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Un tipo de 60 años me coge y me rompe el culo como ninguno

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La intriga, el morbo y algo de excitación comenzó cuando con mi marido vimos 50 Sombras de Grey. Les cuento, Franco tiene 35 años, buen físico, trabaja en una empresa importante, en un cargo medio. Yo tengo 32 años, pelo castaño, piel blanca, bastantes buenas formas, y me encantaba como hacíamos el amor con Franco. No fue mi primer hombre, y si soy sincera, tampoco el mejor en la cama. Pero el amor pudo todo y aún hoy, somos felices. Yo quería tener hijos, pero él prefiere esperar un poco, trabajo en casa traduciendo contratos comerciales.

Volviendo sobre el tema 50 Sombras, varias veces le conté a Franco lo que me generaba, pero el sistemáticamente se negaba, “no me interesa, no me excita para nada esas imágenes”, era siempre su respuesta. Ni siquiera algo simple, tapar los ojos, esposas, nada le interesaba.

Hace dos meses, mi marido tuvo que viajar al exterior por trabajo durante quince días. Una amiga íntima, sabiendo que estaba sola, al tercer día me llamó para salir a almorzar. Con ella no tenemos secretos, nos conocemos desde los 15 años. Nos quedamos en encontrar en un restaurant y puntualmente, raro en nosotras, estábamos almorzando.

Katia tiene mi edad, y es una mujer realmente hermosa. Charlamos de lo bien que iba su matrimonio con Pablo, lo orgullosa que estaba que su hijo empezara la escuela y de cosas comunes de mujeres, ropa, calzados etc. De pronto, sonó su celular, miro la pantalla y contestó.

-Hola, estoy con una amiga almorzando.

No hoy no puedo, perdón por favor.

Sí, lo sé

Gracias

Me miro y un brillo raro surgió en su mirada.

-Katia, nos conocemos mucho, ¿Me vas a contar?

-Soy muy tonta, me vendo sola. Pero lo escucho y me caliento terriblemente, estoy mojada por completo.

-¿Era Pablo?

-No… Por favor Maca, si queres te cuento, pero no aquí.

-Terminemos de almorzar y vamos a casa.

Fuimos a casa, preparé café y nos sentamos en la cocina a tomarlo.

-Le soy infiel a Pablo. Pero es solo sexo, y con Pablo, estoy super bien, eso es lo loco.

-Wow, que noticia, ni lo sospechaba.

-Lo sé. Desde hace un año. Se llama Sebastián, tiene 60 años.

-¿Qué? ¿Le metes los cuernos con un viejo? Yo pensé que con un pendejo…

-No… y no es todo. Soy su sumisa, su esclava, su puta. Hace de mí, lo que quiere. Y no te das idea como gozo.

-Sumisa, esclava, puta. Me dejas helada.

-Lo conocí en una reunión de la empresa de Pablo, era un invitado, yo estaba con un vestido negro muy sobrio, poco escote, falda a los tobillos, nada especial. Me lo presentó Pablo, charlamos tonterías propias de una reunión de empresas y cuando nos estábamos por ir, en un momento se me acercó. Con mucha habilidad, puso una tarjeta en mi mano sin que nadie lo notara y me dijo: “Quiero que seas mi puta, llamame”.

Te imaginas que me quedé helada. Me miraba a los ojos y me taladraba. Escuchar que un desconocido me decía eso me excitó al instante. Obviamente no le dije nada a Pablo.

No tire la tarjeta, la guardé. Estuve una semana caliente pensando en ese tipo. Y sucumbí. Lo llamé y me invito a almorzar. “Soy directo, quiero cogerte de mil formas, hacerte mi esclava, gozarte como la puta que sos, y hacerte descubrir otro placer y que goces como nunca soñaste poder gozar.”

Ahí fue que me preguntó si había visto las 50 sombras, le dije que sí y me contó que él hace 25 años que lo hace.

Listo, caí.

-No te puedo creer. ¿Y?

