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Por plata (la tercera vez)

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Estábamos habituados ya a que más o menos una vez por mes ella o yo proponíamos el juego de coger por plata, dejábamos para esas oportunidades algún juego nuevo o algo que no hubiésemos hecho antes.

La última vez que transamos le pregunté si se animaba a tener sexo con otro hombre por plata, inmediatamente me contestó que no, que era incapaz de irse a la cama con otro hombre, porque además de que me sería infiel, si el tercero era conocido no podría nunca más establecer una relación normal y si el otro era desconocido, no toleraría ni que la toque.

Le propuse que fuera alguien que ella no conozca, que fuera en mi presencia, incluso yo podría participar, pero necesariamente iba a ser alguien que yo si conocería. Que sabía de algún conocido que frecuentaba con su pareja fiestas swinger y que por plata no tendrían problema en prestarse a esto una noche, una sola vez en la vida.

Ella me puso condiciones, como el que no iba a haber besos en la boca, ni sexo oral de ella al otro, y el uso de preservativo era indispensable y que esa persona no podía nunca en la vida contactarla a ella después de tener sexo, además me puso como tarifa el doble del máximo, doscientos, tenía que ser en un hotel, ella estar de ojos tapados, y él hablar solamente conmigo, porque ella en ese momento iba a ser solamente un objeto sexual.

-Son muchas condiciones, le dije

-Sin ellas, no hay nada, dijo

Es probable que él también me costara una plata, y entonces me puse a averiguar teléfonos y hacer los primeros contactos. Fue relativamente fácil encontrar al candidato, el me conocía a mí pero no a ella, yo lo conocía a él pero no a su señora, y él me propuso que estuviera ella también presente en la fiesta, que se podía integrar sin problemas y que era de modos y voz muy suave. Que no era necesario que yo la cogiera a ella, pero a ella no le gustaba perderse ninguna fiesta. Yo le hablé de todas las condiciones que puso ella y ellos no pusieron ninguna, solamente que yo me debía de hacer cargo de rentar las dos habitaciones de hotel, que no debía ser en la ciudad donde vivíamos y yo le pagara los gastos del viaje y comida.

Cuando hablé con mi mujer, estuvo de acuerdo, para ella mejor si era una pareja, no era lo que más le gustaba ser tocada por otra mujer, es más nunca había tenido esa experiencia, pero no tenía problema en que ella participara, buscamos en las ciudades cercanas para los próximos días dos habitaciones, le giré algo de dinero a ellos para combustible y comidas y dejamos fijado el día para el próximo domingo, en la tarde, a las 14 la hora de entrada al hotel y a las 19 que ellos llegaran a la habitación. El lunes, a las 8 nosotros y a las 9 ellos, desayunaríamos y abandonaríamos el hotel que yo ya iba a dejar todo pago antes del desayuno.

Esos días previos tuvimos más sexo de lo normal, ella estaba más ansiosa, le costaba un poco más llegar a los orgasmos, y se recriminaba haber aceptado.

-No te preocupes que va a salir todo bien y va a ser una experiencia nueva, le decía yo.

-Conste que es por plata, sino no aceptaba. Decía ella

También me preguntó si le había tenido que pagar y le dije que no, solo los gastos de traslado y hotel.

Llegó el domingo, desayunamos, empacamos, yo apenas una muda de ropa además de un short de baño, ella además de la lencería erótica, la malla, y dos o tres cosas para ponerse a la hora de ir a cenar, también pusimos un dildo con vibración y gel lubricante. Cargamos el auto y salimos, el viaje fue en silencio, no fue largo, apenas dos horas. Al llegar al hotel nos dieron una habitación que daba al jardín, esto era mucho mejor que una vista a la piscina, subimos y nos encontramos con una habitación grande, con una cama gigantesca, yo me quedé mirando la cama, ya me la imaginaba a ella en cuatro arriba de la cama, ella me trajo a la realidad, me dijo:

-Vas a pagar una puta para que tenga sexo con otro, y vos no vas a cogerme?

-Sí, te voy a acoger antes que él, para dejarte pronta y después que el para llenarte los agujeros con mi esperma y que acabes conmigo por si con el no puedes.

