?

-Hmm. Ok.

Comenzamos su rutina y con cada contacto que le daba con mis manos ella se estremecía y lo notaba porque sus pezones comenzaban a marcarse en su top. Un leve quejido me sacó de mi trance. Me dijo que había sentido un ligero tirón en su muslo a lo que rápidamente comencé a masajearle. Ahí creo que fue el punto sin retorno.

La hice recostarse en el sillón y continué con los masajes. Cada vez iba subiendo más y más hasta llegar a los límites de su pequeño short. Su respiración agitada y la separación de sus piernas me confirmaban que no había rechazo de su parte. Continué y ahora mis manos llegaban hasta su vagina por encima del short con cada pasada que le daba. Muy pronto lo único que masajeaba era su entrepierna a lo cual respondía con gemidos.

Mientras mi mano derecha seguía frotando su vagina mi mano izquierda fue subiendo hasta tocar uno de sus pechos. Ella tomó mi mano y la apretó aún mas contra su vagina y con su otra mano buscó mi paquete el cual sujetó con firmeza. Subí su top para liberar sus pechos y de paso pellizcar sus pezones que estaban bien duros.

Ella me soltó solo por un instante para sacarse el top y me agarró el paquete otra vez. Me acerqué a sus pechos y comencé a pasar mi lengua y dar pequeñas mordidas sobre sus pezones provocando que soltara gemidos y suspiros cada vez más fuertes. Luego me dirigí a su short y se lo saqué junto a su pequeña tanga, Patricia levantó sus caderas y tiré hacia sus piernas dejando al descubierto su sexo totalmente depilado con unos labios hinchados y ya bastante mojados. Me acerqué y comencé a pasar mi lengua a lo largo de sus labios hasta llegar hasta su la entrada de su ano, sus gemidos iban en aumento.

Tomó mi cabeza y me presionó contra su sexo cuando mordí su clítoris. Tuvo un par de espasmos para luego correrse abundantemente mientras sus piernas comenzaban a temblar. Me saqué el pantalón y acerque mi pene a su rostro. Abrió la boca y le metí mi pene a lo que ella comenzó a chuparlo al mismo tiempo que masajeaba mis testículos.

Después de que se recuperó de su corrida, me hizo sentarme en el sillón para luego sentarse encima de mí tomando mi pene y dirigiéndolo a su vagina. Se introdujo todo y se quedó quieta. Estaba con los ojos cerrados y respirando agitadamente. Me abrazó, nos comenzamos a besar y nuestras lenguas jugaban entre sí, lentamente comenzó a moverse en círculos y mis manos fueron a sus nalgas y le ayudé en ese vaivén. Poco a poco sus movimientos se fueron acelerando y me abrazaba cada vez más fuerte. Sus gemidos se escuchaban por todo el departamento.

Uno de mis dedos comenzó a jugar en la entrada de su ano y pronto ya lo había metido hasta la mitad a lo que ella respondió acelerando sus movimientos y apretando los músculos tanto de su ano como de su vagina. Después de unos minutos se puso rígida por un instante para luego correrse encima de mí dando un gran grito de placer. Su cuerpo se relajó tanto después de su corrida que pensé que se había desmayado pero se recompuso después de unos instantes.

La tomé de la mano y la lleve mi cuarto. La eché boca abajo y comencé a darle un masaje por su espalda y fui bajando hasta llegar a su culo. Comencé a jugar en círculos con su entrada. Busqué el lubricante que había comprado el día anterior. El contacto del frío lubricante con la entrada de su ano le hizo dar un respingo.

-Nunca lo he hecho por ahí -Me dijo volteándose.

-Hoy es una fecha especial entonces -le dije.

-Hazlo despacio por favor.

-Es lubricante te va a ayudar.

Dicho esto le eché una buena cantidad y con mi dedo lo iba metiendo poco a poco... luego metí un segundo dedo para que se vaya acostumbrando. Después de un rato su entrada ya estaba dilatada y bien lubricada. Me eché un poco de lubricante y le dije que se colocara la almohada debajo de su barriga para que su cola quedaba más expuesta.

Me acerqué y coloque la punta de mi pene en su entrada trasera. Comencé a empujar despacio hasta que el glande entró y ella respondió con un quejido. Unos segundos después seguí presionando hasta que llegó hasta la mitad.

-Duele mucho -me dijo entre quejidos.

-Sólo un poco más -le respondí al mismo tiempo que presionaba un poco más.

Pronto ya había entrado todo. Me quedé inmóvil para ayudarla a que se acostumbre a esta primera invasión anal que está recibiendo. Pasé mi mano por debajo y comencé a masajear su clítoris para estimularla. Comencé a moverme lentamente disfrutando cada centímetro que entraba y salía de ella. Sus quejidos eran reemplazados por gemidos ahogados por el dolor. Le saqué mi pene, la puse en cuatro patas y la penetré nuevamente. Sacaba todo el pene menos el glande y luego lo metía hasta que chocaba con sus nalgas.

Sus quejidos se convirtieron en gemidos cada vez más fuertes.

-Ahh... ahh... me corro... me corro -me avisaba.

-Yo también estoy cerca.

-Me corrooo.

Se corrió una vez más y se dejó caer. Y yo me dejé caer encima de ella haciendo que la penetración sea más profunda mientras que me corría y le llenaba los intestinos de semen. Estuvimos un rato recuperando la respiración y me salí de dentro de ella. Vi que salía semen con un poco de sangre de su recién estrenado ano. Patricia se echó sobre mi pecho exhausta.

-Esto no me lo esperaba -me dijo

-Yo tampoco, pero esta cuarentena va a ser más divertida de lo que pensaba.

-Y recién empieza...

Han sido varios meses que hemos estado sin salir y como podrán imaginar las sesiones de sexo han sido innumerables...

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