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Profesora particular (III)

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Quizá me conoces de las dos primeras partes de mi relato. Soy Esther, una chica mimada y rica, que terminó el grado, con muy buenas notas, por cierto, y de momento estoy sin hacer nada, esperando encontrar un empleo que me satisfaga. Mientras tanto doy clases particulares a Fernando, hijo menor de los mejores amigos de mis padres, más que nada para que estén contentos, para hacer un favor. La cuestión es que Fernando ya es todo un hombre muy atractivo y desde que le vi ahora, después de muchos años, me he propuesto tirármelo, aunque de momento sin ningún éxito. Voy a darle clases vestida muy provocativa y me insinúo con él, pero no sé si es que no le gusto o es que es tan tímido que no se atreve a dar ningún paso. En este sentido es todo lo contrario a su hermano mayor, Leo, y a su padre, Manuel, mucho más atrevidos.

Este martes es el primer día en qué iré antes a la casa de Fernando, como quedamos con Manuel. Se ha encaprichado de mí. Él saldrá antes del trabajo y quiere que también le dé un cierto tipo de clases particulares. A mí no me importa e incluso me gusta porque, aunque ya bastante mayor, es un hombre muy atractivo. Me agrada gustar a los hombres y por lo que parece, a él le encanto, aunque me conoce desde pequeñita. Mientras no consigo liarme con su hijo pequeño, me entretendré con el padre, que parece ser un amante excelente. Y a nadie le amarga un dulce. Eso sí, con la condición de que Fernando no se entere, no quiero que piense que soy una fresca, no creo que eso le gustara a un chico como él.

Como me pidió Manuel, iré a su casa un par de horas antes. Para gustar a Fernando, he decidido ponerme el uniforme que usaba en cuarto de ESO, con la blusita blanca y la faldita plisada de cuadros rojos y negros. Creo que a Manuel también le gustará, ya que, por lo que parece, le gustan las chicas jóvenes. Por lo menos, yo. Cuando me pongo el uniforme, me doy cuenta de que no me cabe. Aunque estoy muy en forma por mis muchas horas en el gimnasio todos los días, en estos últimos años he cogido más volumen, sobre todo me ha crecido el pecho y el culo. Claro, no es lo mismo el cuerpo de una niña de dieciséis años que el de una chica de veinticuatro. Me miro en el espejo y parece que la blusa va estallar y decido desabrocharme los botones de arriba, lo que provoca que enseñe casi todo el pecho. Me miro en el espejo y la faldita casi no me cubre las bragas y, por detrás, se me ve todo el culo. Bueno, no creo que eso a Manuel le importe, más bien le gustará. Y a Fernando, espero que vestir así me haga irresistible para él y, bueno, a ver si por fin se decide a dar un paso.

-Hola, tito! Ya estoy aquí!

-Esther, que puntual! Y vestidita de alumna de colegio! Así me gusta!

-Sí, tito?

-Por supuesto! Es un disfraz muy sexy y atrevido!

-No, tito, si no es un disfraz. Es el uniforme de verdad, el que llevaba cuando iba a Secundaria, con las monjas.

-Oh. Sí, ya me acuerdo! Te quedaba muy mono. Pues aún te queda muy bien!

-Yo creo que mejor, no? Mira – le doy la espalda para que vea que la falda casi no me cubre el culo y después me giro y me inclino un poco para enseñarle el generoso escote. Con eso, yo ya me estoy excitando – Me queda bien, tito? Tú qué crees?

-De muerte! Me encanta! Lo único que… veo que levas bragas. Y sostén. Creo que este uniforme te quedaría mejor sin nada debajo.

-Ay, tito, qué pícaro eres!

-Bueno, quedamos que vendrías a enseñarme, no?

-Sí, sí, es cierto, je, je!

-Pues venga, enséñame, hija!

-Abre bien los ojos, tito!

Le doy la espalda, me inclino un poco y me bajo las braguitas, que ya están completamente empapadas de mi flujo, juego con mi faldita y me inclino algo más para enseñarle bien el culo y el sexo.

-Qué bien enseñas, niña!

Le miro de frente y me tapo el sexo brevemente con la falda y me destapo, jugando. En este striptease improvisado pongo una mano bajo la faldita y me empiezo a acariciar la vulva mientras desabrocho más botones de la blusita. No sé si el juego es más excitante para mí o para él, porque yo estoy muy caliente.

-Ay, tito, estoy que ardo! Puedes hacer algo para que me pase tanto calor? – le digo entre inocente y pícara.

-Ven, bonita! – me acerco a él muy sensualmente, me subo la faldita hasta la cintura y él me agarra por las nalgas y me abraza y me besa ávidamente y me perfora con su lengua y ya noto como me penetra el culo con un dedo y empieza a jugar en mi ano y yo acompaño su otra mano hasta mi sexo y él acaricia mi clítoris muy respingón y enseguida empiezo a correrme y el flujo resbala por mis piernas.

-Eres una chica muy caliente, una guarrita, Esther!

-Ay, tito, no pares de jugar en mi coño y en mi culo, por favor!

-Por eso no te preocupes, putita!

-Es que quiero correrme y correrme!

Me sienta en el sofá, me abre de piernas y me sube la faldita de alumna y me huele el sexo y el culo, y me lame, y sorbe mis jugos mientras me penetra los dos agujeros con varios dedos hasta que le lanzo varios chorros de squirt que le sorprenden y sonríe.

-Oh, que puerca eres, Esther!

-No, tito, no es que me mee, eh!

-Ya lo sé, ya lo sé, hija!

-Es que siento tanto placer, ah, hmmm!

-Tu squirt es ambrosía, muy sabroso! Dame más! Dúchame!

