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Un sueño hecho realidad, tu pene dentro de mí

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Nunca pensé que me fuera a pasar a mí, es algo que no puedo explicar, no es que sea una experta en estas cocas, pero supongo que son mis casi 25 años los que me llevan a tomar estas decisiones que quizás con más edad, con más experiencia no tomaría, el caso que son las siete de la mañana y llevo toda la noche pensando en él, con mi vagina húmeda esperando que me penetre por fin en una realidad y no en un sueño.

Todo ha pasado muy rápido, un correo, unas líneas un poco subidas de tono, unas fotos de las que espero no arrepentirme en un futuro, claro que ahora sigo tremendamente caliente y quizás dentro de unos días… no sé, siento que estoy perdiendo la cabeza y el norte, pero es que me excita tanto… que llevo varios orgasmos tocándome y pensando en él.

De todo esto mi novio no sabe nada evidentemente y menos de lo que ocurrió por fin este fin de semana cuando por sorpresa recibí un correo de Daniel, estaba en España y me quería ver, solo puedo decir que no sabía cómo reaccionar, estaba alegre, ilusionada, me empecé a excitar, tan solo pensarlo empecé a mojar las bragas en tiempo récord, pero a la vez estaba nerviosa, con miedo realmente. Mi novio esta semana está de viaje con lo que tenía la casa para mi sola y sin embargo no quería que viniese a ella aunque lo deseaba, mi cabeza iba a explotar, sabía que en el momento en que le viera íbamos a follar sin remisión alguna, así que le conteste que si, que nos veríamos, pero en un hotelito que conocía fuera de la ciudad, en un pueblecito pequeño y muy romántico, un hotel en un acantilado con habitaciones con vista al mar, yo le estaría esperando, él solo tendría que pedir la llave en recepción.

Llegue pronto, estuve esperando más de dos horas pensando en como recibirle, de pie junto a la ventana mirando al mar, vestida o desnuda, no lo sabía, quizás sentada en la cama y si era así con ropa o simplemente con mi ropa interior, tuve tiempo para pensar y al final decidí recibirle solo con la ropa interior, con la misma ropa casualmente con la que un día me describí, braguita culotte tipo brasileña verde claro de encaje y con una florecita en medio y una camiseta de tirantes lencera del mismo color, me sentaba en la cama mirando el reloj, me tumbaba, subía los brazos hacia arriba, me colocaba la melena de un lado a otro, no sabía muy bien como recibirle cuando la puerta se abrió.

Era Daniel, por fin la puerta se había abierto y él la traspasaba mirándome y sonriéndome, eran las 12 del mediodía y ahora sí que estaba nerviosa, solamente unas horas, unos que tal estas y Daniel antes de decir nada más estaba poniendo su rodilla sobre la cama ya solamente con el bóxer cubriendo ese hermoso pene con el que tanto había soñado, los dos nerviosos nos mirábamos y reíamos cuando se acercaba a mí, yo me sujetaba con mis antebrazos y mis codos apoyados en la cama elevando mi cuerpo un poco cuando le sentí por primera vez, cuando sus labios tocaron los míos, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo de lado a lado, sentí felicidad cuando note su cuerpo sobre el mío, aunque Daniel solo gateara por encima de mí.

No hubo ninguna palabra más, solo los besos, las olas batir en el acantilado y la pasión que poco a poco se iba a empezar a oír en aquella habitación eran los sonidos que conseguía oír e imaginaba, Daniel me apretaba el pecho con suavidad a la vez que nos besábamos, siempre mirándonos, siempre riéndonos como dos colegiales, su mano aparto el tirante de mi hombro y me empezó a besarme el cuello, su mano se llenaba con mi pecho, con mis pechos que uno a uno iban siendo acariciándolos, dándome pequeños tirones de mis pezones, nuestros labios no se separaban hasta que Daniel se tumbó a mi lado y bajándome la camiseta por debajo de mis pechos me empezó a besar mis pezones, a elevármelos, duros y sensibles a sus labios cada vez que los lamía, cada vez que los metía en su boca yo echaba la cabeza hacia atrás abriendo la boca con un pequeño jadeo, luego le miraba, mojándome los labios continuamente y mordiéndomelos con los dientes, nuestras miradas se cruzaban y sonreíamos, lamía, sentía, jadeaba y sonreía.

