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Sexo entre amigas (Parte 3): El trío

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El coche se detuvo en la entrada de un chalet en la sierra de Madrid. La noche era fresca y unas nubes negras amenazaban con lluvia. Al oír llegar el coche, Carlos, salió a la puerta principal. Era un chico alto, de complexión deportiva, de hecho era futbolista de un filial de un equipo importante de la ciudad. Rei abrió el maletero y bajó algunas bolsas de compra. Carlos se acercó a ella y le comió la boca sin dejar que avanzara un paso más. Le agarró las nalgas con fuerza. Rei sintió su polla dura bajo el pantalón corto deportivo que llevaba puesto.

-Tenía ganas de verte – dijo él.

-Se nota – ella sonrió.

Sofía salió del coche con su bolso de mano.

-¿Quién es esa?

-Te quería mandar un mensaje antes, pero estaba repostando en la gasolinera. Es una amiga, me daba pena que se quedara sola el fin de semana, no te importa ¿no?

-No... no – Carlos dudó, pero al ver las curvas de Sofía y su melena pelirroja, un pensamiento sexual divagó en su cabeza.

-Es tranquila, no nos molestará.

Rei les presentó. Carlos le dio dos besos y sintió el perfume y la piel caliente de Sofía. El olor de su champú era intenso y su pelo se le enredó durante unos segundos en su cara al besarla.

-Te puedes quedar en la habitación de invitados del ático – Carlos ayudó a cargar las bolsas.

Carlos les hizo de anfitrión y les enseñó la casa. El chalet estaba decorado de forma simple y elegante. Una chimenea de piedra gris adornada el salón. Una buena cocina de mármol con una isla central. En el piso superior estaban las habitaciones. La principal, con un baño interior y una ducha jacuzzi. Las vistas daban a la montaña. Todo muy campestre. Carlos se ofreció para subirle la maleta a Sofía. Una pequeña escalera ascendía para el ático. Una habitación sencilla de cama simple, con baño entero y bañera rústica. Era muy agradable. La decoración era más deportiva, con algunas camisetas firmadas de futbolistas y trofeos en las estanterías.

- Lo siento, aquí guardo también mis cosas – Carlos dejó la maleta sobre la cama.

Sofía se asomó a la ventana. Carlos observó sus curvas, le gustaba ese culo. Se imaginaba comiéndoselo. Seguro estaba blando y jugoso, de color pálido y rojizo entre sus piernas. Carlos nunca se equivocaba en eso. Tenía el don de saber si la mujer con la que estaba a punto de tener sexo tenía el coño depilado y húmedo, incluso antes de bajarle las bragas. Sofía lo tenía con vello y ahora estaba muy lubricada del roce de sus piernas al subir las escaleras.

Cenaron algo de pizza y ensalada, mientras veían una película en el salón. Refrescos y cerveza fría para acompañar. Sofía se bebió su té de menta para después de la cena. Rei bebía a morro una cerveza Coronita, con su limón en la boca de la botella. Casi al final de la película, Rei no se contuvo más y deslizo su mano por debajo del pantalón corto de Carlos. Palpó su polla que estaba en reposo. La punta estaba fría, parecía delicada.

Carlos la miró calladamente en la oscuridad, ella le devolvió una mirada lasciva. Se pasó la lengua por los labios y tragó saliva. Mientras, Sofía seguía atenta a la película. Rei movió con suavidad la mano sobre la polla y ésta empezó a ponerse dura. Con sus uñas acarició la punta del glande y le hizo cosquillas. Introdujo más la mano en el pantalón hasta tocar sus huevos, depilados y suaves. Rei sintió un escalofrío en su garganta. Quería tener esa polla en la boca ya mismo. Subió la mano y le empezó a masturbar de forma silenciosa, el miembro de Carlos se puso duro enseguida. Casi se le salía de la pernera del pantalón y tuvo que taparse con una almohada del sillón. Rei acercó sus labios al oído de él. Muy despacio e intencionadamente eligió las palabras.

