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Primera mistress (parte 1)

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Entro a su casa y me baño. Salgo con la toalla puesta. Ella estaba en su trono mirando su celular. Probablemente respondiendo mensajes a sus esclavos. Ella era delgada, de 170 cm de altura, y con un pelo rubio de león hermoso. Me mira, deja el teléfono, y me dice:

-Desnúdate y ven aquí-. Señalando el suelo.

Yo le hago caso. Me acerco y me arrodillo desnudo. Ella extiende sus hermosos tacos hacia mi y dice:

-Besame los tacos.

Y lo hago.

-Buen chico, pero besalos mirándome a los ojos.

Me daba vergüenza, pero ahí estaba yo, con mi pene ya muy duro, besando sus pies. Ella estaba completamente vestida. Tenía calza y remera negra. No tenía escote.

-Quitarme los tacones y sigue besándome los pies. Deja de masturbarte. Yo te diré cuándo puedes empezar a tocarte.

Y yo lo hacía. Descubrir sus pies era hermoso. Tenían un aroma indescriptible. No sabía si olían mal o bien, solo que era una fragancia que me excitaba mucho.

La tentación fue más fuerte que yo, y comencé a usar mi lengua para lamerle entre los dedos. Mientras le chupaba un pie, el otro estaba sobre mi frente, humillándome.

Luego de unos minutos.

-Mira hacia arriba y abre la boca bien grande- Y procede a escupir una gran cantidad de saliva en mi boca. -no la tragues, saborearla mientras me das besos en los pies.

Yo sentía que mi pene estaba a punto de estallar. su saliva era deliciosa. Comienzo a darle besos cada vez más rápidos, y más profundos. Cada medio minuto, aproximadamente, ella me volvía a escupir en la boca.

-No te olvides de mirarme a los ojos.- me decía mientras sonreía, riéndose de mi. -sos muy desagradable.

Estuvimos varios minutos así, que para mi fueron segundos. Su exquisita saliva en mi boca y sus hermosos pies eran todo lo que necesitaba. O, al menos, eso creía.

Ella se escupía lentamente los pies, y con sus hermosas manos lo señalaba para indicarme que lo debía limpiar con mi boca. A veces incluso escupía el piso. Y se enojaba si dejaba saliva sin recoger.

Tenía una varilla de plástico, con la que me pegaba en la cola, cada vez que yo me agachaba a lamer su saliva del piso, para pedirme que me apure y que lo haga bien.

Se dio cuenta que constantemente yo miraba hacia su entrepierna. La calza dejaba ver la forma de su vulva, donde comenzaba y terminaba su ropa interior y cuál era el centro de su vagina. Ahí estaba, intocable.

-¿Te gusta lo que ves? Sos tan asqueroso que apuesto a que quieres lamerlo. Voy a dejar que les des solo un beso, pero sobre la calza. Eso es todo lo que tendrás: Un beso sin lengua durante 5 segundos. Pero para que ganes ese privilegio primero tienes que ser un buen chico. ¿Vas a ser un buen chico para mi?

Yo asentía con la cabeza pero me costaba hablar por la excitación. Si me tocaba el pito iba a correrme instantáneamente. Estuve sin tocarme durante varios días para poder visitarla con mucha sensibilidad, y no sabía si había sido una buena idea. Literalmente no podía pensar del placer. Tenía mucha leche acumulada. Como leyendo mis pensamientos, me dice:

-Ponete en posición con los pies sobre la cabeza para que puedas correrte directo en tu boca. Quiero verte poner toda tu leche en la boca. Pero no lo tragues, o te vas directo a la calle y nunca más me vuelves a ver. Quiero que mantengas tu leche en tu boca sin tragar.

Cuando me puse en posición, quedé con el culo hacia arriba. Ella se bajó de su trono y vino a darme nalgadas y a tocarme los huevos para que acabase más rápido y más fuerte. Yo me sentía muy avergonzado y expuesto.

-Solo hago esto para que me des mucha más leche. Vamos, pajeate y acábate en la boca. no quiero que desperdicies ni una sola gota, apunta bien.

Yo comencé a tocarme, con mi pene apuntando directamente a mi boca, mientras ella me daba nalgadas y me apretaba los huevos. Pero estaba nervioso y no podía acabar, cosas que a veces suceden. Luego de unos minutos ella se enojó. Fue a un cajón y agarró un consolador.

-Vamos a ver si ahora acabas.- Y con lubricante, me fue penetrando la cola lentamente. -Vamos, abre la boca y saca bien la lengua, no quiero que caigan gotas afuera.

Apenas la base del consolador hizo tope con mi cola, eyacule una gran cantidad de semen en mi boca. Ella comienza a reírse y burlarse de mí mientras yo acababa grandes y espesas gotas de semen sobre mi boca abierta.

En ese momento, ella vuelve a su trono y me dice:

-No lo tragues y ven para acá, arrodíllate, que tenemos mucho para hacer… Y sacate el consolador que pareces una puta.

(8,00)