Su mano derecha estaba apretando mi sexo por encima de mis bragas, Daniel podía sentir mi excitación, mis bragas ya estaban mojadas y ya solo tenía un pensamiento cuando sus dedos empezaron a rodear la delgada línea de mi carne con mis braguitas, a tirar de ellas un poco hacia arriba hasta que por fin sus dedos se metieron y acariciaron mi monte de Venus totalmente depilado, sentía sus dedos por primera vez allí y un poco más abajo en mi clítoris, donde de forma circular empezaron acariciármelo a que mi boca jadeante ya no se cerrara.

Sus dedos bajando por mis labios humedecidos, metiéndose en mi vagina buscando mi punto G, sus labios lamiendo y deleitándome, deleitándose con mis pechos, era algo mágico, ayer en México y hoy dejándome tocar por fin por ti, dándome tanto placer como tantas veces imagine, a esas horas el nombre de mi novio había desaparecido, su rostro se había disipado entre mis pequeños gemidos y de un plumazo todo había cambiado, el mundo se había paralizado y solamente estábamos tú y yo, solos sin necesitar nada más que una cama y una habitación de hotel.

Sus besos empezaron a bajar por mi cuerpo, Daniel se había incorporado poniéndose justo entre mis piernas y sus labios bajaban hasta mi tripa besándomela a la vez que sus manos empezaban a bajarme las bragas, los dos seguíamos mirándonos y sonriéndonos cuando Daniel hundió su cabeza entre mis piernas y empecé a sentir su legua recorrer mis labios, apoderarse de mi clítoris, succionándolo y hacer que diera unos pequeños gritos de placer, gemidos que no cesaban ya y mi vagina se lubricaba preparándose para él, preparándose para cuando me la quisiera meter y conociéndole sabía que me iba a hacer sufrir, que me iba a excitar tanto hasta que le tuviera que rogar que me follase.

Su lengua pasaba entera por mi vulva erosionando a su paso mis labios, los minutos iban pasando y mis gemidos en aumento, sus dedos penetrando mi templo antes solo reservado para uno y que yo había decidido, había querido que él también lo disfrutase, Daniel se incorporó y quitándome las bragas por completo me abrió las piernas para poder meter su cuerpo entre ella, con su polla tremendamente venosa y dura al frente, era el momento, pero antes quería saborearla, quería sentir como me follaba la boca, su sabor, su tacto, me había incorporado y a cuatro patas con David de rodillas en la cama erguido hacia el techo gimiendo cuando la sintió dentro de mi boca, cuando mis manos empezaban un viaje de ida y vuelta con su pene dentro de mí, humedeciéndoselo y sacándole todo el jugo sin que se llegara a correr, eso lo tenía que reservar para mí, para otra parte de mi anatomía.

David me aparto y me dijo que me diera la vuelta, quería follarme por primera vez a cuatro patas, quería que me pusiera tal y como estaba en una de las fotos que le envié y tanto le gusto, así siendo una buena niña me puse en posición, sintiendo su pene como me tocaba, como su glande se metía entre mis labios, como me golpeaba el clítoris con él y como poco a poco se iba acercando a la entrada de mi vagina, sabía que me iba a hacer sufrir, sabía que le iba a tener que rogar que me follara, pero no me importaba porque ya llegaría mi venganza, Daniel pasaba su pene entre mis labios despacio hasta mi clítoris y bajando hundía su glande un poquito en mi vagina, sacándolo tremendamente mojado de mi flujo y aun así me tuvo varios minutos de esa manera haciéndome sufrir, hasta que por fin entre jadeos y gemidos le rogaba que me follara, que me la metiera entera hasta el fondo, quería sentirla dentro de mí, quería sentir como entraba y como se retiraba, quería ser su mujer, su compañera, su amante, su coñito, lo deseaba tanto que…

