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Mis primeras experiencias y mis primeros fetiches

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Saludos. Soy hombre y contaré mis acercamientos al sexo. Fui una persona que perdió la virginidad a una edad avanzada y pensé que no era atractivo por alguna razón. Mido 1.72, he sido por lo regular delgado; considero que tengo buena apariencia y destaco mucho por mi inteligencia. Sin embargo, me fue difícil tener novia y roces sexuales. No por ello me aburría el sexo. Me masturbaba mucho y yo creo podría haber llenado habitaciones enteras con mi semen, Me encantaba el olor salado y no exagero si digo que me llegaba a hacer entre 10 y 20 pajas al día.

Mi pene siempre me ha gustado, aunque al inicio tenía serias dudas sobre mi tamaño. Mi largo no es impresionante, 14 cm, pero sí lo tengo ancho y he notado que eso les ha llegado a encantar. Lo tengo derechito, se le notan algunas venas y mis testículos sobresalen por su tamaño. Supongo que la imagen completa sí es excitante, pero antes no lo sabía y me daba inseguridad.

Me tocó la aparición de las videocaseteras, pero nosotros en casa no teníamos. Ya fue hasta finales de los noventa cuando llegamos a comprar una y con ello que pude ver mi primera película pornográfica. Nunca había visto pornografía y ya era mayor de edad. Entré en shock cuando vi el sexo oral; nunca imaginé que algo así podía hacerse y que una mujer, tremendamente atractiva, podía arrodillarse y meterse el pene a la boca. Imagine que sería lo más placentero del mundo.

De ahí me obsesione con el sexo oral, pero mi novia apenas me permitía algunos roces. Me daba entrada, pero no total. Por ejemplo, podía tocarle las tetas y las nalgas por encima de la ropa. Nunca me dejó verle o besarle los pechos. Ella nunca me tocaba a mí y ya estaba desesperado de que pasara. Eso me hacía pensar que no era atractivo por alguna razón. Lo que sí es que me encantaba cuando se le veía el tirante bra y ese es otro fetiche que tengo. Me gustan las mujeres que dejan ver los tirantes del bra y que saben que tienen material y lo presumen.

La primera anécdota casi sexual la tuve en la universidad. Yo seguía con mi novia, pero no fue con ella. Un día estaban dos compañeras solas en el salón y me acerqué a ellas, pues por ahí me sentaba. Yo no iba con un tema especial, pero me sorprendió el comentario y acción de Marisol. Marisol me encantaba porque tenía una actitud muy abierta en lo sexual. En ocasiones se agarraba las tetas y se las restregaba para excitación de todos; en ocasiones decía abiertamente que le gustaría ver los penes de algunos compañeros y lo llegaba a decir también sobre mí. Luego hacía seña de calcular los tamaños y me entró la ansiedad de suponer que yo quedaba muy por debajo de sus cálculos. Ella aparte era atractiva, bonita para mí; pero era una chica como hecha más sexy que bonita y me encantaba su actitud rascando en lo puta. Me gusta mucho una personalidad así.

Regresando a la cuestión, debo comentar que ese día, por alguna razón, yo iba en pants. Cuando me acerqué a ellas, Marisol estiró la mano y con el dedo tocó mi pene mientras decía: "lo tienes chueco". De inmediato retiró la mano con una sonrisa que delataba que lo había hecho espontáneo y eso lo volvió más sexy. Lo que pasaba es que mi pene estaba en posición horizontal y se notaba, aun cuando flácido, en el pants. La otra chica se sonrió nerviosa, pero no le gustó la situación. Yo, sin pensar muy bien lo que hacía, le dije a Marisol: 'acomódalo'. Y ella me preguntó si estaba seguro y le respondí que sí. Con su mano, y sonriendo como la chica más sexy del mundo, me tocó por encima e hizo cuchara para calentarlo, mas que para acomodarlo.

