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Una apuesta y un deseo no confesado

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Esta es mi historia con una pelirroja, novel y brillante docente de una prestigiosa universidad y de cómo nos conocimos; disfrutamos de una peculiar, fugaz y fogosa relación y vivimos una asombrosa experiencia que a ambos nos cambió.

Asimismo, veremos lo bueno que resulta tener amistades que honran su palabra y la cumplen oportuna e integralmente y como, a veces, lo que consideramos fue una monumental metida de pata, termina convirtiéndose en la llave que abre la cerradura.

I

La fluorescente luz que iluminaba fríamente el pasillo esa media mañana, para variar un poco, no me incomodaba en lo absoluto. El año finalizaba y contra todo pronóstico no podía ser de mejor manera tanto en lo personal como en lo académico.

El año 2012 terminaba para todo el mundo, pero al menos para mí, su sabor era dulce. Eso y todo cuanto había vivido durante el último trimestre, pensaba sentado en la tradicional banca sin interés, la misma en la que, a comienzos de año y tras consolidarse mi separación, rumiaba mi maldita suerte.

Meses pasaron y el panorama era diametralmente opuesto. Un primer año impecable; encontrar a tres amigos increíbles (Daniela (38), Charly (32) y Rodrigo (47) y conocer al jefe de carrera y profesor de derecho político y a la docente de la cátedra de Introducción al derecho, Fresia Castellón y, para mayor abundamiento, gozar de un aire de favorito con cada uno de ellos.

Legítimamente adquirido el primero, pues fue a base de estudiar mucho, luego con la segunda fue con aún más estudio, pero además con la ventaja de clases particulares cada vez más intensas y seguidas que fueron surgiendo después de lo que yo creí en su oportunidad había sido un error. Las personas pasaban, pero en realidad no estaban ahí. Miré hacia la puerta de la sala. Aún nada. Seguí con mi retrospectiva.

Mi vida en la universidad vespertina era relativamente normal hasta que en una fiesta universitaria antes de las fiestas patrias (fines de agosto), totalmente ebrio, terminé follando con una de las cerebritos lame suelas de los profes, confundiéndola con otra persona.

El lunes siguiente, a la hora del último café, mi amiga Daniela que llegaba detrás de nosotros por pasar al baño antes, incluso antes de tomar asiento, comenzó a hablar rápida y subrepticiamente.

Daniela: adivinen de quien hablaban la profe y la cerebrito de culo respingado, recién, recién, recién... pues de ti David, de ti… escuché a la profe preguntar: En serio me estás hablando del mismo alumno, David Soto Stefansky… a lo que ella contestó. Si, profe, del mismo…

Una semana después, acabábamos de sentarnos en nuestra mesa para la junta diaria a compartir un café una hora antes del inicio de clases cuando de improviso apareció la profesora Fresia. Saludó a cada uno al tiempo que Rigo le acercaba una silla.

Fue la única vez que en rigor nos preguntó directamente si nos podía acompañar, pues casi de inmediato se nos hizo familiar su compañía. Sin ir más lejos, a mediados de septiembre ya era habitual que a la hora de la junta fuéramos 5 y no 4 en nuestras tertulias las que por cierto enriqueció con su infinita erudición tomando en cuenta sus nóveles 36 confesados años y su hermosa cara de niña buena.

Desde el principio para Daniela fui el foco de las bromas con la profe. Acerca de lo mucho que me miraba y en cómo lo hacía y sobre todo en la supuesta diferencia que había entre sus sonrisas hacia los demás y las dirigidas a mí.

A pesar de replicarle todo el tiempo sus bromas, argumentando que solo era su imaginación, comencé a notar que mi amiga no estaba del todo equivocada (o eso creí ver) y sus comentarios lejos de molestarme solo contribuyeron a sumar coraje para de una vez por todas, invitarla a salir.

Y, un par de días después, lo hice. El último martes de septiembre se materializó nuestra primera cita. Resultó ser (a pesar de lo mucho que nos reímos), según yo, un completo desastre, pues nada salió como lo había planeado. Sin embargo, Fresia, al poco me confesaría que nunca se había divertido tanto en una cita en su vida.

Quizás por ello, esa misma noche quedamos en volver a vernos el viernes de esa misma semana en lo que fue, oficialmente, la segunda cita. Si durante la primera hubo una atmósfera cordial, amistosa y llena de ganas de escuchar y empatía, la segunda tuvo, podría decirse, dos etapas muy marcadas.

Al principio todo fluyó tal cual había sido el martes pasado. Las conversaciones fueron espontáneas y escuchadas, pero -casi al final- tomó un cariz distinto, pues y no sé quien lo hizo primero, la cuestión es que ambos comenzamos a mirarnos con un evidente y contenido deseo, empero ni un beso nos dimos aquella vez.

La tercera cita no se llevó a cabo sino hasta un par de días después del día de la raza, mediaba octubre. El sol desaparecía en el horizonte, pintando las nubes de vívidos anaranjados, rojos y violetas cuando el teléfono me sacó de mis cavilaciones. Era ella. Me pedía estar en su Depto. en una hora. Luego de preguntarle muchas veces si algo malo pasaba, contestándome pacientemente a todas y cada una de ellas negativamente, acepté.

