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Polvos de pre cuarentena

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Siempre les traigo relatos contados desde mi óptica, pero hoy decidí publicar una experiencia pre-cuarentena que tuve con Cristian, un macho que cambiaba a su novia por mí, y el resultado de esos encuentros se ve plasmado en estas líneas que él mismo me dedicó. Espero que les guste.

En primer término me presento. Soy Cristian, tengo 38 años, soy soltero, pero convivo con mi novia -a la que llamaré Mariana-, desde hace unos dos años aproximadamente.

Me considero una persona atractiva, con buenos gustos, tranquila, de perfil bajo en algunas ocasiones, pero decidido a ir al frente cuando algo me gusta.

Y eso fue lo que me pasó con Naty. Si bien sus fotos en la página de internet donde la había visto hablan por si solas, tuve la oportunidad de charlar por chat, Skype y finalmente por Whatsapp, en donde logré conocer a una gran persona, más allá de su belleza física.

Logramos tener buena conexión desde el principio, y fue sincera conmigo ni bien comenzamos a tomar contacto.

Si bien ambos manifestamos gustarnos mutuamente, ella me dijo que era de tener pocos encuentros con gente que había conocido en la página de contactos que frecuentamos ambos, o en chats, etc., y con quienes había tenido experiencias reales siempre habían sido personas presentadas por amigas de su confianza.

Si bien esto a comienzo me hizo bajar la expectativa, las charlas eran agradables -y calientes la mayoría de las veces-, motivo por el cual no me jodió tener sólo contacto virtual por unos cuantos meses.

Fue allá por mitad del 2019 -luego de varias veces de vernos por videollamada-, que Naty se copó a vernos en algún lugar, para conocernos personalmente.

Recuerdo que era mitad de semana, y un día con bastante frío. Propuse vernos en un bar/cervecería de calle Montevideo, a media cuadra de Corrientes, ya que era un punto cercano para ambos y de fácil acceso.

A manera de resumen y para no aburrirlos, he de decir que el encuentro fue espectacular.

Si bien ella fue vestida de “nene”, siempre la vi como una hermosa pendeja. Su cara, su mirada, lo que dejaba ver su cuerpo detrás de una vestimenta que seguramente ella desearía no tener en ese momento. A pesar de eso, vi una hermosa putita.

Sabía que ese día iba a ser sólo de conocimiento. No más que eso. Lo que se repitió un par de oportunidades más, en el mismo lugar, con las mismas intenciones.

Fue luego de una charla de Whatsapp previa a un nuevo encuentro, el día en el que supe que era el momento de dar un paso más, el paso que ambos deseábamos… podía leerlo entrelíneas en los mensajes de Naty.

Ella estaba más explícita que en otros días, mas sexual, más lanzada. La conversación finalizó cuando ambos confirmamos horario y presencia en el lugar de nuestros encuentros, y con una foto que me mandó Naty de un hermoso conjunto de ropa interior blanco. Ya sobraban las palabras.

Ese día me ocupé de avisarle a mi novia que salía con amigos a tomar algo, y que seguramente llegaba tarde al depto., por lo cual la motivé a que ella también organice algo con sus amigas, así me daba más tranquilidad para llegar a casa y acomodarme, en caso de que finalmente concretara algo con Naty.

Ese día nos vimos en la cervecería de calle Montevideo, pero la charla sería breve. Ambos sabíamos que era una simple excusa.

Como daba por hecho de que pasaríamos a una fase más íntima, y dado a que yo no tenía lugar donde ir para estar juntos a solas, contacté a un amigo y le pedí prestado el departamento por un par de horas, obvio con la excusa de que iba a ver a una mina que me estaba garchando.

Debo aclarar que me encanta vivir la sexualidad a pleno, pero el hecho de que me gusten “nenas” como Naty no es algo que tenga blanqueado. Ni siquiera a amigos, y obvio que mucho menos a mi novia.

Con ella desde que vivimos juntos tenemos muy buen sexo, no puedo quejarme. Pero debo confesar que como seguramente le pasará a muchos de ustedes quizás, pienso en chicas cross, trans, travestis, etc. cuando la garcho, o tengo fantasías, o tengo contactos de este tipo por redes sociales que alimentan mi morbo. Así de hecho nació mi relación con Naty.

