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Un grato encuentro durante un viaje (Parte 4)

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Al despertar al día siguiente, fue una de esas mañanas que te sientes feliz, con ánimo y llena de vida -y vaya que me habían llenado de vida la noche anterior. Recorrí la habitación con la mirada, la decoración era sencilla, pero de muy buen gusto. Esteban estaba aún dormido, así que decidí cobijarme junto a él y disfrutar unos minutos más en la cama. La noche anterior hubiésemos querido continuar, pero creo que para ambos había sido suficiente, después de la ducha nos venció el sueño.

Ya en un nuevo día, decidí darle vida a mis planes que había hecho en los últimos minutos de la noche anterior, uno de ellos era desayunar arroz con popote ¡uhmmm!, así con todo cuidado le bajé el bóxer y descubrí su pene, procedí entonces a besarlo suavemente, lo besé y lo lamí por varios minutos, lo recorrí varias veces milímetro a milímetro con mi lengua muy pausadamente porque no quería que despertara. Al final me decidí, moje mis labios y busqué la puntita para besarlo e irlo metiendo un poco a mi boca, poco a poco fue reaccionado y poniéndose duro, hasta que pude empezar a mamárselo con toda la facilidad que ofrece un pene bien duro, obviamente terminó por despertarse y me dijo:

-Mira nada más, ¿despertaste con hambre?

Con la mitad de su verga dentro de mi boca solo alcancé a asentir con la cabeza, luego acaricié sus testículos mientras dejaba de chupársela y agregué:

-Más que hambre es un antojo de arroz con leche papi.

Y sin ánimos de perder el tiempo volví a mi tarea de mamar pene, empecé a experimentar de todo con él, se lo chupaba de un lado, de otro, desde arriba, con masaje de testículos, acariciando sus piernas, sus nalgas y poco a poco fui reconociendo por sus gemidos y sus movimientos cuando le causaba más placer, noté por ejemplo que le gustó recostarse de lado y tener mi cabeza entre sus piernas mientras yo se la mamaba, también le gustaba acariciar mi cara mientras yo metía su verga de lado a mi boca de inmediato empezaba a menear sus caderas para empujármela hasta el fondo.

También le gustó estar acostado de espaldas mientras yo le levantaba y le besaba la parte trasera de sus piernas y con la mano le masturbaba, se ponía loquito y me encantaba verlo retorcerse de placer, empezaba a gemir con fuerza. Se me ocurrió morderle las nalgas y también lo ponía loco, se arqueaba de placer y yo estaba loca emocionada por descubrir que más cosas le podían hacer gemir. Entonces lo puse de a perrito y con mis manos acariciaba y masajeaba su pene y sus testículos, me acerque de lado para besar sus piernas por atrás como le gustaba e ir subiendo hasta su nalga y terminar dándole unos mordisquitos, ¡uhmmm! ¡se puso loco de nuevo!, así que continúe con la otra pierna y esta vez terminé besando sus testículos y acercando mis labios a su culito, le gustó tanto la sensación que paró las nalgas para entregarse a mis besos, así que repetí la secuencia varias veces, lo tenía bien excitado. Le separé la piernas un poco y me tumbe de espaldas para acomodar mi cabeza justo debajo de su pene así empecé de nuevo a mamárselo mientras usaba mis manos para acariciar sus piernas y sus nalgas, cuando notaba que hacía pausa el usaba sus caderas para metérmelo a la boca, así alternamos un rato, hasta que él se giró por completo para quedar en posición 69, el comenzó a besarme las piernas y acariciar mis nalgas mientras aumentaba el ritmo de sus caderas, estaba bien excitado y me encantaba verlo gozar.

Me la saco por un momento para recostarse de lado, me tomo por las caderas y me giro hacia el para que continuara mi labor, así que sin perder tiempo mojé mis labios de nuevo y continué mamándosela, el separó sus piernas y acomodo mi cabeza entre ellas, pronto empezó a menear sus caderas rápidamente, yo le ayudaba con mis manos hasta que llegó mi premio, ¡uhmmm! sin dudar me lo tragué, porque no quería que me la sacara, respiré y continúe chupando y sus gemidos se convirtieron en gritos de placer, el golpeaba la cama, se arqueaba y se retorcía de placer mientras yo hacía lo posible y hasta lo imposible por seguir mamándosela, hice una pausa y di un segundo trago para después sacarla de mi boca y saborear un poco. Finalmente alcanzó a decir:

-¡Que rica mamada me acabas de dar cariño!

-Que bueno de te gustó papi, ¡a mí me encantó verte gozar! -le respondí.

