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Secretos de alcoba (parte II)

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Durante las noches de verano, al dormir solo usamos una sábana que generalmente termina en el suelo. En esta temporada por lo regular cambio los bóxeres entallados de algodón por unos amplios y de tela ligera. Gaby algunas veces duerme con brasier, en ocasiones se lo quita para quedar solamente en tanga.

Por el calor desperté casi a las tres y media de la madrugada, no pude volver a dormir solo daba vueltas en la cama. Decidí levantarme al baño más que nada para despejarme un poco. Sin darme cuenta dejé la luz del pasillo encendida, la poca luz que entraba en la habitación dejaba ver entre sombras el cuerpo de Gaby.

Me quedé un momento contemplándola a los pies de la cama mientras dormía. Qué hermosa es, todo de ella me encanta.

Recorrí con mis ojos su rostro, sus pequeños senos afilados, su cintura. Una de sus piernas estaba separada por lo que entre ambas formaban un 4 dejando ver una tanga que apenas cubría la línea de su vagina cerrada.

Sobre la tela de mi bóxer sujete un indeciso pene que no se decidía por despertar o no.

Pensé que una jaladita, una descarga y podría dormir. Coger sería más efectivo. Pensé en acomodarme de “cucharita”, sentí culpa ya que Gaby dormía tan plácidamente, no sería bueno.

La tela de mi bóxer ya estaba un poco mojada, mi pene estaba lubricando, recorrí con mi mano mi punta y con la otra “ordeñe” desde la base para que lubricara más, envolví mi glande con la mano y la moví en círculos pequeños continúe con el trabajo de las dos manos para que no me faltara lubricación.

Mi mirada se concentró en la entrepierna de Gaby, cuántas veces me había corrido adentro de ella. Apreté mi mano en el glande tratando de imitar sus movimientos vaginales.

Casi diez años de casados y no perdía el deseo por su cuerpo, mi excitación crecía viendo su cuerpo al masturbarme.

Una traviesa idea pasó por mi mente, con todas las cosas sexuales que habíamos hecho, jamás la había despertado con sexo oral.

Solté mi pene y me acerqué tratando de acomodarme para besar su entre pierna. Hice recorridos con mi lengua tratando de apartar su tanga y llegar a sus labios vaginales. Movió la pierna que tenía extendida, entre sueños respondía a la estimulación.

Me costaba un poco de trabajo ganar acceso a su vagina en esa posición. Me levanté y me puse como si fuéramos a hacer un 69 sin ponerme encima de ella, afortunadamente no era tan fácil que se despertara, eso facilito que pudiera acomodarme.

La estimulación hizo que separara un poco más las piernas, sus labios empezaron a abrirse y recorrí toda su vagina, lamí su entrada, presioné un poco con mi lengua, pasé mis manos por debajo de sus piernas para abrir sus labios, Gaby empezó a emitir unos suaves gemidos, estaba respondiendo a la estimulación.

Entre los gemidos susurraba cosas que no se entendían, poco a poco su voz fue articulando un poco mejor.

-Mmh, Si…

Chupé su clítoris, lo succioné suavemente.

-Oh si, mmh rico…

Seguí chupándosela esperando el momento en que despertara y fuera consciente de lo que estaba pasando, sería una gran sorpresa.

-Siii, oh siii.

Recorrí con mi lengua desde su clítoris hasta su entrada.

-Qué rico Daniel, sigue, no pares.

¿Daniel? ¿Escuché bien? -Pensé-. Seguro escuche mal.

Seguí saboreando sus mieles recorriendo todo su sexo.

-Mmh ay Daniel…

No había duda, había dicho Daniel, ¿qué estaba pasando?

En ese momento de confusión sentí que su mano bajaba desde mis bolas hasta mi glande, como si me estuviera ordeñando.

-Déjame chupar también Javi, déjame chupártela Javi.

Me sentí confuso dijo Daniel, ahora decía mi nombre ya había despertado, ¿soñó que estaba con alguien más? ¿Había estado con otro hombre?

-Anda Javi, déjame chupártela, dámela.

Le dio unas palmadas a mi pierna para que la moviera, lo hice, pasé mi pierna por encima de ella para que tuviera acceso a mi pene.

Sentí el calor de su lengua recorriendo mi glande, sentí placer, pero no era suficiente para quitarme de la mente; “¿Daniel?”.

Hasta ese momento, aún con lo que había pasado no había dejado de chupársela, ya no podía posponer la pregunta:

-¿Quién es Daniel?

Devorándose mi miembro, sin dejar de hacerlo como pudo dijo “no sé”.

-Gabriela, claramente dijiste Daniel, ¿Quién es?

-No sé, estaba soñando, sigue por favor.

