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Podría ser mi hija (pero por suerte no es) - 3

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La relación con Lucía siguió durante meses. Un día me dijo que había conocido a un chico que le gustaba y la alenté a que salga con él.

- “¿No te molesta?

- “No puedo cambiar la realidad de la enorme distancia de años entre nosotros. Vos tenes que buscar una pareja de tu edad. Yo disfruto de cada momento que me regalás, pero sé que alguna vez vas a irte y quiero que lo hagas bien, sin dramas.”

- “¿Y me vas a dejar venir de vez en cuando a estar con vos?

- “Sos libre mi cielo. Vos venís cuando querés. No viniste a este mundo para hacerme feliz a mí. Vos tenes que ser feliz. Vení cuando quieras y dejá de venir también cuando quieras”

Estuvo tres meses viniendo poco, una vez cada quince días o a veces menos. Nunca le pregunté nada sobre su relación. Esperaba que, si quería, ella me contara. Sin quererlo, empecé a tener miedo de perderla, pero sabía que ese era el destino en algún momento. Un día me llamó y me preguntó si podía venir a quedarse todo el día. Por supuesto le dije que sí. Llegó al mediodía, comimos, preparé un mate y nos sentamos a charlar.

- “Nunca me preguntaste nada”, me dijo

- “Hermosa, yo sé que algún día te vas a ir, es lógico. Y tu vida no me pertenece, tenés todo el derecho que te respete tu intimidad. Si querías contarme algo, lo ibas a hacer. Yo te voy a querer igual, aun cuando te vayas y espero que te pase lo mismo. Pero, si necesitas charlar algo, hacelo sin problema. Aun cuando sea pedirme consejos sobre tu pareja”

- “No tengo más pareja. Parecía todo bien, aun cuando el sexo no se compara con el que tengo con vos. Pero de a poco intentó controlarme, quería que le cuente todo mi pasado y que hacía a cada hora. Se metió en mis cosas con indicaciones que tenían mucho de exigencia. Aguanté más de lo necesario porque pensé que era mi incapacidad de relacionarme. Pero ayer lo corté. Se enojó, me dijo que no podía hacerle eso, que yo era suya. Me dio miedo. Por eso hoy quería estar acá con vos”

- “Lo lamento bebé. Son cosas que pasan. Pero no creas que siempre es así. Ya vas a conocer a alguien con quien hacer una pareja que te haga sentir bien.”

- “¿No podés tener treinta años menos, la puta madre? No voy a encontrar a nadie como vos.”

- “No, no se puede. Si tuviera treinta años menos, estarías viviendo conmigo compartiendo la vida. Me encantaría despertar con vos todos los días. Pero la realidad no es esa, preciosa”

- “Mimame papi, haceme olvidar la tristeza”

- “Vení”, le dije, abrazándola y besándola. “Vamos a ver una película, te voy a cocinar algo rico y después te voy a acariciar, a masajear y a besar hasta que te duermas con una sonrisa”

- “¿Me vas a querer igual, aunque no cojamos ni sea más tu putita?, me dijo cuando estaba contra mi pecho y la abrazaba.

- “Sí. Yo no me relaciono con alguien como lo hice con vos solo por coger, aunque debo aclarar que coger con vos es un placer de los dioses. Te quiero por todo lo que sos y que vas a seguir siendo aunque no te acuestes más conmigo”

- “Gracias, no quisiera perderte”

- “Me estas preparando para decirme que no vas a coger más conmigo?”

- “¡¡¡Nooo!!! Ni lo sueñes. Es que estoy triste y melancólica y vos sos, para mí, una roca que me da seguridad y confianza. Saber que te tengo me alegra la vida. Y lo que me decís me tranquiliza y, además ¿sabés qué, papi?”

- “No, ¿qué?”

- “Me dan más ganas de cogerte”, dijo acercando su boca a mi oreja y susurrándome.

- “Me alegro. ¿Qué peli queres ver”

- “Una donde un señor mayor se aprovecha de una nena inocente y la coge por todos lados, ¿querés?”

- “¿Y la nena inocente sos vos?”

- “Ponele”, me dijo con una sonrisa pícara.

- “Vamos a hacer algo distinto”, le dije mientras iba a poner el aire acondicionado a 30 grados. ”Primero, vamos a poner este living como para estar desnudos sin problema. Y ahora, nenita inocente, vení con el papi a la pieza”

Se levantó, se descalzó y vino conmigo. Bajé del armario una caja y le mostré lo que tenía; un disfraz de colegiala, con pollerita tableada a cuadros, coletas, anteojos sin vidrio, medias tres cuartos y camisa de colegio para ella y un delantal, una regla larga y anteojos para mí, de profesor.

