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Por güevon una mujer me tumbó a mi esposa

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Hola a todos. Les voy a platicar mi triste historia ¿De cómo me ganaron a mi vieja?, y ni las manos pude meter para conservarla; y se los voy a contar incluyendo todo lo que me dijo gachamente mi Lupita. Comenzó una mañana de la siguiente forma:

–¡Por una calamidad José! ¡No es posible! ¡Ve la hora! ¡Son las doce del día y tú todavía echado como vaca atropellada por tráiler en carretera! ¡Levántate!

Yo cubrí mis ojos cuando mi esposa corrió las cortinas para que entrara el sol a la habitación, contestando.

–Tranquila vieja pos que no miras que estoy bien desvelado. Ando crudo. No seas ingrata ¡Cierra las cortinas que soy vampiro! Dame otra media hora de sueño.

–Ah, Desvergonzado. Mendiga peste tienes aquí en toda la habitación. ¡Mueve esa panzota de chelero y vete a bañar!

–Vieja me va a dar un torzón

–Muévete o te echo agua. Ya sabes que si lo hago. Ponte a buscar trabajo porqué en esta casa las tortas de aire no nutren

–Ok, oye no seas gacha ¿Hazme un caldo de pollo con mucho chile para cortarme la resaca?

–¡Otra cosita patrón! ¡Cínico! ¡Trabaje si quiere tragar!

Con pesadez me levanté de la cama. Ya en la regadera, me decía así mismo.

–Yo no nací para trabajar. Solo me gusta el vacilón.

Luego viéndome el rostro al espejo y después de mandarme besitos, dije.

–¡Arrooz! ¿Cuántas nenorras no quisieran tener esta chulada de machote mexicano? Si mi vieja sigue así de pesada conmigo me cae que se va a perder de este cuerpecito sabrosón. Soy una belleza natural mal valorada.

Terminada la ducha me dirigí a la cocina a buscar alimentos. Abrí la alacena, refrigerador y sin encontrar bocado para llevar a la boca fui a los lavaderos en donde se encontraba mi esposa, a quien le dije.

–Lupita, no me levantes tanto la canasta. Mira que sufro ¿Acaso mi reina quiere matar a su rorro de hambre? Ándale dile a tu mami me regale un taco y una Pepsi.

Mi cónyuge sin voltear a verme siguió lavando ropa. Quise abrazarla pero me rechazó diciéndome.

–Atrás de la raya que estoy trabajando. Vergüenza debería de darte que ni para un taco hay en esta casa

–Te prometo chiquita que ya me voy a poner a trabajar. Perdóname por ser tan insoluto. Te hablo con el corazón

–Ni me vengas a tratar de convencer que ya te conozco musaraña

Sabiéndome acorralado eché mano de mis artes escénicas. Hincado lloré a los pies de mi esposa. La mujer al principio se resistió al engaño pero su noble corazón la hizo ser indulgente conmigo.

–Okey, te voy a dar tu última oportunidad. No me vayas a fallar como siempre. Ya levántate y sécate esas de cocodrilo. Ayer mi hermano Antonio me dijo que te consiguió chamba. Vas a irte de chafirete de microbús a la terminal Pantitlán. Al dueño de la unidad, le entregaras la cuenta de lunes a sábado a tres mil pesos diarios. Tú pagas el diésel y lo que sobre de los pasajes será para nosotros. Vas a tener que traer bien movida la nave. Hoy mismo te vas a trabajar. Te esperan a las tres de la tarde. Ya vente a comer

–Gracias Amor por ser tan buena conmigo. No te voy a decepcionar

–Espero que no. De todos lados te ha corrido por guevon. Te advierto José que si esta vez manchas tu alma o sea qué si me fallas, me divorcio de ti

Por la tarde don Gilberto, me entregaba las llaves y documentación básica del vehículo de transporte público, dándome de inmediato a trabajar. Por la noche regresé a mi hogar y di los primeros quinientos pesos a Lupita, que contenta los recibió.