II

Ha sido por lejos la cita más larga en toda mi vida. Llegué a sus aposentos un jueves en la noche, tipo 10 pm y entre mucho romance, consideración, tierna exploración y erotismo, volvimos al mundo real recién el siguiente lunes. Recuerdo que esa noche…

Su puerta se abrió en cuanto sonó el timbre. Solo pude ver de ella su cabeza con el pelo suelto (como casi nunca) y un pie desnudo. –Pasa-, señaló en un ronco tono de voz. En el interior predominaba la oscuridad. La excepción era una tenue luz proveniente de una pequeña lámpara ubicada a la derecha de la puerta, detrás de un bello sitial.

Se escuchaba de fondo, en un moderado volumen, música anglosajona de los 80. Unos cuantos pasos tras atravesar la puerta detuve mi andar. Escuché a mis espaldas el sonido del pestillo asegurando la entrada, volteé y pude ver primero su silueta y luego, una vez los ojos se acostumbraban a la falta de luz, su hermosa desnudez ante mí.

La profesora de Introducción al Derecho es una pelirroja que mide 1.55 m,  delgada, pero curvilínea. Su larga y ligeramente ondulada cabellera color bronce siempre iba tomada en una cola de caballo hasta el final de la primera cita. Usaba, además, unos horribles lentes de gruesos cristales que más que ayudarla a ver el mundo, la ocultaban de él, pues dueña era de finos, delicados y lindos rasgos faciales, sobresaliendo sus gruesos labios los que enmarcaban una generosa boca.

Aquella pelirroja en poco más de metro y medio podía presumir, mas nunca la vi hacerlo, de exhibir estrechos, tanto hombros como cintura; perfectos senos de mediano tamaño, coronados ambos por breves aureolas cada una finamente rematada por rosados y bien definidos pezones.

Proporcionadas eran las caderas. Las excitantes curvas fluían hasta un armonioso culito, sensualmente antecedido por dos pícaras margaritas que sobresalían rematando su espalda baja. Este bello trasero no era ni grande mi pequeño, formado por firmes y redondos glúteos elegantemente sujetos a dos estilizadas y largas piernas, apoyadas ambas en dos bellos pies de finos dedos. En fin, estimo que sus medidas andaban por los 80-60-90.

Miró al suelo todos esos segundos de contemplación hasta que levantó su rostro, buscando el mío. En cuanto nuestras miradas se cruzaron se acercó dos pasos, deteniéndose a escasos centímetros de mí. Sin quitarme la mirada, señaló en el tono más casual que pudo reunir:

Fresia: pensé mucho en si correspondía o no esto… y finalmente decidí que ambos somos mayores de edad -comenzó a tocarme, el torso, estómago para bajar no muy lentamente hasta la entre pierna- y si no mezclamos los roles… creo que no debiésemos tener ningún tipo de dificultad… Además… quiero saber si se cumple eso de que estás seguro que soy una mujer que me veo mejor sin ropa que con ella…

Yo: -retrocediendo unos centímetros solo de lo nervioso que estaba-. Pues… definitivamente luces mejor sin ropa…

En un arrebato reduje aún más la distancia que nos separaba con el fin de besarle los labios, pero en un rápido y suave ademán, interpuso su suave y aromática mano derecha entre las bocas, sonrió y comenzó a agacharse. Bajó hasta quedar a la altura de mi ya excitada polla. Una vez allí, bajó mis pantalones y slips para luego dar inicio a una deliciosa mamada.

Recuerdo que esa noche tuvimos tres prolongadas, a veces tiernas, a veces bruscas, sesiones de caliente sexo. Sin embargo, no fue hasta el sábado a media tarde cuando nos dimos el primer beso en la boca como corresponde. Recuerdo que fue largo, húmedo, acariciado y manoseado, erótico y tierno a la vez.

El domingo agonizaba cuando juntos alcanzábamos un último orgasmo. Durante todo este tiempo habíamos practicado el sexo repetida y constantemente. Realizamos todo aquello que se nos ocurrió y en el proceso no dejamos de reírnos, conocernos y entregarnos como dos libros abiertos, no solo para ser leídos, sino con varías páginas en blanco para ser escritas.

Al despedimos la mañana del lunes (por casi 20 minutos) para que cada uno fuera a cumplir con sus actividades cotidianas, Fresia, luego del penúltimo beso, preguntó a qué hora me desocupaba. Con la respuesta contra pregunté: por qué, recibiendo de su parte una enigmática sonrisa y su mano estirada con 4 llaves de diferentes colores.

En cuanto las tuve en la mano, dijo. -El que llega primero hace la cena. Llego pasadas las siete de la tarde- Besó mis labios, apenas rozándolos, dio la vuelta y caminó con parsimonia hacia la salida.

Una vez en el umbral, volteó el rostro, lanzó un beso a la distancia y salió del depatamento cerrando la puerta silenciosamente. Así, sin mediar más palabras comenzamos a vivir una relación de pareja como de recién casados.

Contrario a lo que pensé, tuve que estudiar mucho más de lo que estaba acostumbrado, siempre supervisado por Fresia, quien exigía un oportuno y cabal pago por sus horas pedagógicas. La moneda era, hacer el amor lo más frecuentemente posible. Obvio que pagaba con prontitud y alegremente.

El sexo, desde el primer día y siempre, fue una continua exploración. Fantaseábamos todo el tiempo y el trío HMH no era la menos mencionada por ella. Tanto así que ella misma un día llegó con un consolador que usamos esa misma noche y desde ahí en repetidas oportunidades, siempre imitando una doble penetración.