Luego metió sus dedos dentro de mi pants en plan de bajarlo y le preguntó a la otra chica, Claudia, que si me lo quería ver también. Claudia se levantó de golpe y con nervió soltó apenas un 'no' y se fue, dejándonos solos en el salón. Marisol ya solamente le gritó 'echa aguas'. Saliendo Claudia, Marisol me preguntó que si la dejaba ver y yo estaba que no me la creía. Mi verga estaba ya grande y se notaba la punta en el pants. Apenas le asentí con la cabeza y ella jaló mi pants hacia abajo y también mi calzón. Cuando hizo esto un hilo de líquido preseminal se estiró entre mi calzón y glande y ella no dejaba de ver sonriendo la escena. Sigo excitándome recordando la situación, pero más su cara.

Ella hizo el movimiento con cuidado para estirar el líquido preseminal, sin romperlo. Me lo miró y ya luego me tocó la punta del glande para quitar el líquido. Cuando hizo esto yo respingué porque la situación era muy excitante; ella río, se untó el líquido entre los dedos y lo llevo a su nariz. Lo olió un momento y luego se llevó los dedos a la boca. Hizo gesto de saborearlo, me miró a los ojos y me dijo 'me gusta tu pito... sabes muy rico'. Y de ahí me marcó para siempre. Me excita mucho que no me le llamen pene, sino pito. No todas usan la palabra, pero me encanta cuando la usan conmigo. Una chica después me decía que estaba muy 'pitudote' y ya con eso me ponía listo para la acción.

Marisol acercó una paleta de caramelo que ya tenía destapada, la lamió y luego con ella me acarició el pito, sobre todo para untarla del líquido que me seguía saliendo. Me lo movía con la paleta y yo quería que me lo chupara y ya le iba a decir, pero entró Claudia corriendo y diciendo que ya venían los demás. Claudio alcanzó a ver que Marisol usaba una paleta para tocar mi pito, pero no dijo algo. Solamente estaba como enojada y se puso muy roja. Me tapé y me senté. Tenía la verga parada y pegajosa y tardé en relajarme, peor porque Marisol seguía saboreando la paleta. La comía despacito y de reojo a veces me miraba. Su boca era muy sexy, labios carnosos y movía la lengua con toda intención de excitarme.

Tras esa ocasión quise tener acercamiento con Marisol, pero no me dio entrada a más. No me rechazaba, pero tampoco me insinuaba sexo o siquiera la intención de volver a verme. Se quedó en eso y me levantó las dudas de si ya no había querido seguir por mi tamaño de pene. O si finalmente no era yo lo suficientemente atractivo como para que una chica como ella quisiera tener sexo conmigo. Ella me encantaba y aunque fuese ubicada como la puta del salón, me gustaba mucho.

Tras eso, cuando visitaba a mi novia yo ya me puse más descarado. Si me excitaba, le hacía sentir mi pito cuando estaba junto a ella. Sin embargo, por cosas fuera del sexo la relación terminó y yo comencé a frecuentar fiestas. En una de esas me puse algo borracho junto a una chica y terminamos en un faje. La fiesta era en casa de su tía y era un tanto incómoda la situación. Aun con todo, nos hicimos de una cobija y en un sofá en un rincón oscuro le metí mano. La masturbé por horas y ella feliz, luego se dignó a devolverme el favor. Era la segunda ocasión que me o tocaban y yo ya quería tener sexo de verdad. Lo malo es que a la chica le encantó recibir placer, pero no darlo. Apenas y me sacudió el pene como un minuto. Pero igual pensé que al estarme masturbando no le gustó mi tamaño o algo. En cosa de unos minutos se fue y me dejó ahí con todas mis ganas e inseguridades.

Todos ya andaban bien borrachos, incluida la tía de la chica -quien además era la dueña de casa-. Ella se acercó a mí, reacomodó el sofá y lo dejó tipo cama. Me dijo que ya quería dormir y que si yo quería quedarme ahí. El pueblo era pequeño y se podía caminar de un extremo a otro en media hora, pero no estaba en realidad en condiciones. Así que me quedé dormido junto a ella. Con unas horas y sin darme cuenta hubo un momento en que desperté y estaba boca arriba y la pierna de la tía, que no era mal formada, estaba en medio de mis piernas. Su muslo calentaba mi verga y me encantó la situación. Ya en plan de provocar algo empecé a dar brincos con el pene, para que ella sintiera y en efecto se despertó; yo fingí seguir dormido.

