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Primera vez que compartí a mi esposa con otro hombre

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He de mencionar que el presente relato es totalmente verídico.

Somos un matrimonio de la Ciudad de México, ambos contamos con 38 años de edad y ya varios de casados.

Tenemos 3 hijos y nuestra vida es mas o menos como la de muchas parejas.

Ella es morena, bonita, estatura mediana, muy buen cuerpo y sumamente femenina. Me encanta comprarle ropa muy sexy, sobre todo la íntima, encajes, transparencias, ligueros, etc. Y cuando algo de eso se le puede ver en público aunque sea un poco, me fascina. Ella lo sabe y aunque en un principio no le gustaba, poco a poco lo fue aceptando, me imagino que solo por complacerme, y al paso del tiempo ya lo disfrutábamos ambos, claro está, yo más que ella.

En especial me gusta que luzca pantalones blancos de vestir algo ajustados y de tela delgada de tal manera que se transparente su ropa interior, casi siempre blanca y con algo de encaje. Cabe decir que posee unas muy buenas nalgas, por lo que provoca cualquier cantidad de miradas con bastante morbo.

En una ocasión le dije que vestida así, debía parar cualquier cantidad de vergas por la calle, ella me dijo que por supuesto eso no era cierto, hasta que me comentó que un día que llevaba un atuendo similar, entró a un centro comercial y al poco tiempo se le acercó un joven y le dijo que no se molestara por lo que le iba a decir, pero que de solo verla así y sobre todo permitiendo que se le viera un poco de su pantaleta con encaje ya se le había parado su verga y ella lo pudo corroborar al ver discretamente hacia el bulto en su pantalón. El joven se retiró no sin antes darle las gracias por vestirse así, lo que según él era un regalo para la vista de quienes apreciaban lo femenino de mujeres como ella.

Le pregunté como se sentía con eso y me comentó que obvio le sorprendió y que al principio le molestó un poco, pero al no haberle faltado al respeto y habiendo visto que efectivamente había causado el efecto que el joven mencionó y el hecho de retirarse y hacer el último comentario, se sintió a gusto y desde luego por sentirse admirada, aunque fuera de alguna manera por su pantaleta.

Así continuamos con esto que a mi me encantaba.

Cuando hacíamos el amor me gustaba preguntarle si le gustaba saber que de alguna manera haya parado ya muchas vergas. Al principio decía que no, pero al paso del tiempo fue aceptando que ya sentía algo de gusto por eso.

Ocasionalmente íbamos a bailar a algún salón, a ella le encanta el baile, aprovechando eso, le compré algunas faldas con mucho vuelo, de manera que al dar vueltas bailando se le subiera y dejara ver sus lindas piernas y de vez en cuando su ropa íntima, poco a poco le fue gustando el hecho de provocar miradas de todo tipo. Al grado de aceptar llevar ropa íntima por demás provocativa, pantaletas con encaje y con algo de transparencias, blusas con escotes que dejaban ver una buena parte de sus pechos e incluso a veces medias con liguero.

A veces bailaba con otros hombres quienes de seguro ya se habían dado un buen taco de ojo con las delicias que mi esposa les dejaba ver.

Incluso varios de ellos le hacían mención de lo que ya les había dejado ver y la felicitaban por tan buen cuerpo y por mostrarlo tan generosamente.

Desde luego no faltaron algunos que aseguraban que debido a lo anterior sus vergas se habían parado más de lo habitual y para que ella lo comprobara, en algunos momentos del baile pegaban lo más posible sus cuerpos al de ella con el obvio contacto de sus miembros en las piernas y nalgas de mi esposa.

Eso me lo comentaba ella con una muy pequeña muestra de disgusto, pero también podía yo apreciar una cierta dosis de morbo y hasta podría decir que algún grado de excitación, lo que me parecía de lo más erótico.

También pude darme cuenta que al abrazarla bailando alguna vez las manos de ellos intentaban bajar más de la cuenta y en más de una ocasión llegaron a tocar parte de las nalgas de mi esposa.

Ella me comentó al respecto que si los dejaba que la tocaran o dejaba de bailar con ellos, le dije que ella tenía la decisión y que yo la apoyaría en ello, pero que lo viera como un juego o una travesura, y hasta donde ella se sintiera bien.

Seguía bailando y de paso dejando ver parte de su cuerpo y de su prenda íntima.

Mas tarde vi como un hombre joven que se veía encantado de bailar con ella, le tocaba algo más sus nalgas y no quitaba la vista de sus pechos, que se veían preciosos por el gran escote que llevaba. Me di cuenta que a mi esposa no le desagradaba, además de que se acoplaban muy bien bailando.

Con música mas suave, se acercaban mucho sus caras al grado de quedar en ciertos momentos mejillas con mejillas. Era obvio que a él no le faltaban ganas de darle un beso en los labios a mi esposa.

