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Sexo con mi atractivo jefe

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Tengo 21 años de edad y trabajo de niñera cuidando a un nene de 10 años y su hermanito tiene 6 años, ambos niños son tiernos, bellos y amorosos, pero lo que a mí más me enloquece es el padre de ellos, mi jefe Héctor me vuelve loca de amor.

Héctor es un atractivo empresario de 50 años que ama a sus hijos y para que no estuvieran mucho tiempo solos me contrato a mí para que los cuidara.

Lo mejor de todo esto es que mi jefe está soltero porque la mamá de los nenes no se hizo nunca presente.

Luego de unos minutos ya estaba en la casa en la cual trabajo, toque la puerta y me recibió Héctor, mi corazón pálpito más rápido al ver a ese hombre en el marco de la puerta.

Se había cortado su pelo gris y estaba más lindo que nunca.

-Hola querida, pasa.

-Hola jefe- le dije y entre.

Nos dirigimos a la espaciosa sala de estar y nos sentamos en el bonito sofá de cuero negro.

-¿Dónde están los nenes?- pregunte.

-No te preocupes por ellos, están en un cumpleaños.

-Es imposible no preocuparme, los quiero mucho.

-Y ellos te adoran a ti, eres como la madre que no tienen.

Escuchar de sus labios esas palabras diciéndome que yo era como la madre de esos niños me volvió loca de amor porque a mí me hubiese encantado que esos nenes fueran mis hijos y Héctor fuese mi marido.

Se me llenaron los ojos de lágrimas de la emoción y él me dijo: -Ven aquí- mientras me envolvía en sus brazos.

-Ellos son como mis hijos- susurre con mi cabeza en su pecho.

Levante la vista y vi que él también estaba emocionado.

Me tomo la cara con ambas de sus manos, cuando hizo ese gesto no pude evitar besarlo.

Nuestras lenguas se fueron encontrando y uniéndose lentamente, era un beso con pasión y con ternura a su vez, el beso perfecto que toda mujer debe recibir.

Me separe de Héctor solo para mirarlo a los ojos, sentarme sobre él, luego seguí besándolo, pero esta vez los besos se volvieron más ardientes, con mucha más lengua, hasta me mordió suavemente mi labio.

Seguí sentada encima de él hasta que con besos y caricias yo quede desnuda y Héctor también.

Empecé a frotarme descaradamente contra él, haciendo que mi vagina se mueva sobre su pene, Héctor agarro uno de mis pechos y empezó a chuparlo mientras que con su mano libre me daba unas cuantas nalgadas que sonaban bien rico.

Héctor dejo de darle nalgadas a mi trasero para tomar mis pechos entre sus manos y empezar a masajearlos.

Me toco con sus dedos mis pezones y luego los mordió un poquito con la punta de sus dientes a la vez que los chupaba.

Luego de que termino de pasarle su lengua a mis senos me dijo suavemente en el oído: -Tengo la fantasía de ver como te masturbas, quiero ver tus bonitos dedos ingresando en esa hermosa vagina tuya y quiero que los saques muy húmedos.

-Estoy para cumplir todas tus fantasías- le respondí con la voz más sensual que me salió en ese momento y le pase mi lengua por su cuello.

Me acosté por completo en el sofá, abrí mis piernas dejando mi vagina bien expuesta a mi jefe, levante la cabeza y vi que me miraba con mucha atención esperando el momento de mi masturbación. Me acaricié suavemente la vagina para entrar en calor, luego me abrí el clítoris para que él pudiera ver su interior y esa fue la zona que me acaricie con mis dedos por unos cuantos minutos hasta que se puso bien húmeda.

Cuando mi humedad ya era bien notable decidí que era momento de utilizar mis dedos. Me escupí saliva en dos de ellos y los metí dentro de mi vagina, luego con los dedos adentro me empece a masturbar frenéticamente como no lo había hecho nunca antes, pues, ahora tenía una inspiración y era el hombre que me miraba con una lujuria intensa.

Empecé a gemir y a temblar de placer mientras hacia ese rico trabajo con mis dedos.

Me di cuenta de que ya estaba a punto de eyacular, saque mis dos dedos llenos de fluido y cuando me los iba a llevar a mi boca él me dijo que esperará.

-Los quiero saborear yo- me tomo de la mano, saco su lengua y la paso muy lento por ambos de mis dedos, luego se los metió enteros en la boca y siguió lambiéndolos mientras me miraba fijamente. Después de haber succionado mis fluidos me dijo:-Ahora quiero que los chupes tú- e hice lo mismo que acababa de hacer mi jefe, fue un sabor intenso y delicioso a su vez.

Héctor vio que de mi vagina iban a salir más fluidos, entonces se inclinó y posicionó su lengua en la entrada de mi vulva, me relaje un poco más y mis jugos vaginales fueron en forma de cascada a su boca, él los recibió con mucha alegría sin desperdiciar ninguna gota.

-Que elixir más rico- dijo y exhalo un largo suspiro.

Luego él se sentó y yo me senté a horcajadas de Héctor, nuestras caras quedaron a menos de un centímetro de distancia y empezaron las lentas embestidas. Él me dejo llevar el ritmo a mí por hacerle realidad su fantasía. En todos los minutos que duró la deliciosa penetración no pare de besarle los labios (que ya a esta altura ambos teníamos hinchados por tantos besos).

Le bese el cuello, los hombros y el pecho, mi lengua en el medio de esos besos tan sensuales nunca falto.

Después pasamos a una posición en la cual Héctor tomo el ritmo, yo me acosté de costado en el sofá y puse mi cabeza en mi antebrazo, eleve una pierna para permitir la penetración y mi jefe entró profundamente dentro de mí.

Me agarro fuertemente de las tetas y su ritmo para hacer el amor fue bien duro e intenso.

Me encanto que él se encargara del ritmo de la penetración así yo podía relajarme un poco, dejarme llevar por su salvajismo y disfrutar del momento mientras que él seguía con sus furiosas embestidas apretándome cada vez más fuerte los pechos, sé que me iba a dejar marcas, pero eso me gusta.

Escuche el gemido final de Héctor y sentí un líquido caliente que me llenaba por dentro, supe que era su semen, había eyaculado.

Me abrazo por detrás, me beso dulcemente la mejilla y se quedó dormido, yo me dormí también apoyando mi cabeza en su brazo y nuestras piernas quedaron entrelazadas.

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