-Gabriela, ¿Quién es Daniel? ¿Te has acostado con otro?

Muy molesto me giré para quitarme de encima y confrontarla, me senté en la cama frente a ella y sin dejar de verla a los ojos insistí, “Quién es Daniel Gabriela, dime quién es”.

Gabriela suspiró, me miro a los ojos y sosteniendo la mirada dijo:

-No sé porque lo dije, estaba soñando, sentí excitación y placer por lo que me estabas haciendo, fue una fantasía, te juro que no he estado con alguien más.

-¿Por qué te debo de creer?

-Porque te amo, te he sido fiel, y quiero serte fiel Javier.

-¿Simplemente imaginaste a un “Daniel”? Debe de existir un Daniel para que puedas fantasear, ¿Por qué fantasear con alguien más?

-Ustedes lo hacen todo el tiempo, nosotras a veces también fantaseamos sin que realmente queramos estar con otra persona. ¿No tienes fantasías con Mya?, ¿no has fantaseado con Claudia cuando sale a barrer la calle en esos shorts entallados?

En un tiempo Gaby y yo compramos algunas películas XXX, ella parecía elegir al azar alguna que le llamara la atención por la portada, debo reconocer que ver el nombre de Mya Diamond en portada era un punto decisivo para comprarla, aunque en el rostro son muy diferentes, sus cuerpos son muy parecidos, supongo que eso realmente era la razón de adquirir esos videos.

Nuestra vecina Claudia tiene complexión robusta, piernas bien definidas, cadera amplia con un buen trasero marcado por unos shorts cortos y muy entallados. Su vientre es plano, baja entre sus piernas marcando a veces una V entre sus fuertes muslos y otras una apertura en forma de triángulo por la separación del pubis y sus muslos a causa de la entallada prenda. Sus senos son firmes, muy redondos y altivos de muy buen tamaño. Sus senos lucen bien en una playera ajustada o con una playera holgada, me causa atracción como la tela se ajusta al volumen se sus senos y cae suelta sin tocar su cuerpo marcándolos más.

-Si Gabriela, lo reconozco… la ha observado, pero nunca intentaría algo con ella.

-Lo sé. -Contestó-.

-Entonces, ¿quién es Daniel?

Se incorporó para quedar sentada en la cama frente a mí.

-¿Recuerdas a Raquel y a Sonia?

-Si, las recepcionistas de tu trabajo.

-Ellas son la versión femenina de tus amigos, se la pasan sabroseando a los hombres que llegan a la oficina, y a una que otra mujer también. Daniel es un mensajero que a veces lleva documentos de otra empresa, no hay nada más.

-Quiero creerte Gabriela, pero no termino de comprender que tiene eso para que lo tengas en la mente.

-Sonia dice ser especialista en “paquetes” masculinos y puso a Daniel en la misma categoría que a ti por tamaño.

-¿Sonia? ¿Ella me ha estado sabroseando?

No pude evitar reír un poco sorprendido, nunca pensé que las veces que fui por Gabriela al trabajo me había hecho tema de sus compañeras de trabajo.

-¿Ves? En una de esas que estuviera cogiendo tal vez le dijo Javier a su novio.

-Ja ja ja, ok, pero, ¿estabas soñando con él?

-Tal vez al sentir placer al dormir tenía en el subconsciente lo que dijo Sonia.

-¿Pero Sonia como puede saber cómo la tiene cada quién?

-Raquel se acostó con dos chicos que Sonia tenía en la misma categoría y avaló que eran casi iguales. Por eso ahora en la oficina Sonia es la experta en paquetería, solo son juego de mujeres.

-Y qué, ¿quieres comprobar si Sonia tiene razón?

-En alguna ocasión Raquel sugirió que sedujera a Daniel para comprobar si Sonia tenía razón, por supuesto que me negué, es un juego, pero solo eso, no más. Insistieron en que “accidentalmente” o de alguna manera se lo tocara, pero tampoco es algo que haré. Una cosa es platicar y jugar, pero no lo haría nunca, no es algo que me importe comprobar.

Me sentí un tanto aliviado, incrédulo y sorprendido por lo inverosímil que sonaba todo eso.

Sonia y Raquel, tan serias que se ven, y Gabriela, nunca pensé que pudiera tener fantasías, tenía que digerir un poco todo eso.

-Te amo Javi, solo a ti, te he sido fiel y quiero serte fiel siempre.

Se acercó para besarme y mientras empuñaba mi miembro.

-Sigamos Javi…

Yo había perdido la erección, pero su trabajo manual hizo que de inmediato se hinchara nuevamente.

Traté de olvidar y disfrutar el momento, por andar de caliente en la madrugada había ocasionado todo este problema.