Ella me lo comentó y también que eso la había puesto algo nerviosa, a pesar que él sabía que ella iba acompañada. Le dije que se tranquilizara, que como yo le había dicho, que lo tomara como un juego o una travesura y que en todo momento yo estaba al pendiente ante cualquier situación.

Ya más segura continuó bailando, nuevamente sus mejillas de acercaron, ví que algo conversaron y entonces él le dio un beso suave en la mejilla, ella lo aceptó como si nada.

Era evidente como él cada vez tenía su mano más cerca de sus nalgas, de hecho en algunos momentos sus cuerpos se juntaban.

Ella me dijo que en uno de esos momentos pudo sentir que él ya estaba excitado habiendo sentido la erección de su verga en sus piernas.

Más tarde, aprovechando la música suave, él la giró quedando ella de espaldas a él pero ligeramente separados, así continuaron bailando, y él le dio otro beso en la mejilla pero ahora mucho más lento.

Ella se fue a la mesa conmigo, le pregunté como se sentía, me contestó que aun algo nerviosa pero menos que antes, me dijo que el le preguntó que si yo era su esposo, ella le dijo que sí, pero que no se preocupara, que ella y yo estábamos de acuerdo en todo lo que pasaba, por lo que él nos felicitó por ser un matrimonio tan especial.

Siguieron bailando, otra vez él la volteó, aun algo separados, pero unos momentos más tarde, la abrazó, de tal manera que sus cuerpos quedaban pegados y obviamente por lo delgado de la tela de su falda, ella sentía muy bien lo duro de su verga. Pensé que debido a eso ella se iba a voltear o al menos a despegarse de él, afortunadamente me equivoqué.

Estuvieron así bailando muy rico, parecía que nunca se iban a separar, ambos lo estaban disfrutando mucho y la verdad yo también, con mucho morbo, viendo a mi esposa abrazada y bien pegada a un hombre que le estaba demostrando lo mucho que la deseaba.

Finalmente él la volteó solo para pegarse de nuevo a ella pero ahora de frente, le dio otro beso prolongado en la mejilla y tomándola de la barbilla le dio un suave beso en los labios.

Ahí sentí una mezcla de sentimientos, por un lado, algo de celos al ver que otro hombre besaba a mi esposa y que ella no solo lo permitía, sino que estoy seguro lo disfrutaba, y por otro lado un placer debido al morbo que me producía eso y a lo relacionado que estaba todo eso con lo sexual, pero estaba decidido a continuar con todo ello, especialmente al ver que ella lo estaba disfrutando y desde luego con la incógnita de no saber hasta donde pudiera llevarnos.

Ella se fue conmigo a la mesa, me preguntó si me di cuenta de los besos, le dije que sí, le comenté de los sentimientos encontrados, le pregunté si a ella le había gustado, me dijo que sí, le pregunté sobre lo que había sentido al estar pegada a él y sentir claramente su miembro ya bien parado y la obvia excitación de su compañero de baile. Ella me preguntó si eso de verdad no me había molestado, le dije que no, ella me dijo que sinceramente le había gustado, e incluso la había excitado un poco. Me dijo que si yo lo decidía así, hasta ahí lo dejábamos todo porque ella suponía que él iba a querer algo más, por lo excitado que ya estaba.

Le comenté que no se trataba solo de mí, que me importaba mucho lo que ella sentía, deseaba y que en verdad me gustó que estuviera disfrutando del baile, la compañía, los besos y porqué no, hasta la excitación que le provocó el sentir la verga pegada a su cuerpo. Y por otro lado, no sabíamos si esto se volvería a repetir o no.

Me dijo que tenía razón, pero que le preocupaba el hecho de que en algún momento algo me pudiera molestar y que eso que iba muy bien, terminara mal.

Mira, le dije, para que estés tranquila, vamos a los hechos, ambos lo están disfrutando, bueno, a decir verdad, yo también, ambos están excitados, puede pasar que en un rato más nos retiremos, agradecidos todos de lo que ha pasado y hasta ahí. Pero veamos otro escenario posible, son hombre y mujer, repito, ambos ya excitados, imaginemos que esto sigue aumentando de tono y que finalmente, de una u otra forma llegaran a más, es decir a que llegaran a tener intimidad sexual, con esto no hablo precisamente de penetración, sino de muchas cosas que pueden pasar y que por lo visto a ninguno nos molestaría.

Desde luego, por mi parte no solo no habría objeción, pero creo que me parecería bien, toda vez que tú lo disfrutarías, ya fuera que hicieran poco o mucho, eso solo tú lo decidirías.

Y por parte de él, ya ni se diga, lo que hicieran si es que se da, lo disfrutaría al máximo.

Pero te repito, tú eres quien lo decide, si deseas que nos retiremos, así lo haremos, no sin antes agradecerle el buen rato que te hizo pasar o si quieres continuar hasta donde ambos lo deseen, yo estoy de acuerdo.

Ella me dijo, si estás tan seguro me gustaría continuar, aclaro, no precisamente con la idea de tener sexo con él, pero si seguir con esto que por lo que dices, estamos disfrutando todos.