-Quiero... que... te... corras... en mi boca – Rei le miró a los ojos al separarse. Carlos suspiró por dentro. Eso le había puesto muy cachondo. Sabía que Rei venía con ganas de jugar, pero debía al menos disimular ante su invitada.

Rei metió su dedo bajo la piel del glande y palpó una gota de flujo que salía de la polla de Carlos. Se llenó el dedo y se lo llevó a la boca. Sus papilas gustativas se llenaron del líquido transparente en parte dulce y salado. Se mezclaron con el sabor agrio del limón y de la cerveza. Ese era el sabor preferido de Rei. Podía estar comiéndose aquella polla toda la vida. Adoraba su exquisito sabor, nunca había probado una igual, tan rica, tan llena y tan profunda. Siguió tocando la verga de Carlos, hasta que empezó a chorrear por el borde del pantalón hasta el muslo.

El salón se llenó del olor a flujo y sexo. Sofía sabía lo que estaba pasando al lado suya, de vez en cuando miraba de reojo y podía ver la mano de Rei bajo el pantalón moviéndose cada vez con más fuerza. Carlos estaba a punto de correrse, cuando la película se terminó y la pantalla se quedó iluminada en blanco. Rei sacó la mano con discreción, la poca que había tenido anteriormente. Carlos se levantó e intentó disimular, pero su polla se elevaba por encima de la goma del pantalón y el bulto era muy evidente. Sofía intentó no fijarse en su enorme polla y desvió la mirada avergonzada. Rei se reía sin parar mientras abría otra Coronita y se llevaba el botellín a la boca y lo lamía con ganas.

-Me voy a dormir, que estoy cansada del viaje – Sofía se levantó y le dio dos besos a Carlos. Al separarse su mano rozó la entrepierna y la verga de Carlos. Él ni se inmutó. Rei al ver eso, mordió el limón de la cerveza. El ácido eliminó en parte el sabor de la casi corrida.

Las luces de la casa estaban apagadas. Sofía intentaba dormir dando vueltas en la cama, pero no podía. Seguía recordando las manos de Rei dentro de su coño y cómo la penetraban en la ducha. Una luz blanca, proveniente del exterior, la sacó de su recreación porno. Sofía se asomó a la ventana del ático. Desde allí se podía ver una piscina rectangular de 2 metros por 1. Se asombró al no verla la primera vez que miró por la ventana, pero ya era de noche y las luces estaban apagadas.

Ahora la piscina era visible, rodeada por un camino de césped bien cuidado y unas tumbonas en su lado más alejado de la escalera. Sofía observó cómo Rei se quitaba la ropa y se metía desnuda en la piscina, hizo unos largos y se sumergió en el fondo. Cuando se elevó, su pelo mojado se pegó a sus pezones, que ahora estaban más duros que nunca. Sofía notó una punzada en su coño. Le empezaba a arder poco a poco al ver a Rei de nuevo desnuda.

Carlos salió de la cocina con dos cervezas en la mano, llevaba solo un calzoncillo puesto. Metió los pies en la piscina y se sentó en el borde. Rei nadó hasta el borde y se acercó a Carlos. Se puso entre sus piernas, mientras flotaba en el agua. Carlos dio un trago largo y se echó la cerveza por encima de su pecho. La espuma blanca resbaló hasta sus calzoncillos y se mezcló con el agua de la piscina. Rei dio un trago a su cerveza, la mantuvo en su boca y la escupió sobre la polla de Carlos que ya estaba dura y expuesta.

Sofía miraba desde su ventana. Otra vez voyeur, otra vez tocándose. Se lamió los dedos y bajó su mano hasta su entre pierna. Se rozó el clítoris con lentitud. Su mirada se fijaba en la boca de su amiga. Se acarició los pechos, que estaban tersos y duros. Estaba a punto de tener la regla y los tenía grandes. Sofía gimió en la soledad del ático. Se imaginaba a Rei comiéndose su coño y llenándolo de saliva. Quería sentir su lengua dentro de su culo, notar su respiración acercándose a su clítoris. Su lengua caliente en sus muslos. Se metió dos dedos y se penetró lo más profundo que pudo. Estaba a punto de correrse.