- “Vestite de colegiala y venía al living, que te voy a tomar examen”, le dije. Me miro saboreando anticipadamente el placer y me dijo, haciendo pucherito.

“Si profe, pero mire que no estudié mucho. ¿me va a ayudar?”

Le di un chirlito en la cola con la regla y contesté.

- “No sé. Va a tener que hacer méritos señorita si quiere que no la aplace”

- “Si profe, estoy dispuesta a todos los méritos que haya que hacer”

- “La espero en el aula señorita. No tarde”, y fui al baño a cambiarme.

Cuando apareció, me la quería comer toda. Era un caramelito sensual vestida de colegiala, con la pollera que dejaba a la vista la parte inferior de su hermosa cola, con el pelo atado en dos colitas, los anteojos, la camisa fina que dejaba ver sus tetitas empujando la tela y los pezones marcados. Todo acompañado con un gesto de putita inocente que me puso al palo solo de verla. La hice sentar en una silla y empecé a hacerle preguntas de Educación sexual.

- “Señorita Lucía, ¿cuáles son los órganos sexuales secundarios en una mujer? ¿Cuáles los principales? ¿Cómo se ubican los labios mayores y menores en la vagina? ¿Cuál es el miembro sexual principal en el hombre? ”

A todos ponía cara de vergüenza y contestaba “No sé”

- “Lo lamento señorita Lucía, pero tengo que reprobarla”

- “No profe, porfi. Hago lo que usted diga. Pero no me repruebe”

- “En consideración a que en el resto de las materias tiene buenas notas, voy a tratar de ayudarla. Pero vamos a hacer dos cosas. Primero la voy a castigar por no estudiar y después le voy a dar una clase así aprende. ¿De acuerdo?”

- “Lo que diga profe. Le hago caso en todo”

- “Bien, levántese y apoye los brazos sobre esa mesa”, a lo cual obedeció.

Yo le indiqué que separe las piernas golpeándole la parte interna de los muslos y le ordené que se agache sobre la mesa. Lo hizo, dejando a la vista su hermosa colita.

- “Ahora la voy a castigar por no estudiar, señorita”

- “Bueno profe, pero despacito”

- “Nada de despacito señorita, no puede venir sin estudiar”, le dije mientras le iba dando golpecitos con la regla en las nalgas. “Va a aprender a ser una buena alumna”

- “Ayyy. Si profe. Soy una nena mala. Ayyy. Merezco esos chirlos en la colita profe, me decía haciéndome pucheritos”

- “A ver como está esa cola, no quiero pegarle muy fuerte y lastimarla”, le dije mientras le acariciaba su cola. “¿Duele mucho?”

- “Si profe, acariciela un poco más, porfi. Así profe, así. Que bien que sabe acariciar profe”

- “Ahora venga acá, jovencita” le dije poniéndola de pie a mi lado mientras me sentaba. “Estos son su órganos sexuales secundarios” le explicaba mientras le abría la camisa, acariciaba sus tetas y le chupaba los pezones. “Entiende señorita”

- “Explíqueme un poco más profe”, me dijo mientras me sostenía la cabeza contra sus pechos.

Le encantaba que le juegue con las tetas y los pezones, la calentaba mucho. Después de un rato de estar saboreando esas delicias, la llevé al sofá, la hice sentar y le levanté las piernas.

- “Déjelas así jovencita que le voy a explicar la anatomía de la vagina”

- “Si profe, explíqueme, que usted explica muy bien”

Me quedé un rato largo lamiendo su clítoris, su conchita, su ano, mientras mis dedos jugaban libremente, hasta que tiró la cabeza hacia atrás, me gritó “lameme papí” y acabó con un largo gemido.

- “Bien alumna”, le dije cuando se repuso. “Ahora venga a aprender la anatomía del órgano sexual masculino, le dije sacando mi pija entre los botones del delantal.

- “Si profe”, dijo con entusiasmo y se dedicó a darme placer con su boca, con sus manos, pasando mi pija por sus tetas.

- “Bueno, bueno. Sigamos la lección”

La levanté, me senté en la silla, la atraje hacia mí y la puse a horcajadas mías, de frente a mi.

