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Paola (parte 2)
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Estaba tirada en una de las reposeras de la terraza, rodeada de botellas y dormida. Busqué una toalla húmeda y le limpié los restos de vómito, la levanté en mis brazos y la llevé a su dormitorio. Con toda delicadeza la fui desvistiendo hasta dejarla en ropa interior y la acomodé entre las sábanas. En ese momento abrió los ojos.

– “No me dejes sola, tío. Por favor”

Me acosté al lado de ella sin desvestirme y me quedé dormido. A la mañana siguiente me desperté con ella abrazándome y su cara apoyada en mi hombro. Con suavidad me deslicé y le corrí los brazos y cuando giré para levantarme y mi cara quedó frente a la suya, me abrazó y me dio un beso, se dio vuelta y siguió durmiendo.

– “Le dura la curda”, pensé

Estaba terminando mi mateada, que dura hora y media acompañada de lectura de noticias, revisar las redes, responder mensajes, cuando apareció enfundada en una bata blanca, fresca y a cara lavada aunque todavía tenía rastros de su resaca.

– “Parece que te tomaste todo ayer, ¿no?”

– “Es por tu culpa tonto. Me dejaste sola y te extrañaba”.

– “¿A mí Paola? No jodás, tirate en la reposera que te preparo el té”.

– “No necesito té, necesito un abrazo. Y después café””

Me levanté, la abracé y otra vez el abrazo fue intenso, volvió a darme un fuerte y largo beso no en la mejilla sino en el cuello y se sentó. No muy sereno, le preparé el café. Cuando volví casi se me cae la taza y el azúcar. Se había sacado la bata y estaba con una micro bikini que casi no tapaba nada, estirada en la reposera y dejando en una exposición privada para mí su escultural cuerpo. Con toda la calma que pude le llevé la infusión, me sonrió, me tiró un besito, se puso de lado y la bebió.

– “Vamos a la pile Fede. Dale, andá a ponerte un short.”.

Mi intención al venir era ayudarla a que se componga e irme, lo cual era lo que debía haber hecho. Pero a esa altura me era imposible. Fui a cambiarme y, cuando volví, estaba haciendo largos en crowl. Me zambullí y me puse a su lado acompañándola en su nado.

– “Seguis en buen estado”, me dijo con alegría cuando paramos un rato en el sector medio, con el agua por la cintura. “No solo me seguís el ritmo, sino que te mantenes en forma”, dijo mientras sus manos me acariciaron el pecho, “¡¡Que músculos tenés!!”.

No podía sacar los ojos de sus pechos y de la mirada sensual que me dedicaba y todos mis ratones corrían a mil, a la vez que trataba de serenarme y me repetía que era una sobrina para mí.

– “Me agarró frío”, dije y salí de la pileta como si hubiera tiburones en el agua.

– “¿Te asusté?”, preguntó irónica.

– “No nena. Para nada. A los viejos nos afecta el frío, nada más”

Salió de la pileta cuando estaba terminando de secarme y empezó ella a secarse mientras me tiraba en la reposera con la toalla sobre mi short para evitar que se me vea la erección. Ella se movía sensualmente, se secaba pedazo a pedazo regalándome toda la visión de su cuerpo que la diminuta malla ni tapaba. Tomé mi sombrero de paja y me lo puse sobre el rostro, simulando dormir, para no verla. Pero al rato la sentí sentarse en mi reposera y empezó a acariciarme el torso.

– “Me encanta acariciarte los músculos Fede”, dijo mientras yo intentaba hacer como si no me pasara nada. “Te voy a contar un secreto”, siguió, ”siempre me gustaste, eras mi héroe de nena y te soñé muchas noches en Europa. No sabía como te iba a encontrar, pero ¡¡mira!! seguís fantástico” y se acostó sobre mí, con su cabeza en mi pecho. Yo sentía su cuerpo contra mí, su deseo, sus tetas e intentaba pensar como zafar… mezclado las ganas de comerme ese bombón.

– “¡¡Dale nena!! No quiero ni imaginarme los musculosos que tuviste y los que vas a tener acá. No me quieras dorar la píldora. Soy un viejo que se mantiene, nada más”

– “Primero, no sos viejo. Para ser viejo hay que sentirse viejo y parecer viejo y vos no tenes ninguna de esas dos. Segundo, sos maduro pero tenés la mente joven. Y tercero ¿a quién le importa la edad?”

– “Paola, no juegues conmigo. Te llevo casi cincuenta años”

– “No hay ningún juego Fede. Siempre me gustaste. Te repito, eras mi ídolo de piba y soñé con vos muchas veces. Y ahora vengo y estás igual que como me acordaba. ¿Queres que te diga que me pasa? Te tengo ganas y me eduqué en no quedarme con las ganas. ¿No te gusto?”, dijo mientras una mano fue a tocar mi bulto y con la otra agarró una mía y la llevó a uno de sus pechos.