-Sí, tito! Ay, hmmm, ohhh!-sigo lanzado chorros a presión a su cara y él se relame. – No pares, ay, mira, mira como me abro para ti! Ven, ven, sube, que te voy a amamantar! – tomo mis pechos y se los ofrezco mientras él no para de meterme y sacarme dedos del chocho y del ano.

-Sí, sí, que añoro tus tetas!

-Son todas para ti! Mama, tito, mama!

-Sí, sí! Que suaves y calientes!

-Es que estoy a cien, tito! Ahhh! – y lanzo más chorros mientras él me atraviesa con sus dedos juguetones.

Entre gemidos y suspiros por mis orgasmos, oigo que Manuel dice:

-Oye, Esther, se está haciendo tarde. Fernando llegará pronto.

-Oh, ya? Pero si acabo de llegar!

-No, hija. Llevas aquí casi dos horas!

-Qué? Pero… Oh! Me ha pasado el tiempo volando, tito!

-Eso es que te lo has pasado bien!

-Sí, sí, mucho! El jueves vendré antes, así tendremos más tiempo para…

-No, no, yo no puedo venir antes del trabajo.

-Oh, vaya! Es que dos horas es muy poco!

-Es lo que hay, niña. Venga, puedes ducharte si quieres.

-Pero tito, y tú? Sólo he disfrutado yo! Pensaba que tendría tiempo para…

-No te preocupes, Esther. Me ha encantado verte con el uniforme y besarte y darte tanto placer. Me lo he pasado bien. Es mejor que te laves ahora. Quizá otro día…

-No, tito, no es justo. A ver. Qué hora es? Oh, sólo faltan diez minutos para la hora de la clase. Vaya!

-Sí, es muy tarde. Ve a ducharte, hija.

-No, no, a ver tito, ven, ven, por favor! – le bajo la bragueta y le saco su miembro, morcillón y algo húmedo pero no parado – Oh, a ver, qué polla tan guapa, tito, hmmm!

Me pongo en cuclillas, le huelo el pene y lo lamo y lo agarro con una mano y lo masturbo y empieza a crecer.

-Sabe muy bien, tito! Quieres que te la chupe?

-Me muero de ganas, Esther, pero es que no hay tiempo!

-Verás como sí! Ya me ducharé en casa. Así, tito, mi boca es irresistible, métemela más al fondo, hmmm!

Empiezo a jugar con mi lengua en su glande mientras sorbo, beso y lamo su verga que no para de crecer dentro de mi boca y noto sus primeros jugos en mi paladar y para que aumente su placer le acerco sus manos a mis pechos y sin poder evitarlo me corro de gusto pero él todavía no y decido hacerle una cubana así que pongo su pene entre mis tetas y le masturbo con ellas y le sorbo la punta lo que me hace estallar de nuevo en otro orgasmo.

-Esther, pero qué guarra que eres!

-Tito, es para que te corras, te lo mereces, eres muy cariñoso conmigo, aparte que eres muy generoso! – le agarro la mano y hago que me penetre el culo con todos sus dedos para que aumente su placer y soy yo la que me corro de nuevo con gritos que resuenan por toda la casa y le agarro los testículos y se los chupo y masajeo mientras le masturbo con mis pechos ardientes – Tito, venga, por favor, dame toda tu leche!

-Oh, Esther, la puerta! Es Fernando! Oh, ah, ay, ya está, ohh! Ah! Zorra, toma, toma, ah! – me lanza varios chorros de su semen a mi boca y mi cara! – Bébetela toda, puta! Ah! Qué cerda!

-Tito, por favor, baja la voz!

-Ay, sí, Esther! Oh, hmmm! Lámeme a polla, venga! Hmm! Ay, déjamela bien limpia!

-Sí, tito, tu lefa está muy rica! Ay, debo ir con Fernando. Espero que no nos haya oído.

-Habrá ido a su cuarto a dejar las cosas y prepararse para la clase.

-Ay, es que me sabría mal que él… qué iba a pensar de mí!?

-Es que… ya te he dicho que era muy tarde, Esther!

-Pero quería que tú también te corrieras, tito! – susurrando.

-Ya, has sido muy amable. Pero debemos ir con mucho cuidado.

-Sí, sí, pero es que dos horas es muy poco, se me han hecho muy cortas.

-Es lo que hay, hija.

-Pero es que hasta el jueves falta mucho!

-A ver, niña, te has estado corriendo durante horas!

-Ya, pero se me ha hecho corto, tito! Bueno, voy con Fernando, que le extrañará que llegue tarde. Oh, y las bragas? Ay, no encuentro mis bragas!

-No sé, hija, habrán quedado bajo algún mueble.

-Vaya, no sé. En fin, daré la clase sin nada debajo de la falda.

-No, si ya te digo que estás hecha una buena putita!

-Tito!

-Ponte bien el sostén, Esther, pero si tienes las tetas empapadas, hija. Venga, va, ve a dar la clase a mi hijo, así, sin bragas y oliendo a mujer caliente y a semen, cerdita! – me da un besito y una palmada en el culo y le hecho una mirada asesina para sonreírle pícaramente.

-Hola, Fernando! Llegué un poco antes y tu papa me abrió la puerta!

-Ah, hola, Esther! – abre los ojos como platos cuando me ve aparecer con el minúsculo uniforme de colegiala. No supe hasta mucho tiempo después que durante la clase el chico se dio cuenta de que no usaba bragas debajo de la minifaldita y también de que olía a sexo. Aunque disimuló muy bien, enseguida que terminó la clase se masturbó varias veces pensando en mí. Yo sólo deseaba que llegara el jueves por la tarde.

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