No me sorprendió cuando una noche de mediados de diciembre, faltando pocos días antes del examen y luego de un prolongado silencio tras hacer el amor larga, tierna y consideradamente, sacándome del sopor del primer sueño, de pronto espetó:

Fresia: Da… estás despierto?

Yo: -sin cambiar la postura- no…

Fresia: ya po… es que… recuerdas anoche cuando te desperté de madrugada para follar…

Yo: -aun sin cambiar de posición- mmmmm… cosita rica… claro que lo recuerdo, pero ahora que lo mencionas, también recuerdo que nunca me contaste el por qué de los porqueses…

Fresia: mira… sacaré todos los detalles… en una piscina abrazados, ambos con nuestros trajes de baño, nos tocábamos cuando de pronto sentí otras manos y fue como oh, qué bueno, era lo que me faltaba y ambos los disfrutábamos por igual… estoy preocupada porque después que me hiciste eyacular, a veces, a pesar de sentirme satisfecha, igual podría sentir un orgasmo más… Estoy mal??

Yo: escúcheme, Sra. Fresia… hace 6 semanas eras una completa nerds y ahora te has convertido en una mujer gozadora del sexo… pasaste sin intermedios de tener relaciones sexuales con tu ex esposo 1 vez a la semana por ocho años de la misma manera a en unas cuantas semanas incluso haber practicado con éxito el sexo anal… te pregunto… tú lo sientes malo???

Fresia: no creo sea una cuestión de si es malo o no… es que me impresiona cuanto ha cambiado mi vida en unas cuantas semanas… y, con la misma intensidad, me gusta y me da miedo… pero sabes… olvídalo, son tonterías… debí tomar tu sugerencia del consolador como coestrella… me puedes abrazar…

Yo: no tengas miedo de lo que sientes… canalízalo y vívelo a concho, tal y como lo vienes haciendo desde hace un tiempo a esta parte. Ten precaución de cuándo y con quien explorar para que siempre sea una experiencia placentera. Demás está decirlo, aun así lo haré. Sabes que cuentas conmigo para lo que sea que quieras… Todo es conversable.

III

Una sonrisa se dibujo en mi cara recordando ese abrazo y las palabras de arrullo que susurraba en su oído para tranquilizarla. Así se quedó dormida. Estaba aún en mis pensamientos, por lo que no sentí aproximarse una persona que, de pronto, dejó caer su cuerpo bruscamente al lado del mío, empujándome en el proceso.

Daniela: disculpa Da… te asusté…

Yo: un poco… pensaba en… bueno hacía un resumen del año. Cuando es tu turno del examen.

Daniela: vengo de allí, Da… pasé!!!

Nos fundimos en un profundo abrazo durante el cual pude sentir sus tremendos pechos y delineada cintura. Mi verga reaccionó de inmediato y luego de un par de segundos nos separamos lo suficiente para vernos al rostro.

Yo: Dani... y los monos…

Dani: Dijeron que estuvieras tranquilo, pues ambos se presentarían en la primera vuelta… que lamentaron no hacerlo en la voluntaria, pero que no postergarían más la agonía.

Yo: que bueno… y vienes con nosotros al departamento de Fresia???

Dani: me da lata no poder asistir, pero me contenta mucho la razón por la cual faltaré… Te cuento que mi esposo rechazó una nueva asignación y pasará las fiestas navideñas en familia. Las niñas y yo estamos muy contentas…

Yo: cuanto me alegra amiga mía… de verdad… aunque de verdad por otro lado, me arrepiento de haber sido tan caballero aquella vez.

Dani: -jajaj, idiota… -luego, abrazándome con más fuerza aún- espero ésta sea una real oportunidad para mi matrimonio… que me darás para navidad, amigo???

Yo: -soltándola de mala gana- ya te lo di… a ti y a los monos…

Dani: ah sí??? Y cuándo se pude saber que no me di ni cuenta???

Yo: hace unos días, y debido a que nos vio estudiando duro a los 4, Fresia me preguntó qué parte de los contenidos dominaban más y menos tú, Charly y el Rigo, tras lo cual me limité a comentarle que detestabas las clasificaciones, pero que en lo concerniente a la teoría de la ley, sobre todo lo relacionado a sus alcances y efectos te manejabas fenomenal. Lo mismo para los otros dos monos.

Dani: eso fue lo que conversabas con la profe, perdón, Fresia…

Yo: no... Fresia me decía que…

De súbito la puerta de la sala se abrió ruidosamente. De ella, casi cayéndose salió Charly. Cuando nos ubicó con la mirada alzó los brazos, vociferando la frase: “tienen un amigo con distinción máxima, cabros” y luego repitió distinción máxima, distinción máxima…

Fue todo muy rápido. Con Daniela nos soltamos y corrimos al encuentro de nuestro amigo para fundirnos en un sentido abrazo los tres. Al soltarnos estábamos con la respiración agitada y la alegría dibujada en los rostros.

Charly: no quiero recordarle a cierta persona que hay una tonta e insignificante apuesta que pagar…

Yo: de qué hablas Charly? Esperen debo contestar.

Era Fresia. Debido a que una inasistencia era inexcusable para el cóctel organizado por y para ella, sus colegas, jefes y demás funcionarios de la Universidad, no se desocuparía nunca antes de las 6 pm. Mientras charlaba pude notar que mis amigos conversaban con inusitado histrionismo. Charly agitaba los brazos como casi queriendo despegar del suelo y Dani los movía claramente tratando que su amigo se calmara y entrara en razón.

