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Sexo en la oficina (1)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Comenzaré contando que soy supervisor en una mediana empresa, lo que significa que tengo mi propia oficina, secretaria y equipo de trabajo.

Desde que llegué no tardé mucho en enterarme cómo se hacían las cosas por aquí, y para ser honesto soy una persona muy tranquila así que pronto me hice amigo de casi todos mis trabajadores.

Esto también significa que ya sé quién coge con quién, quién es más abierto o más reservado, y en especial hubo 3 mujeres que me llamaron la atención, las 3 eran muy promiscuas y de mi tipo.

La primera y mi amor platónico desde que llegué es Belén, una chica de unos 21-22 años que entró hace poco como pasante pero hoy en día ya trabaja bajo mis órdenes, mide aproximadamente 1.60 m, cabello castaño, unos ojos preciosos, complexión media aunque con unas piernas y un culo hermosos.

Al ser más o menos de la edad ella y yo comenzamos a platicar bastante, y llegamos a tal punto de confianza que me hablaba de cómo había engañado a su novio, que sólo estaba con él por su dinero y que no le importaba si la dejaba.

Nos pasamos nuestros números personales y basta decir que nuestras charlas pronto se transformaron en un intercambio de packs, cosa contraria a qué en el trabajo ella no me daba ninguna señal de intentar algo real conmigo.

Ese día en específico no había mucho trabajo, en mi piso solo tenía a Belén y a otro trabajador llamado Marco, por lo que a falta de encargos mandé a Marco a otra planta a ayudarles con otra tarea y me dispuse a comer en mi oficina, luego de un rato entró Belén y emparejó la puerta.

Comenzamos a platicar, la conversación subió un poco de tono así que decidí arriesgarme.

M: ¿Alguna vez has cogido en ésta sala en específico?

B: Un par de veces, la verdad no es tan cómoda porque el eco hace que sea fácil que se escuche de fuera.

M: Desde que llegué no he hecho más que imaginarte desnuda justo aquí.

Ella fingió estar sorprendida, era muy fácil darse cuenta, se acercó a mi y me dijo al oído.

B: Los hombres son tan lentos ya te habías tardado.

Pasó su lengua por mi cachete y se apresuró a cerrar la puerta, cuando vino de regreso se subió a mi escritorio y abrió sus piernas, puso cada una al lado de mi y yo me puse de pie.

Ella llevaba un vestido algo flojo, así que me resultó muy fácil bajar su ropa hasta la cintura, dejando sus pechos en ropa interior frente a mi.

La pegué a mi cuerpo y comencé a besarle el cuello, ella comenzó a gemir mientras tomaba mi espalda y me apretaba con sus manos. Yo por mi parte puse mis manos sobre su culo, que por la posición no podía tomar bien pero la sujetaba fuertemente.

Subí mis manos por toda su espalda hasta llegar a desabrochar su sujetador, se lo quité y lo arrojé lejos.

Mientras nos besábamos yo masajeaba sus tetas, apretaba y movía de un lado a otro, ella de pronto se acostó hacia atrás y levantó las piernas, luego dobló las rodillas dejando ante mi una vista de sus bragas ya mojaditas.

M: Quiero grabar.

B: No, luego aparezco en alguna página de mierda de internet.

M: Por favor, aunque sea con tu celular, sólo lo tendrás tú.

B: Está bien, pero ponte en acción que se me va lo caliente.

Tomé su celular que estaba dentro de la bolsa que dejó en su silla, abrí la cámara desde la pantalla de bloqueó y procedí a grabar nuestra porno casera.

Con una mano sostuve el celular mientras con la otra hice a un lado su calzón. Lentamente comencé a lamer su conchita, tenía un sabor peculiar, no me agradaba por lo general pero la de ella hasta me parecía delicioso. Le di besos mientras le metía un par de dedos con mi mano libre. Ella gemía y gemía.

B: Si papi, así qué ricooo

M: ¿Te gusta putita? Pues no será gratis, tendré que cogerte hasta dejarte el culo roto.

B: Sí jefe, métame toda, hazme tuya.

Me bajé los pantalones hasta los talones y con la verga ya erecta se la comencé a introducir en su conchita, entró como cuchillo partiendo mantequilla.

Ella subió las piernas y las puso sobre mis hombros, yo la bombeaba y cada vez ella gemía más y más rico.

B: Así me gusta, más duro más duro, no pares.

M: Eres una zorra, te mereces todo esto.

Le di nalgadas y ella gritaba del dolor.

B: Sí, soy tu zorra, merezco que me castigues.

M: Ahora toca mi premio.

Bajé mi mano libre y comencé a masajearle el ano, ella asintió con la cabeza mientras se mordía los labios.

Le metí uno, luego dos dedos por el culo hasta que estaba lo suficientemente dilatado. Le dije que se diera vuelta, y parada se acostó boca abajo sobre el escritorio.

Se la empecé a meter poco a poco por su anito, al principio fue difícil pero al final se abrió más de lo que pensaba.

Ella parecía dominar el dolor, sin embargo en ocasiones tenía que taparse la boca para ahogar algún grito o gemido.

Yo la seguía bombeando, pero en esa posición era más incómodo sujetarla con una mano así que procedí a dejar el celular grabando recargándolo sobre una laptop del escritorio. Pero cuando paré el video para empezar uno nuevo, vi que tenía bastantes mensajes recientes de un tal "Amor”.

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