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Un nuevo inicio después de una traición

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“Todos estamos expuestos, debemos construir y cuidar una relación. La infidelidad es humana.”

Me senté en el borde la cama aún agitado, lo intenté, juro que lo hice; pero no pude.

Tomé mis cabellos tratando de convencerme pero fue imposible; no la reconocía, no era ella; lo sabía porque no recordaba esos gestos y movimientos en la cama, tampoco su mirada que parecía compararme en lugar de observarme. A mi mente llegó la imagen de ella estando con él aún sin haberlos visto, me perturbaba y un gran resentimiento hacía presa de mí.

El golpe fue muy fuerte al enterarme, desacomodó un sinnúmero de cosas de forma emocional, resultó que la relación que consideraba segura, de la noche a la mañana, ya no lo era.

Mojé mi cara en el lavabo, era el primer intento y me dijeron que sería el más doloroso, donde las emociones estarían a flor de piel; se quedaron cortos en la descripción los terapeutas, pensé.

“Todos estamos expuestos, debemos construir y cuidar una relación. La infidelidad es humana.”, mencionaron en reiteradas ocasiones; ¿qué hay entonces del dolor, del enojo, del sentimiento de traición?, ¿acaso no cuentan para el que sufre? ¿No es acaso una desconsideración de quien me prometió amor de por vida?

Tenía la necesidad de hacerle tantas preguntas, estaba inseguro y estresado aún sin conocer las respuestas; ¿aún me amas?, ¿lo que me decías no era verdad?, ¿por qué lo preferiste en mi lugar?, ¿cómo saber que no volverás a hacerme lo mismo? Reconocí que no estaba listo para escucharlas porque, ¿cómo podría saber extraer de ellas solo lo favorable sin que el resto me torturara de por vida?

Era un reto para ambos, pero más para mí; debía manejar el resentimiento, dijeron; si no lo manejaba correctamente corría el riesgo de no superarlo, pero era infinitamente más fácil decirlo que hacerlo.

Regresé a la cama, accioné el apagador para poder mirarla de frente.

-No puedo, en verdad lo intenté pero reconozcamos que se acabó.

-Fue mi error -dijo- pero quiero intentarlo, no toda la culpa es mía.

-Puede ser cierto -respondí con tristeza- pero más que falta de amor o atención, que es lo que mencionaste, fue falta de valores y principios; bajo ninguna circunstancia te hubiera hecho lo mismo.

-Si no te puedo dar de nuevo mi voto de confianza, ¿qué caso tiene seguir?

Un silencio incómodo siguió a mi pregunta, fue claro para ambos que el intento terminó aún sin haber comenzado; lloró posiblemente arrepentida, lloré con una profunda tristeza en el alma.

-Duerme -dije- aunque no estemos juntos, mañana es un nuevo inicio para cada uno de nosotros.

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