-Ahí bueno, así si, sabes que ya me estoy mojando solo de pensarlo?

-Podríamos ir a piscina antes de almorzar, no? Le propuse.

-No nos encontraremos con ellos? Preguntó.

No nos íbamos a encontrar, por lo menos ella no iba a saber quiénes eran, si nos llegábamos a ver, él sabía que no podría ni saludarme antes ni después, y la esposa no nos conocía. Ella se desnudó delante de mí para colocarse la malla, y mientras se la ajustaba le di dos bolas chinas que yo había empacado.

-Ten, póntelas, le dije.

No eran de las más chicas, pero ella las lubricó y las colocó con una sola mano, como una profesional, ellas iban a ir haciendo su trabajo mientras camináramos y nos bañáramos en la piscina.

Después de relajarnos en la piscina caliente pasamos por la ducha en la habitación y nos fuimos a almorzar, algo liviano pero nutritivo porque la tarde iba a ser movida, mucha fruta y mucha agua. Volvimos a la habitación y la desnudé antes de llegar a la cama, tiré de la pisolita y las bolas salieron mucho más fácil de lo que entraron, ya estaban con abundante lubricación, ella me cabalgó un rato, tuvo un par de orgasmos me dejó hacerle sexo anal y eyacularle adentro para aprontarse por si acaso. Ninguno de los agujeros volvieron a su tamaño normal, quedaron ambos dilatados esperando lo que venía.

Después de dormir un rato, volvimos a besarnos, acariciarnos, como si fuéramos a comenzar de nuevo pero no, ya faltaba poco, ella se tocó un par de veces la vulva y el ano, le pedí que se pusiera un momento un cuatro que la iba a lubricar, ya faltaba media hora. En su culo metí dos dedos con una crema bien espesa que ella tiene entre sus cosas, los moví varias veces en redondo y juro que después de un minuto hubiera entrado un tercer dedo, ella quedó en esa posición, me lavé las manos y acaricié su vulva, puse lubricante y metí tres dedos sin dificultad.

Hubiéramos quedado así pero faltaba menos de media hora, ella se fue a bañar y a vestir con la lencería. Yo tendía la cama, perfumaba la habitación y dejaba todo a media luz, con apenas una lámpara de tenue luz en un rincón. Ella salió del baño ya con tacos, medias, portaligas, soutien, pero sin bombacha, sus labios resaltaban en su depilada entrepierna. No me quise entrar a bañar porque faltaban escasos minutos para la hora pactada y procedí a vendarle los ojos mientras ella estaba sentada, me pidió le diera un beso y que recordara en todo momento las condiciones, además de que si ella sentía que estaban abusando de ella o sentía una señal de maltrato, se levantaría e iría al baño para no volver, y así fue, unos minutos antes de las diecinueve golpearon la puerta.

Él unos cuarenta y cinco años, atlético como yo pero más alto, vestimenta informal de verano, lo llamaré Fernando y ella bajita, casi flaca, rubia teñida, penetrantes ojos negros, parecía una veinteañera pero tenía casi cuarenta, la llamaré Nathalia. Sin presentaciones, les dije bienvenidos, y entraron a la habitación, cerré con llave y nos acercamos a la cama, ella, que la llamaré Daniela, aún estaba sentada en el borde de la cama, la cabeza para abajo, me arrimé y ella y se tensó, le dije.

-Soy yo, ya están aquí.

-Párate que te van a saludar.

Ella obedeció, se paró y extendió su mano, Nathalia le dio la mano y le besó la muñeca. Fernando, le tomó la otra mano y le besó la otra muñeca. Les pedí que dejaran la ropa en esa silla, ambos se desvistieron, ella tenía unas tetas chicas, y unos pezones marrones oscuros, una cintura pequeña una cola redonda, que casi era desproporcionada y una vulva totalmente depilada. Él tenía una complexión musculosa, fuertes brazos, una verga un poco más grande que la mía y unos testículos que dejaban chico al pene.

Fernando me preguntó si la podía tocar, y ella lo mismo, Daniela me contestó y les contestó que sí, entre los dos le sacaron el soutien y le recorrieron los grandes senos, ella se los lamió y el tocó su vulva y metió uno de sus dedos dentro. Propusieron ir a la cama, y que Daniela quedara boca abajo en cuatro, ella domina muy bien esa posición pero antes pidió ella para tocarlos a ellos.