-Y tenía razón, salimos del restaurant, y fuimos a su casa. Juro que nunca goce igual, desde ese día, cada 15 días nos encontramos. Y ahora va la bomba, a veces solos, otras con otra mujer.

-En serio no te creo.

Y en serio no podía creerlo, y fue el momento que me di cuenta que estaba mojando, y excitándome con su relato.

-Maca, te juro que es increíble, y lo loco, es que mejoraron mis relaciones con Pablo, que ya era buenas.

-Me alegro entonces. En serio que me intriga mucho, también he tenido fantasías con esa película, nos conocemos, y eso aumenta mi intriga.

-¿Te gustaría vernos? No te digo participar, vernos. Le puedo preguntar si queres.

En ese punto mi calentura era tremenda, nunca había imaginado esa propuesta de parte de Katia. Y me tenté.

-Solo si se comprometen a no obligarme a participar, a no hacer nada.

-Esperá, lo llamo.

-Hola amo, estoy con una amiga, ¿puedo poner el altavoz?

-Sí. Contesto secamente

-Amo, Maca es mi amiga íntima, y le conté. Ella lo escucha.

-Hola Maca, buenas tardes. Dijo con una tranquilidad y cordialidad que me impresionaron.

-Hola, buenas tardes.

-Tú me dirás porque me llamas puta. Dijo Sebastián

-Amo, por nuestra charla, y conociendo sus gustos amo, le propuse que nos vea, si Ud. está de acuerdo amo.

-No hay problema. Dijo

-Solo que quiere nuestro compromiso que no la vamos a obligar a nada. Dijo Katia.

-Tú lo sabes bien puta, no obligo a nadie. Quédate tranquila Maca.

No hablamos mucho más y quedamos que al día siguiente iríamos las dos a la una de la tarde. Fuimos, la casa de afuera era linda, en un buen barrio, no muy ostentosa.

Cuando abrió la puerta, mi sorpresa fue tremenda. Frente a mí, un hombre de 60 años, con la barba que le llegaba a su pecho totalmente canosa, semi calvo, y el pelo que tenía pasaba sus hombros. Me dio la mano y me penetro con la mirada.

-Bienvenida. Me dijo cuando nos dimos la mano.

Cerró la puerta y pasamos al living.

-Maca, ¿Quieres tomar algo o quieres que empecemos? Dijo Sebas.

-Un whisky y empiecen. Dije.

-Ya te sirvo. Puta, sabes lo que tienes que hacer.

-Si amo.

Katia se sacó toda la ropa, quedando completamente desnuda y de una caja que estaba en una mesita, sacó un collar de cuero, con una argolla y una corre también de cuero. Se puso el collar en el cuello y enganchó la correa. Fuimos a un cuarto, que era en algunas cosas similar al de la película. Sebas puso una silla y me senté

-Puta, ¿Le has sido infiel a tu marido?

-No amo.

-¿Te has masturbado?

-Si amo, pensando en Ud. Dijo Katia y bajo la mirada.

-Mientes, di la verdad. Dijo Sebas y tomando una fusta le dio dos fustazos fuertes en el culo. Katia gritó de dolor.

-Me masturbe pensando en Ud. y en Maca. Dijo Katia y me quede helada.

-Cuéntanos como fueron esos pensamientos. Dijo Sebas.

-Que ella era su sumisa también, y que Ud. me hacía chuparle la concha, el culo, y que me cojian los dos por todos lados.

No podía creer lo que escuchaba, mi amiga de años, diciendo eso. Y me calentó escucharla. Yo estaba con un jean y una camisa, y en mi camisa se marcaron los pezones de inmediato. Cruce los brazos para que no se dé cuenta Sebas.

Lo siguiente fue acostarla en una camilla, con las piernas separadas, atar sus manos al costado del cuerpo y ponerle dos broches en los pezones. Ella no se quejó de dolor. Luego, él tomo un tapa ojos y se lo puso, una vela y la prendió tirándole la cera caliente en sus pechos. Katia se quejaba de dolor y de inmediato gemía de placer. Era increíble. Repitió en el abdomen y en las piernas.