Se levantó nuevamente a bailar, muy tranquilos de inicio, solo con algunos acercamientos, algo platicaron, él la abrazó pegándola bien a su cuerpo, le dio otro beso leve en los labios y unos momentos después la estrechó mas y le plantó un gran beso en los labios, ella reaccionó algo sorprendida pero sin rechazarlo, apenas un rato mas se trenzaron en un beso de telenovela que parecía interminable. Pude ver como sus cuerpos estaban prácticamente pegados, muy seguramente sus partes genitales en pleno contacto y desde luego ambos ya con cierta humedad producto de la gran excitación que tenían ya en ese momento.

En ciertos momentos, él le daba discretamente unos breves apretones en las nalgas de mi esposa y también muy discretamente le llegó a dar unos besos en sus pechos que debido al escote se veían al menos la mitad de ellos.

Yo experimentaba una gran cantidad de morbo mezclado con excitación al ver a mi esposa manoseada muy rico y lo mejor de todo es que ella lo estaba gozando.

A ella le encanta chuparme la lengua cuando la beso y me di cuenta que en ciertos momentos en que se besaban hacía eso a su compañero de baile, después ella me dijo que él le comentó que eso le fascinaba.

Regresó mi esposa a la mesa pero ahora acompañada de él.

Nos saludamos, él se llamaba Luis, ella Yolanda (no lo había mencionado), se sentaron, platicamos un poco de trivialidades, después nos comentó lo sorprendido que estaba de encontrar a un matrimonio como nosotros, le dije que sí, que somos una pareja especial, que preferimos hacer todo de común acuerdo en lugar de tener infidelidades o engaños.

Mencionó que celebraba mucho que yo no tuviera problema con lo que hasta el momento habían hecho ellos. Le pregunté con cual de todo lo que habían hecho. Respondió que prácticamente con todo y bueno que tal vez sería porque estaban algo lejos de donde yo estaba, le dije que no, que no era por eso y para probarlo les pedí que se besaran ahí frente a mí. Él se acercó a mi esposa y la besó en los labios. Les dije, así no se besaban hace un rato, entonces él la abrazó y la empezó a besar muy rico, unos momentos después ella le estaba chupando la lengua.

Aun así se ven muy seriecitos, les dije. Acto seguido él le propinó a mi esposa un beso en cada pecho.

Tienes una esposa deliciosa, me dijo, así es, le respondí y me encanta verla disfrutar de lo mejor de la vida, una buena comida, un buen espectáculo, un buen viaje, un buen masaje, un muy buen baile y desde luego los placeres derivados de lo sexual.

Me dijo, ya que mencionas lo del masaje, hace tiempo tomé un curso de masajes de relajación y creo no ser tan malo para darlos. Le dije y supongo que te daría gusto darle un masaje a mi esposa…por supuesto que sí, me dijo, sería un placer, pero desde luego lo mas importante es lo que ella desee y hasta donde ella quiera.

Luis volvió a abrazar a Yolanda y a besarla, ahora fue mas lejos, discretamente tomó un pecho en su mano y se lo acarició un buen rato. La verdad ella se veía encantada.

Ese día era sábado y eran como las 9 de la noche, le pregunté a Luis si tenía pendientes para lo que restaba de la noche, nos comentó que no, que lo que mas deseaba era seguir bailando con Yolanda y hacerla disfrutar en todo lo que ella deseara.

Le pregunté a ella que como le caería un buen masaje después del maratón de baile, me comentó que no estaba cansada, pero que al parecer el baile aun no había terminado y un buen masaje estaría excelente.

Le dije a Luis que sugiriera algo, comentó que si estábamos de acuerdo podíamos ir a cenar algo ligero, y después otro rato de baile y mas tarde el masaje.

A Yolanda le agradó la idea y desde luego también a mi, para mayor seguridad propuse nuestra casa para lo del baile y el masaje, lo de la cena ligera podía ser en algún lugar que nos quedara de paso.

Así lo hicimos, la cena fue en verdad muy ligera, nadie quería sentirse pesado del estómago y unos minutos después llegamos a casa.

Puse algo de música, algunas botanas y algo de tomar. Me dirigí al baño, procuré tardarme deliberadamente algo mas de lo habitual, lo que produjo el efecto deseado, cuando regresé a la sala, ellos estaban bailando, él besándola y ella con la lengua de él dentro de su boca y chupándosela.

Sus cuerpos completamente pegados y como buscando cada quien el sexo del otro.

Luis me pidió que bailara yo con ella, ya que deseaba admirar mas sus lindas piernas y todo lo demás.

Así lo hice, dándole muchas vueltas para que él pudiera deleitarse viéndola muy cerca suyo.

Después siguieron bailando un buen rato ya bastante calientes hasta que él sugirió que se procediera al masaje, todos estuvimos de acuerdo, él preguntó si se podía dar una ducha ya que por el baile sentía que no estaba todo lo limpio que quisiera para atender a mi esposa.

