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Un buen amante y su atrevida clienta

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Aún no he conocido a los padres de mi ya novia, a pesar de que vive con ellos y he visitado su casa varias veces. Me da miedo imaginar cómo reaccionarían al saber de mi existencia, pues soy atractivo, pero no de la manera convencional. Soy muy moreno, de 1.80, musculoso y atlético, con rostro guapo pero con facciones masculinas, si no cuidó mi forma de vestir cualquiera cambiaría de acera si me viera de noche… o de día. Además, como mencioné anteriormente vivimos en una ciudad muy polarizada, mis orígenes humildes son más que evidentes incluso por mi forma de hablar.

Ella es todo lo contrario; ponle sombrero y traje, cualquiera la confunde con un nomo de jardín. Cara y ojos redondos que inspiran confianza, cabello largo y ondulado. Pero sobre todo, unas tetas de infarto.

El día que conocí a su familia, estaba planeando salir junto con ella. Era una sorpresa, pero había reservado una habitación en un hotel cerca de la playa para dentro de dos días. Ella estudia en la universidad y sus vacaciones también se acercaban, por lo que ella me había contado, estaba claro que no tenía planes.

Para mi sorpresa, mi suegro estaba en casa. Era un hombre algo bajito (aunque no tanto como ella) muy amable y gracioso. Ella hacía todo lo posible para que él y yo interactuemos, incluso lo convenció de que se masajeara junto a ella, aunque sólo estaba yo. Mis ganas de tirarme por un precipicio aumentaban a medida que iba notando a mi suegro sospechar.

Casi la podía ver con su sonrisa malévola en cuanto me daba la vuelta, en bata parecía un pequeño pingüino festejando su victoria silenciosamente. Logró su cometido. Su padre y su novio se llevan bien.

Empecé con mi suegro. Parecía muy agradecido, pero tuvo que irse a cambiar porque tenía un asunto pendiente. Quedé a solas con ella.

La regañé por exponerme a esa situación sin estar listo, pero le valió un pepino.

Cállate y ven, que es mi turno -dijo acercándome hacia ella, rodeando mis caderas con sus piernas-

Noté que no traía nada debajo, y de inmediato me puse duro. La miré a los ojos y me acerqué lentamente para besarla, pero de repente, me alejó.

Miro hacia atrás y está mi suegro ya vestido, mirándonos fijamente. Sonrió y siguió su camino.

Nos pillaron -comenté con una risa nerviosa-

Tranquilo, ya te lo ganaste. Le agradas.

Me alegró escuchar eso y fui a corroborar si se había ido. En cuanto le di luz verde, me tomó de la mano y me llevó hasta su habitación. Sacó de un cajón una bala vibradora y se desnudó. Se puso de rodillas frente a mí y me la empezó a chupar.

Siento sus mojados labios deslizarse en la punta de mi verga mientras sostiene la base con su mano, con la otra usa en sí misma el vibrador.

Dejó de chupármela y se levantó, poniéndose de puntillas para alcanzar mi boca. Duramos un rato dándonos un rico beso.

-No sé si te das cuenta pero… -soltó una pequeña risa burlona-

-Ya sé, ya sé -mis últimas palabras antes de que me callara empujando mi cabeza hacia sus ricos pechos-

Empecé a rodear las aureolas con mi lengua mientras manoseaba sus tetas.

Ella ya estaba temblando y eso me ponía más caliente. Comencé a chupar y besar delicadamente sus pezones sensibles.

De un momento a otro ella me empujó y quedé acostado con mi verga erecta e intuía lo que haría.

Se puso encima de mí y empezó a frotar sus labios vaginales con mi verga. Se sentía increíblemente bien, no sólo su coño mojado, sino la vibración del juguete que continuaba usando.

Mi mente estaba en las nubes gracias a sus ricos fluidos que inundaban el tronco de mi verga. Se notaba que ella estaba aún mas excitada por sus gemidos, gestos, la forma en la que movía su cadera… cuando comenzó a moverse cada vez más rápido y perder el control de su cuerpo, era evidente que estaba llegando al clímax.

La acosté encima de la cama. Usé el juguete en sus pezones y nos sumergimos en un beso pasional. Fui bajando hasta su cuello, luego a sus tetas. Ahí se me ocurrió usar mi lengua con el juguete y sus gemidos me confirmaron que fue buena idea, los cuales se intensificaron cuando bajé a su panocha combinando mis lamidas, besos y chupones con la vibración.

Tomó mi cabeza con ambas manos, empujando mi cara hacia el paraíso al tiempo que sus gritos llenaban la habitación.

Una vez terminó su cuerpo sudoroso y sus jadeos incesantes me indicaban que ella necesitaba un descanso. Fue un rato de deliciosas caricias y ricos besos, que terminaron con ella masturbándome con ambas manos.

Besaba mi cuello y fue bajando por mi pecho, abdomen, hasta llegar a donde ambos ansiábamos. Sus mamadas eran incluso más ricas que la vez pasada. Empezó a utilizar el vibrador alrededor de la punta, mientras la lamia y besaba. Se sentía jodidamente exquisito.

No aguantaba más y descargué todo mi semen en sus preciosos labios. Ella exprimió y tragó hasta la última gota.

¿Te gustó? -preguntó aún con mi verga en su mano-

Aprendiste del mejor

La abracé fuerte y nos besamos y acariciamos un buen rato. Nuestro momento se vio interrumpido por el sonido de la puerta principal abriéndose.

Ambos nos apresuramos a vestirnos. Justo cuando ambos habíamos terminado de vestirnos tocan la puerta y suena la voz de una mujer que parecía estar por sus 50’s.

Mi novia con toda la calma del mundo se dirigió a la puerta. Yo no podía creer lo confiada que estaba en una situación tan comprometedora.

Ya es hora de que conozcas a mi madre -sonrió mientras abría la puerta-

Continuará…

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