- “Ahora le voy a enseñar el coito vaginal. Venga señorita, baje despacito, así, hasta tener dentro suyo todo el miembro masculino”. “Muy bien, veo que va aprendiendo”

- “¿Si profe? ¿Lo estoy haciendo bien”

- “Así alumna, suba y baje para que el hombre entre y salga de su conchita. Así señorita. Usted es una buena estudiante”

- “¿Si profe? Y si de paso me recuerda lo de las tetas”, me dijo llevando mi boca a sus pezones. “Ayyy, profe, siga, siga. Chupe los pezoncitos de su alumna” me decía mientras aceleraba el ritmo. “¡¡¡Ahggg!!!”, gimió abrazándose. “¿Voy a aprobar profe?”

- “Faltan algunas materias. ¿Cómo está con lo del coito anal?”

- “No lo estudié, profe. ¿Me lo explica porfi?”

La levanté, le hice pasar una pierna para que quede sentada de costado sobre mis piernas, la levanté y le dije

- “Señorita, tome el miembro e introdúzcalo en su vagina”, lo cual hizo, obediente, mientras la apoyaba contra mi pecho y así, en el aire iba haciéndola subir y bajar

- “Eso me gusta profe. Enséñemelo bien. Así, así” me dijo mientras se abrazaba a mi y escondía su cabeza en mi hombro. Al rato se tensó toda y, mientras la dejaba descansar sobre mí penetrándola hasta el fondo fue acabando un rato largo.

- “¿Falta más profe, dígame que falta más?

- “Señorita”, le dije mientras volvía a levantarla. “Tome el miembro masculino y ponga la puntita en su culito”

- “Ayyy, profe, no dolerá”

- “Señorita, me extraña, quien es el profesor”

- “Usted profe”, dijo haciendo lo que le indicaba

- “Abrazame”, le dije y obedeció. “Ahora te voy a bajar suavecito. Mantené mi pija hasta que entre en tu colita”. Hizo lo que le decía y, entre gemidos y suspiros, fui dejando que lentamente entre totalmente dentro de ella. La dejé un rato así hasta que se acostumbre y después empecé a levantarla y bajarla. Al principio, respiraba hondo y gemía en cada vez, pero al rato se aflojó, empezó a besarme y a pedirme al oído

- “Así papi, así. Entra mucho en esta posición. Metela toda que me gusta, Cogeme toda papi. Así, haceme tu putita, papi, Asííí´”

Fue subiendo su calentura hasta que acabó y otra vez la dejé bajar hasta apoyarla en mis piernas. Quedó un rato jadeando, me dio un beso y dijo

- “Así entra hasta el fondo y además, se te pone al palo. Y cuando está al palo es muy grande papi”

- “¿Te lastima o te duele?”

- “No tonto. Soy tu putita hace rato y ya me acostumbré a tu pija. Me encanta.

- “Ahora ponete de vuelta a horcajadas frente a mi”. Cuando se puso, le besé las tetas y le dije “De a poco, andá bajando, metiéndotela en tu colita. Pero mirame”

- “¿Por qué?

- “Porque pones una hermosa cara de putita caliente cuando te penetro el culito”.

Se sonrió, hizo como le indiqué y fue bajando lentamente, regalándome todo el espectáculo de esa hembrita joven y hermosa con toda la sensualidad que le daba la calentura que sentía.

- “¿Así mi señor? ¿Así le gusta ver a su putita?”

- “Si. Te filmaría para verte cuando no estés, de linda que sos”.

- “Filmame. Y después mostrame como soy cuando estoy caliente”.

- “Bueno, pero ahora, bella y querida putita, dejame llevarte”, le dije, agarrándola de la cintura y haciéndola subir y bajar, sacando y entrando mi pija en su hermoso culito. “Mirame putita, te voy a acabar”

- “Esperame papi, esperame que voy con vos”

Y terminamos juntos en un largo orgasmo, que siguió mientras ella movía lentamente en círculos su cintura hasta sacarme la última gotita de leche. Me miró con una sonrisa, me dio un beso, me abrazó y dijo.

- “Yo sé que te enoja, pero no me importa. Gracias. Gracias. No tenes idea lo bien que me hace estar con vos” y se quedó un largo rato abrazada a mi. Después se levantó y dijo, con una sonrisa:

- “Esta película estuvo buenísima. Ahora haceme algo rico para picar y ponemos alguna otra en la tele, ¿querés?”

De la tristeza con la que había llegado, no quedaba ni rastro.

Continuará.

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