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Teresa y la playa

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Me levanté temprano, tomé un café y me dirigí hasta Fajardo. Esto luego de que me mi jefe me convenciera de tomarme un fin de semana libre. Nunca saco tiempo para relajarme del stress del trabajo y reconocía que tenía que coger un descanso del ajetreo de trabajo. Como no sabía que hacer esos días se lo comenté a un compañero de trabajo y este rápido organizó un viaje de fin de semana a Culebras. Sería un fin de semana de relajación junto a un grupo de empleados del bufete donde trabajo.

Cuando llegué al muelle me sorprendió ver que éramos dos hombres y tres mujeres, entre ellas Teresa, la chica de recursos humanos que casi sale conmigo una vez y no lo hizo pues se reconcilió con su novio justo el día de la cita. Teresa tiene la cualidad de dejarme sin respiración cada vez que la veo caminar.

Una vez tomamos el bote fue lo mismo de siempre, pasar la hora de viaje mareado. No dije una sola palabra allí por miedo a empeorar. Teresa me sonrío como buscando conversación, pero yo apenas la pude mirar. Fue una experiencia vergonzosa, al menos me contuve. Llegamos al puerto y ella me hablo, solo para decirme lo gracioso que me veía mareado. Ese comentario hizo que me quisiera morir, pero le seguí la corriente y pase el bochorno de la manera que mejor se hacer, vacilándome yo mismo.

Allí en el muelle tomamos un taxi que nos dejó en el complejo donde nos hospedaríamos ese fin de semana. La playa de fondo comenzaba a ayudar a la relajación que tanto necesitaba. Tuve que dar un recorrido por el área para admirar todo ese pedazo de paraíso y para mi sorpresa el complejo estaba casi vacío, a excepción de dos parejas de turistas americanos. Mi grupo llego para dar el único toque de bullicio a aquel entorno.

Rápido después de registrarnos en el complejo, dejamos nuestros bultos en las villas y corrimos a la playa para aprovechar el día. Fui el primero en llegar a esta, el agua cristalina me segaba al reflejar el sol. Me perdí en el horizonte, hacía tiempo que no veía la hermosa playa de Flamencos. Cuando volví a la realidad me fijé que Teresa ya estaba dentro del agua. Entonces cambie mi vista a otro paisaje, el de ella, con su bello y esbelto cuerpo, su largo pelo negro y su color de india taina. Rápido decidí hacerle compañía pues ella me estuvo buscando toda la mañana y ya me había encontrado.

Los otros se nos unieron por un rato y luego fueron a buscar de comer dejándonos solos hablando de música electrónica y de cómo se sintió ver a Trump salir del poder. Era la primera conversación no relacionada a trabajo que tenía con ella y no sé si era porque me gustaba ella, pero todas sus ideas coincidían a la perfección con las mías.

Para mi sorpresa era la primera visita de ella a esa playa así que me ofrecí a llevarla a conocerla completa. Salimos del agua y caminamos por la orilla hasta llegar al tanque que se encuentra al final de la playa. Entre temas variados se le ocurrió comentar que estábamos tan solos que podría pasarnos algo y nadie se enteraría. Demás está decir que mi mente ya dañada por el deseo que venía acumulando hacía meses, se puso peor pensando en las cosas que podrían pasar sin que nos vieran. Vi que ella también estaba llevando la misma línea de pensamiento por lo que me comentaba, pero por respeto a su relación no me atreví a insinuar nada. Solo me limite a decir que si ese tanque hablara serian muchas las historias.

Sorpresivamente ella me confeso que siempre había tenido la fantasía de tener relaciones en la playa. No es que eso fuera una de mis fantasías favoritas, pero no me molestaba la idea de hacerla mía en aquel mismo lugar. Ella quería lo mismo, ya que luego de varias insinuaciones e indirectas de ambas partes me agarro por la camisa y me beso. Cuando terminó me dijo que estaba sola, había terminado su relación cosa que alegro mi día y me sacó del pasme que había dejado el beso. Solo bastó esa información para que la tomara en mis brazos y la besara como nunca había besado a nadie.

