Al cabo de una semana del examen radiológico de contraste, recibí los resultados por mail y a la tarde una llamada al celular de una secretaria que me citaba para un estudio de revisión dos días después a última hora, diciéndome que el doctor Federico me daba un sobre turno a modo de excepción. Le confirmé en el acto, le mandé un mensaje al doctor Federico para avisarle que mi novia Luli iría conmigo y me respondió con un escueto OK.
El día de la cita, por la mañana, tomé un laxante suave, para librar mi interior de impurezas. Llegamos unos minutos antes de las 19, la secretaria nos dijo que se estaba por retirar y que podíamos pasar a la sala de rayos, aunque el doctor Federico no le había comentado que vendría acompañado, pero él sabría cómo proceder. La secretaria tomó sus cosas, se retiró y pasamos a la sala de rayos. Abrió con la cerradura eléctrica y nos saludó desde su cubículo, donde estaba cargando datos en la PC. No quedaba nadie en la sala.
Por el altavoz interno me indicó que pasara al vestidor. Le pregunté por Luli.
-Ella también.
-¡Qué lindo es!, me dijo mi novia mientras nos desnudábamos y me dio un tremendo morreo, lo que me puso al palo. Metió mano por debajo de mi camisolín y me la sobó varias veces.
-¡Ya estás goteando!
-¿Y vos?, le pregunté mientras le metía los dedos debajo de la tanga que había traído, notando ya su flujo, y me los metí jugosos en la boca.
Nos prendimos en otro morreo. interrumpido por dos golpecitos a la puerta que daba a la sala de rayos. Fede ya estaba listo, en cueros, sólo vistiendo una calza blanca a media pierna y un pantaloncito corto de gimnasia ceñido color lila.
-¡Uy!, perdón, simuló sorpresa.
-No es nada, doctor. Ella es mi novia, Luli.
-Es preciosa, te felicito.
-Gracias, usted también está muy bien, dijo mi novia.
-Nada de usted, para vos, soy Fede.
-Entonces puedo decirte que estás re fuerte, acotó la atrevida, sonriéndole con picardía.
-Supongo que no les molesta que los reciba así, porque después tengo que ir al gimnasio.
-No nos puede molestar admirar una escultura, se zafó de nuevo mi novia, llevando la voz cantante.
La tomó de la mano con mucha confianza y me pidió que me colocara en la camilla inclinada, como en el estudio original. A mi novia la hizo colocarse del otro lado de la camilla y le puso guantes descartables también.
-Fijate en el monitor, le dijo, porque le vamos a preparar el interior.
Me intrigó que no se pusiera el delantal de plomo y que el cubículo estuviera a oscuras, cuando se encendió el monitor y apareció mi imagen. Noté que la fecha era de la semana anterior y pensé que era una puesta en escena.
-Te voy a colocar el gel analgésico para verificar y Luli me va a ayudar, ¿no es verdad?
-Sí, claro, respondió con entusiasmo.
Se embadurnaron los dedos y comenzó él metiéndome dos dedos, mientras ella me abría las nalgas. Me corrió un escalofrío por la espalda y me estremecí, pero Federico me decía que me tranquilizara acariciándome con la otra mano un glúteo y la espalda. Enseguida se calentó mi ano y me masajeó un par de minutos hasta que notó como me relajaba y le dijo a Luli que probara ella para revisar si estaba bien dilatado y lubricado. No dudó un instante mi novia y se dejó llevar por mi radiólogo, metiéndome un dedo cada uno.
La muy zorra dijo que le parecía que estaba algo estrecho y metió el segundo, con un mete y saca de locura. Gemí y resoplé de placer, y Fede metió sus dedos también. Ya tenía cuatro dedos masajeando y lubricando el ano, pero no sabía que, con la mano libre, mi novia había empezado a sobar la dura verga del radiólogo por encima de su calza y le estaba dando un morreo escandaloso. Se los oía también gemir y resoplar, además del chapoteo de sus lenguas entrelazadas.
Escuché que él le pidió que se quitara los guantes y el chasquido de estos, pero no me enteré hasta después que ella se había prendido a su cuerpo y le bajaba el short y la calza para apoderarse de su pija enhiesta para pajearlo con sumo placer, mientras él seguía a lo suyo, masajeando ya con tres dedos mi ano ansioso.
Luli se arrodilló detrás de mi para empezar a chuparle la pija a Fede, que suspiraba de gusto y se recostaba sobre mi espalda, sin dejar de penetrarme. Me imaginaba la mamada, pero no podía verla. Mi novia se había apoderado de los firmes glúteos de Fede y lo chupó con frenesí varios minutos, hasta que el radiólogo se puso tenso y se detuvo.
Luli se puso de pie apretándole bien fuerte la base de su falo chorreante de líquido seminal y saliva y besándolo profunda y apasionadamente. Él me dejó de lado, se quitó los guantes y le quitó el camisolín y la tanga a mi novia, que no dejaba de morrearlo. Sin soltarse entre sí, giraron la orientación de la camilla para que los pudiera ver. Fede se arrodilló para comerle unos minutos la conchita cálida y húmeda, mientras ella berreaba y lo tomaba del pelo para empujar su cabeza y su lengua más adentro de la vagina, hasta que se corrió en un orgasmo interminable que le aflojó las piernas.