Rei se tragó la verga de Carlos, que estaba llena de cerveza y saliva. Rei se impulsó para salir un poco de la piscina y tumbó a Carlos en el borde. Se metió la polla entera de forma perpendicular a su garganta para que entrara lo máximo posible. Una fuerte arcada le vino del estómago. Eso le excitaba. Carlos quiso sacar su polla de la boca de Rei, pero ella se lo impidió y se la tragó con más fuerza. El cloro de la piscina le daba un sabor característico. Al sacarse la polla, Rei respiró profundamente, estaba sin aire, su garganta irritada y su boca estirada. Le gustaba sentirse follada en la boca. Carlos no aguantó más y la agarró por los brazos y la subió sobre su glande. Ella le agarró desde los huevos y presionó con fuerza.

-Hija de puta – a Carlos le dolió ese gesto, pero estaba muy cachondo para detenerse.

-Quiero ser tu puta. Fóllame fuerte.

Rei se restregó el clítoris con la punta hasta que empezó a mojarse su coño. Estaba empapada y cachonda como una perra en celo. Desde que había llegado estaba queriendo tener la polla de Carlos dentro de ella. Sentir cómo la llenaba y le rozaba. Él la apretó contra su cuerpo y su polla entró hasta el fondo. Rei gritó de placer, su enorme verga le rompió sin aviso y notó abrirse todo su coño más profundo. Rei tuvo que abrirse los labios para poder sacar la polla de nuevo. La llenó de saliva y se la volvió a meter hasta el fondo otra vez. Rei gemía y cabalgaba sobre el torso musculado de Carlos, que de vez en cuando le daba una fuerte nalgada en el perfecto culo de su putita particular. Eso excitaba todavía más a Rei que no paraba de gemir y gritar cuando sentía entrar la verga entera. Carlos saco su verga dura y a punto de rebosar y se la acercó a la cara de Rei. Ella le esperaba como una puta obediente con la lengua fuera. Quería el semen en su boca. Necesitaba tragárselo y sentir su garganta hacer burbujas. Carlos le llenó la lengua y la corrida se deslizó por la boca, hasta que Rei la detuvo con sus dedos y la volvió a meter en su boca. Chupó el glande, hasta sacar la última gota y se tragó toda la leche. Estaba satisfecha. Sofía se corrió dos veces mientras los veía follar en la piscina. Después de diez minutos las luces del jardín estaban apagadas. Rei y Carlos entraron en la casa abrazados y desnudos.

A media noche Carlos estaba golpeando la cama de nuevo de forma salvaje, mientras Rei gritaba a pleno pulmón.

-Rómpeme el culo cabrón. ¡Qué puta polla!

Sofía se masturbó y se corrió mientras escuchaba a Rei gemir y gemir. Dos horas más tarde, casi en el amanecer, todos en la casa dormían con calma.

Sábado:

Durante el desayuno Sofía intentó no mantener el contacto visual con Carlos, pero él le mantenía la mirada con insistencia. Quería saber si ella les había oído follar. Tenía la curiosidad de saber cómo era esa pelirroja tan vergonzosa en la cama. Estaba seguro que era una salvaje. Rei bajó con un bikini diminuto. Su hermoso culo asomaba en un tanga de hilo fino y sus pequeñas tetas se ocultaban en una tela que casi dejaba asomar sus pezones, que ya estaba duros desde por la mañana.

-¿Qué tal has dormido? - Rei se llenó un vaso de leche fría de la nevera.

-Bien, es un barrio tranquilo – Sofía disimuló y continuó el juego de no decir nada.

-Anoche tuve pesadillas, quizás grité algo más de lo normal, pero no sabes lo que me dolía la barriga.

-El culo dirás... – Carlos susurró al oído de Rei. Ella sonrió con malicia y se bebió el vaso de leche – El día está estupendo, vamos a la piscina, luego preparo la barbacoa.