Mientras Luis se bañaba le sugerí a Yolanda que se pusiera la ropa íntima más sexy ya que sería una ocasión especial, así lo hizo, se puso un coordinado blanco de encaje que se le veía de lo más provocativo ya que además del encaje era transparente dejando ver muy rico las partes íntimas de mi esposa.

Se puso solo una bata blanca muy transparente para esperar a Luis quien salió del baño unos minutos más tarde. Llevaba puesta solo una trusa que revelaba perfectamente el buen tamaño de su verga y lo parada que la tenía ya.

Él al verla así la llenó de piropos y se dedicó unos momentos a contemplarla, la verdad es que se veía estupenda, ya que debido a las transparencias se le podía ver bastante bien lo mas íntimo de ella.

Luis me dijo que deseaba bailar unos momentos más con mi esposa, claro si yo no tenía inconveniente, le dije que si ella quería, no había problema. Acto seguido la sacó a bailar y casi de inmediato se trenzaron en un riquísimo beso tan prolongado como apasionado.

Ya en eso, Luis le desató la cinta de su bata, misma que al desprenderse del cuerpo de mi esposa colocó en un sillón.

Y ahí estaba mi esposa, tan solo con pantaleta y brassier y zapatillas y su compañero de baile únicamente con trusa, besándose y casi a punto de hacer muchas cosas más.

Luis la volteó de espalda y pude ver algo de lo más erótico y rico de la noche.

Él la abrazó, la atrajo hacía él, y pude ver perfectamente como colocaba su verga aún dentro de su ropa interior justo en medio de las nalgas de mi esposa, ella lejos de resistirse empezó a frotar sus nalgas en la verga de Luis.

Volvieron a quedar de frente, nuevamente se besaron, ahora sus sexos se buscaban con ansias, de hecho pude ver como la trusa de Luis ya presentaba humedad a la altura de donde quedaba la cabeza de su verga y obviamente la parte más íntima de mi esposa estaría en condiciones similares. Las manos de él ahora acariciaban descaradamente las nalgas de mi esposa.

Él la cargó y aun besándola la llevó a nuestra recámara, la acostó en la cama boca abajo y se dispuso a darle el masaje que desde luego todos íbamos a disfrutar.

La verdad es que Yolanda se veía espectacular, recostada boca abajo, solo con pantaleta y brassier, mostrando perfectamente sus nalgas debido a la total transparencia de su prenda y más que dispuesta a disfrutar de unas deliciosas caricias de un hombre que evidentemente la deseaba y que afortunadamente a ella no le era desagradable sino todo lo contrario.

Luis se colocó al lado de la cama y empezó a darle el masaje por los hombros y el cuello, en realidad se notaba que sabía hacerlo, lo que me dio mucho gusto principalmente por ella, ya que no iba a estar en manos de un aprendiz, lo cual garantizaba un mayor placer.

Él tomó un frasco de aceite que había yo puesto en el buró, con el que se dispuso a continuar con el masaje.

Por lo del aceite él le desabrochó el brassier a mi esposa y se lo quitó ayudando en todo Yolanda.

Prosiguió esparciendo el líquido por la espalda, hombros y brazos de ella, pude ver que al acariciar sus brazos y quedando suelta la mano de ella, él aprovechaba para llevar su mano hacia su verga haciendo que los dedos sintieran lo dura y caliente que ya se encontraba.

Siguió con el masaje, en la espalda, la cadera, brevemente en las nalgas, las piernas y especialmente en los pies, lo que a ella le encantó.

Volvió a subir por las piernas, llegó a las nalgas de mi esposa, procedió a retirar su pantaleta, lo que al parecer ella ya esperaba, yo diría que hasta deseaba, ya que ayudó levantando su cuerpo a fin de facilitar tan deliciosa labor.

Le dijo a ella que para darle un mejor masaje a dos manos en la espalda, se iba a colocar sobre ella y acto seguido se subió a la cama poniéndose sobre mi esposa, quedando sus manos a la altura de sus nalgas y su verga aun dentro de su trusa sobre sus muslos.

Continuó con el masaje, acariciando por completo las nalgas de mi esposa. Cada cierto tiempo le ponía aceite, debido a lo cual le preguntó a Yolanda si no tenía inconveniente en que se quitara la trusa a fin de evitar mancharla con el aceite, ella estuvo de acuerdo, por lo que él se bajó de la cama y se la quitó.

Yolanda tenía los ojos cerrados, lo que creo que fue lo mejor, ya que al quitarse la prenda saltó su verga, completamente erecta y húmeda, era considerablemente más grande y gruesa que la mía.

Volvió a subirse a la cama y a mi esposa en el lugar donde había estado, por lo que su verga, yo diría su vergota quedó sobre los muslos de ella.

Era obvio que Yolanda sentía perfectamente el miembro de Luis.

Siguió con el ahora más rico masaje, subiendo sus manos por la cadera y llegando a la espalda, teniendo que mover el resto de su cuerpo, quedando ahora su verga sobre las nalgas de mi esposa.