–¿Ves Pepito como si puedes aplicarte? Neta pensé que eras un caso perdido

–Me tuviste fe mi Lupita y ahí están los primeros frutos de mi trabajo fecundo y creador

–Mi Gordo hoy si te ganaste tu merecido premio

–¿Me vas a dar tetita?

–Si, también mi tesorito. Nada más déjame dar un regaderazo para oler rico y te des buen agasajo. Ahora si te vas a poder atascar porque va a ver mucho lodo

Ansioso esperé quince minutos. Cuando vi a mi esposa bien bañadita y vistiendo un baby doll corto. La empecé a besar. Al envolverla en mis brazos, le quité la prenda, diciéndole

–Vengase mamazota. Acérquese, vamos a ver lo que esconde el chichero

Al descubrirle los senos, exclamó

–“Santa cachucha Batman” pero mira nomás Lupita que mamilotas evenflo tan grandotas tienes. Son una delicia. Ahora veamos qué se esconde debajo de esa tanguita coqueta

Al quitarle la tanga, exclamó

–¡Órale chamacos! ¿Ese tamalito calentito bien depilado es para mí? ¡Qué ricas piernotas y nalgotas! ¿También son mías?

Lupita excitada por el toque de mis manos en sus partes íntimas, contestó

–Si Corazón. Te lo ganaste a pulso. Sírvete con la cuchara grande

Ni tardo ni perezoso la desnudé. Jalando con los dientes un pezón la llevé hasta la cama. Ahí le dije

–Estás bien bubulubuena. Ya me tenías muy castigado. Dos semanas sin aquellito pero por fin hoy cena Pancho

Ella respondía

–Tú estás bien guapo. Ya sé que te fascina que me deshaga de buenota por eso me paso dos horas diarias en el gym pero oye papi, eso de estar a dieta de chile a veces no conviene porqué cuando te castigo pues a mí también me toca bailar con la fea pero echo mano de las manuelas para masturbarme y bajarme las ganas de mi fuego ardiente. Dale a la amamantada que solitas piden

–Que ricas evenflos. ¿Anda nena dime en que pensabas mientras te masturbabas?

Mientras esperaba la respuesta de Lupita, me di a la tarea de succionar uno a uno los senos para luego juntar los dos pezones y chupar ambos a la vez. Mi esposa más excitada por fin contestó la pregunta

–Amor me da pena confesar pero lo haré porque te has portado bien. Primero me encierro aquí en la recamara. Cierro bien puerta y ventanas para que nadie me escuche y para correr menos riesgo pongo música en alto. Abro la laptop que me regaló mi hermano Antonio para buscar páginas porno de preferencia de lesbianas. Me gusta ver videos de mujeres de ébano tetonas y nalgonas con rubias hermosas. Ya entrada en las escenas del video comienzo a acariciarme despacito. Pienso que las dos chicas me acarician y maman las tetas. Lo mejor es cuando se me empapa la panocha y eso me pasa cuando las veo hacer tijeras. Mis deditos empiezan a entrar y salir frenéticos al grado que empiezo a pedir lengua de mujer

En mi mente me imaginaba cada escena que describía mi mujer y mi pene chico se ponía duro y erecto. Bajé a la pelvis de Lupita para abrirla de piernas y lengüetearle la vagina. Al entrarle la lengua en el surco de la vulva, dije

–¿Todo eso te imaginas?

–Si, y todavía más

–Eres golosa, sigue diciéndome que más haces al ver esos videos lésbicos

Ella estimulada, continuó

–Cuando llego al máximo de mi calentura tomó el cepillo más grande que tengo para peinarme. Levanto mis piernas y me meto todo el cabo hasta el fondo. Es cuando comienzo a retorcerme y gemir. Ya más estremecida empiezo a pedir una puta para mí solita, al tiempo que digo “Mamita, mamita chula, chupa rico mis tetas. Si me cumples te mamo tu panochita. Anda perrita pórtate salvaje con tu gatita. Te prometo llevarte al cielo”

Silencié a mi mujer al introducirle mi pequeño falo en la boca, diciéndole

–Ah eres una pervertida. Mi vieja es bisexual. Mama fuerte mi verga. Ponte de chivita en precipicio para cogerte rico y aventarte mis mecos calientes

Así hizo ella. Ya penetrada sintió como me chorreaba en ella, al tiempo que le decía

–Me vengo, me vengo. Te amo Lupita ¡Qué rica sorpresa me has dado!