Me quedé estático sin poder moverme. Ella se soltó, se incorporó, me sacó el sombrero, se inclinó contra mí, su cabello me rodeó la cara y sus labios fueron directo a besarme. Tardé un instante en reaccionar, pero dos segundos después la estaba abrazando, acariciando, besando. Separó apenas su cara y así casi tocándonos nariz con nariz me dijo:

– “Quiero decirte lo que me gusta. Quiero que sepas la mejor manera de tratarme Fede. Cogeme como a tu puta, poseeme, dominame, jugá fuerte. Ahora, en este momento, soy tu nena obediente como antes y te sigo en lo que digas ¿está bien? No quiero un romance. Quiero ser tu putita”

– “Ok. Pero entonces, vas a hacer lo que te diga. Si algo no te gusta decime “tío pará”. Si no, decime lo que quieras que voy a seguir. Y en la cama, llamame Fede, papi, menos tío. ¿Entendiste?

– “Si papi”, dijo con una sonrisa de satisfacción.

Me levanté, la tomé de la mano y la llevé al dormitorio. La tiré contra la cama, la obligué a ponerse boca abajo, le dí un buen chirlo y le ordené quedarse quieta, mientras le iba sacando su bikini y yo me saqué el short. Le ordené quedarse quieta y cerrar los ojos y me dediqué a mimarla, explorar su cuerpo, acariciarla, masajearla, darle besos y algunos chirlitos mientras ella solo gemía y suspiraba. La dí vuelta y ella estiró la mano para agarrarme el miembro, ante lo cual se la saqué, la puse de costado y le di dos fuertes chirlos.

– “Te dije que cierres los ojos y te quedes quieta, ¿no es que eras mi nena obediente?.

– “Si papi, perdoná”, y cerró los ojos

Fui a buscar unas medias y con ellas le até las manos al respaldo. Después me tomé media hora para, muy lentamente acariciarla, besarla, chuparle los pezones, lamerla toda de pies a cabeza, alternando lamidas y besitos en su clítoris. Ella solo gemía y arqueaba el cuerpo. Le separé las piernas y me acomodé para lamerle la conchita mientras le jugaba con dos dedos en su interior. Cuando estuvo bien caliente empecé a acariciarle el culito con el anular. El primer orgasmo fue poco después, se arqueó, se quedó tiesa y gimoteó para después moverse frenéticamente empujando su pubis contra mí mientras seguía lamiéndola.

– “No te muevas, disfrutalo, sentilo, dejá que te recorra el cuerpo, saborealo”, le dije cuando se calmó, mientras la acariciaba suavemente. La dejé disfrutarlo y volví otra vez a su cuello, sus labios, sus pezones y luego otra vez su conchita los dedos y el anular ya decididamente introducido en su cola. El segundo orgasmo fue más corto y silencioso. Me puse al lado de ella y le desaté las manos.

– “Abrazame”, le dije y así hizo, “quedate quieta, dejá que tu cuerpo se recupere lentamente”.

– “Pero yo también quiero mimarte”

– “Por supuesto que lo vas a hacer y pienso disfrutar viéndote chuparme la pija y cogiéndote toda. Pero no hay apuro. Dale tiempo al sexo y al disfrute del sexo. ¿Te gustó?”.

– “Me encantó”.

– “Vení”, le dije mientras me paraba y la llevaba a ella a sentarse al borde de la cama. “Quiero que me dediques una buena, suave, lenta y sensual mamada mientras te miro. Quiero que me mires, que me muestres todo lo putita que sos para tu papi ¿está bien?.

– “Si papi”, me dijo y se dedicó a lamerme, darme besitos, soplarme, chuparme. Con una mano agarraba mis bolas y con la otra me masajeaba a la vez que su boca, sus labios y su lengua atendía a mi pija, que ella mantenía dura como un garrote. Todo mientras me dedicaba lascivas y sensuales miradas.

– “Si seguís así te voy a acabar y todavía quiero cogerte”

– “Acaba cuando quieras, tenemos todo el tiempo del mundo y por supuesto que te quiero dentro mío, papito. Quiero que me des tu leche en todos lados”

La agarré del pelo y la llevé a mi ritmo, ella me seguía obediente. Al rato empecé a cogerle la boca y ella ponía los labios para recibirme. Estaba re caliente, pero ella empezó a retacearme la boca, a acariciarme la cabeza con la punta de su lengua, a solparme, a besarme todo el tronco y solo cada tanto tragarla toda. En un momento que volaba de calentura, le agarré la cabeza y le hundí la pija hasta el fondo y acabé con un largo gemido y echando un chorro de semen en su boca. Ella la dejó ahí y despacito fue chupando, lamiendo y tirándome su cálido aliento mientras de a poco se retiraba. Me sonrió y dijo:

– “¡¡Qué linda acabada, papi!! Me gustó tu lechita”

Nos acostamos a la par en cucharita y disfuté abrazar ese cuerpo joven, vital, terso y suavemente entregado a mí. Dormité un rato (ni se cuanto) y desperté con ella chupando suave y lentamente mi pija.