Estaban en eso cuando Daniela comenzó a registrar el bolso del que sacó el celular para ipso facto iniciar una llamada. Menos de 10 segundos después, movió su cabeza en un gesto de asentimiento hacia Charly quien no ocultó su sorpresa y alegría. Al colgar intenté continuar con la conversación anterior.

Yo: -al llegar a su lado, pregunté,- qué me estoy perdiendo chicos…

Daniela: la celebración va, Da, voy, pero solo un rato… pedí permiso y me lo dieron.

Yo: genial… mira… -Observaron juntos salir disparado a Charly en dirección a su amigo. El abrazo entre el Rigo y Charly nos adelantaba que todos habíamos pasado el examen.-

Daniela: pero solo un rato…

Yo: ya te escuché. Oigan… vámonos para el departamento… Fresia tardará, pero llegará por lo que les dijo que se sintieran como en su casa y celebraran porque se lo merecían.

Charly: pasemos por el whisky…

Yo: no es necesario, en el Depto. hay de todo sobre todo whisky pensando en que alguna vez nos visitaría el parcito. Vamos que Dani ya partió en su auto.

Entre vuelta y vuelta que se dio Charly, salimos casi media hora después de Daniela. Pensaba en lo extraño que fue el que me pidiera las llaves, pero tras la demora resultó ser un alivio saber que no estaba esperando en la calle, sola.

Durante el camino, Charly no quiso contarnos de qué se trataba la famosa apuesta y solo repetía, una y otra vez, ya verán, ya verán, intercalando de cuando en vez: la sorpresita que se van a llevar…

Miré el reloj. Las 3 y cuarto pm. Fresia no llegaría sino hasta las 6. Moví la cabeza de un lado al otro… al menos tres horas y Dani se iría a las 5… Esto no pinta bien… -ojalá los chicos no se aburran y vayan-, me dije.

Bajamos del carro para dirigirnos hacia el Depto. Este mostraba signos de vida, pues contrario a como lo dejé, el ventanal del balcón se encontraba abierto y las cortinas corridas, cubriendo por completo todas las ventanas. Sentí curiosidad nuevamente.

Tocamos el timbre. Desde el interior escuchamos por encima de la música de Bob Marley la voz de Dani y sus apresurados y descalzos pasos, anunciando que había escuchado.

No la vimos sino al darnos vuelta una vez traspasamos el umbral y Daniela cerrara la puerta. Quedamos atónitos. Se veía exquisita. El pelo suelto y engalanada solo con una sexy humita color negro en su estilizado cuello y su reloj de pulsera abrazando su femenina muñeca izquierda.

Desnuda frente a nosotros, apoyando su peso en la pierna izquierda ligeramente atrás, las manos en las caderas, nos observaba con cara entre divertida y claramente con menos vergüenza, de pronto dijo, -es sin tocar, estamos? Entonces, siéntense en el sofá. Al tiro les explico-.

IV

Nuestra compañera Daniela es una mujer casada, dos hijos, 38 muy requetebien conservados años por uno que otro retoque y contantes ejercicios. Trigueña, cabello negro, ondulado y largo hasta los codos.

Profundos y expresivos ojos tan marrones que parecía que fueran del mismo tono azabache de su llamativa cabellera, adornan su bello y angelical rostro. Cuento corto: Su aspecto tanto en cuanto al rostro como también al cuerpo, es muy similar a la actriz Natalie Portman.

Usualmente usaba el pelo tomado en una cola de caballo y vestimenta de gimnasio. O sea, ajustados petos sin ropa interior, debajo de chaquetas con cierre en medio a juego, ceñidas calzas largas, a media pierna, cortas y muy cortas, sexys colales, diminutos soquetes y zapatillas de todos los colores y formas.

En otras palabras, Daniela era una diminuta, curvilínea, bella y sensual mujer. Cierto es que siempre fue media calentona y en no pocas sesiones nocturnas de estudio, después de unos tragos, más de algo dejó ver, pero nada como lo que estaba pasando.

Todos sabíamos por su misma boca que Charly no una ni dos sino en varias oportunidades se le había ofrecido, como su amante bandido y Dani, sonriendo divertida ya ni le contestaba. Y ahora, completamente desnuda, con sus pezones erguidos, inhiestos casi orgullosos de coronar unas breves y levemente más oscuras que el resto de su piel, aureolas. A pesar que mucho menos que al comienzo de todo esto, aun se le notaba tensa, mas enfrentaba la situación con aplomo y. pensé, ciertamente con evidente gozo.

Mis amigos tomaron asiento cada uno en una esquina del sofá que Daniela nos señaló, dejando vacío el sitio entre ellos. Por mi parte, me senté en el sitial ubicado a la derecha del sofá, pues estaba en diagonal con él y no en la misma línea, logrando de ese modo mejor vista de todo el espacio a mí alrededor.

En cuanto ocupé mi lugar comencé a seguir el qué hacer de mi amiga. Exagerando solo lo justo el movimiento de sus dibujadas caderas, nos sirvió un vaso con whisky a cada uno, dejándonos recrearnos en su hermosa femineidad. Cuando todo estuvo presto, nuestra amiga se ubicó frente a nosotros y mirándonos alternativamente a cada uno a los ojos, señaló:

Daniela: quiero explicar el por qué de esto… La última junta de estudio para el examen de hoy que hicimos en mi casa, conversábamos con Charly y no recuerdo a pito de qué, explota diciendo te apuesto lo que sea a que paso el examen con distinción… al menos.