Ella sonriendo me besó pero inmediatamente me quedé dormido.

Ya con el tiempo supe todo lo que ella pensó mientras dormía pues me confesó que en sus adentros se decía

–¡Me lleva la que me trajo! ¡Este atarantado como botella de sidra se vació y yo apenas iba calentando motores! Otra vez tendré que usar los de dulce

Sin esperar mayor trámite Lupita con los dedos de la mano derecha apretó sus pezones y con la izquierda se dedeó hasta lograr su orgasmo. Su gemido fuerte marcó el final de la jornada.

La nueva luna de miel duró todo un mes. Fui aplicado en realizar el trabajo. A diario llevaba hasta mil pesos, sin embargo, al iniciar el nuevo mes, aflojé el paso. Nuevamente me levantaba tarde, alegando cansancio. Después de las cuatro de la tarde acudía a trabajar, así qué, el dinero de nueva cuenta escaseó. A un reclamo de ella, tenía una excusa. La tensión aumentó cuando a veces de noches no regresaba a dormir a la casa, sin embargo, por las mañanas aparecía todo borracho y sin dinero. Más le purgaba a ella, encontrarme las camisas con manchas de bilé labial.

Un día mi mujer me escuchó hablar por teléfono, diciendo

–¡Va qué va mis cuates! Cuenten con este califa ¿Dónde vamos a aterrizar? Ah ok, en el Pistachón Zigzag, entendido y anotado. Si, de la Gestapo yo me encargo. Ni se las va a oler. Tengo bien dominada a la fiera. Allá nos vemos. A las nueve.

Ella, de inmediato pensó

–Desgraciado chaparro panzón, bigotes de agua mielero, me las vas a pagar. Voy a dejar que te vayas perro, pero si te caigo en el bailongo de dos guamazos que te dé hasta voy a hacer que vomites todo el pulque que te hayas tragado. No te me escapas

Efectivamente a las tres de la tarde de la casa salí contento muy bañadito, bastante bien perfumado. Lupita fingiendo no estar molesta me despidió con amabilidad. Dejó pasar unas ocho horas. Después de checar su reloj tomó su bolso al que echó una plancha pesada. Se hizo un chongo corto y enfundada en un pants deportivo, salió de casa. Al cerrar la puerta de la calle la abordó un Señor delgado, canoso, de unos sesenta años, al que reconoció como don Gilberto. El sujeto muy educado la saludó

–Buenas noches Señora Lupita. Busco a José o en su defecto a Antonio.

Contestó ella

–No se encuentra ninguno. ¿En qué puedo servirle don Gilberto? –dijo el señor

–Me da pena. Su marido tiene diez días de no entregar la cuenta. Me debe Treinta mil pesos. El microbús tampoco me lo ha llevado. Ya no le voy a dar trabajo. Necesito que me entregue la unidad y el dinero.

Lupita avergonzada por la bochornosa situación, respondió

–Más pena me da a mí. Precisamente voy por él a sacarlo de un congal. De seguro el micro debe tenerlo ahí estacionado. Si desea le proporciono mi número de celular para dar razón de mi esposo

Don Gilberto, anotó el número en el celular de su esposa, y dijo

–Yo la llevó. Traigo mi camioneta. Viene conmigo el chofer y mi esposa Patricia.

Abordaron la Journey 2023 que esperaba al patrón. Don Gilberto se fue de copiloto, atrás Lupita acompañada de Doña Patricia, a quien pasó el celular. Esta era una cuarentona de 1.70 de estatura, blanca de piel, de unos 80 kilos de peso, bastante bien distribuido y rostro agradable.