– “Siempre te miré el bulto y pensé que la tenías grande. Por suerte no me equivoqué”, dijo mientras me daba lamidas y besitos.

– “Vení, acostate boca arriba”, le dije y me acomodé entre sus piernas para penetrarla.

– “¿Así, sin forro?”, pregunto sin intentar detenerme.

– “Si Paola, me hice una vasectomía y me hago análisis constantes de Sida y ETS. Jamás te pondría en riesgo”.

– “Ok, dijo con una sonrisa y me sonrió.

Lentamente fui presionando y moviendo contra su conchita mi pija hasta que se lubricó y me recibió cálida y húmeda mientras me abrazaba. Cuando estuve todo dentro de ella me subi a su pubis para penetrarla uin poco más. Después empecé a moverme despacito mientras le hablaba.

– “Es hermosa tu conchita, nena. Es un placer estar dentro tuyo. Me encanta que seas mi putita”.

– “Y a mi me encanta tenerte. Soñé mucho con tu pija y con vos así, arriba mío. Y sos mejor que en mis sueños. ¿Me vas a coger mucho, papi? Porque quiero ser tu putita no solo hoy”.

– “Por supuesto nena, Sos linda, sensual, coges divino, tenes un cuerpo de diosa y sos una de las mejores putitas que me he comido en mi vida. ¿Cómo voy a decirte que no?. ¿Te gusta como te hago el amor?”.

– “Mucho. Pero ahora apenas te moves”.

– “Si, porque pienso estar dentro tuyo una hora o algo así”

– “¿Tanto? ¿Podés?”

– “Si me seguís y me hacés caso, si”.

– “Cogeme como quieras, te hago caso en todo. Sos muy bueno en la cama Fede, me gustas mucho. Decile a tu putita que hacer y te sigue”

Y nos pasamos un largo rato, besándonos, acariciándonos, contándonos lo que íbamos sintiendo mientras seguía dentro de ella, con mi pija dura. Y no era para menos, era un caramelito delicioso el que estaba abajo mío. En un momento, me salí y la di vuelta, la penetré por detrás, al rato la puse en cuatro para mirarle el culo hermoso que tenía. Después, me senté en una silla y la hice sentar a horcajadas y de frente a mí lo cual me permitió acariciarla mejor y jugar en su colita, apartarla para chupar sus tetas y darle suaves chirlitos. Ella acabó tres veces en ese interín y cada vez que lo hacíamos, parábamos y la dejaba disfrutar el orgasmo.

– “Que lindo, nadie me paró y me obligó a saborear mis orgasmos ¡¡Me encanta!!

– “Mi putita tiene que disfrutar y sentirse bien cogida. Tenes que aprender a saborear el sexo”.

– “¿Y vos no acabás? Hace más de una hora que estamos cogiendo”.

– “Ahora, bebé, en tu colita”, le dije, la hice parar, le dije que se siente dándome la espalda y mientras la sostenía semiparada, le apoyé la punta de mi pija en su culito. “Ahora, bajá de a poco, tomate todo el tiempo que desees, tiene que ser a tu placer”, mientras tenía mi pija y le acariciaba la entrada de su ano.

Ella fue bajando muy despacio. Paró un rato cuando entró la cabeza y siguió lentamente hasta tenerla toda dentro y terminar sentada contra mis muslos.

– “Ahora, otra vez, lento, muy lento. Quiero cogerte ese culito otro largo rato. ¿querés?”

– “Si papi, ¿cómo hacés para tenerla dura tanto tiempo a tu edad?”.

– “Porque me estoy cogiendo a una nena hermosa, sensual, calentita, divina, con una conchita y un culito de ensueño que, además, desea ser mi putita y se me entrega toda. ¿Cómo no querés que esté al palo?”

– “¿Yo te hago eso?”.

-”Si, de modo que hacete cargo y preparate a que te cojan mucho y mucho tiermpo”.

– “Si papi, tu putita es toda para vos”.

Al rato la hice parar, la puse de pie a un metro de un espejo que había en la pared y para que se vea de costado, me puse atrás de ella y le dije que mirara como le cogía la cola. La penetré, abrazándola por las tetas y ella se recalentó mirándose así. Empezó a moverse más rápido y yo también empecé a sacar y meter mi pija con fuerza de esa cola divina. Al rato, la abracé contra mi y, con toda mi pija dentro de su culo, acabé con todo. Lentamente nos separamos y fuimos a acostarnos. Los dos estábamos jadeando.

– “Fede, hace hora y media que estamos cogiendo. ¡¡Qué hijo de puta!! Nadie me cogió así y nadie me hizo gozar tanto. Tu putita te va a ir a visitar seguido a tu casa. Quiero más de esto”.

– “Con todo gusto nena. Sos una delicia que ya ni pensaba en tener. Me gustas mucho y me das mucho placer. También quiero cogerte mucho y muchas veces”.

Continuará.

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