En susurros le contesté lo primero que se me vino a la mente. Estoy segura que pasarás, pero de ahí a distinción, tomando en cuenta tu nota de presentación… lo dudo…Mira, peladito, -agregué- si logras eso seré tu geisha por una noche, pero si no lo haces me pagarás 100 pesos y además dejarás de ofrecerte como mi amante… Nos dimos la mano, previo escupito ceremonial en la palma y así sellamos el acuerdo.

Y que creen que pasó??? Este bruto lo hace… y aquí estamos… les pido por favor entender que no es no… y como el tiempo es limitado les pregunto… que se les ocurre que haga para ustedes… -debieron ser como mucho 5 segundos los que duró el silencio-

Rigo: que te parece que seas nuestra modelo en un sesión de fotografía semi porno…

Como todos callamos, entendimos tácitamente que la propuesta era buena y por ello la idea, ´prontamente se materializó. En un instante fui y volví por la cámara de Fresia, dejándola sobre su trípode, grabando en modo video todo lo que pudiese pasar.

Mientras me ocupaba de la cámara los chicos se organizaron. Cada uno sería el director, fotógrafo, modelo o asistente por 5 minutos, comenzando el mismo Charly, para seguir con Rigo y luego yo, volviendo a Charly y comenzar el ciclo nuevamente.

El reloj mostraba que nos quedaba poco más de una hora por lo que nos pusimos manos a la obra de inmediato. Corrimos las cortinas y comenzamos. Las sesiones de mis amigos fueron casi idénticas. Ambos le pidieron que se tocara casi de inmediato, los dos iniciaron la sesión con ella desnuda, exponiéndola y usándola como sl fuese una esclava. No me agradó y a Daniela nunca la noté a gusto.

Fue cuando Rigo comenzaba que me decidí. Al volver, mi amigo ya casi finalizaba y la cara de la modelo evidenciaba que de seguir igual necesitaría estar mucho más ebria de lo que ya estaba o moriría de aburrimiento.

Yo: -estirando sobre el sofá varias sexis prendas que Fresia había comprado recientemente -ya mono… es mi turno… -le dije a Rigo y mirando a Dani agregué-, elije tres… y te los pones y sacas cuando te lo diga, pero tú escoges el orden en el que los luces. Te parece?

De los atuendos que le sugerí. 3 escogió. Todos del tipo para ir a la cama. Es decir, vestidos holgados, cortos, de algodón o seda, de un solo color o transparentes y sujetos por insignificantes pabilos. Comenzó con uno blanco, delgado y holgado por lo que podía ver con nitidez su figura a su través.

Yo: te ves preciosa, amiga. Ahora quiero que te pares ahí. Camines muy lentamente hacia mí y justo un paso antes de llegar a mi lado, abruptamente cambies de dirección hacia el balcón. Te detienes en el ventanal de acceso y volteas para mirar directamente a la cámara y en esa mirada me expreses lo que estarás sintiendo. Comprendiste las instrucciones?

Lo llevó a cabo con elegante erotismo, mirando a la cámara solo cuando debía de hacerlo. Durante la primera parte del trayecto por medio de señas, le fui dando instrucciones de dónde y cómo ponerse. Fue de ese modo hasta que comencé a notar que Daniela estaba participando de buen grado, ya que de pronto, tímidamente al principio, comenzó a tomar la iniciativa.

La última que hizo antes de llegar al ventanal fue sentarse sobre una silla al revés o dicho de otro modo, con el respaldo como pechera, erguido el tronco, manos en las caderas, separadas las rodillas, mostrando un pecho casi completamente.

Luego, bajó el otro pabilo dejando sus pechos totalmente expuestos. Acto seguido, se puso de pie con felina agilidad para dejar escurrir la prenda caderas abajo, tomando al unísono otra. Esta vez, una de infarto.

En rigor, no era un vestido, sino una sudadera para jugar básquetbol talla L que Fresia utilizaba para dormir y provocarme. La deslizó sobre su cabeza, dejando sus dos hermosos y compactos senos casi completamente expuestos. Pero eso no era todo, era tan corto que apenas le cubría la totalidad de su respingado culito.

De la silla donde los 4 quedamos excitados, caminó sobre sus pasos hasta la alfombra a los pies del sofá y los sitiales. Se estiró repetidas veces en un vano intento de tocar el techo, mostrando en cada intento sus maravillosas y perfectas nalgas y un carnoso, depilado y, pudimos notar, húmedo coño.

Al cabo de mucho más de un minuto, decidió parar y cambiarse por última vez. Entonces, en un felino ademán, se calzó por la cabeza un corto y totalmente transparente baby doll dentro del cual parecía una diosa.

Daniela: -mirándome a los ojos, con la voz ronca dijo- quiero que sigas tú detrás de la cámara… puede, cierto Charly??? –El aludido asintió torpemente-

Yo: Rigo, amigo, porque no sacas fotos mientras sigo con el video… y tú, Charly sirve de algo y sirve más whisky por favor. Dani, cariño, necesitas ayuda? –Tomé su silencio como un No, pues ya estaba enfrascada en su calentura, tocándose sensualmente todo el cuerpo-.