Era un espectáculo de verdad hermoso y por demás erótico, mi esposa completamente desnuda, disfrutando de un muy rico masaje y sintiendo sobre ella a un hombre también desnudo y que era más que evidente que tenía claras intenciones de cogérsela, lo que de seguro ella también a esas alturas ya deseaba.

Luis se dedicó a acariciar su espalda y a pasear su verga por las nalgas de mi esposa mojándola de paso con el líquido que debido a su excitación salía de su miembro.

En esos momentos me acerqué a mi esposa y la besé en los labios, nos entregamos en un beso muy apasionado, tal parecía que eso era el signo de aprobación de lo que podía ocurrir en los momentos siguientes, y la verdad así fue.

Me separé de ella, queriendo dejarla disfrutar al máximo del placer que estaba teniendo junto a Luis.

Pude ver como él al frotar su verga en las nalgas de mi esposa, pasaba una y otra vez sus huevos por la división de sus nalgas. En un momento quedó la cabeza de su verga, que por cierto se veía reluciente a la altura de la entrada del culo de ella. Estoy seguro que ganas no le faltaron de presionar a fin de penetrarla por ahí, realmente la tenía a su disposición y sé también que ella lo hubiera aceptado de muy buen gusto, ya que de hecho le encanta la penetración por ahí, pero Luis tenía otros planes, lo que a decir verdad me agradó.

Luis le pidió a mi esposa que se volteara boca arriba, ella se volteó, pudiendo ver por primera vez su verga desnuda. Después de mirarla, volteó un momento a verme, como diciendo: mira que vergota… y tal vez me la vaya a meter y no se equivocó.

Habiendo quedado ambos de frente, él se colocó de nuevo sobre Yolanda quedando su verga a la altura de su estómago. Él continuó el masaje en los pechos de mi esposa, mismos coronados por unos pezones completamente parados, muy duros, desde luego eso producto de la gran excitación que su nuevo amigo y por lo visto futuro amante le estaba proporcionando.

Ella me pidió que me acercara a ella ofreciéndome uno de sus pechos, lo hice y empecé a mamarle su pecho y muy rico su pezón, la verdad es que no recuerdo haberlo sentido tan duro.

Luis al ver eso, se pegó al otro pecho con su boca y ahí estábamos los dos mamando los pechos y pezones de mi esposa y ella disfrutándolo al máximo.

Me retiré un poco para que ellos siguieran disfrutando.

Él dejó de mamar el pecho de Yolanda para subir y besar de nuevo su boca, desde luego con su lengua dentro de ella, al tiempo que también recorría su verga hacia arriba, quedando ahora en medio de los pechos de mi esposa.

Frotó muy rico durante un buen rato su verga ahí, y en un momento dado subió un poco más, colocando la cabeza de su verga en la barbilla de mi esposa. Ella en ese momento e intuyendo lo que él deseaba, volteó a verme como pidiendo mi consentimiento para probar con su boca el instrumento de Luis.

Yo hice un gesto de aprobación y momentos más adelante él tomo su verga acercándola a la

boca de mi esposa y ella abriendo su boca la recibió, de inicio solo la cabeza empezando a mamársela de una forma deliciosa.

Estuvieron así durante varios minutos en los que Luis logró meter algo así como la mitad de su verga en la boca de Yolanda. En eso, ella hizo algo que me sorprendió, se sacó la verga de su boca, solo para buscar con ella los huevos de su amante.

Los tomaba alternadamente succionándolos de lo más rico, desde luego Luis estaba fascinado con lo que mi amada esposa le estaba haciendo. Momentos después ella se metió de nuevo la verga de él en su boca dándole otra mamada deliciosa, en poco tiempo Luis dio muestras de que estaba por venirse, por lo que sacó su verga de la boca de mi esposa, como para evitar venirse dentro de ella, sin embargo, Yolanda lo sujetó de las nalgas y enderezó su cabeza a fin de volver a meter la verga en su boca, Luis lo entendió y se dispuso a darle gusto y empezó a derramar su semen dentro de la boca de mi esposa.

Por lo visto era mucho el semen que estaba saliendo de su verga, ya que mi esposa con trabajos lograba tragarlo todo, sin embargo lo siguió haciendo hasta que Luis dejó de llenarle la boca de su leche.

Él se levantó algo cansado pero fascinado de lo que acababa de suceder.

Mi esposa aun estaba tratando de tragar el resto de la leche de su amante y en eso hizo algo increíble, me hizo la seña de que me acercara a ella, tomó mi cabeza y me besó en la boca con el beso más apasionado que yo recuerdo, succionó mi lengua, la chupó y la llevó por todo el interior de su boca, donde aún quedaba parte del semen de su amante, al parecer eso era algo que le provocaba mucho morbo y la excitaba. A decir verdad eso no lo esperaba yo, sin embargo pensé que si con eso le podía dar gusto a ella, lo haría y así fue.