Yo guie su mano al pecho de Nathalia, tocó sus pequeñas tetas, su vientre, su vulva, su cola y sus piernas. Luego fue el turno de Fernando, le puse su mano en el pecho de él, le tocó los dos pezones, le pelliza uno, recorrió su vientre y cuando llegó al pene este estaba casi erecto del todo, lo agarró y pudo sentir su tamaño, era bastante más grande de lo que estaba acostumbrada, no tanto como los dildos pero grande igual. Me dijo:

-Me va a partir al medio

A lo que contesté, que si ella quería, sí.

Daniela trepó a la cama, se puso en cuatro y su culo quedó en alto, su ano estaba de tamaño casi normal pero yo sabía que era cuestión de unos minutos de calentura para que se abriera pidiendo lo penetraran. Entonces Nathalia tocó sus labios y metió tres dedos en su vulva, y le dijo al marido:

-Ya puedes, está bien mojada

El corrió el cuero de su pene, apoyó la cabeza en la vulva y ahí recordamos de la condición del preservativo.

-Espera hay que poner el condón. Le dije.

Su esposa le dio un par de mamadas para mantenerlo y ella misma se lo colocó. El de nuevo apoyó su cabeza en los labios, hizo una ligera presión y estos engulleron la cabeza, el continuó y la penetró despacio, pero toda de una, sin volver para atrás, hasta los huevos. Nathalia, que tiene muchos años de experiencia swinger, abrió los ojos y no podía creer que se hubiera tragado tamaño pene de una, sin quejarse.

Fernando entró y salió varias veces, la metía toda y la sacaba toda, ella quedaba con un agujero vacío difícil de llenar, y él la rellenaba de nuevo, Nathalia vio que teníamos un dildo en la mesa de noche, y preguntó si lo podía usar, lo llenó de lubricante, se sentó en el borde de la cama y se lo fue metiendo todo, este era bastante grande, de unos seis centímetros de diámetro por veintiséis de largo, sin huevos y con ventosa, desapareció todo dentro de su agujero, Fernando se acostó boca arriba en el medio de la cama, Daniela gateó hasta que se ubicó arriba de él, con sus delicadas manos agarró aquel miembro que no podía dominar por completo, y orientó su cabeza a su vulva, cuando lo sintió en posición se sentó arriba y desapareció nuevamente, se lo tragó integro. Nathalia, que ya había metido y sacado el dildo una docena de veces mientras su esposo y mi esposa se acomodaban se paró y se dirigió a un sillón con alguna dificultad para caminar ya que entre el tamaño de lo que tenía adentro más la mano en la entrepierna para que no se cayera caminaba con las piernas un poco abiertas.

La verga de Fernando le movía todas las tripas a mi mujer, ella decía que sentía la verga en la boca del estómago. Se le quedaron los ojos en blanco mientras ella movía las caderas para clavarse aún más esa verga o para sentir como le revolvía el útero y los intestinos. Yo la miraba de atrás y su ano se veía flojo, se estiraba junto con su vulva a cada embate de ese pene enorme, el trabajo previo había dado resultado, y metí allí dos dedos separándolos un poco, ella se estremeció me pidió por favor que no, y le dije que yo le iba a preparar para Fernando, ella no pudo protestar, cuando fue a hablar él le pegó tres embestidas que ahogaron sus palabras y le hicieron dar vuelta los ojos, ella estaba gozando al máximo, nunca me imaginé que iba a gozar tanto de la pija de otro.

Yo me subí a la cama, agregué un tercer dedo dentro de su culo, sentía por la fina pared que separa el recto de la vagina, como el tronco del pene de Fernando la perforaba, saqué los dedos llenos de restos de crema que habíamos colocado más temprano, aun el cuerpo no la había absorbido, Daniela estaba por enloquecer y les dije que pararan, que yo iba a entrar atrás y necesitaba que ellos se mantuvieran medianamente quietos.