El tiempo pasó volando. Cuando faltaban cerca de 7 minutos para las 5 contacté a Fresia por video llamada. En cuanto contestó le dije mira, volteando el foco de la cámara de mi celular, convirtiéndola en espectadora de primera fila. Al minuto, mostrando mi rostro le digo, mira lo que te estás perdiendo… luego te cuento todo… te extraño… chaolín…. Y corté…

El segundero no alcanzaba a completar la segunda vuelta luego del fin de la transmisión cuando casi por instinto Daniela miró su reloj, eran casi las 5 menos 5. Durante los minutos previos estuvo desnuda sobre la alfombra, masturbándose, en varias poses, hasta el orgasmo para nosotros. Se incorporó con cierta pereza.

Daniela: -se vestía mientras hablaba- chicos, a pesar de querer seguir aquí con ustedes, el deber me llama y por ello debo partir, pero les prometo aquí y ahora que esto se va a repetir. No recuerdo haber estado más excitada que hoy al masturbarme y ahora que lo pienso, Boris, mi esposo, nunca me ha pedido que me de placer delante de él…

Charly: eso espero… no que te pida te masturbes para él, sino que eso de que esto se repita… ¿estamos? mira cómo me dejas. –le dijo mostrándole su erecto miembro asomándose a través del cierre del pantalón. Todos reímos-.

Se despidió con un ardiente beso de cada uno y sin más se fue, pero hizo sonar el timbre de inmediato, pues dejaba sobre la mesa su bolso. Volvió a besarnos y, nuevamente, partió. Sin embargo, no alcanzamos a sentir su ausencia porque ni 10 minutos habían pasado desde que se fuera cuando el timbre volvió a sonar. Todos pensamos que por fin eran las pizzas.

V

Dos minutos después de la doble despedida, mis amigos, ya pasados de copas, mas no ebrios del todo aún, pidieron café para poder partir a sus hogares. A cambio, les ofrecí quedarse y seguir la celebración. Aceptaron de inmediato.

Al poco, corría en la televisión una película porno donde tres obreros se follaban a una dueña de casa al tiempo que nosotros sentados en las mismas ubicaciones de antes, bebíamos paladeando el whisky sin perdernos detalle del filme.

El timbre me sacó un tanto del sopor que produce la embriaguez. Las pizzas, pensé… Estiré mis brazos para sacar la pereza que me arrullaba. Apoyé ambas manos en los brazos del sitial y de una sola vez me vi erguido.

Al abrir la puerta vi parada a un metro del umbral a mi Docente favorita, sonriéndome con sus sensuales labios y sus cautivadores ojos al unísono. Con ademanes pidió me acercara. Vestía un traje de dos piezas color esmeralda con la falda ajustada y larga hasta justo encima de las rodillas. Arriba lucía una blusa color marfil semi transparente con un brassier en el mismo tono de la chaqueta. Sus piernas estaban envueltas en nylon de un café muy claro. Calzaba zapatos de tacón alto tipo aguja a juego con su breve cartera y fina blusa.

En ese momento Charly preguntó desde su asiento que quien era, contestándole de inmediato que las pizas de otro. Pero Charly contraatacó: pero llamaste por las pizzas, cierto. –Sí- contesté seco y ya no replicó.

Fresia: -con voz muy baja- con quien estás???

Yo: con Charly y Rigo. Daniela se acaba de ir. Están más pasados de copas que yo por lo que les ofrecí pernoctar… Espero no te moleste… pero pasa…

Fresia: no me molesta, pero…

Yo: Estás hermo… no, qué digo… no estás, eres hermosa… me encanta tu pelo suelto… luces… cuál es la palabra… radiante. Ven vamos a sentarnos con los chicos. Estamos viendo una película de cine alternativo, bien rara, estoy casi seguro en cuanto veas una escena la recordarás. Ven asómate y mírala.

Fresia: por supuesto que la recuerdo… pero estoy a poco de la ebriedad nivel 2 y caliente y sabes que esa no es una buena combinación… y si mejor me acuesto calladita…

Yo: mmm… me parece que tengo que entender con tus palabras que la prestigiosa, inteligente y hermosa docente señorita Fresia no pagará una apuesta libremente adquirida y limpiamente perdida??? Yo solo te dije que si les preguntabas lo que cada uno dominaba, no solo contestarían, sino que lo harían rozando la perfección. Fuiste tú, me parece hará ya poco más de una semana, la que agregó las palabras mágicas, como si de una guinda sobre el postre se tratara… Les voy a preguntar solo donde se supone son fuertes y no aceptaré nada menos que una distinción… si lo hacen seré tu esclava desnuda por una semana, si fallan, lo serás tú…

Fresia: ya no sigas… me siento chantajeada…

Yo: no seas así conmigo… debes reconocer que son palabras tuyas y no mías las que te atan… al menos entra más ligera de ropa para saludarlos, hacer los honores unos minutos, para luego despedirse y le prometo que 10 minutos después de eso, la sigo. Mañana empezamos con eso de la esclava…

Fresia: mmmm, pillín, pero tienes razón, Da… soy la anfitriona…

En cuanto entró, se deshizo de su chaqueta y del calzado y fue directo a la sala, sorprendiendo a mis amigos viendo porno y jalando distraídamente de sus vergas al aire libre. Tras el bochorno inicial, el cual la misma dueña de casa aplacó con bromas que a todos nos relajaron, tomamos asiento tal cual estábamos, menos ella, manteniéndose de pie en el espacio que me separaba de Rigo.

Bromas como no se molesten en ocultar sus miembros por encontrarse una dama presente o si se cansan, me avisan y los ayudo o estará disponible el espacio entre ustedes para alguien pequeña como yo, entre otras similares le permitieron manejar la situación desde el inicio.

