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Nuestro secreto en el parking

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Mientras me arribo a su encuentro pienso en querer estremecer sus sentidos, alocar sus convicciones y complacer sus deseos más ocultos y prohibidos.

Quiero que participes en la feria de besos ensayados para ti, desvanecer tus dudas, complacer tu sed. Soy aquello que creíste inalcanzable, eso que esperas te convierta en una mujer realizada y por demás complacida.

Voy a escalar cada parte de ti, querrás detenerme inmerso en ti por tanta excitación encontradas, voy a combinar tus locuras con las mías.

Apenas llego la impresión sigue siendo la misma, esa dama que tanto quiero ahora frente a mí está. Conversamos tanto sentados allí, intercambios de vidas, aun así nuestra mirada no prendía pestañear como para no perdernos de algo.

Avanzado el momento la tomo de la mano y la llevo hasta su automóvil para despedirla, el tiempo nos jugó sucio y nos acorta el momento dando toque a nuestros ánimos y no queriendo despedirnos.

Al abrir la puerta ella no pretendía soltar mi mano, entonces le tomo la otra y las llevo a mi espalda a fin de compactar nuestros cuerpos para entregarnos en besos cual volcán necesitaba expulsar lava esparciendo nuestras salivas entrelazando nuestros labios.

La tomo por la cintura y ella se sostiene de mi hombro, sin querer soltar nuestro labios que no permitían interrupción ni siquiera pensando donde nos encontrábamos.

Me arremetí contra ella colocándola dentro del vehículo a media cuestas y en ese preciso momento nos desabrochamos las piezas a media piel a fin de tomarnos y elevarnos tal cual deseábamos.

No podía dejar que se marchara sin marcar mis labios con ella, necesitaba me restaurara mis sentimientos para amarla, ella lo sabe, ella sintió igual, ahora somos uno en el cual se lo recuerdo todo el tiempo.

Día tras día le pido su vida para vivirla.

No dejo de pensar en las noches sin fin, en las conversaciones que nunca acaban, en las anécdotas compartidas en las largas madrugadas.

En lo lindo del amor, en las infinitas llamadas, en las picardías pronunciadas, en un tiempo que no pasa.

En los anhelos de un beso, en las caricias desenfrenadas, en las promesas habladas durante las noches estrelladas.

En el abrazo oportuno, en la palabra esperada, en la complicidad expresada con solo una mirada.

En la pasión emanada, en el trabajo conjunto, en la sonrisa velada de un amor forjado a capa y espada.

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