Tengo que reconocer que quería hacerle de todo allí, pero la luz nos delataría. Ella tenía otro pensar y me subió la camisa, beso mi pecho y me mordió el cuello. Bajo pasando su boca hasta llegar a más abajo del ombligo. Ya era obvia mi excitación. El bulto que se marcaba en mi traje de baño le daba la indicación de que estaba dispuesto a cooperar en esta travesura. Miramos hacia todos los lados y al ver que no había nadie ella procedió a quitarme el pantalón. Mi dureza fue rápido dominada por su agresiva boca. Ella se apodero de mi miembro como si siempre le hubiese pertenecido. Agarre su pelo como guiándola en la velocidad que quería que lo hiciera.

No quería que terminara, pero a la vez quería probar esa piel que tantas noches me hizo fantasear. Le pedí que parara pues no quería terminar antes de poder devolverle aquel rico gesto. Cuando se levantaba pude escuchar una de las chicas que gritaban que nos había encontrado. Creo que no vio nada, aunque presumo que sospecho que algo había pasado. En ese momento esa chica se ganó el título de la mujer más imprudente de la historia del universo.

Nos fuimos hacia las villas a comer algo con el deseo de seguir la aventura. Una vez comimos le susurre que se escapara hacia la playa pues yo tenía un plan. Fui a la playa ya estando de noche y ella no perdió tiempo en encontrarme. La besé con el mismo apetito que lo hice la primera vez. La agarre por la mano y de forma callada la lleve hasta la villa más lejana y oscura del complejo.

Una vez llegamos busque la parte más escondida y allí la pegue contra la pared. Le bese el cuello, no había tiempo que perder. Le quite la blusa y para mi sorpresa no llevaba sostén. No podía apreciar la vista por la oscuridad que allí había, pero si pude palpar su excitación por la dureza de sus pezones. Bese su pecho mientras le apretaba las nalgas. La viré contra la pared y le empecé a besar la nuca, hombros y espalda. Mis manos ya estaban sobre sus caderas, ella se volteaba y me besaba. Luego deslice mi mano por la parte del frente del pantalón y palpe su pelvis, era suave. Toqué su húmeda entrepierna y comencé a frotar mis dedos sobre su clítoris, alterne con la otra mano introduciendo mis dedos. Ya ella gemía y esto encendía más mi deseo. Ella entre contoneos saco mi miembro erecto y empezó a masajearlo. Yo quería hacerle de todo, pero no quería interrupciones.

Busque la puerta de la villa y esta estaba abierta. Entramos y encendí la luz para ver la perfección de su pecho. Era mucho mejor de lo que había imaginado. No perdí tiempo y la volví a poner de espadas a mí, esta vez ella recostada de un mueble. Le quite el pantalón y sus nalgas quedaron descubiertas. Me arrodille y las bese y luego suavemente las mordí. Ella se colocó de tal manera que entendí que quería que me que siguiéramos en esa posición. Sin perder tiempo separé sus nalgas y procedí a arropar su vulva con mi boca. Masajeé su clítoris con mi lengua, luego introduje mi lengua en su caliente y húmeda humanidad. Alterne con mis dedos mientras ella gritaba de placer. Aumente el ritmo de mi lengua hasta que termino en un estruendoso clímax en mi boca.

No la deje descansar pues me levante, la agarre con una mano por la cadera y con la otra acomode mi miembro hasta penetrarla. Así con una mano en la cadera y la otra en el hombro comenzamos el ritmo, acompañado con ese sonido que solo puedo comparar con aplausos. Alternaba mis manos en su espalda, caderas y senos. Mi boca alternaba entre su cuello, nuca y decirle lo rico que sentía tenerla. Ella tuvo dos orgasmos corridos, yo seguía aumentando la intensidad en mi penetración. Nuestros cuerpos sonaban cada vez más altos. Me pidió que siguiera aumentando intensidad, hasta que no aguante más y explote.

Como no tenía protección deje mi huella en su espalda y sus nalgas. A ella lejos de molestarle, le agrado. Nos miramos, nos besamos, y luego de bajar revoluciones salimos. Salimos del apartamento directo a la playa. Nos dimos un chapuzón a la luz de la luna. Ahí nuestros compañeros nos encontraron. Creo que no sospecharon nada. De hecho, creo que aún no sospechan que desde ese día ella si convirtió en mi india, mi mujer.

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