Sofía volvió a su habitación y se cambió de ropa. Se arrepintió de no haber cogido un bikini mejor, el conjunto de ropa interior mostraba demasiado su cuerpo y transparentaba el vello de su coño. Aun así salió a la piscina. Se cubrió la cara con un gorro y unas gafas de sol. Carlos estaba haciendo ejercicio, algunas flexiones y abdominales en el borde de la piscina. Sus músculos estaban hinchados y su cuerpo sudado brillaba con el sol. Su bañador era minúsculo y se podía definir perfectamente su polla y su enorme glande. Estaba medio empalmado de hacer ejercicio y el calor. Sofía se tumbó en una hamaca al otro lado y comenzó a untarse de crema solar las piernas. Su piel blanca era un reclamo absoluto para cualquier mirón. Carlos decidió imitarla y se puso crema en las piernas. Sofía no dejaba de mirarle y él, se acercó despacio.

-¿Te pongo crema en la espalda? Eres muy blanca y te puedes quemar.

-Vale – Sofía se puso boca abajo.

Carlos soltó un grumo de crema blanca parecida al esperma y se lo untó en la espalda. Primero el cuello, luego bajó hasta media espalda y con fuerza presionó sus palmas contra sus caderas. Sofía se estremeció al sentir que bajaba despacio. Carlos echó más crema en sus manos.

-¿Las piernas también?

Sofía suspiró. Carlos recreó su mirada en la braga de encaje blanca que llevaba Sofía. Podía ver el sus nalgas y su raja. Casi percibía el vello de su coño. Carlos le puso crema en las piernas y le presionó con fuerza por los muslos, las yemas de sus dedos pulgares jugaron por el interior de sus muslos. Sofía notó cómo se mojaba. Le estaba excitando el contacto. Con suavidad, Carlos levantó un poco la braga y acercó su dedo índice a sus nalgas. Buscó despacio tocar sus labios del coño, mientras Sofía no dijera nada, él se mantenía firme. Carlos notó su polla dura en el bañador y se la sacó sin que la viese la joven pelirroja. Con el dedo índice percibió un hilo mojado que salía de su coño, Sofía estaba cachonda y no sabía por qué. Nunca le había excitado un hombre, pero él lo hacía diferente.

Rei salió sin la parte de arriba de su bikini. El cambio de estancia y el sol en la cara, la dejó sin vista unos segundos. Suficiente para que Carlos se guardara la polla y Sofía se diera la vuelta. La crema se resbaló por sus muslos y le manchó la parte delantera del coño. Parecía una buena corrida. Rei se metió en el agua y dio unos largos. Sofía seguía tomando el sol, ahora cubierta con el gorro.

Carlos se metió en el agua, su verga seguía muy tiesa y necesitaba refrescarse. Rei lo abrazó con fuerza y le comió la boca. Con ella no había segundas oportunidades ni descansos. Empezaron a besarse en el agua, hasta que Rei enroscó sus piernas en la cintura de él. Carlos notó que Rei ahora no llevaba nada debajo, se había quitado el bikini entero.

-Entra al agua, está buenísima – Rei gritó para que Sofía se despertase. Ella le hizo caso y con vergüenza se acercó hasta el borde de la piscina.

-Entra, que el agua no muerde – Carlos insistió. Tenía curiosidad a dónde llegaría todo aquello.

Sofía entró al agua y sus tetas flotaron. Mojadas eran preciosas, su pelo rojo ahora era más oscuro y sus pecas se realzaron con el sol y el cloro del agua. Sus ojos brillaban y su boca se hinchó, mostrando unos labios apetecibles para besar. Rei se acercó a ella y la agarró por la cintura.

-A que mi amiga es guapa – Rei le preguntó a Carlos.

Rei por favor – Sofía sonrió avergonzada.

-Me gusta, tiene una belleza como.... - Carlos buscaba las palabras adecuadas.

-¿Virgen? - Rei, rio abiertamente.

Sofía se dio media vuelta y quiso salir de la piscina, pero Rei la agarró de la cintura y la sumergió en el agua. Al salir, el sujetador de Sofía se había aflojado y se le salieron los pezones. Eran enormes y duros. De color café en comparación con la leche de su piel. Rei la miró y nadó hacia ella.

