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Tu lengua sobre mí

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Era un edificio junto a la costanera, iba subiendo al décimo piso, llevaba falda, medias veladas y un abrigo, era una noche de invierno en Buenos Aires. Había bebido un poco de whisky, iba helada y ansiosa de llegar a la fiesta, en la puerta del ascensor subió él, un hombre de estatura alta, de brazos corpulentos y sonrisa mágica, me saludó de medio beso en la boca, eso me puso nerviosa, ya nos habíamos visto antes, como no recordarlo si era bellísimo.

¡Teníamos amigos en común, me miraba insistentemente a los ojos… y de repente, me toma de la mejilla, me pasa su lengua rodeando mis labios… me gusto!, mis piernas entraron en pánico, sentí un corrientazo en el estómago y un deseo insaciable de coger con el… su energía me desbordo y mi vagina se humedeció de una forma irracional, empezó a palpitar, como si tuviera vida propia.

Mis pulsaciones se triplicaron y el sintió que lo estaba deseando, sus manos fuertes empezaron a tocar mi cuerpo, teníamos mucha ropa, faltaba poco para llegar al destino y, en segundos él bloquea el ascensor, decide salir de él, agarrándome de la mano y encontramos una habitación de aseo… me subió al mesón y rompió mis medias, dejando al descubierto aquel panty negro (desde que me lo puse pensé que la noche iba a ser diferente), mientras me besaba desabrochaba mi abrigo, empezó a tocar mis senos, los pezones se pusieron tan duros, señal de que me fascinaba su recorrido, me quito la blusa y me observaba con fascinación.

Mi vulva empezó a crecer, deseaba ser penetrada, mis líquidos empezaron a ser más evidentes y sus dedos me rozaban el clítoris, con una delicadeza que me ponía más cachonda, y él, tenía su pene grande y duro, lo sentía con el roce que tenía hacía mis rodillas, estábamos tan excitados, que nos olvidamos del mundo.

Saco su miembro, era tan agradable a la vista, mientras ponía su cabeza en mi vagina y jugaba con ella, estaba empapada; su lengua recorría mis senos, mi cuello, mi boca, era tan excitante su olor… empezó a besarme lento, mordidas en mis senos, mi cintura, mis muslos… hasta que con su lengua llego a mi vagina, ¡exploto!

Estaba tan caliente, y juguetona y mi clítoris aún más, me mira desde abajo y sonríe, cierra los ojos y toma mis líquidos mientras mueve su lengua furiosamente, quería venirme en su boca.

Yo tocaba su cabeza y no quería que se alejara, estaba gimiendo tan fuerte y el ensañado con ella… no aguantaba más y cuando quería llegar finalmente, él me embiste y me penetra tan profundo que no tuvo más remedio que tapar mi boca.

Su pene tan grande, tan firme, tan grueso hizo que lo sintiera tan duro… me cogía, me cogía, me cogía y decía a mi oído, lo rica que estaba, lo caliente que me sentía, lo perra que me veía, mientras yo soportaba el peso de su cuerpo y el golpe de sus huevos en mi… tan excitados, tan frenéticos…

Se derramo en mis tetas, mientras me besaba la boca y sonría. Acabábamos de tener un sexo de segundos eternos y excitantes. Jamás lo olvide.

A la fiesta llegamos cada uno por su lado, con la complicidad de las miradas y un brindis posterior. Mis medias quedaron en la habitación de aseo, inservibles, pero mis piernas temblaban y deseaban volverlo a encontrar, me dio una noche tan deliciosa que escribiendo estas palabras hace que lo vuelva a desearlo dentro de mí. Sonrío, esa locura tiene nombre propio, lujuria.

¡FIN!

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