Sin quitarles la mirada a mis amigos lentamente se ubicó en medio de mis separadas piernas, juntas las rodillas, apoyando todo su firme y redondo culo sobre mi erecta verga.

Una vez cómoda dio vuelta la cara y preguntó: estás cómodo? –Asentí.- Volvió a torcer la cabeza para dirigirse a los chicos quienes la miraban con la boca abierta, jalándose sin pudor sus erectas vergas. Charly además, palmeaba suavemente en el espacio vacío entre él y su amigo, invitándola a cambiarse de asiento. En un tono jovial les dijo.

Fresia: -sin chaqueta, descalza, pero con medias de nylon bajo su falda.- Chicos… cuál es mi vaso??? Mi brassier por un vaso con whisky… Qué buena la película… educativa o no? Les molestaría encender alguna luz… no me gusta tanta oscuridad, excepto en el cine… Eso, gracias…

Yo: y eso de mi brassier por un vaso… tienes el vaso y el brassier y Rigo no tiene nada… me parece, profesora que en su poder está el precio pagado y el objeto comprado, pero no entregado. -Los Comentarios sacaron las carcajadas de todos.-

Mi profesora favorita aprovechó la distracción general y rápidamente se despojó de él. En cuanto el ambiente se calmó estirando el brazo y sin tapar la evidente erección de ambos pezones, entregó la prenda. No sin antes notar la constante invitación de Charly a cambiarse de asiento.

Fresia: -sonriendo pícaramente primero a Rigo, luego a Charly para finalmente a mí- -a Rigo-temo tienes razón… toma ahí lo tienes… -a Charly- y tú sigues con eso… jejejeje… -a mí- ese que está ahí, apuntando a Charly, es obstinado…

Yo: no sabes cuánto… yo que tú, para dejarlo tranquilo, aceptaría…

Fresia: es que…

Yo: no muerden…

Fresia: es que y si la que muerde soy yo… Da… estoy muy caliente…

Yo: con mayor razón insisto en que vayas, toma, lo necesitarás, -dije pasándole su vaso lleno, el que tomó con su mano derecha, llevándolo a la boca para de un solo trago vaciar su contenido-.

Fresia: qué es lo que quieres que haga?

Yo: cariño, acá la pregunta es qué es lo que tú quieres hacer… y créeme cuando te digo, pequeña, que hoy, aquí y ahora no es el día de lo bueno o lo malo, sino aquel del quiero o no quiero… Nadie será juzgado por sus elecciones… así que, por favor, sorpréndeme…

Fresia: eres un pirata desalmado… estoy segura esto lo planeaste solito… quieres que esos dos me follen, pues bien, eso pasará…

Yo: por supuesto que pasará, pero solo si tú así lo quieres… pero ya que lo preguntas, la respuesta a si lo planeé es sí… sin embargo, en mi defensa debo agregar que nadie te obligó a fingir sentirse mal para ausentarse de un evento en el cual debería estar para llegar de improviso… Rojis, quiero que entre los tres te regalemos la follada de tu vida... En todo caso, no hay problema si no quieres, es sol…

Su abrupto levantar cortó mi discurso, ya que una vez totalmente erguida con el vaso a medio llenar en la mano, dirigió sus pasos decididamente hasta posicionarse en medio de mis amigos, que desde hacía rato estaban ambos sin pantalones ni ropa interior, jalándose cada uno su verga, para luego de dos vueltas sobre su eje, tomar asiento pesadamente.

Al cabo de unos segundos, cada uno simuló volver a poner su atención en la TV, pero tanto Charly por su izquierda, como Rigo por la derecha, casi al unísono, estiraron una mano hasta posarla sobre sus pecosos muslos, comenzando de inmediato con suaves caricias que no cesaron en ningún momento, recorriendo casi toda su piel, con la excepción de sus zonas erógenas.

Así, durante un rato (entre 5 y 8 minutos) bebimos y disfrutamos de la película. Hasta que, sin previo aviso, exclamé desde mi asiento, estás coloradita, cariño… mucho más de lo usual… de seguro tienes calor… quieres que los chicos te ayuden… -con un breve gesto de la cabeza, asintió.-ya lo vieron muchachos, por favor, les ruego corregir el error de forma permanente.

En menos de un minuto cuatro ansiosas manos desnudaron a Fresia quien no opuso resistencia alguna. La contemplamos durante unos cuantos segundos, tras los cuales desde ambos flancos, la profe, comenzó a recibir caricias, lamidas, besos y chupadas principalmente en ambos senos a la vez. Su voluntad desapareció de inmediato.

VI

Caminé hasta situarme por detrás del sillón justo donde apenas sobresalía la parte superior de la bronce cabeza, tomé parte de sus cabellos entre mis dedos y con firmeza carente de violencia tiré de él solo para besar suavemente sus labios y con ello dar inicio a cambios en las posiciones de los comensales.

De esta manera, mientras Charly entre sus blancas piernas concentró sus esfuerzos con dedos, boca y lengua en un rosado y bien definido clítoris, ya inflamado por la excitación y sus húmedas y dilatadas cavidades; Rigo, por su lado, atendió con esmero ambos pezones que desde el comienzo lucieron erectos y duros, al tiempo que yo le besaba su boca, cuello, hombros, ojos, frente.

De pronto no pudo contenerse más, dejando salir ya libres ahora lo que antes eran ahogados gemidos. Éstos prontamente se transformaron en sonoros jadeos, los que antecedieron a las primeras contracciones del orgasmo.