Tomé sus piernas para acomodarlas frente a mí y continuar en dónde nos quedamos. Chupé y lamí su sexo para darle nuevamente placer.

-Mmh si Javi… sabes cómo me gusta…

Me puse de rodillas frente a ella, en sincronía levanto las piernas y las sostuve, había dejado su vagina bien húmeda para meterla libremente.

-Aah, si…

Me tiré sobre ella empujando todo mi pene, nuestros jadeos se incrementaban en cada movimiento, sentí como se estremecía más su cuerpo. Podía ver el placer en su cara, sus ojos cerrados entregados a la sensación. En momentos en que alcanzaba a abrir los ojos nuestras miradas se encontraban, nos contemplábamos, veíamos el placer mutuo. Decidí que era tiempo de cambiar y la saqué de golpe.

-Sigue Javi, dame más…

-Ponte en cuatro Gaby…

Con mucha agilidad se puso de rodillas colocando su trasero frente a mí. Tomé mi pene y lo froté contra sus nalgas en uno de esos movimientos dirigí mi miembro hacía su entrada, pero no la penetre, lo baje hacia su clítoris y lo froté mientras ella gemía de placer. Nuevamente lo puse en su entrada.

-Me dijeron que querías conocer mi verga, aquí está…

Gabriela quedo en silencio, no dijo nada mientras yo hacía mis embestidas.

-¿No te gusto mi verga? Disfrútala…

Gabriela estaba confundida, noté que quiso separarse y no se lo permití, la sujeté más fuerte y penetré un poco más fuerte.

-Tu marido no se va a enterar, esto solo va a quedar entre los dos chiquita.

-¿Qué haces Javier? Esto no me gusta, para.

-En esta posición no me ves, puedo ser quien quieras, puedo ser Javier, Daniel o alguien más, tú decides si quieres jugar, no sabía que podrías tener fantasías Gaby.

Reinicié mis movimientos sin decir palabra alguna. Ella respondió a la sensación moviendo sus caderas al ritmo de mi penetración.

-Mmh, si… más, más…

Entraba y salía de ella con fuerza acariciando su trasero con una mano y con la otra jalaba su cadera hacía mí.

-Oh que rico, dame más… así… quiero cambiar, acuéstate.

Me acosté y se montó en mi pene dándome la espalda, veía como se hundía mi miembro entre sus nalgas, subía y bajaba sin cansancio apretando con su vagina, una de sus manos masajeaba mis bolas mientras frotaba su clítoris con la otra.

-Mmh, sí, que dura.

La dejé tomar el control, el movimiento de sus caderas me ponía a punto quería explotar adentro de ella, pero aún no era el momento.

Decidí no hablar, ella tenía todo el control, si era Javier o Daniel en ese momento solo ella lo sabía. Mi única respuesta eran gemidos de placer, realmente estaba disfrutando como me lo estaba haciendo. Acariciaba sus piernas, sus muslos, su cadera, su espalda, sus senos, todo su cuerpo era un festín para mis manos inquietas.

-Mmh, casi estoy…

La tomé con firmeza de las caderas y traté de sincronizar sus movimientos para ayudar en la penetración.

-Aah, ¡ya casi!, ¡vente conmigo!

No quería decir nada, no quería que el sonido de mi voz cortara su fantasía si es que la tenía.

-¡Ya! ¡Me vengo ya!

Embestí con fuerza, dejó caer su cuerpo permitiendo que entrara hasta el fondo, su cuerpo se estremecía, sus muslos estaban tensos, su vagina tenía las contracciones del orgasmo, yo entraba y salía de ella mi pene duro estaba contribuyendo a que terminara.

-¡Ya! Haces que me venga. -Contesté involuntariamente, rompiendo mi silencio-.

-Ah Javi… siento como me llenas…

Sentí las contracciones que expulsaban mi semen al tiempo que sentía la tensión en mi cuerpo. Gaby seguía jadeando sobre mi pene que empezaba a perder fuerza.

Gaby se tiró hacía adelante, contemplé su trasero sobre mi pene ya curveado casi sin fuerza mientras un pequeño río de semen salía de ella.

-Me quedé inmóvil Javi, no puedo moverme.

Como pude me levanté por sus pañuelos desechables para podernos limpiar.

Quedamos extasiados sobre la cama, no dijimos nada, ni una sola palabra, no sabía con quién se vino, ¿sería que Daniel coge tan bien? Al final dijo mi nombre, ¿quién se llevaría el crédito de esta noche? En realidad, me sentía tranquilo, no me interesó saberlo.

Nuestros jadeos se fueron silenciando hasta que solo quedo el silencio de la madrugada.

Se puso de lado y dijo… “¿Me abrazas Javi...?”

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