Volviendo al encuentro, y como adelantara, lo de la cervecería fue muy breve. Con la excusa de que había mucha gente y la idea era poder charlar más tranqui, le propuse a Naty irnos al bulo de mi amigo, a unas 7 cuadras de donde estábamos.

Fueron unas largas 7 cuadras. Mucho silencio. Algún comentario tonto de alguno de los dos para hacer menos incómoda la caminata.

Llegamos, abrí la puerta del departamento y todo comenzó a fluir. La timidez, los miedos o las vergüenzas quedaron de lado.

Al mismo momento que cerré la puerta, comenzamos una tremenda franela, besos, lengua, manotazos, digno de dos desesperados sexuales.

Creo que no pasaron más de 30 o 45 segundos que ya para ese momento teníamos la mitad de la ropa puesta.

Fue ahí que Naty -con gran lucidez-, pidió frenar un poco, y retirarse al baño. Me pidió que la esperara en la habitación.

Agarró su mochila y se dirigió al baño. Yo quería verla con el conjuntito de ropa interior blanco que me había mandado por Whatsapp puesto, mataba por eso.

Yo sólo me limité a irme a la habitación y quedar solamente con el boxer puesto, con la verga queriendo salir a toda costa, con la cabeza de la chota queriendo llegar a tocar el sol.

Cuando la vi entrar a la habitación, sabía que nos íbamos a sacar chispas. Naty manejo toda la previa, y eso me encantó.

Se contorneaba con su conjuntito de ropita interior, se acercaba lentamente a mí, que sólo me limitaba a esperarla recostado, con mis piernas y brazos abiertos como esperando recibirla.

Juro que se me explotaba la pija. Muchas ganas de ver a Naty con la chota en la boca. Si bien había sido de conversación en diversos chats, Skype y nuestros mensajes de Whatsapp, jamás habíamos hablado de sexo explícito personalmente.

Era como que dejábamos eso para el momento oportuno, y creo que eso generó mayor curiosidad en el otro y mayor deseo.

Sabía que a ella le gustaba mi pija, al menos las fotos. Yo estaba enamorado de sus fotos, y ahora la tenía enfrente, confirmando lo visto en las imágenes.

Ella se acercó gateando sobre la cama, y sin que yo haga nada, solita bajo mi bóxer. Ahí pudo verme a pleno, y esbozar su primer comentario, agarrar mi verga y mirarla como con admiración.

Me dijo… -No podés tener esta verga papi… es hipnótica.

Y así parecía, porque no paraba de mirarla y mirarla, mientras sus manos la recorrían desde los huevos, pasando por el tronco hasta llegar a la cabezota.

Le dije que era suya, que está esperando una buena chupada de su parte desde hace tiempo, y sólo con mirarme sabía que venía la mejor parte.

Empezó a tragarse lentamente la verga, sabía lo que hacía. Sostenía firmemente con sus dos manos el tronco, mientras tímidamente se comía la cabeza de la chota.

De a poco comenzó a tragar más y más, mientras me pajeaba o me acariciaba los huevos y por debajo de ellos. La dejé trabajar la verga tranquila, quería que la disfrute, la mire, grabe con su mirada el brillo que emanaba de la cabeza, que apreciara el grosor de mi tronco, el flujo sanguíneo de mis venas bien marcadas, algo que yo sabía que le llamaba la atención y le encantaba.

Fue el momento en el que sentí que tenía que tomar el control. Me levanté suavemente de la cama y le pedí a Naty que se arrodillara en el piso, previo colocarle una almohada para que no lastimara sus rodillas.

Entonces, le pedí que abra grande la boca y saque su lengua lo que más pueda, y que nunca deje de mirarme fijo a los ojos.

Yo por mi parte, la agarré con mi mano izquierda por detrás de su nuca, mientras que con la otra mano sostuve fuerte mi verga desde la raíz, para empezar a darle embestidas dentro de su hermosa boquita.

Y ahí empecé a bombear, a coger su boca. Al principio solo la cabeza de la poronga, para ir ingresando cada vez más con mi miembro a la profundidad de su garganta.

Ya con casi la totalidad de la pija dentro de su boca, era obvio que iba a empezar a hacer arcadas, como tanto me gusta a mí. Pero en ningún momento Naty desistió de hacer ese hermoso trabajo que tan bien le sale que es satisfacer a su macho.