Mientras él se recuperaba yo decidí saborear su pene unos momentos más, así que lo exprimí con mis manos y usé mis labios para chupar su cabecita varias veces más, también lo recorrí varias veces con mi lengua. El simplemente estaba en la gloria, así que lo dejé reposar y me fui al baño…

Regresé a cambiarme y me fui para la cocina a preparar el desayuno, el me alcanzó en la cocina, hizo el intento de ayudarme, me acercó algunas cosas y de pronto empezó a besarme el cuello, a masajear mis nalgas, intenté detenerlo, pero tantos besos y caricias hicieron que mis nalgas me traicionaran, así que decidí dejarme querer, someterme a él, ¡uhm!, no tardó en desnudarme, el solo llegó con el bóxer puesto, sentir el calor de su piel contra mi cuerpo hizo que se me erizara la piel, me giré de frente a él, nos besamos y pronto me encontré de nuevo mamándole ese grueso y delicioso pene, ese rico separador de nalgas que tiene.

Me dejó darle placer unos minutos pero no tardó mucho en indicarme que me levantara y me puso de espadas a él, luego levanto mi pierna derecha e hizo que la subiera a una de las sillas mientras con su mano izquierda me empujaba la espalda para ayudarme a parar mi culito, simplemente no me podía oponer, solo pensaba en entregarme a él, no tardó en poner su verga entre mis nalgas para restregármela un buen rato, me dio la sensación de que ya me conocía y sabía que con ese preámbulo terminaría por pedirle que me la metiera de una buena vez y así fue:

-¡Ay papito que rico pene tienes!, ¡Métemelo papi, por favor! -terminé por decir.

-¡Claro cariño! -me respondió

La posición no era muy cómoda del todo, pero igual me encantó sentir como me penetraba una vez más. Estaba de nuevo en la gloria, usé mis manos para abrir mis nalgas y facilitarle la tarea, que no hacía falta, mi culito ya estaba más que bien educado por esa verga, fue mas bien lo excitada que estaba, lo sumisa que me sentía con él, de alguna manera solo era mostrarle cuanto deseaba ser suya:

-¡Cógeme papi! -alcancé a decir con voz sumisa.

Me dio unas buenas embestidas, que me dieron mucho placer y me hicieron gemir. Así me tuvo un rato dándome verga, terminé por bajar mi pierna de la silla e hice el intento por alcanzar otra silla y subir la otra pierna pero él me detuvo, había cerca una barra desayunador con una par de bancos altos, así que me llevó hacia allá, antes me la sacó por un momento, hizo que me sentara a en uno de esos bancos de tal forma que el respaldo del banco quedaba frente mí, entendí que de esa forma él tendría completo acceso a mi culito, así que le obedecí e hice mis nalgas hacia atrás para quedar sentada prácticamente con las piernas y con el culito bien parado con toda la disposición para él, se acercó y primero me dio unos piquetitos que me volvieron loca, no tardó mucho en empezar a ensartarme, claramente sentí como se quedó a la mitad, esperó un poco me sujetó bien de las caderas y me la dejó ir de un solo movimiento que hizo que se me voltearan los ojos de placer y solté un largo gemido…

-¡uhmmm!

-¡Papito, que rico! ¡Me vuelves loca papi! -alcancé a decirle.

-¡Tú también me pones loco cariño!

La posición era mucho más cómoda, aunque así me constaba más apretar el culito. Además resultó que las embestidas se sentían aún más ricas y profundas en esa posición, el también aprovecho para experimentar un poco y variar sus movimientos, en cierto momento sentí que me la saco casi por completo para de inmediato meterla de nuevo un poco, empezó a repetir ese movimiento, solo empecé a sentir claramente como el borde de su glande entraba y salía una y otra vez, se sentía bien grueso, bien duro, se sentía bien rico, estimulaba mi culito deliciosamente, simplemente se sentía divino, se sentía la gloria.

-¡Ay papito! ¡Así papi! -le repetía una y otra vez.

-¡Uhmmm! -gemía

Sus manos me apretaban fuerte las caderas, ambos estábamos gozando al máximo esos momentos, de repente subió sus manos para sujetarme de los hombros y empezó a darme unas embestidas fuertes, también comenzó a mover más rápido las caderas. No quise decir nada, era suya y podía disponer de mi como él quisiera, me sentía plena, sumisa, entregada a él y llena de placer, por supuesto que quería que él también gozara, así que le dije:

-¡Goza papito!

-¡Vente, lléname de ti papi!

-¡Así papi! ¡Dame duro! -continué.

Terminó por explotar una vez más, se recargó sobre mi espalda para darme las últimas embestidas mientras yo usaba mis manos para tomarlo por las caderas y ayudarlo a terminar, luego subí mis manos para acariciar su cabello, había quedado exhausto, me besó el cuello unos momentos, un poco la espalda y así estuvimos un rato hasta que se recuperó.

Nos fuimos para asearnos y él se quedó buscando ropa en la recámara mientras yo regresé a la cocina para continuar con el desayuno. La mañana transcurrió sin más novedad, entre los dos terminamos de preparar, desayunamos, comentamos algunas ideas de posibles actividades para el resto del día, el resultado fue que iríamos de compras al supermercado y daríamos un paseo por el casco viejo de la ciudad, más tarde daríamos un paseo por un lago cercano en medio del bosque para regresar a buena hora.

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