En eso estábamos cuando me di cuenta de que Luis tenía su cabeza en medio de las piernas de mi esposa dándole una mamada en su parte más íntima de lo más rico. Ella por su parte lo disfrutaba al máximo ya que al parecer Luis también era un experto en eso.

Cabe mencionar que debido a lo que Luis estaba haciendo, su verga había recuperado considerablemente su tamaño anterior.

Dejé de besar a Yolanda para dejar que ellos siguieran disfrutando por completo.

Él la siguió mamando un buen rato más, lo que le produjo a mi esposa un delicioso orgasmo en el que se movía de lo más delicioso.

Dejándola descansar unos momentos, Luis aprovechó para preguntarme si podía cogerse a mi esposa, le contesté que no solo podía, sino que debía cogérsela, ya que ella estaba esperando eso. De paso le comenté que podía hacerlo sin condón.

Se acercó de nuevo a ella, la besó muy rico, le dio a mamar un rato más su verga, lo cual quise presenciar más de cerca, por lo que me coloqué muy cerca de la cara de Yolanda viendo perfectamente como ella se la mamaba, mi esposa al verme tan cerca, en ocasiones se sacaba la verga de su amante como para que yo la viera en todo su esplendor, grande, reluciente y solo para volver a disfrutarla, primero con su lengua y labios en su cabeza durante un buen rato y después metiéndosela no se como pero casi toda en su boca. Era de verdad todo un espectáculo ver a mi amada esposa mamar tan deliciosamente la verga de su amante.

Luis sacó su verga de la boca de mi esposa, se subió a la cama, prácticamente se acostó sobre ella quien lo recibió con las piernas abiertas, la verga de él quedó sobre la parte más íntima de ella, se volvieron a trenzar en otro delicioso beso; Luis se movía sobre mi esposa pasando su verga sobre su monte de Venus pero sin penetrarla aun.

Así estuvieron varios minutos, de hecho ella movía su cuerpo levantando su cadera en clara búsqueda de la verga de él. En un momento dado Luis levantó un poco su cuerpo y pude ver como ahora apuntando su verga hacia la vagina de mi esposa, en unos segundos más estaba metiéndosela poco a poco, él ya no la besaba, solo observaba la expresión de mi esposa al irle metiendo cada vez más su verga, ella estaba con los ojos cerrados pero con un gran gesto de placer disfrutando cada centímetro del delicioso instrumento de placer que cada vez se introducía más y más en ella.

Unos momentos más tarde pude ver con asombro como ya casi toda la verga de Luis estaba ya dentro de la vagina de mi esposa, la verdad era sorprendente como le había cabido esa verga tan gruesa y tan larga y desde luego la explicación era más que obvia, la magnífica lubricación producto de la gran excitación que su amante le había provocado permitió tan fácilmente el alojamiento de esa vergota que tanto placer le estaba dando y que a decir verdad yo también estaba disfrutando, ya que era un placer ver a mi esposa bien ensartada por otra verga pero gozándolo al máximo.

Ambos se movían muy rico, se escuchaba muy bien el sonido que producía la verga al entrar y salir de la panocha de Yolanda.

Él se veía encantado con la cogida que le estaba dando a mi esposa y ella por su lado se notaba por demás a gusto con todo lo que hasta ese momento había ocurrido con su amante, en eso, noté que Yolanda estaba por tener un orgasmo, de lo que Luis también se dio cuenta por lo que aumentó el ritmo y en unos segundos ví como Yolanda se retorcía de placer al experimentar un delicioso orgasmo que su gran amante le provocaba y que estaba segura de que serían muchos más.

Así estuvieron bastante tiempo, la verdad era que él era un hombre con mucha experiencia y de paso con mucho aguante, lo que a Yolanda le fascinaba y de paso a mí también, ya que era una delicia ver a mi esposa disfrutar tanto del sexo,

En un momento dado, él le dijo a mi esposa que deseaba que ahora ella se subiera en él, ella aceptó y acto seguido Luis sacó su verga y se recostó boca arriba, su verga se veía de lo mejor y en su mejor momento; mi esposa se acomodó sobre él buscando colocar ese gran instrumento en la entrada de su panocha y una vez que la cabeza estaba en el lugar adecuado, poco a poco se fue sentando ahí metiéndose cada centímetro de esa verga y desde luego disfrutando todo ello y parecía imposible que le entrara esa cantidad de verga, sin embargo no solo le entraba, pero al parecer ella deseaba que él le metiera más y más.

Estando así pude ver una imagen de lo más erótica, Yolanda sentada sobre su amante, metiendo y sacando esa gran verga mientras él se dedicaba a mamarle los pechos cuyos pezones se veían casi por reventar y a tomarla de las nalgas ayudándola a subir y bajar y de paso de repente le propinó una sonora nalgada, lo que al parecer le gustó a Yolanda, por lo que de vez en cuando lo repetía, lo que también de alguna manera también me excitaba a mí.