Daniela se dejaba hacer todo, ya estaba entregada, de mente y culo abierto al placer, nunca en su vida se imaginó estar en una orgía. No me costó nada penetrarla, ella tampoco sintió ni dolor ni molestia alguna, solo placer de que una nueva pija se sumara al juego, cuando la tuvo metida hasta los huevos comenzó a moverse de a poquito, Fernando y yo nos quedamos quietos para que ella manejara la situación, con movimientos de cadera, se clavaba primero una verga, luego la otra y cada vez más rápido, hasta que llegó a un explosivo orgasmo.

Ella pidió un tiempo pero no lo tenía, Fernando quería eyacular pronto y yo tenía un poco de ganas también. Le dijimos que se quedara en cuatro, Fernando iba a eyacular primero y yo sin condón después, yo salí y me limpié con una toalla que había allí, ella se dejó caer en la cama, Fernando sabía que sus esfínteres se iban a ir cerrando y quería romperle el culo, como lo tiene una buena puta, bien roto, le dio una nalgada, la hizo poner en cuatro nuevamente, pincele su vulva y entró un par de veces, y cuando salió apoyó su cabezota, hinchada en el culo de mi esposa.

Su gigante miembro entró con un poco de dificultad, Daniela se quejó de ardor y él la lubricó, en el siguiente intento, se deslizó a su interior, sí, se deslizó, porque no hubo ninguna resistencia, metió toda la verga hasta los huevos, su culo se dilató al máximo y quedaba un anillo rosado que estrujaba la pija de Fernando, ella cerraba los ojos, decía que sentía calor y que un sudor frio le corría por la espalda, después de unos minutos en silencio donde únicamente se escuchaba el mete saca de la pija de Fernando, el eyaculó, ambos quedaron quietos unos instantes. Nathalia con los ojos cerrados estaba en un mete saca frenético con el dildo y no se dio cuenta que su esposo había acabado, remplacé a Fernando en el lugar y penetré el culo de mi mujer, ya no era un culo normal, era un culo roto para siempre, un agujero más similar a una vagina que a un ano, tuve que bombear varios minutos hasta que descargué todo el semen que tenía contenido, toda esa hinchazón que sentía en mis bolas quedó en lo más profundo de su culo.

Daniela en un estado de sema inconsciencia decía basta, me pedía que le dijera que parara, yo le susurré al oído, le dije:

-Ya está. Ya ha terminado.

Y ella cayó dormida

Al mirar a hacia el sillón, Nathalia que había llegado al orgasmo con el dildo, no se lo había sacado y le estaba limpiando los restos de semen con la lengua a su marido que volvía a tener una erección. Les pedí que lo terminaran en su habitación, que Daniela ya estaba exhausta y no podría reponerse, ambos agarraron la ropa y así desnudos como estaban, y ella con el dildo entre las piernas se fueron, le dije a Nathalia que se lo quedara, que iba de regalo.

Luego de un rato mi mujer se fue recuperando, sentía un dolor en el vientre, le sequé alguna lágrima que le había rodado por la mejilla, se acomodó en posición fetal y cayó dormida, yo hice lo mismo.

-Me acabó adentro el hijo de puta!!! Te dije que no!!! Gritó ella como a las tres de la mañana desde la puerta del baño.

Se había levantado al baño y se dio cuenta que estaba toda sucia de semen, que le salía del culo y le mojaba la vulva, me costó un buen rato serenarla y contarle que él nunca se sacó el condón y que el semen era mío. Estaba de mal humor, me exigió le pagara en ese momento sino haría un escándalo, se encerró en el baño y como media hora después salió vestida peinada, pintada.

La quise detener y se enojó más, se dirigió a la puerta, la abrió, se levantó el vestido enseñándome la lencería y me dijo:

-Quieres una puta, ahora vas a ver lo que es una puta, cerró la puerta y fue.

Le perdí el rastro. Mientras me vestí y salí tras ella ya no la encontré. Le pregunté al conserje y la había visto salir a la calle, salí corriendo a ver si ganaba tiempo pero no vi ni rastro, bueno, sí, alguna gota en el escalón que parecía semen.

-Ella debe estar sin calzón, pensé.