-Era una broma. A mi me gustas así – Rei le comió la boca sin pensárselo.

Sofía se dejó. Rei le metió la lengua y saboreó su saliva. Carlos miraba sonriente, es lo que más deseaba ver. Sofía acarició la espalda de Rei, adoraba su piel. Era la más excitante del mundo. Acercó sus labios a los pezones de Rei y se los comió despacio. Le mordió el cuello y Rei suspiró jadeando. Estaba muy cachonda. Las chicas salieron del agua. Sofía se tumbó boca arriba y se quitó las bragas, estaban mojadas de su flujo. Rei lo notó en seguida y se aferró entre sus muslos. Con su lengua, le comenzó a lamer el clítoris y Sofía se estremeció. Una ráfaga de calambres le recorrió las piernas y acabaron en su coño. Rei escupió algo de saliva y le metió dos dedos en el coño. El vello pelirrojo le hacía cosquilla en la lengua, pero Rei siguió lamiendo, le excitaba el sabor tan diferente del coño de su amiga.

Carlos, ya había salido del agua, y desnudo por completo se posicionó detrás de Rei. Le estaba besando el culo, sus nalgas estaban abiertas y él jugaba con sus dedos en su ano. Rei notaba cómo se abría su esfínter. Estaba tan cachonda mientras le lamía el coño de Sofía, que no notó que Carlos ya tenía dos dedos dentro de su culo. Sofía tumbada, abierta de piernas, se tocaba las tetas con una mano y agarraba del pelo, con la otra a Rei, para que le comiera el coño más profundamente. Rei de rodillas con el culo abierto y en pompa. Carlos con las piernas flexionadas y su polla dura como una piedra, empezaba a follarle el culo a su putita. Un trío perfecto.

-Hasta el fondo cabrón – Rei sintió su ano abrirse tanto que le dolió, pero fue un dolor que le causó un orgasmo.

Ella disfrutaba tragándose el flujo dulce de Sofía, que no paraba de gemir. Carlos miraba las tetas de Sofía y pensaba en comérselas. Escupió en su polla para lubricarla y la introdujo despacio en el ano de Rei. Su piel se contrajo con el paso de su polla en el esfínter. Su glande rozó su culo y notó la abertura. Su culo estrecho y caliente, puso muy cachondo a Carlos, que agarró con fuerza de la cintura a Rei para poder penetrarla más fuerte. Su polla entraba hasta los huevos, y Rei gritaba pidiendo más.

Carlos estaba a punto de correrse y Rei le pidió que lo hiciera dentro de su culo. Le urgía sentir el calor del semen y el chorro llenándola. Carlos obedeció, se corrió dentro y gritó de placer. Al sacar su polla y el glande, que tropezó al sacarlo del ano, el esfínter de Rei se quedó abierto. Ella se mantuvo las nalgas separadas para que no se le cerrara y mantener la corrida dentro.

-Cómetelo todo – Rei se lo ordenó a Carlos.

Él obedeció, ahora era su perro fiel. Perdía el control cada vez que Rei estaba así de salida. Ella se puso sobre la boca de Carlos y mantuvo sus nalgas abiertas. La corrida de Carlos cayó en su propia boca y él la mantuvo caliente. Manteniendo el tesoro para su reina.Rei notó su culo cerrarse y eso le produjo otro orgasmo. Se sentó y le comió la boca a Carlos. El sabor del semen se mezcló con la saliva de ambos, y lo intercambiaron de boca varias veces. En la boca de Rei había un lago de flujo y sexo enorme. Con la mano agarró del cuello a Sofía y ella obediente se acercó a sus labios. Rei escupió la mezcla en la boca de Sofía y ella jugó con su lengua. Era la primera vez que probaba la leche de un tío, pero le excitaba que estuviera mezclada con el flujo de Rei y su culo. Sofía se lo tragó todo y sonrió. Rei le comió la boca durante tres minutos.

El resto del fin de semana fue placentero y nunca más hablaron de ello. Pero Sofía sigue mojándose cada vez que pisa una piscina.

FIN

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