Mi esposa buscaba con su mano los huevos de Luis acariciándolos de una forma tal que me daba la impresión de querer metérselos junto con su verga lo cual de haberlo hecho, hubiera sido todo un espectáculo, bueno como si lo vivido hubiera sido poco.

Me sorprendía el aguante de ambos, ya que a pesar de no tomar yo el tiempo, estuvieron cogiendo por un muy buen rato y no daban muestras de agotamiento, sino por el contrario, de disfrutar cada vez más lo que estaban haciendo.

Un poco más adelante Luis le pidió a mi esposa que se recostara de lado, ella lo hizo, él se colocó detrás de ella y le volvió a meter su verga por la panocha, ella obvio que en cualquier posición la hacía disfrutar al máximo, igualmente estuvieron cogiendo así bastante tiempo

Unos momentos más tarde ocurrió algo que no pensé que fuera a ocurrir, pero que a decir verdad yo estaba deseando.

Luis tomó su verga, la sacó de la panocha y la colocó en medio de las nalgas de mi esposa, era evidente que no creía yo que por las dimensiones pudiera siquiera intentar metérsela por ahí, (afortunadamente me volví a equivocar).

Una vez colocada su verga en la entrada posterior de Yolanda, él la empezó a empujar poco a poco; a estas alturas mi esposa ya sabía cuales eran las intenciones de Luis: cogérsela por las nalgas, no mostró el más mínimo gesto de rechazo a ello.

A mi esposa le agrada que yo la penetre por ahí, sin embargo dada la diferencia de tamaño y grosor no pensé que fuera a aceptar que su amante lo hiciera también.

Luis siguió con lo suyo, empujando lentamente hasta detenerse al percibir que mi esposa dio una muestra de un poco de dolor al haberle entrado la cabeza de la verga de su amante, sin embargo ella permaneció sin moverse ni decir nada, mostrando con ello que aceptaba lo que estaba por venir.

Él tampoco se movía, esperando a que ella se acostumbrara al instrumento que estaba entrando en medio de sus nalgas.

Era un cuadro perfecto, Luis encantado de estarse cogiendo a mi esposa por ahí y ella solo dando tiempo para que su cuerpo estuviera dispuesto a recibir la mayor parte posible de esa gran verga.

En eso, yo me acerqué a Yolanda, la besé muy apasionadamente, ella respondió muy rico a mi beso. Yo aproveché para acariciarle la panocha, misma que estaba completamente húmeda y muy caliente, al meter mis dedos ahí, pude sentir la verga de Luis, separada de mis dedos solo por algo muy delgado, parte del cuerpo de mi esposa.

Eso a ella le encantó y pude ver que también la excitó aun más de lo que ya estaba, tanto así que me pidió algo que de verdad yo no esperaba y ni siquiera había imaginado: me pidió que le mamara la panocha, de hecho a ella le fascina que se lo haga, incluso le he provocado varios orgasmos de esa manera, pero la verdad estas eran circunstancias muy especiales.

Debido a ello le pregunté: ahora mismo?, y ella me contestó muy segura: sí mi amor, ahora mismo, quiero sentir a los dos ahí.

Ella había hecho tanto no solo por disfrutar de todo lo que había pasado, sino también mucho al saber que yo igualmente lo estaba gozando, que a pesar de que su petición era de lo más inusual, decidí aceptar.

Me desnudé por completo, como pude me acosté de frente a ella pero al revés, es decir con mi cara cerca de su panocha. Luis aun sin moverse la tenía bien ensartada por las nalgas, le besé la panocha, pudiendo ver como nunca de cerca la parte de verga que no estaba dentro de ella así como sus huevos.

Ella aprovechó para meterse mi verga en su boca y empezar a darme una de las mejores mamadas que yo recuerde.

Empecé a mamar su panocha a pesar de lo cerca que estaba todo el instrumental genital de su amante.

La excitación subió de tono para todos.

Luis viendo que ella estaba aún más excitada, empezó a moverse lentamente introduciendo poco a poco algo más de su verga en mi esposa y yo me dedicaba a tratar de darle a ella la mejor mamada de panocha posible y creo que lo estaba logrando ya que Yolanda estaba cada vez más caliente, lo que a mí por supuesto me encantaba,

Él la tomaba de la cadera y cada vez metía más verga en el culito de mi esposa; cabe mencionar que los huevos de Luis en varias ocasiones estuvieron a punto de hacer contacto con mi cara, lo cual significaba que su verga (no sé como), estaba ya casi toda dentro de mi esposa y que al parecer ella estaba disfrutando cada centímetro que él le metía.

Desde luego ella estaba muy consciente de lo cerca que quedaba la verga y/o los huevos de su amante de mí, además creo que eso, debido al gran ambiente erótico que se había creado, lo estaba disfrutando bastante.

Y ahí estábamos los tres, él y yo disfrutando a mi esposa y ella gozando de las atenciones de dos hombres dispuestos a todo con tal de darle la mayor cantidad de pacer posible.