Caminé por las inmediaciones del hotel y no vi nada, en total hice como veinte cuadras. Volví con mucha pena, no quería que esto terminara así, entre al hotel y el conserje no estaba, a todo esto eran cerca de las cuatro de la mañana, estuve unos instantes en el mostrador de entrada y de reojo miraba el monitor de las cámaras de seguridad a para ver si el portero estaba en algún lugar del hotel, la imagen iba saltando de una cámara a otra, cinco segundos en cada cámara aproximadamente, y en la cámara que enfocaba un jardín vi el conserje, un hombre joven con el pantalón bajo y entre las plantas la silueta de una mujer que yo reconocía dándole una mamada, pero la imagen cambió, puerta, garaje, portón, pasillo, otro pasillo, demoró como un minuto en volver, en la siguiente vista, el agarraba su cabeza y metía todo su miembro en la boca, varias veces, puerta, garaje, portón, pasillo, otro pasillo y nuevamente la mamada. Por un lado me tranquilicé, que ella estaba dentro del hotel, por otro me dio un poco de celos, esperé una nueva imagen con el teléfono en la mano y cuando pareció la imagen del portero y la mujer mamándolo saqué una foto de la pantalla, allí se veía también el día y hora.

Me senté en un sillón y esperé, pasaron los minutos hasta que apareció el conserje que se puso visiblemente nervioso cuando me vio

-Señor? Me dijo

-Soy de la habitación 405 le dije, hace una hora ando buscando a mi esposa que bajó de la habitación y no la encuentro, hasta en la calle la busqué. Le dije

-Me podrá ayudar buscando en las cámaras de seguridad del frente del hotel para ver hacia donde fue o si tomó un taxi?

El asintió de mala gana, buscó la cámara del frente y reprodujo rápidamente desde las tres de la mañana en adelante hasta que se vio mi esposa hablando con él, saliendo del hotel a la calle y tomando hacia el sur. El paró la imagen allí, le pedí que siguiera reproduciendo unos minutos más y se vio a mi esposa volver, apenas un minuto después que yo salí a buscarla.

-Tiene que estar acá adentro le dije, no la vio entrar?

-Yo no estaba acá dijo, tal vez fui al baño, ella debe estar en su habitación.

Busquemos en otras cámaras le dije, puedes poner la del jardín?

-No funciona, dijo

Le insistí que probara, que tal vez ahora funcionara. El buscó la imagen, que estaba congelada movió hasta la hora que ella ingresó y puso a reproducir rápidamente, ellos dos aparecieron en escena, el detuvo la imagen y me miró.

-Dale playa, le dije, o hablo con el gerente.

Ella le abría y le bajaba el pantalón, agarraba su pene flácido y lo manipulaba hasta que se lo puso en la boca.

-Me parece que la encontramos, le dije.

Y me miró

-Dime donde está ahora. Le dije

-Iba pa, para, su, su habit, habitación, tartamudeó

-Te cobró? Le dije

-No tengo plata y le ofrecí un voucher de regalo

-Para que venga y te haga otra mamada? Le dije

-No, no. Señor.

-Cuando volvamos, voy a pedir que me atiendas y nos vas a hacer una atención especial porque si no mando esta foto a tu gerente. Y le mostré la foto que saqué de la pantalla cuando estaba en plena mamada.

-Estoy a su orden señor. Me dijo

Volví a la habitación, ella estaba recién bañada y se estaba lavando los dientes. Me recibió con una sonrisa, preguntándome si había salido a dar una vuelta a tomar fresco.

-No. Salí tras mi esposa, a la cual amo, para seguirla e intentar cuidarla, pero la muy puta estaba escondida, y cuando me vio salir del hotel, volvió a entrar, se llevó al conserje al jardín, le hizo una mamada que quedó registrada en las cámaras del hotel que casualmente yo estaba mirando al encontrar la portería vacía, y le cobró la mamada con un voucher para una nueva estadía, quien sabe con qué fines. Dije.

-Muy bien Sherlock, contestó ella.

-Me alegré mucho de que estabas sana y salva dentro del hotel, pero sentí celos de la imagen que veía porque era sin consensuar.

-Te amo dijo ella, pero me has convertido en una puta, y ser puta es un trabajo que me gusta.

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