Cada vez embestía más fuerte y con mayor frecuencia en su boca, el bombeo era constante. Y empezaron las lagrimitas de arcadas. Algo hermoso, verla mirarme fijo a los ojos, ahogándose con mi verga, con lágrimas de placer en sus ojitos inocentes.

Creo que no menos de tres veces estuvo a punto de vomitar, pero nunca dejó de chupar y bancarse la verga en su pequeña boquita. Todas esas babas que caían iban a ser muy útiles para la lubricación de su colita.

Es que, ante tanta baba, entendí que iba a ser el mejor lubricante que podríamos tener.

Les puede parecer tonto, pero a pesar de la situación, sentí que en caso de avanzar, tenía que tener a anuencia de ella.

Es que mientras se la metía en la boca, le empecé a preguntar si me iba a dejar hacerle la colita, o todo iba a quedar en una buena mamada.

Si bien ella mucho no podía hablar por tener la boca llena, asentía con un sí ante cada pregunta que le hacía al respecto.

Con su consentimiento, la puse en 4 patitas en el borde de la cama, para poder así adentrarme en esa hermosa cuevita que tiene con mi lengua.

Me esmeré en tratar de darle la mejor chupada de culo de la historia. No sé si lo logré, pero la dilatación que iba logrando me daba algo de tranquilidad de que estaba haciendo las cosas bastante bien.

Ya con dos dedos adentro del orto, fue que le pregunte nuevamente si me iba a dejar hacerle el ojete, pero la respuesta fue un quejido y luego el silencio, hasta que le apoye la cabeza en la puerta del orto, y fue recién ahí que escuché… si papito… pero porfa… cuidame…

Y traté de cuidarla, pero ese culo sin dudas era bancador, así que dudé en cumplir el pedido de Naty. Creo que sólo cuidé ese culito los primeros 10 minutos de penetración.

Me gusta el sexo intenso, fuerte, entregar todo físicamente, terminar exhausto y con la satisfacción de que le di todo a mi putita de turno, y con ella no iba a ser la excepción.

Soy físicamente robusto, y ella tan menudita. Eso me excitaba aún más. La dominación sobre Naty era total. La manejaba en la cama con facilidad al ser tan livianita.

Juro que le clavaba la chota desde todos los ángulos, y ante cada pose los quejidos de placer que escuchaba de su interior me ponían cada vez más loco, cada vez más intenso, cada vez más sexual.

Fue en un momento que vi reflejados nuestros cuerpos en la pantalla de un TV de 43 pulgadas que mi amigo tiene colgado en su habitación. Ese aparato estaba apagado, y hacía las veces de espejo de nuestros cuerpos cogiendo a morir.

Le pedí a Naty que se pare, y la puse de costadito a la TV. La agarré de su cintura por detrás, y tomé sus brazos, a la altura de sus codos.

Ella no paraba de mirar en ese espejo que habíamos inventado. Se veía claramente la diminuta dimensión de su cuerpo, en contraposición con el mío, mucho más grande. Y también se veía claramente mi verga al re palo a punto de explotar. Y creí que esa era el momento oportuno para dejar todo.

Me escupí la cabeza de la chota, y se la afirmé en el ojete, mientras que le trabé sus brazos por detrás de su espalda con los mías, para que no sólo no se me escape, sino para tener un dominio absoluto sobre ella.

Y no voy a mentir, no quería que Naty se pajeara mientras la clavaba, ni pajearla yo. Quería ver el punto de calentura de esta putita.

Es que ahí fui por el orgasmo… de ambos. No me importaba si ella me pedía que parara, o si se quejaba cada vez más fuerte.

Sentí que era el momento de no perdonarla, de enterrarla toda, bien hasta los huevos, y hacer bombeos de pija completa, es decir, bien hasta el fondo, y sacarla hasta el punto que parece que se zafa del culo.

Y a eso, sumarle fuerza, empuje y velocidad. No hay culo que aguante.

Lo que buscaba sin dudas era que ella eyacule, y probar con eso el punto de calentura que en todo momento percibí de su parte.

Creo que fueron unos cuantos minutos, los dos agitados a no más poder, yo totalmente empapado en transpiración, pero nunca bajando el ritmo, teniendo a Naty parada por delante de mío, totalmente ensartada hasta los huevos, hasta que llegó el momento, momento que ambos pudimos ver en la imagen que reflejaba ese televisor a manera de espejo.