La esposa del dueño del microbús, al ver a mi chava, le dijo

–¿Eres la esposa de José? Eres bella. Con el debido respeto wow tienes un cuerpazo.

Lupita sonrió, sin embargo, durante todo el viaje sintió que Patricia la desnudaba con la mirada. Los nervios le atacaron cuando su acompañante le acarició la pierna izquierda con insistencia. Quitó doña Paty su chamarra dejando al descubierto su escotada blusa por la que asomaban unos duros, redondos y grandes senos. Sacó su celular y anotó

–Te veo nerviosa ¿Qué pasa? Anota respuesta

Mi mujer al leer, escribió

–Nada estoy bien. Pienso en José.

La mujer madura reescribió

–¿Te gustaría ver mis senos?

Lupita abrió los ojos de sorpresa cuando sin esperar respuesta Patricia, se bajó el escote y brassier, quedando al desnudo durante unos diez segundos sus muy hermosos senos. Al volver a colocar sus prendas apuntó en el celular

–¿Qué te han parecido? ¿Quieres tocarlos?

Lupita por mensaje respondió

–Ahora si estoy nerviosa. Tendrá una pastillita. Apenas y puedo pasar saliva. Me tiemblan las manos y hasta tartamudeo para escribir. Hasta tembeleque me dio en unos de mis ojos. Por favor Doña, no se pase de lanza conmigo ya me tiene toda paniqueada, capaz que me da un paro cardiaco

La madura con mirada picara tomó la mano de Lupita y la guío a sus pechos. Mi vieja descubrió lo terso y duro de esas tetas. Su corazón latió rápidamente cuando sin permiso la Doña alcanzó a meterle la mano entre la tela del pants y la piel para tocarle la vagina. Los rozones hicieron a mi Esposa apretar los labios y no gemir a pesar de sentir gran placer. Cerró los ojos brevemente y al abrirlos vio a la Señora sensualmente con la lengua de fuera probando el néctar de la vulva batido en los dedos.

Lupita tenía su vulva muy mojada por la excitación. Le faltaba poco para venirse pero fue interrumpida cuando el transporte llegó al antro “El Pistachón”. Las mujeres se pusieron quietas y bien portadas. Todos bajaron. Buscaron el microbús y a mi, sin nada que encontrar. Decepcionados prefirieron regresar a la casa. Al tomar por otra vialidad, a un kilómetro, descubrieron el transporte público estampado en un poderoso árbol. Sobre la banqueta, rodeados de policías, estaba yo junto con cinco hombres y siete mujeres sentados. Al ver a don Gilberto rápido idee una argucia en lo que era atendido por los paramédicos. Preguntó don Gilberto por lo ocurrido. Tartamudeando traté de aventarle mis ya acostumbradas choco aventuras.

–Patrón me quedé sin frenos. Todo el pasaje quedó para el arrastre. Ya hasta me estaban reclamando y yo sin deberla

En eso el chófer de don Gilberto, me dijo

–Carnal te vas a ir al infierno por mendigo mentiroso. Mientras te atendían los de urgencias, esos chavos que te acompañan dijeron a los policías que todos salían del antro y tú por andar jugando con tu novia perdiste el control de la unidad.

–Nel, no es cierto

–Claro que es neta ¿Y qué crees pinche tlacuache? Te cayó el chahuistle. ¿Ve quién está platicando con tu novia? Ni más ni menos que la fiera de tu esposa. ¡Mamaste rata sarnosa!

Quedé helado al ver a Lupita acercarse. Traté de explicarle la situación pero ésta de dos golpes en plena jeta me echó al suelo. En el piso, le dije

–Ya, por favor, con el primer cañonazo me aguadaste las piernas y con el segundo casi me desintegras. Amor y paz gordita.

–Cínico desvergonzado. Preferiste a esa señora de dudosa moral que se dice tu novia, que a mí, que hasta los calzones te lavo. Inmunda bestia peluda, solo porque don Gilberto, se atravesó, que si no hasta patadas en tus costillitas te andaba dando. Te salvaste por un pelo de rana calva.

