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Un viaje en yate inolvidable

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Donna y Ricardo nuestros amigos, nos invitaron a un viaje en su yate, y mi esposa Rudy y yo aceptamos muy complacidos luego de aquella fiesta de cumpleaños de locura en su casa.

Era sábado temprano y salimos al muelle a encontrarnos con nuestros amigos. Realmente no me fijé al principio, pero mi esposa iba con un conjunto enterizo de verano, sombrero y zapatillas; al bajarse del vehículo noté que adentro estaba en terno de baño de dos piezas, la parte de abajo un hilo dental que apenas tapaba su vulva y atrás el hilo se perdía adentro de sus tremendas nalgas. La parte de arriba era un brasier que apenas tapaba las aureolas y pronunciaba bastante sus enormes tetas.

Llegamos al barco y Ricardo nos saludó muy afectuosamente. Subimos a la nave y con el viento se podía ver el traje de baño de mi mujer. Ricardo la miró y mordió sus labios.

Preguntamos por Donna y nos dijo que estaba ya tomando sol en la proa del bote. Nos acercamos y vi a Donna con un terno de baño blanco. Era un hilo dental que así mismo se perdía en sus nalgas. Pero que nalgas! Su cintura pequeña permitía ver unas caderas grandes y sus nalgas verdaderamente deliciosas. Nos saludamos todos y nos sentamos a disfrutar del sol.

Ricardo y yo servimos unos margaritas, mientras su conductor del yate nos encaminaba mar adentro. Pasamos riendo y disfrutando del sol y del licor. Mi mujer dijo: bueno, es hora de tomar el sol como se debe y se sacó la ropa exterior quedándose solo en terno de baño. Ricardo sólo al verla ya tenía un bulto en su trusa que iba a estallar; su mujer se quitó el brasier e invitó a mi esposa a lo mismo; las dos se acostaron boca abajo y nos pidieron que les coloquemos bronceador.

Tomamos el bronceador y empezamos a untar en las espaldas de cada esposa; Ricardo empezó a untar en la espalda de su mujer mientras yo hacía lo mismo a Rudy. Bajó hasta su pelvis y quitó los amarres de su terno de baño, le dio la vuelta y empezó a untar aceite de coco en sus nalgas.

Donna me quedó viendo la tremenda erección que tenía mientras Rudy estaba excitada por la forma en que tomada Ricardo a su mujer. Rudy me destapó la trusa y sacó mi pene totalmente erecto y empezó a masturbarlo. Donna se acercó y juntas empezaron a lamer mi verga. Me senté y éstas dos me abrieron las piernas: Rudy me mamaba la verga, el glande y las bolas. La puta de Donna empezó a lamerme la zona del ano, succionando y provocando espasmos. En un momento estaba en éxtasis y pensé que iba a terminar con una eyaculación. Pero en eso se acerca Ricardo y empieza a lamer el culo de su esposa y a alternar con el de mi mujer. Lamía el ojete de Donna y luego de Rudy. Estas dos se quitaron y fueron por el pene de Ricardo. Él se acostó en la silla reclinable y estas dos empezaron a mamarlo y a unir sus labios en el glande de Ricardo.

Luego de un momento, Ricardo le hizo una señal a mi mujer y está se subió a la silla, se dio un beso con Ricardo y se puso saliva en la vagina. Se dejó caer y empezó a cabalgar duro, Ricardo le abrió las nalgas y la trajo hacia el. Donna aprovechó y empezó a lamer el ojete de mi mujer, metiendo su lengua y chupando los jugos del coito de su marido y mi mujer.

Disfrutaban del sexo y la lujuria como nunca. Yo me acerque y puse mi verga al lado de las nalgas de mi mujer y se la ofrecí a Donna quién dejó de mamar el ojete de mi esposa para mamarme la verga. En un momento, la perra de Donna sacaba el miembro de su marido de la vagina de mi mujer y junto a mi pene se metía en la boca. Juntaba los glandes y lamía los jugos de las dos vergas. Así lo hacía mientras volvía a insertar el miembro de su marido en medio de las nalgas de Rudy y esta continuaba el sube y baja.

Luego me di cuenta que Rudy y Roberto se besaban, y el cerdo juntaba los pezones y los labios de ella con los suyos, de tanta arrechera, pude ver que Rudy desde arriba lanzaba saliva hacia la boca de Roberto y este tomaba saliva en su mano y se la colocaba en el ano a Rudy. Le quedé mirando con lujuria a mi mujer por lo cerda que era. Era un sentir excitante, la quedé mirando y en seguida ella me tomó del miembro y me dirigió atrás a sus nalgas. Me coloqué en posición y le metí mi verga completamente mientras ella me veía y ese cerdo de Roberto le mordisqueaba las tetas. Solo vi como cerraba los ojos y mordisqueaba sus labios y se los lamía, mientras yo estaba celoso de ese cerdo y empecé a cogerla duramente. Tomé sus caderas y empecé a empalarla por el ano mientras sentía el miembro y el glande de Roberto en su vagina. La cogí duro. Demasiado duro. Tanto que el cabron de Roberto empezó a venirse en su vagina y sentía claramente como estalló el semen de ese cabron dentro de la chepa de mi mujer.

Yo todavía no terminaba. Estaba dándole duro por el ojete a mi mujer hasta que ella empezó a orinarse en el torso de Roberto. Estaba desquiciada de tanto placer.

Saque mi verga de su culo y quería venganza. Tomé a Donna y me senté en la silla invitándola a cabalgar. Donna tiene unas enormes tetas y empecé a mamarlas como desquiciado. Ella cabalgaba duro y en un momento empezó a correrse mientras yo le metía mis dedos en su ano.

No veíamos a mi mujer por un buen rato, entonces Donna se levantó y fue adentro del yate. Roberto estaba tomando un margarita mientras se incorporaba, me ofreció uno y esperábamos que regresen nuestras parejas. Pregunté a Roberto que sucedía y me dijo mejor no preguntes y ve a ver tu mismo. Fui al salón principal del yate y veo a mi esposa de espaldas al conductor quién tomaba de los muslos a Rudy haciéndola cabalgar perforando su ano. Así mismo veo a Donna en cuclillas lamiendo la chepa de mi mujer y metiéndole la lengua hasta el fondo.

Rudy se bajó de ese pene que estaba totalmente parado y goteando leche y ahora fue el turno de Donna. De igual manera de espaldas se dejó caer en el pene del conductor. Rudy empezó a comerle la vagina a Donna mientras ésta subía y bajaba su pelvis. Yo me estaba sobando la verga y Donna me invitó a que la penetrara por su cuca. Así lo hice, puse mi pene en la entrada y a darle con todo. Abría sus piernas y los dos machos al mismo tiempo hundíamos nuestros penes en los agujeros de Donna quién empezó a gritar y agitarse duramente.

En un momento empezamos a culear muy fuerte y rápido los tres y empezamos a terminar al mismo tiempo, el conductor dejando su leche en el ano y yo dejando todo mi esperma adentro en el útero de Donna. Me sacudí la verga y Rudy me la limpió, así mismo la chepa de Donna goteaba y Rudy se encargó de limpiarla con su lengua.

Nos incorporamos y salimos a comer algo. Cerca del final de la tarde regresamos al muelle todos satisfechos por las sesiones de sexo duro que tuvimos. Rudy subió al auto y se quedó dormida. Llegamos a casa y cenamos como si nada hubiese pasado.

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(9,12)