Me encantaba ver cada impulso de Luis, sabiendo que eso significaba un poco más de verga que entraba en ese lugar tan especial de mi esposa, aunque eso implicara tener cada vez más cerca sus huevos de mi cara, de hecho, cuando ya prácticamente se la había metido toda, era imposible evitar el contacto entre mi cara y los huevos de Luis.

Era la primera vez que yo tenía algún tipo de contacto con alguna parte íntima de otro hombre, en ocasiones cuando teníamos sexo ella y yo y nos poníamos muy calientes, ella me comentaba que no le desagradaría por ejemplo que en algún momento yo tomara con mi mano la verga de otro hombre y se la metiera a ella por donde ese hombre quisiera, en aquellos momentos eso sonaba hasta algo erótico, pero ya en la realidad, era muy diferente, sin embargo me daba cuenta de que ese tema le producía a mi esposa un claro efecto de morbo y podría decir que hasta le llegaba a excitar.

Por lo anterior y viendo lo que Yolanda estaba gozando con su amante y yo, me dediqué de lleno a mamar lo mejor posible su panocha, sin darle importancia al contacto que pudiéramos tener él y yo.

En cierto momento mientras él acariciaba los pechos de mi esposa, su verga se salió, quedando muy cerca de mi cara, la verdad se veía estupenda, de hecho me daba gusto ver ese gran miembro que tanto placer le estaba dando a ella.

Él intentó varias veces meterla nuevamente sin usar sus manos pero sin lograrlo, entonces Yolanda tomó una de mis manos y la llevó hacia la verga de Luis. No se requería ser adivino para saber lo que ella deseaba y sin pensarlo mucho tomé la verga de su amante y coloqué su cabeza justo en la entrada del culito de mi esposa, no necesitaba hacer nada más, él sintió que estaba en el lugar correcto, empujó un poco y entró de nuevo para beneplácito de mi amada esposa.

Seguimos así un buen rato, él ensartando muy rico a Yolanda por las nalgas, yo mamando su panocha y sintiendo esporádicamente los huevos de él, y ella disfrutándonos a los dos.

En eso me retiré, dejándolos coger muy rico, él volteó a mi esposa boca abajo sin sacarle su verga y continuó cogiéndosela así, pude ver como ella acariciaba los huevos de Luis como empujándolos hacia sus nalgas, me excité más solo al imaginar que ella lograra que esos huevos le entraran por completo y que ya dentro de ella aumentaran de tamaño y que ella y su amante quedaran por unos momentos literalmente “pegados”, fue una imagen que pasó fugazmente, pero que me pareció más que deliciosa.

Finalmente Luis aceleró el ritmo de la cogida que le estaba dando a mi esposa dando claras muestras de que estaba por venirse y ella desde luego encantada de recibir toda la leche de su amante, ella estaba fascinada de tener por completo la vergota de Luis dentro de sus nalgas, escuchaba bien los gemidos de Yolanda, mismos que indicaban que también estaba por tener otro orgasmo, el último de esta ocasión, pero afortunadamente no el último que le provocara su nuevo amante.

En eso estaban, cuando pude ver uno de los momentos más eróticos, Luis arremetiendo con todo por las nalgas de mi esposa y ella parándolas lo más que podía, recibiendo toda la descarga que esa verga y esos huevos le podían entregar y lo más delicioso fue que en esos momentos exactos ella tuvo su orgasmo, es decir que los dos se vinieron al mismo tiempo, lo que a Yolanda le encanta, solo que nunca lo había hecho cuando la cogía así, pero ahí estaba mi amada esposa, dando muy rico las nalgas, estando bien ensartada, recibiendo una gran cantidad de leche y viniéndose al mismo tiempo con su amante.

Después de venirse ambos y de que Luis inundara por completo el interior de mi esposa, permanecieron así por mucho tiempo, él con su verga dentro de Yolanda y ella disfrutando de esos momentos y gozando que Luis la tuviera aun ensartada.

Como podían se besaban, desde luego mi esposa mamándole la lengua a su amante.

Luis sacó su verga de mi esposa, se levantó y se dirigió al baño para darse una ducha, Yolanda me volvió a sorprender cuando me pidió que la penetrara por las nalgas, de hecho me encantó que me lo pidiera.

Me recosté sobre ella, coloqué mi verga en el lugar exacto y sin ningún esfuerzo se la metí casi toda de una vez. Su interior estaba caliente y completamente lleno del semen de Luis.

Estuve bombeando ahí muy rico, era una sensación completamente nueva para ambos, no porque no me la hubiera cogido antes por ahí, pero nunca con esa parte inundada previamente por otro hombre.

No tardé mucho en venirme, la verdad estaba también muy caliente, deposité todo el esperma que tenía dentro de mi esposa y estuve unos muy ricos momentos bombeando y mezclando dentro de ella mi semen con el de su amante.

Este fue el inicio de una serie de encuentros con Luis, la mayoría en casa, pero también saliendo ellos solos, ya que consideré que deseaban hacerlo sin mi presencia, lo que más adelante pude comprobar que fue una muy buena decisión.

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