Don Gilberto, habló

–Los daños los calculo en 100 mil pesos y 30 mil pesos de la cuenta. En total son 130 mil pesos. José o me pagas o te vas a prisión por ser tan abusivo.

–Patrón, si le pago, deme tiempo y le cumplo

Y queriendo yo decirle algo a mi esposa, ésta sin dejarme hablar, mencionó

–¡Sáquese perro ojón! ¡Ni me hable! Y por sus garras ni vaya. Hoy mismo se las quemo. Todo el cantón lo desinfecto para que nada huela a grasa de usted

Desterrado de casa, las semanas pasaron. El patrón, fiel a su palabra, logró enviarme a la cárcel. Dentro de prisión lloraba por salir. En la única llamada telefónica que tuve con su mujer, le rogaba, me sacara de ese infierno. Ella, contestó

–Voy a intentar chisparte. No prometo ni maíz palomas pero me darás el divorcio. Si te conviene y si no pues púdrase ahí mijo

Según me dijo mi ex, al día siguiente, fue a la casa de don Gilberto. La sirvienta la hizo pasar a la sala de la casa. Tras breve rato apareció sonriente doña Patricia, a quién explicó el motivo de su presencia. La doña, tras pensarlo, le mencionó

–¿Crees que valga la pena hacer tanto por ese vago?

–Yo le prometo señito, que le cumplo. No sé cómo le haga pero le junto su lana completita. Nomás écheme al José pa fuera. Si quiere le hago el quehacer de casa, todo el tiempo necesario, sin que me pague una sola moneda

–Gilberto está muy enojado. Claro él, como es un buen marido siempre me complace. Dime ¿Qué tal, la pasaste conmigo ese día?

Lupita, se sonrojo. Respirando profundo, dijo

–No me cargue pila. Me entran las vergüenzas. Soy de poca resistencia al voltaje.

Patricia, sonriendo dijo

–¿Quieres ser mi novia?

Lupita, más colorada, respondió

–Ya entiendo por dónde va. Que tal y le digo que no

–Fue broma. Tu marido va a quedar libre. Te lo prometo. No tienes que darme nada a cambio. Anda ve a tu casa sin preocupación. En veinte días lo tienes afuera

–¿En serio? ¿No me miente?

–Te lo doy como premio por la otra vez

Lupita, corrió sobre los brazos de Patricia, plantándole un esplendoroso beso en la boca. La madura entrada en confianza le besó con ternura el cuello, erizándole los vellos de la piel. Las manos de la esposa de don Gilberto, le comenzaron a explorar la espalda para bajar a las firmes caderas. No quedó pedazo sin estrujar.

Ambas se alejaron un medio metro. No pronunciaban palabras pero con sus ojos una a otra se admiraba los cuerpos. Patricia, más segura de sí, le cerró los ojos a mi mujer y poco a poco le retiró la ropa. Lupita con respiración agitada sintió cuando le fueron quitados los pantalones y la tanga. Patricia, se excitó mucho al verle la vagina carnosa. Levemente la giró para con ambas manos abrirle las perfectas nalgas, asomando su anito muy cerrado. Lupita por su parte, sacó de las copas del brassier de la cuarentona aquellas dos maravillosas mamas. Quedó como hipnotizada en esas dos montañas que llamaban al pecado. Sin protesta de la madura, comenzó a chuparle cálidamente los pezones grandes y parados.

Patricia, sin trabajar mucho había conseguido a una joven amante lesbiana inexperta y dijo a Lupita:

–Pequeña no perdamos tiempo. Vamos a mi habitación antes de que llegue mi marido

Una vez en la cuarto, la esposa de don Gilberto, no espero para desnudarse. Con ingenuidad Lupita se arrodilló. La veterana sobre la silla de la cómoda puso un pie. Sus recortados pero oscuros rizos vaginales saltaron bañados en los abundantes fluidos que brotaban de la regordeta vulva que protegía en el fondo una carne rosa brillante.