Luego tomó un vibrador y con un soporte, lo puso a funcionar sobre el clítoris de Katia. No pasaron sino segundos hasta que ella comenzó a gemir y retorcerse de placer. Recién ahí me di cuenta que él tenía aún sus pantalones puestos. Mientras Katia gritaba de placer, el buscó un máquina con un pene de buenas dimensiones y lo acerco a la concha de Katia.

Yo miraba cada vez más incrédula y caliente. Katia gozaba en serio. Introdujo el pene de goma y puso a funcionar la máquina. Los gritos de placer de Katia eran increíbles, él tomó una bola puesto en una correa y se la colocó en la boca a Katia. Ahora sus gritos eran casi inaudibles. Luego un látigo de varias puntas y comenzó a castigar los pechos de ella.

-Esto es por haberte masturbado sin pedir permiso. Dijo Sebas

Su cuerpo empezó a temblar, era claro que estaba teniendo orgasmos.

-Has terminado tu whisky, ¿Quieres otro? Me preguntó Sebas.

-Sí por favor. Dije.

-Acompáñame.

Salimos de la habitación y dejamos a Katia con el pene falso entrando y saliendo de su concha, el estimulador en el clítoris y queriendo gritar.

-Aquí tienes. Me voy a servir uno. Dijo

¿Qué te parece? Me preguntó.

-Muy fuerte, realmente. Es mi amiga y nunca imagine verla gozar así.

-¿Y tu cómo estás? Me preguntó mirándome a los ojos fijamente.

-Prefiero no contestar. Dije.

-Entiendo, no hay problema. Dijo y miro mis pezones que estaban super duros y se marcaban en mí camisa.

-Creo que se nota. Dije.

-Por supuesto. ¿Sos casada?

-Si, y muy felizmente. Dije.

-¿Sos infiel a tu hombre?

-No, nunca he sido infiel.

-Eso es importante, no serle infiel a su hombre. Dijo él.

-¿Entonces como llamaría lo que hace Katia?

-Conocer el placer, disfrutar una sexualidad que teme proponerle a su hombre, vivir.

-¿Para eso tiene que usar un collar, la tienes que llamar puta, ser tu sumisa?

-Es todo parte de un combo, como habrás visto, ni la hago caminar en cuatro patas o de rodillas, tampoco la humillo. Y con ella acordamos dos palabras, una cuando algo le empieza a no gustar y otra para que me detenga. Y eso yo lo respeto a raja tabla.

-Eso no lo sabía. Dije.

-¿Queres contarme tu fantasía? Dijo.

-En este momento no sé, y soy sincera. Pero que me excita, si, lo reconozco. Pero no sé si el dolor me excitaría, por ejemplo. Katia… dije pensando en mi amiga.

-Ella está gozando, no te preocupes. ¿Te excitó que ella quiera chuparte y que la cojas?

-Eh… fue fuerte escucharla. Nunca se me paso por la cabeza estar con otra mujer.

-Entiendo. Ahora vamos a volver, le voy a colocar unos auriculares con música a Katia para que no escuche. Si queres hacer algo, me lo decís.

-Eh… no se… no creo…

-Vamos. Dijo.

Volvimos a la habitación y Katia no paraba de gritar y tener orgasmos. Sebas fue, le puso los auriculares y puso un equipo de música a funcionar. Me miró y empezó a chupar sus pechos, sacando los broches. Katia sintió su boca y arqueo la espalda por completo. Él saco el vibrador y su mano lo reemplazó acariciando suavemente su clítoris. Luego sacó la máquina de su concha y poniéndose de rodillas empezó a chuparla.

Yo estaba super caliente, veía retorcerse de placer a Katia y mi concha estaba super mojada.

-¿Queres ocuparte de sus pechos? Me dijo Sebas.

