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Pequeños matices pueden cambiar el curso de tu vida

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Relaciones complicadas cuando hay un trío, uno real, otro cibernético y tu misma, relaciones complicadas cuando deseas lo mejor de las dos, pero pequeños matices siempre te van a llevar por la senda adecuada o puede que no.

Os diré que este relato me toca muy cercano en el tiempo, no hacía mucho había estado un poco perdida en el amor dejándome llevar por la soledad con sexo cibernético, pensamientos y deseos de los que una pantalla del ordenador no fuera más que una ventana por donde poder pasar o entrar, sabía que sería imposible, pero soñaba con que aquellas palabras y fotografías se hicieran realidad, pero al final una promesa, un viaje inolvidable, una cena en la playa con un anillo de compromiso de por medio me hizo recapacitar, volver a encontrar el camino perdido, rehacer mi vida, mi amor, hasta cuando… No lo sé, quien lo sabe, ahora solo vivo día a día esperando el momento de unirme a él, quiero ser feliz, pero con él y este es el relato de cómo empezó y quien sabe como terminará, pero los dos hemos dado ya un gran paso hacia delante, un paso que no será el último.

Tengo la necesidad no sé por qué de contaros este relato el cual tengo tan reciente en mi memoria, no hace ni un año que pasó, quizás ocho meses, puede que tres, quizás no más de un mes o es posible que ayer mismo, realmente el tiempo para mí es irrelevante, mi vida era un poco cajón desastre con mi pareja, con el hombre al cual adoraba y adoro, su trabajo nos estaba separando y sus ausencias debido a los muchos viajes que tenía que realizar a pesar de la pandemia estaba minando poco a poco nuestra relación, yo prefería amor a dinero y él por aquel entonces dinero al amor, eso me llevó a ponerme delante del ordenador buscando… y lo encontré, tanto es así que me traicioné a mi misma haciendo cosas que juré no hacer nunca más, también es cierto que conecté con la persona que contacté desde un principio y me transmitió seguridad aparte de una excitación irracional que hacía que humedeciera las bragas con dos o tres líneas o con sus fotografías.

Ahora echo la vista atrás y me sigo excitando recordándole, en aquel tiempo no solo me masturbé con él, también durante la semana, por la noche mi cabeza soñaba que estaba allí con él, más allá de un gran océano, haciéndome el amor bajo las sábanas, no le conocía, tan siquiera conocía el sonido de su voz aunque es posible que sí, tan siquiera su cara, solo un torso, solo un miembro sexual, solo unas líneas frías en el ordenador hasta que se calentaron y ya deseaba su pene, deseaba tenerlo dentro de mí haciéndome gemir, haciéndome el amor.

Pero todo cambió aquel viernes después de una cena familiar cuando me acosté, soñando y masturbándome con él, casi no pude dormir esa noche pensando en que hubiera pasado si viviera en España, si viviera cerca de mi en Valencia y hubiera quedado con él como por ejemplo a tomar unas inocentes cervezas, posiblemente y solo sigo, posiblemente hubiéramos terminado follando, pero como cambia todo porque ese sábado por la tarde sin que yo le esperara mi novio se presentó en casa después de haber decidido adelantar un día su vuelta, tan siquiera me di cuenta cuando entró, no me di cuenta hasta que no se metió en la ducha conmigo sorprendiéndome por la espalda, aparte del susto evidente la alegría fue inmensa de tenerle en casa, de sentirme abrazada por él y supongo que él se sorprendió de lo excitada que estaba, pensando que había sido por él y que mi vagina ya rezumaba flujo nada más verlo, la verdad era bien distinta, puesto que en esos momentos yo me estaba masturbando pensando en otro.

Acababa de meterme en la ducha, el agua me caía en forma de lluvia sobre mi cabeza, el agua estaba caliente cuando empecé a calentarme también por dentro, una vez más esa imagen, ese pene delicioso aparecía en mi cabeza, no sé por qué me pasaba y el caso es que pasaba, bueno quizás el hecho de haber estado mandando mensajes durante el día podía haber ayudado a ello, me enjabonaba pasando mis manos por mi cuerpo, por mis brazos, por mi tripa subiendo hasta mis senos que frotaba y acariciaba, levantaba una pierna y luego la otra enjabonando los muslos y pasando mis manos por mi vulva, un poco de jabón especial para esa parte tan íntima y mis dedos paseaban entre mis labios hasta mi vagina, la lluvia que seguía cayendo iba impidiendo hacer espuma en mi cuerpo y las pequeñas gotas de agua resbalaban por él, desde mis pezones nacían pequeños ríos que iban cogiendo diferentes direcciones al paso por mis senos hasta precipitarse al suelo de la ducha.