Para que no perdiese la vertical, Fede la tomó de sus nalgas y la alzó para ponerla a horcajadas en su cintura y meterle su pija durísima de un saque hasta el fondo. Luli abrió los ojos como platos, se abrazó a su cuello, rodeó la cintura del radiólogo con sus piernas y empezó a menearse con frenesí, mientras Fede la bombeaba. Como pude, abandoné la camilla para sostener a mi novia por detrás y ayudarla a no salirse de la cogida, sofocado por la calentura.
Ella soltó un brazo y me atrajo hasta al lado de ellos, me miró con ojos radiantes de lujuria y me dio un largo y profundo beso de lengua. Me volvió a mirar y sin hablar ni dejar de menearse y gemir y berrear, llevó mi cara al lado de Fede para que lo besara. Los abracé a los dos para juntarlos más, si eso era posible, y nos besamos con Fede como antes lo hicimos con Luli, mientras ella volvía a correrse como loca, gritando y resoplando.
Sin que terminara de estremecerse, lentamente la sentamos en la camilla para que se calmara un poco, la besamos alternativamente y la acariciamos y sostuvimos hasta que su respiración tomó un curso más razonable. Con mi mano izquierda acariciaba la espalda y los glúteos redondos y firmes de Fede y con la derecha sobaba su pija chorreante de los jugos vaginales y líquido seminal.
La recostamos del todo sobre la camilla y empezamos a acariciarnos y morrearnos entre nosotros juntando nuestras vergas que se pajeaban mutuamente. Yo no daba más y estaba a punto de venirme, cuando Fede detuvo el franeleo, me colocó con la pija frente a la cara de mi novia, poniéndose él detrás de mí para empujarme a metérsela lentamente entre los labios, mientras inclinaba mi cuerpo un poco, tomándome de la cintura y apoyando la punta de su miembro en mi ano, entrando despacio pero sin pausa hasta que me la metió toda adentro, provocándome un espasmo de placer cuando sentí su pelvis depilada arrimada a mis nalgas.
Empujé para atrás y giré algo el cuerpo para besarlo, al tiempo que comenzaba a cogerme muy lentamente. Acompasé mis movimientos a su vaivén y volví a prestar atención a mi novia que, al notar como Fede me estaba enculando, me tomó la pija y la chupó como si fuera la primera vez. El mete y saca del radiólogo y mis movimientos receptores de la tremenda cogida que me estaba dando hacían que a su vez se acelerara la mamada de Luli. Estaba a punto de correrme, cuando mi novia dejó de chuparme y apretó con mucha fuerza la base de mi poronga hasta calmarme, pidiéndole a Fede que se detuviera también.
Yo la tenía toda adentro y quería más, pero no entendía cuáles eran las intenciones de Luli. Se incorporó, nos separó, muy a mi desgano y me hizo recostar boca arriba con mis caderas en la punta de la camilla, hacia donde hizo que Fede volviera a cogerme, poniéndome las piernas sobre sus hombros. Recibí gustoso todo su miembro dentro de mi culo y comencé a relajar y contraer mi ano, para disfrutarlo aún más, si cabía.
Mi novia se subió a la camilla a espaldas mías y se sentó solícitamente sobre mi pija aún parada para metérsela toda en su concha empapada y comenzar a menearse con frenesí, abrazando y besando apasionadamente a nuestro semental. Ser cogido por partida doble de esa manera me llevó a las nubes. Fede sostenía las nalgas de Luli para acompañar su meneo sensual, sin dejar de cogerme y sin dejar de chuponearse con mi novia. Tras varios minutos de mete y saca, me empezó el cosquilleo previo a la corrida y eyaculé gritando y resoplando como un poseído, mientras ella meneaba más rápido su cuerpo para que toda mi leche se derramara en su concha encharcada.
Tomó a Fede de la cabeza, le hizo chupar sus pezones duros y le pidió un minuto. Se volteó en la camilla, se deslizó sobre mi poronga exhausta y con sus pechos bamboleantes sobre a mi cara, ofreció su trasero en pompa al radiólogo, que no vaciló en penetrarla por la vagina de nuevo, lentamente y a fondo. Ella empujaba hacia atrás y él la acometía, hasta que tomaron el compás y se cogieron como diez minutos o más, tal vez, yo había perdido toda noción de tiempo.
Luli pedía más y más, Fede le daba y le daba hasta que se puso tenso, ella decía dale, dale, quiero toda tu leche, y él acabó largamente en su interior, gimiendo y resoplando como un potro salvaje, provocando que ella se corriera por tercera o cuarta vez, desplomándose sudorosa sobre mi cuerpo y dándome besos y lengüetazos en la boca, la cara y el cuello.
La punta de la camilla era un enchastre de leche y jugos vaginales. Fede también se desplomó totalmente transpirado sobre ella, besándole la espalda y provocándole más estremecimientos y escalofríos de placer, hasta que todos pudimos recuperar el aliento y la calma. Debíamos limpiar y ordenar el lío, pero también ducharnos, pues estábamos sudados y enchastrados con nuestros fluidos corporales. Pero esa es otra historia.
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Y la continuación?