La pregunta me excitó más, no quería hacerlo, y al mismo tiempo me moría por hacerlo. Me paré y me acerque a Katia. Lo miraba a Sebas chuparle la concha, a ella arqueándose por completo y no pude resistir acariciarle los pechos. Ella se quedó quieta al sentir mis manos. Le acariciaba los pechos, su abdomen y dejándome llevar su clítoris. Ella se volvió a retorcer de placer.

-¿Te gusta lo que haces? Me preguntó Sebas.

-Sí, me gusta. Es fuerte…

-Hoy sos la invitada, es toda tuya. Hacele lo que quieras. Dijo Sebas que dejó de chupar su concha y se corrió para sacarse los pantalones y el bóxer.

Otra sorpresa, no tenía un gran pene, para nada, unos 15 cm y normal de grosor. Estaba totalmente parada. Se acercó a la cabeza de Katia, corrió un poco el auricular y le dijo:

-Voy a sacer la bola de la boca. No podes decir una sola palabra o nombre, nada.

Ella asintió, volvió a poner bien el auricular y le saco la bola. Acerco su pija a la boca de Katia, que giró la cabeza y se puso a chuparle la pija desesperada. Yo estaba en llamas, sin darme cuenta, fui bajando mi mano y le metí dos dedos en la concha, ella dio un salto en la camilla pero no dejaba de chupar. Ya totalmente caliente, me puse a chupar el pecho que más cerca tenía. Ella como podía gemía y tuvo un tremendo orgasmo con mis dedos en su concha.

Sebas saco su pija de la boca, y nuevamente le puso la bola. Me pidió que me corra y soltándola, la hizo poner boca abajo. Le ato nuevamente las manos, le separó las piernas y las puso en unos apoyos. Yo no me senté, me quedé mirando junto a ella. Sebas empezó a recorrer su espalda con besos y lamidas, al tiempo que acariciaba su culo. Cada tanto me miraba y veía mi excitación. Katia se retorcía de placer.

Él separo bien los cachetes y se puso a chuparle el ano, en ese momento tuve que disimular un orgasmo, y me senté en la silla cruzando las piernas. El me miró y se sonrió. Siguió chupando unos minutos y fue a buscar un consolador más chico que su pija en grosor. Lo fue metiendo en el culo y yo imaginaba como se sentiría si entrara en el mío. Mi marido alguna vez, apenas metió una falange de su dedo. Sebas me guiño un ojo y me dijo: “Vení”.

Me acerque y veía a centímetros como se lo metía y sacaba. Ella arqueaba la espalda y movía el culo para que entre más.

-¿Lo podes sostener? Tengo que hacer algo. Dijo él.

Dudé, pero lo tome y yo era la que lo metía y sacaba, con más brusquedad que él, que acercó otra vez la máquina, puso el pene falso en la concha de Katia y lo puso a funcionar entrando y saliendo despacio pero profundamente. Tomó el consolador con mi mano incluida, y siguió moviéndolo mientras pasaba una pierna sobre la máquina poniéndose presto a penetrar el culo de Katia.

Hizo que le saque el consolador y metió su pija en un solo movimiento. Yo parada miraba al límite de mi calentura como le hacía el culo.

-Ahora sos libre de hacerle lo que quieras, pero primero, sacale la bola y los auriculares. Me dijo.

Me tome unos segundos, primero para pensar si lo haría, y luego en que haría. Busque el látigo que él había usado con ella, le saque los auriculares y la bola de la boca. Katia no podía ver el látigo en mi mano por el tapa ojo, gemía y gozaba penetrada por la maquina en la cocha y la pija de Sebas en el culo.

-Sos muy puta Katia. Dije y ella asintió con la cabeza

Darle un latigazo en la espalda fue lo más natural para mí, ella gritaba de placer, fueron dos, tres y cada vez más fuerte.

-Goza puta, a ver si es cierto que gozas tanto. Dije siguiendo con mis azotes.

Katia no paraba de gozar, de tener orgasmos y de gritar. Pasaron unos minutos y Sebas me hizo una seña para que me acerque.