Pude observar el punto máximo de calentura de ella, la veía sin chances de escaparse, rendida y entregada, totalmente desinhibida, con sus piernas queriéndose flexionar continuamente, como que buscaba como tirarse al piso, hasta que no pudo más y soltó toda su calentura.

Empezó a acabar, así de simple, sin tocarse, solo siendo cogida. Y pude ver eso como sucedía.

Juro que fue algo que me motivó a seguir dándole, y fue algo que recién ahí me permitió terminar a mí… si no lograba que ella acabe de esa manera sin estimularse los genitales, solo siendo penetrada, hubiese sido un fracaso para mí.

Luego de ese momento sublime, fue como que ella empezó a desvanecer, a quedarse sin energías, y empezó a pedirme por favor que acabe. Y sus pedidos son órdenes.

La seguí clavando hasta que descargué la leche que quizás nunca había logrado descargar en un polvo con mi novia. Llene el forro y el ojete de Naty con la chechona que ella tanto me pedía.

Inmediatamente después que le saqué la verga del orto, se tiró al piso, como buscando descansar, apoyando su cabeza sobre el lateral de la cama.

Entonces, me saqué el forro, y le pedí que suavemente me limpiara la verga con una linda mamada, como ella tan bien sabe.

No nos dimos mucho tiempo para recuperarnos. Sentíamos que el tiempo y la calentura nos apuraba. Y repetimos una buena cogida en dos hermosos polvos que me sacó esa misma tarde.

No me echaba tres polvos como los que le mandé a Naty desde hacía tiempo. Ella me los sacó. Una de mis mejores tardes de sexo.

A partir de ese día, cambiamos la cervecería por el departamento de mi amigo. Y ya los encuentros eran fijos y cada vez más intensos.

En ese departamento nos vimos unas 5 o 6 veces más, hasta el momento de que mi amigo me empezó a interrogar de con quién me veía, que mina era, si era conocida de mi novia o no, etc., lo que me obligó a mentirle en una serie de cosas, y por ende a dejar de pedirle prestado el departamento.

Sabiendo la zona por la cual se movía Naty, y siendo que ella accedió, empezamos a vernos en un telo de calle Talcahuano casi Córdoba.

Si bien no era un lujo, lo bueno es que nos dejaban ingresar sin drama, a ella le quedaba a un par de cuadras de la sede de Paraguay y Uruguay de la Uces de Psicología que ella cursaba en ese momento, y a mi me quedaba al toque del laburo.

Ya para esos encuentros, yo me escapaba de mi laburo en el horario laboral para no llegar tan tarde a mi casa.

En los encuentros en el departamento de mi amigo se me complicaba para volver muy tarde si mi novia no hacía algo ella por su lado, entonces empezamos a vernos en el horario de almuerzo, tipo 13 horas, pero terminábamos a eso de las 18 de coger y jugar.

Como yo trabajo por mi cuenta, no tenía drama en esas escapadas, de borrarme todo el día, pero al día siguiente era una pila de laburo, mensajes que me dejaba anotados mi secretaría de gente que había intentado contactarme durante mi ausencia… un quilombo.

Eso sin contar que más de una vez me pasaba de tener que garchar a mi novia, después de haber estado cuatro o cinco horas con Naty. Era todo un stress, un lindo stress.

Con Naty la piel era increíble, congeniábamos perfecto, a todo nivel. Hasta en una oportunidad, no conseguimos habitación en el telo, y terminamos en un sex shop de calle Talcahuano que tiene unas cabinas en el subsuelo para ver porno.

Pagamos el doble y nos mandamos a una cabina, la más amplia de las 4 que tiene, que no era mucho más grande que 2X2, y le pegué una garchada hermosa, que recuerdo le temblaban las piernitas. Ese fue uno de los días que más caliente la noté.

Me confesó que la había calentado mucho el saber que el resto de las cabinas estaban con tipos pajeándose, y nosotros a todo garche a metros de ellos.

Pero sin dudas, no era un lugar para ir todos los días, y el telo tampoco era un lugar para seguir yendo todos los días. Yo trabajo cerca, ella concurre a la facu cerca, era todo muy jugado, yo ya no podía pedir el departamento prestado a mi amigo... pero las ganas de vernos eran cada vez mayores, y algo teníamos que hacer.

