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Un hechizo sobre mí

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Salgo de la bañera, camino hasta donde deje la toalla y la envuelvo en mi cuerpo.

Acomodo mi cabello dejando mi cuello a la vista mientras pienso que perfume elegir, al hacerlo permito que cada una de sus partículas penetre algunos centímetros de mi piel.

En un clic ya está sonando esa playlist que escucho en un volumen ensordecedor pero no demasiado, como para aún estar presente en mis pensamientos.

Paso por la cocina y agarro la copa de vino que deje en la barra, me apoyo en ella y un sorbo de alcohol se apodera de mis labios junto con tu recuerdo de la noche anterior e instintivamente muerdo la comisura de mis labios mientras que mi mano recorre lentamente mi cuello, mi hombro y mi pecho.

Regreso a la realidad y con la música de fondo me encuentro en mi habitación dispuesta a vestirme, aunque esa realidad dure muy poco.

Subo mis medias en el momento en que acaricio con delicadeza mis piernas, imaginando que estás viéndome en el portal de la puerta, me sonrío y pido mantenerme en esa embriaguez de música y recuerdos.

Me visto con la lencería solo pensando en como la sacarías de mi cuerpo y entonces me encuentro perdida, dejo de ser dueña de mí para que una pasión incontrolable me invada.

Ya no escucho mis pensamientos, estoy mucho más allá.

La música me traslada a tu recuerdo y la brisa a tus caricias.

No puedo evitarlo, es más fuerte que la poca voluntad que me queda para no ceder.

Cierro los ojos y rozo mi cuerpo con la yema de mis dedos como si estuvieras ahí, muerdo mis labios, juego con mi pelo y vuelvo a empezar.

Estoy hasta el fondo en el frenesí de no dejarte escapar y acabar con la miseria de no tenerte, toda mi atención está en terminar aquello que empezaste en mi mente y se siente tan bien.

Suspiro al sentir el tacto en mi cintura, en mi pelvis y la adrenalina inevitable por llegar al éxtasis de esta situación en la que me metiste, arqueando la espalda sé que estoy cerca.

Mi pulso se acelera al ritmo de mi respiración dejando escapar unos gritos ahogados de placer pero sonrío al escuchar tu voz diciendo que no los calle.

Vuelvo en mí y apenas recuerdo como llegamos acá, observo la copa en el suelo, la ropa en el espejo y mi medio vestir, la música sigue sonando y esta vez ruego que no te atrevas a ocupar mi mente otra vez porque perdería el control.

Vacío la copa, camino al espejo y comienzo a vestirme frente a él, mirando de reojo la escena que ocupo la cama hace unos minutos.

Para cuando mis dedos tocaron mis labios, el timbre me trajo a la habitación, muerdo mi labio, sonrío y camino hacía la puerta de entrada preguntándome que recuerdos crearemos esta noche.

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