Sin que me lo esperara su glande se fue metiendo en mi vagina, empezó a hundir su pene hasta el fondo de ella lentamente, muy despacio sin pararse hasta que me lleno, me la había metido todo lo que mi vagina en ese momento había dilatado, quedándose allí unos segundos, haciendo de esos segundos una delicia que no olvidaré jamás, mi cabeza se había echado hacia atrás con mis ojos cerrados fuertemente y con la boca abierta un grito sordo que no llegaba nunca y solo cuando se empezó a retirar a sacármela igual de despacio como la había metido, pude exhalar el aire provocando un gemido delicioso ¡aauuhhh mmm!.

Desde ese momento tus manos en mis caderas moviéndomelas hacia delante y hacia atrás, tu pene penetrándome continuamente, mis gemidos de placer, mi sonrisa de felicidad y con mi culo que también iba en busca de tu pene, era un sueño hecho realidad y lo estaba disfrutando como nunca antes había disfrutado con el sexo, además no me engaño, Daniel follaba de lujo, llevábamos los dos follando ya más de diez minutos con su mete y saca cuando me dijo de darme la vuelta.

Me tumbé boca arriba y él se puso encima de mí, esta vez sin juegos, esta vez sin que su mano o la mía guiara su pene a mi vagina, estaba tan mojada, mi vagina tan abierta y dilatada que entro nada más tumbarse encima de mí y como antes entro hasta el fondo quedándose unos segundos, casi minutos hasta que dejamos de besarnos, mis brazos le rodeaban la espalda, arañándole su piel con mis uñas cuando se empezó a retirar, no sé si de placer o de enfado por sacármela, la sentía allí dentro, caliente, palpitante que no quería que se marchara, sus movimientos ahora más lentos que antes, metiéndola con cariño mientras nos besábamos, gimiéndonos los dos mientras nuestras lenguas se entrelazaban.

Sentía como mi cuerpo se elevaba cada vez que la metía y la espalda se me arqueaba, Daniel me la metía ahora más fuerte y rápido, dándome pequeños, pero fuertes empujones metiéndomela hasta el fondo, el sonido de nuestra carne al juntarse, de su polla metiéndose en mi coñito húmedo, mojado y estrecho, era música lo que oíamos salir de nuestros sexos, de nuestros gemidos, mis piernas empezaron a temblar y mi tripa me ardía, sentía como un orgasmo realmente delicioso se apoderaba de mi cuerpo y como tú acelerabas, como me la ibas metiendo tan rápido que los dos empezamos a gritar, no me lo podía creer nos corríamos a la vez, mientras que una ola de calor atravesaba mi cuerpo, mientras mi vagina se hacía mar, tú navegabas por ella en su interior hasta que explotaste como un volcán lanzándome una enorme cantidad de tu semen dentro de mí, en mi vagina, llenándome por completo.

Los dos nos mirábamos con la cara desencajada, sonreíamos y reíamos dándonos un beso profundo, sudoroso y todavía con tu pene dentro de mí te desplomaste sobre mis pechos y he aquí mi venganza por haberme hecho sufrir, porque no te iba a dejar descansar, te tenía que recuperar para que me volvieras a follar para que explotaras otra vez, no iba a dejar que te fueras tan rápido, sé que te irías y necesitaba recordar todas esas horas dentro de mí, fallándome, acariciándome, besándome todo el cuerpo, quería que te fueras sabiendo de memoria todas mis cuervas, todos los puntos donde me hacías vibrar.

Un sueño hecho realidad, eso es como lo llame.

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