Fue ahí que ella me propuso verme un día en el departamento de una compañera de facultad. Una piba que había pegado muy buena onda y cursaban juntas desde el comienzo de la carrera.

La piba era de una ciudad de la provincia de Buenos Aires y la bancaban los viejos con sus gastos. Sólo estudiaba. Me dijo que, si le dábamos unos mangos como para garpar luz/gas o algo así, podíamos usar la habitación de su amiga.

La verdad que al comienzo la idea no me convencía, no quería tener quilombos de ningún tipo, ni con su amiga, ni con nadie que me viera, con mi novia menos.

Pero después de 15 días de no encontrar solución, accedí a vernos en el departamento de su compañera de estudios. Esos 15 días sin vernos fueron la prueba de que teníamos un garche tremendo ambos, fuego puro.

La onda era usar el departamento una vez por semana para no generar quilombo de ningún tipo, y aprovechar ausencias de su amiga.

Además, yo no quería tampoco que sea algo mucho más intenso, porque mi novia me había hecho un par de planteos en cuanto que sospechaba cosas, como que me alguien me escribía, redes sociales, mensajes, etc., entonces me había propuesto cogérmela de lunes a lunes para que no me joda.

Como nos fue? Nos veíamos todos los días que Naty cursaba, es decir lunes, martes, jueves y viernes. Horarios? Desde las 13 hasta que me saliera agua de la verga. Si… es la posta.

Hasta un par de veces teníamos tribuna… jaja. La amiga de Naty y dueña del departamento en el living supuestamente “estudiando”, mientras yo la tenía ensartada a su amiga en la habitación y a los quejidos limpios.

Era todo sumamente intenso desde el punto de vista sexual. Muy fuerte todo. Creo que en un momento llegamos como a desafiarnos sin proponérnoslo.

Como era eso? Llevábamos cada uno nuestro físico al límite. Yo con la pija roja en sangre. Ella con el ojete híper dilatado.

Fue ahí en esos días como que mi cabeza hizo un click.

Si bien estar con Naty era como una droga, era un viagra natural, verla era querer ponérsela, ponerte al palo en segundos, yo sabía que estando en pareja esto era insostenible.

Además, la situación se ponía cada vez más jugada para ambos. Ya en los últimos polvos ni nos cuidábamos, lo cual era una irresponsabilidad, pero lo hacíamos.

Es que usábamos una banda de forros, y llega un momento que poder sentir como la carne de la verga transita un ojete tan rico, te hace cometer locuras.

Para evitar seguir haciendo macanas, y sabiendo que podría generarme problemas a mi en mi casa con mi novia y a ella quizás con su amiga en el depto. -ya que era testigos de una porno de 5 horas en cada encuentro, fue que tuve que tomar una decisión que hasta hoy me apena, que sólo está siendo menos dolorosa por esta situación que estamos viviendo por el Coronavirus que nos mantiene a muchos encerrados haciendo la cuarentena.

Para febrero de este año fue que decidí suspender los encuentros con Naty de manera tan continua. Sentí que era arriesgado, y que quizás nos llevaría a problemas que ninguno de los dos quiere transitar.

Ambos seguimos conservando nuestros teléfonos, pero sabemos que sólo tenemos contacto en ciertos horarios, y charlas de poco tiempo, para no levantar temperatura y sentir la necesidad de vernos. Ambos sabemos la conexión que tenemos.

Desde febrero que no nos vemos. Más allá de la decisión que terminó siendo consensuada entre ambos, la cuarentena nos ayudó a sostenerla sin dudas. De lo contrario, quizás el final de este relato sería otro.

Yo hoy en día continúo conviviendo con mi novia, pero no voy a mentir…en más de una oportunidad al día se me cruzan en mi cabeza imágenes con Nayy, las más lindas y perversas imágenes de las cosas que le hacía, que ella me hacía, que nos hacíamos.

Más de uno quizás me critique por la decisión tomada… y lo entiendo. Pero lo más importante es que ella me entendió, y desde un comienzo, tal como lo hablamos siempre, lo nuestro venía por el lado sexual, de pasarla bien, tener buen garche, disfrutarnos, y eso fue lo que hicimos… y quizás lo que en algún momento volvamos a hacer.

NATY

(9,80)