A Lupita le fue maravilloso separar los labios vaginales y ver el gran clítoris que orgulloso asomaba, al tiempo que escuchó de Patricia

–Esto es lo que habrás de lamer por mucho tiempo

Mi esposa, fue zambulléndose en esa cueva húmeda de la que manaba leche quedando todo su rostro blanquecino. Patricia, en tanto, empujaba para atrás su propia cabeza. De su boca entreabierta salían gemidos al roce de las suaves lamidas.

A mí dama, el calor vaginal que sentía en la lengua, le hizo decir

–Ya probé y neta capireta, quiero más. Parezco perrita olfateando cosas deliciosas

La mujer mayor, con voz entre cortada, dijo a la ahora su amante

–Ahhh chamaca maldosa. Haces que mi clítoris palpite. Lo siento muy parado. Eres la mejor mamadora que haya conocido en mi vida

Luego de pronunciar tales palabras, se arrojó a la cama. Levantó sus rodillas hasta pegarlas al pecho y mostró tanto su vagina como su culo a Lupita que sin cesar resbalaba su lengua con mucha velocidad desde el culo hasta el clítoris, sin separar la lengua.

Patricia, por la excitación no reparaba en su tono de voz demasiado alto, pero eso no le impidió, decir a mi chava.

–¡Hazme venir rico! ¡Seré la envidia del club de lesbianas al que pertenezco cuando sepan que tengo una bella muchacha como amante!

Mi consorte, entregada en pasión, sentía sus propios jugos espesos resbalar por sus piernas. Luego de un rato dijo a su compañera

–Te toca darle a mi tesorito unos ricos lengüetazos.

La madura, experta en las artes lésbicas, sobre la cama posó boca arriba a la joven. Capturó y apretó con su boca toda la vagina juvenil. Era tan salvaje y sin pudor la acción sexual que eso le fue encantando a mi esposa quien apretaba fuerte sus quijadas, capturando con sus piernas la cabeza de la madura. En donde ya no pudo aguantar fue cuanto Patricia la penetró con tres dedos. De tan profundo y rápido que se lo hizo, lanzó un alarido de placer.

Patricia, tomó su turno, así que entrelazó sus piernas en las piernas de mi pior es nada y talló con energía su vagina en la otra. Parecía que iban sincronizadas pues ambas al mismo tiempo se vinieron. Al final, Lupita se bajó de la cama y empezó a chupar y besar los pies de la madura.

Poco retozaron pues casi era hora de que regresara don Gilberto, así que se vistieron. Con un prolongado beso en la boca se despidieron.

Después de veinte días, salí de prisión. De inmediato me dirigió a mi domicilio. Llegando a la casa, vio a mi esposa salir muy arreglarla, al acercarse, le dije

–Ya estoy aquí de nueva cuenta contigo bomboncito. ¿Me extrañaste?

Lupita, respondió

–Que bueno que ya saliste del botellón pero ¿Qué crees? Ya inicié el trámite de divorcio, así que a echar pulgas a otro lado

–Pero Lupita I love you

–Ya te dije, nunca quisiste agarrar mi estilo de batalla, así que háblele a su mamá, no vaya hacer que se pierda en el camino

–Pero bizcocho, sé sincera ¿tienes a otro?

Lupita, se me quedó viendo a los ojos, y dijo

–Mírame bien a los ojos que te voy a hablar al chilazo. Tengo un quelite pero no es hombre. Es mujer

Con mirada desconcertada pregunté.

–¿Qué? No me hagas eso ¿Cómo que es mujer? ¿Quién es?

Me respondió

–Es mi Paty, la esposa de don Gilberto. Ya llégale que me quitas minutos de pasión con mi vieja. Tuviste tu oportunidad y perdiste ante alguien mejor que hasta me hace venir rico cada vez que nos damos nuestros encierros. Bye chaparro,

Desde entonces ya no me era raro ver a Lupita pasear con Patricia muy acarameladas. Por guevon una mujer me tumbó a mi esposa. Chale.

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