De mi monte de Venus casi depilado empezaba una pequeña cascada que caía entre mis piernas hasta que mi mano interrumpió aquel cauce al meterse de por medio, mis dedos acariciando mi clítoris continuamente y mi dedo corazón se metía en mi vagina metiéndolo y sacándolo, pensando que era aquel pene con el que últimamente soñaba, un pene que dejaba que iniciara su incursión en mi interior atravesando las puertas rosadas de mi sexo e internándose lentamente hasta notarla muy dentro de mí y en esos momentos levantaba mi cabeza cerrando los ojos, abriendo mi boca sintiendo como la lluvia caía sobre mi rostro, soñando y sintiendo que ese pene me atravesaba una y otra vez haciéndome gemir.

Ese fue el momento en el que mi novio entró en la ducha, una ducha enorme donde cabíamos los dos plácidamente, con un plato en el techo que hacía que lloviera a nuestro gusto, ese fue el momento elegido por el destino para que mis senos fueran secuestrados por sus manos, que mi cuello se viera envuelto en llamas por sus besos y que por detrás de mí en mis glúteos sintiera su pene llamándome para que le dejara entrar, me di la vuelta nerviosa y su cara reflejaba la alegría de haberme sorprendido, de que estuviéramos los dos juntos nuevamente, lágrimas de alegría empezaron a caer por mi rostro y nuestros besos no tardaron en aparecer, fusionando nuestros labios a la vez que nos abrazábamos.

A pesar de estar pensando en otro, estaba tremendamente contenta de que Tomás hubiera vuelto de viaje, a pesar de todo le quería como nunca había querido a nadie y nuestras manos no paraban de acariciar nuestros cuerpos mojados, besos y preguntas de sorpresa como el que hacia allí, no podía pensar en esos momentos en otra cosa más que en Tomás, todo lo demás se había esfumado como arte de magia, su pene que me golpeaba entre los muslos continuamente que yo ahora lo hacía subir y bajar entre mi mano, Tomás me besaba una y otra vez el cuello diciéndome que me deseaba y lo mucho que me había echado de menos y a pesar de que yo sabía que allí de donde venía tenía una amante, una rubia de bote de esas despampanantes con la que se acostaba, estaba feliz de tenerlo nuevamente y de que me dijera esas cosas al oído.

Me arrodillé en aquel suelo mojado y empecé a subir y bajar mi mano por su pene, le miraba cuando empezaba a metérmela en la boca, a lamer su glande bajo la lluvia mojándonos a los dos por igual, su pene llenaba mi boca y se deslizaba despacio hasta mi garganta, salía y lo mordisqueaba con mis labios pasando la punta de mi lengua por el contorno de su glande, le veía disfrutar, le veía gemir con sus manos sobre mi cabeza llevando el mismo ritmo cuando otra vez su pene desaprecia en mi boca, me gustaba verle así, me gustaba chupársela porque sabía que le encantaba y sin embargo algo dentro de mí empezaba a cambiar, me acordaba de la rubia de bote y no podía más que sentirme desplazada y segundona.

Es cierto que nuestra relación siempre fue muy abierta, ninguno de los dos tendríamos que dar explicaciones por un momento o una noche de lujuria, pero no es más cierto que lo habíamos hablado y los dos estábamos de acuerdo en dar un paso más en nuestra relación y ser los únicos, que yo fuera suya en exclusiva y el mío, pero parecía que le costaba y yo sin embargo lo estaba consiguiendo a pesar de mis deslices cibernéticos, quizás y solo digo quizás, a partir de ese momento en que me sentí traicionada una vez más, con su pene en mi boca cerré los ojos y empecé a imaginar otra vez, imaginar que ese pene que me estaba comiendo era ese que tanto anhelaba tener por una pantalla de ordenador, ese pene que despertó a la gata dormida que tenía dentro aquella noche cuando le envié una fotografía, mis ojos cerrados y ya solo estábamos él y yo debajo de la lluvia de mi ducha, en esos momentos Tomás se había ido.

No sé cómo explicarlo, ya no era un sueño en que me imaginaba su pene penetrando en mi vagina, no estaba físicamente, pero estaba, es como si hubiera invadido el cuerpo de Tomás, le sentía allí conmigo, aquellas pocas líneas habían calado en mí y le habían introducido dentro del cuerpo de mi novio, ahora el que sujetaba mis caderas con sus manos mientras yo abría un poco las piernas apoyando mis manos en la pared de azulejos de piscina, ahora era él y su pene el que merodeaba mi vagina y me empezaba a follar.

El agua caía sobre mi espalda, los gemidos al sentirme penetrada por él diluía el sonido de su cuerpo golpeando el mío por detrás salpicándonos de agua, su pene se abría paso dentro de mi cuerpo, sus manos continuamente acariciando mi espalda y con movimientos fuertes y certeros me iba arrancando los gritos al entrar dentro de mí, yo también empujaba mis nalgas hacia atrás yendo a su encuentro, abrazándome la tripa con sus manos y metiendo su pene metido muy al fondo de mi vagina, casi sin moverse daba dos pasos hacia atrás apoyando la espalda en la otra pared, su espalda resbalaba hacia abajo por ella hasta que llegó a sentarse, él me había abrazado y no me soltaba, su pene estaba inmóvil en mi vagina hasta que me senté y una vez más aquel baile en mi interior empezó a sacarme los jadeos, gemidos y gritos.