Ella se había excitado y comenzó a tocarme y frotarme con sus manos. Ya no había gente en la sala y me sacudió para despertarme; luego me preguntó: '¿te la puedo sacar?' y claro que le dije que sí. Ella estaba en sus 40, no era bonita pero sí atractiva y estaba borracha. Abrió mi pantalón y batalló para sacar mi verga parada. La acarició y a veces se untaba saliva en los dedos para lubricarme. Sentí riquísimo. Luego me dijo al oído que le había sorprendido, que 'la tenía muy grande'... Y yo sé que mintió, pero ya estaba bien caliente. Me pidió que me quedara quieto y cerrara los ojos. Me masturbó un rato y luego fue hacia abajo. Por fin me lo iban a chupar y yo feliz porque ella tenía unos sensuales labios de mamadora.

Todavía recuerdo la sensación de su lengua lamiendo primero y luego el rozar de sus labios alrededor de mi pito. Sentía cuando hacía un movimiento como de ordeñar mi pene con la boca y me volvía loco. Luego alcé la cabeza para verla y estaba super sexy. Tenía cabello a los hombros y estaba despeinada y con toda la cara babeada. Se veía porno-porno-porno. Simuló enojo por verla y me pidió cerrar los ojos y tras un rato hizo algo que no sospeché; sin batallar, por lo excitada que estaba, se había metido mi verga en la vagina. No lo disfruté, porque no estábamos usando condón y me dio mal rollo. No duramos un minuto y le pedí que fuera por un condón. Ella captó que yo estaba muy incómodo con lo que había hecho y quiso reparar el error. Me vio alterado y se dispuso a hacérmelo otra vez oral, por mucho tiempo y sin prisas. Habrá durado cosa de una hora y ella se sorprendía de que no me corría.

Ahora sí me dejaba verla y se restregaba mi pito por su cara y me decía una serie de cosas sucias que a la fecha es lo que me sigue excitando. Pasaba mi pene por su boca como si fuera un labial, luego restregaba mi verga por toda su cara; el maquillaje ya se la había corrido y se veía malditamente sexy. Hubo un momento donde se puso más cachonda y me dijo 'esto ya es personal' y me dio un sexo oral muy intenso, un mete saca un tanto rudo y es que me quería hacer venir, pero yo estaba disfrutando mucho. No quería que acabara. Así estuvimos cosa de quince minutos hasta que ya me concentré en tener el orgasmo y sí, lo tuve, pero ella no dejaba de mamar. No sé cuánto eché de leche, pues ella lo recibió en la boca y no dejaba de meter y sacar. Hubo un momento donde se le salió un quejido, casi rugido, y es que había tenido también un orgasmo. Estaba toda brillosa de sudor, saliva y semen. Olía salado. Ella se llamaba Laura.

Nos dormimos y, antes de que me fuera, Laura me volvió a chupar el pito un rato, sin poderme hacer venir. Así que tuve que masturbarme frente a ella y darle en la cara lo que me sobraba de semen. Esa fue mi primera vez y me sentí orgulloso caminando hacia casa, sintiendo aún mi pene babeado. Me la habían chupado y hecho venir, por fin. De ahí mi obsesión con el sexo oral, con las mujeres que disfrutan hacerlo, con las mujeres que rayan con la actitud de puta, entre otros fetiches. Laura me la volvió a chupar en ocasiones, pero no tuve sexo vaginal con ella porque siempre quería hacerlo sin condón; cosa muy sospechosa. Luego ya me confesó que quería una relación seria conmigo, pero eso a mí no me interesaba. Ella me mandaba mensajes al teléfono comentando 'extraño mamarte, necesito chuparte, te amo', y también la sobrina luego me escribía celosa 'te dejé ir'. Me imagino corrió el rumor.

Tardé en volver a tener una pareja sexual y seguí con las dudas sobre mi tamaño. Recordaba con mucho morbo como me había visto la verga Marisol; su sonrisa y la cachondería con que me había tratado. Lástima que no sentí su boca en mi pene. De ahí siguió muuucho tiempo para volver a sentir sexo oral. Espero que hayan disfrutado el relato sobre mi inicio en el sexo. Espero que les guste la idea de compartirles más experiencias.

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