-Le voy a acabar en la boca, ¿Queres jugar con un consolador en su culo? Me preguntó mirándome a los ojos.

Sin dudar asentí con la cabeza y me dio uno grande. Le puso crema y me guio para meterlo sin lastimarla. Fue frente a su boca y se la empezó a coger con todo. Yo metía y sacaba el consolador con todo del culo de Katia, que temblaba constantemente. Fueron minutos de penetrar su culo y azotar su espalda con el látigo, que ya estaba roja por completo. Sebas acabo en su boca, yo saque el consolador y luego que ella le limpiara la pija, apago y saco la máquina de la concha de Katia.

Katia quedo temblando por un par de minutos sin decir nada. Sebas busco una crema y con mucha suavidad se la paso por la espalda, donde estaban las zonas enrojecidas por mis latigazos. Cuando terminó, se vistió y me dijo:

-Dejémosla descansar, vamos por otro whisky o lo que quieras tomar.

Fuimos al living y le pedí un whisky con soda. Nos sentamos en los sillones y no hablábamos. Él no me preguntaba nada, yo no podía hablar, mi mente estaba nublada por toda la excitación. Al rato se nos unió Katia, él le indicó que se vista y le sirvió un whisky.

-Terminamos. Dijo Sebas.

Ella se acercó a él y le dio un tremendo beso.

-Gracias amo.

Los tres permanecimos en silencio. Hasta que Sebas nos dijo:

-Maca, no sé que vas a decidir, Katia, no digas que no, porque va a ser inevitable, cuando se acuesten y tengan sexo, nada de consoladores o aparatos o nada.

-Yo… Quise decir y preferí callarme.

-Entendido amo. Gracias.

Salimos de la casa de Sebas luego de saludarnos con un beso en la mejilla, y subimos al auto de Katia. Ella manejaba en silencio. Esperaba que yo hable. Pero no podía articular palabra. Llegamos a mi casa y le dije:

-Nos hablamos.

-Dale. Me dijo.

Me estaba bajando del auto y volví a sentarme. Mire alrededor y como no había nadie cerca le di un beso tremendo que ella respondió. Me baje y fui derecho a mi cuarto a masturbarme con todo. Hasta por el culo, cosa que nunca había hecho. Cené sola sin poder dejar de pensar en lo que había visto y vivido. Cuando nos fui a acostar, tuve que masturbarme nuevamente, ahora pensando en Katia.

Al día siguiente, cerca de mediodía la llame a Katia para que venga a almorzar. Entro y nos dimos un tremendo beso las dos.

-Cuando llegue me hice una tremenda paja, y a la noche me hice otra paja, esta, pensando en vos. Dije.

-Guacha, me volviste loca participando. No lo esperaba. Dijo ella.

-Yo tampoco. Y menos mal que estaba con los jeans, que si no… Dije.

-¿Vos te diste cuenta que estuvieron una hora y media haciéndome mierda? ¿Te diste cuenta como gocé?

-Fue increíble. Yo nunca goce así, ni de esa forma. Tuve un orgasmo boluda. Mirando tuve un orgasmo.

-Te creo. Yo creo que dos mil… Jajaja.

-No lo dudo.

-Cuando me acariciabas las tetas, por favor, me volví loca. Y ni bien me metiste los dedos en la concha, tremendo orgasmo.

-Me di cuenta. Es increíble Sebastián, quedé loquita.

-¿Qué vas a hacer? Me pregunto sonriendo.

-Te soy sincera, no sé. Me voy a tomar unos días para pensar. Eso con respecto a Sebastián. Con respecto a vos, pues despertaron a una domina, quiero cogerte.

-Hija de puta…

-Sacate la ropa puta. Dije.

En realidad las dos nos sacamos la ropa. Tomándola de la cabeza, nos dimos un tremendo beso. Busque su mano y la llevé a mi concha, que estaba empapada. Ella empezó a acariciarme y a besarme las tetas. Me tiré en el sillón y ella siguió con su trabajo, hasta que tome su cabeza y la puse a chuparme la concha. Se notaba su experiencia, chupaba hermoso mi concha, y empezaron mis orgasmos.