Desde que cerré mis ojos no los había vuelto abrir e imaginaba que era su pene el que me penetraba sin piedad, en cuclillas mi cuerpo subía y bajaba por su cuerpo teniendo como guía un pene que me estaba destrozando por dentro, mi espalda contra su pecho bajando con fuerza y rapidez, estaba tan excitada que quería sentir como me llenaba con su semen y que no pude saborear, entonces casi cuando estaba a punto chillar como una loba pronuncié su nombre, diciendo que me follara fuerte que quería sentirle llenándome con tu semen, en ese momento de excitación en que no eres consciente de lo que dices, pero al final te das cuenta y UPS… mi cuerpo y aquel pene dejaron de moverse, unos segundos en que ninguno de los dos queríamos decir nada salvo tierra trágame.

Unos segundos interminables hasta que Tomás me abrazó con fuerza, se levantó sacándome su pene y me pidió perdón, luego hizo me tumbara boca arriba sintiendo como el agua de lluvia de la ducha golpeaba mi cuerpo, nos mirábamos sin decirnos nada a la vez que él se tumbaba encima de mí abriéndome las piernas y metiéndose entre ellas, acercaba sus labios a los míos pidiéndome perdón, me acariciaba las mejillas, se volvía acercar y se volvía a retirar, olía mi cuello, me lo besaba y bajaba por él hasta mis senos abriendo su boca y metiendo mis areolas dentro de él lamiendo mis pezones, dándome pequeños mordiscos con los dientes, su pene entre mis muslos y yo estaba avergonzada por haber nombrado el nombre de mi amante y sin embargo era él, el que me pedía perdón, estaba tan excitada por lo que me estaba haciendo que cuando tenía sus labios cerca de los míos iba a su encuentro sin tener suerte porque él de momento me esquivaba.

Su pene se acercó a mi vagina y sin yo esperármelo me la empezó a meter suavemente y sin prisa, esa fue la última vez que pensé en mi amante, a partir de ese momento algo volvió a cambiar, ya no era él sino mi novio el que me hacía el amor, una vez más mi boca se abría inconscientemente cuando la sentía entrar, cuando notaba como me iba llenando por dentro y nuevamente mis ojos se cerraron cuando sus labios me empezaron a besar, nuestras leguas se juntaban bailando dentro de mí al igual que nuestros sexos que despacio muy despacio su pene entraba y salía de mi vagina dándome, ahora lo sé, uno de los mejores momentos de amor que he tenido con él, me sentía penetrada por él, por su pene, pero también me penetraba el corazón con sus besos suaves y cálidos, los susurros de amor al oído, los movimientos al unísono de los dos, como una máquina perfectamente sincronizada donde nuestras caderas se encontraban y movían lentamente, su pene apenas salía de mi vagina y la sensación era maravillosa hasta el punto que a la vez que gemíamos y gritábamos nos decíamos cuanto nos deseábamos y queríamos.

Los dos empezamos a gemir cada vez más alto, su pene se empezaba a meter con fuerza en mi vagina volviéndome loca con cada empujón, saliendo y entrando ahora casi por completo y teniendo tan solo su glande dentro de mi vagina cuando la sacaba para metérmela después con mucha fuerza hasta el fondo haciendo que realmente gritara de placer y así varias embestidas hasta que teniéndola tan dentro de mí y casi sin movernos nos empezábamos a correr los dos a la vez notando como su semen me llenaba entera, queriendo todo dentro de mi cuerpo y llegando incluso a soñar que alguna semilla atravesara todas mis barreras nadando con fuerza y que terminara germinando dentro de mí. La lluvia de agua cálida seguía cayendo sobre nuestros cuerpos cuando su pene empezaba a retirarse, mi cara reflejaba la felicidad que sentía en esos momentos, la de él sin embargo ahora era de culpabilidad, seguía pidiéndome que le perdonara.

Terminamos mojados en la cama, haciendo el amor toda la noche hasta el amanecer y despertando los dos abrazados, le había perdonado su aventura y él a mí la mía, yo dejé de pensar en aquel chico que por unos días me tuvo perdida pensando en él, pensando en que si le hubiera escrito, en que si hubiera hablado con él cara a cara, quizás todo habría cambiado y ahora estaríamos los dos bajo las sabanas follando, curiosa la vida, cambiando continuamente por pequeños matices, si le hubiera escrito una vez más…

Y sin embargo ahora Tomás y yo estamos más unidos que nunca, ha pedido no viajar tanto y de momento lo tengo por fin a mi lado todas las mañanas al despertar, no sé qué nos deparará el futuro, espero que mucho sexo, pero solo con él, un futuro que menos mal no ocurrirá lo que soñé mientras me hacía el amor en la ducha, menos mal que hoy estoy mala… pero quizás dentro de unos años, no sé si uno, dos o diez, pero espero ser el jardín para su flor.

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