Para estar más cómodas, nos tiramos en la alfombra, yo con las piernas levantadas y ella chupando como loca. Un par de orgasmos más y la hice poner en cuatro patas. Mientras le metía dedos en la concha, le chupaba el culo abriéndoselo con mi lengua. Ella gemía de placer. Tuvo un orgasmo y le empecé a meter dedos en el culo mientras le daba chirlos cada vez más fuertes. Cuatro dedos le metí en el culo y ella tenía orgasmo tras orgasmo.

Me volví a sentar en el sillón y ella quedó entre mis piernas.

-Putita, quiero que me muestres como te metes cuatro dedos en la concha. Le dije.

Ella, de rodillas, separo las piernas y se metió los cuatro dedos, se mordía los labios y se retorcía los pezones. Separe mis labios y ella sin dejar de hacer nada, me empezó a chupar. Había dejado mi celular junto a mí, y me puse a grabarla.

-¿Quién es tu amo? Pregunté

-Sebastián.

-¿Quién es tu ama?

-Vos Maca.

-¿Qué sos?

-Soy su puta, la puta de mi amo y tu puta.

-Por si no llega a ver, contale a tu amo que estás haciendo.

-Me estoy metiendo cuatro dedos en la concha, me pellizco los pezones y chupo su concha ama.

Se lo mande a Sebastián. Su respuesta fue un mensaje de voz.

-Tremenda puta. Pero empálale el culo.

Por un minuto pensé hasta que me acordé de una cuchara de madera de un buen grosor. Fui a buscarla y se la enterré en el culo. La filme nuevamente y me volví a sentar.

-Ahora, seguí con tu concha, y sin dejar de chuparme, méteme dos dedos putita.

Ella lo hizo y estaba super caliente, la filme un poco más y se lo mande a Sebas con un mensaje.

-Sus deseos son órdenes. Amo.

-Me complaces. Llámame cuando quieras venir.

-Si amo.

Cuando termine de escribir amo, tuve un tremendo orgasmo. Nos dimos una ducha, obviamente tocándonos y besándonos, y almorzamos.

-Mira los mensajes con Sebas. Le dije y le pase el celular.

-Wow. Me alegro mucho.

-La próxima vez que vayas, vamos juntas. Dije.

-No hay problema, pero prométeme que por lo menos la semana que no vamos a lo de Sebastián me vas a coger como lo hiciste hoy. Me dijo Katia.

-Lo de hoy fue sacarme la calentura, y todavía estoy caliente. Tengo velas, broches de la ropa, y puedo usar un cinturón de Franco. Le dije mirándola a los ojos.

Katia bajó la mirada y se mordió el labio inferior. Ella estaba con una mini de jeans.

-Sacate la tanga y guárdala en tu cartera. Le ordené.

Ella se puso de pie y se la sacó. La puso en la cartera y se quedó de pie esperando que le ordene algo. Le dije que se siente y le pregunté:

-¿Te queda alguna fantasía por cumplir?

-Sí, claro. Ser la sumisa de Pablo. Y te juro que dejo de ver a Sebastián, el la frutilla que le falta a nuestra pareja.

-¿Y por qué no se lo decís?

-Aunque no lo creas, me da vergüenza. Tengo miedo a que se enoje, me considere una puta, que me deje. Dijo.

-No te digo que le cuentes de Sebas, para nada. Solo de tus fantasías.

-En serio que no puedo. Ni siquiera me animo a contarle que también me gustan las mujeres, pero creo que ya se dio cuenta, porque me pesco mirando a un par de chicas en la playa. Pero no me dijo nada.

-Quizás ese sea el camino, proponle un trio, algo casual, a ver que dice.

-No sé si me animo.

-Continúa-

Gracias, gracias por leer mis relatos.

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