Aquel primer clímax alcanzado gracias a dos hombres al mismo tiempo, siendo ninguno de ellos su pareja, fue intenso no solo en lo somático; sino también en lo emocional y, por si fuera poco, removió gran parte de lo que alguna vez fue el sustento moral que definía su mundo.

En el transcurso de los segundos que duró el éxtasis del orgasmo cambiamos de lugar, quedando mis amigos cada uno a un lado de una desparramada y totalmente inhabilitada pelirroja por exceso de endorfinas.

Casi de inmediato reiniciaron con la estimulación, pero esta vez ambos senos estaban en la boca de uno de mis amigos y las manos de ambos, recorriendo cada centímetro de su piel. Entonces, con las manos separé las rodillas de Fresia, comenzando a besar y lamer el interior de sus tonificados muslos. Los suspiros brotaron espontáneos de su boca.

De improviso hundí hasta el fondo de su lubricado coño los dedos de la mano derecha anular y corazón iniciando de una, un movimiento de arriba y abajo cada vez más rápido. Los otrora gemidos y quejidos eran ahora verdaderos aullidos de placer entre los que, de tanto en tanto, podían escucharse de manera entrecortada, pero repetida, palabras como sí, así, ahí, de nuevo.

Un prolongado ay antecedió al involuntario arqueo del cuerpo producido por la profusa e incontenible eyaculación que Fresia comenzó a experimentar. Segundos después, repetía la dosis, consiguiendo una nueva ola de orgasmos, intercalados con varias y seguidas, algunas violentas, eyaculaciones que embriagaron de placer los sentidos de todos nosotros.

Entonces Charly, no pudiendo aguantar más, se ubicó entre las piernas de Fresia, apuntó al coño y de una sola estocada hundió su miembro hasta el fondo en él, iniciando de inmediato un vigoroso mete y saca que claramente, Fresia disfrutaba, pues las constantes eyaculaciones mantenían a Fresia en una suerte de orgasmo permanente del que por más de tres minutos, gozó.

Las rodillas separadas, los ojos vidriosos, la mirada perdida mientras Charly, encima de ella, la follaba con verdaderas ganas y a un ritmo cada vez más veloz. No alcanzaron a pasar un par de minutos cuando, en sobre el vientre, su amante de turno dejaba esparcida una buena carga de semen. Su lugar lo ocupó Rigo casi al tiro, repitiendo calcada la reciente performance de su amigo.

Durante las dos rápidas folladas, Fresia se mantuvo en un constante devenir de orgasmos seguidos. Uno tras otro el constante fluir de clímax dejó estirada en el medio del sofá semi inconsciente a nuestra caliente profesora.

En medio de la vorágine de placer que envolvía a mi pelirroja, escuché, esta vez muy débilmente, el sonido del timbre. Eran las pizzas. El reloj anunciaba que eran las 6 y media de la tarde. En cuanto abrí la puerta, el chico, con cara de afligido, preguntó si podía usar el baño para orinar, conduciéndolo automáticamente hasta él.

Para llegar hasta el baño desde la entrada, obligatoriamente se debe transitar por la izquierda de la sala de estar por lo que le fue imposible al chico no darse cuenta de lo que estaba pasando, a pesar de lo rápido que pasó durante el trayecto de ida.

Al salir del baño, nos detuvimos tras unos pocos pasos. Estábamos prácticamente en medio de la sala de estar. A su derecha (mis espaldas), el chico podía ver, mientras le cancelaba la pizza, a Fresia desparramada boca arriba en medio del sofá con la cara desencajada de placer y a mis dos amigos, sonrisa estúpida incluida en sus caras, caminado cancinamente hacia el baño.

Yo: -noté que no pudo sacarle los ojos de encima a la bella y bien formada colorina desnuda que se exhibía a poco más de dos metros de él- revisa si está completo, por favor…

Chico: ah… si… oh, sí… disculpe… no se preocupe, confío en ustedes, llevó medio año trayendo pizzas a la señorita Fresia… antes pensaba que era bonita, pero ahora… wow… perdone usted, pero es una diosa…

Yo: estoy de acuerdo contigo… y ya te recuerdo… Juan es tu nombre o no???

Juan: así es don David…

Caminábamos hacia la salida a paso lento mientras conversábamos. Juan no dejó de dar vuelta la cabeza para llenarse los ojos con aquella tremenda hembra antes de partir. Al llegar a la puerta tomé una decisión.

VII

Yo: dime, Juan, cuántos años tienes… pareces joven…

Juan: 22, señor, los cumplí ayer… mire. –dijo, mostrando la fecha de nacimiento de su cédula de identidad.

Yo: vaya… necesito un favor de ti, por el cual te voy a pagar, por supuesto, pero solo si puedes hacerlo ahora mismo… tienes más entregas?

Juan: no señor, ustedes eran la última… qué puedo hacer por usted?

Yo: -pasando mi brazo derecho por sobre su hombro para juntos devolvernos hacia donde estaba en la misma posición que la dejamos, nuestra bella pelirroja- puedo ver que te gusta??? No, no… no es reproche, más bien una observación… De verdad siempre encontraste que es una mujer bonita?

Juan: si… y muy simpática. Siempre me ha tratado bien. Da gusto venir a dejarle cosas, pues no solo es generosa y simpática, sino que para mí era la clienta más bonita, pero ahora… ahora es la más exquisita del mundo, si usted me perdona…

Yo: no te preocupes…pero escucha… lo que pasa es que justo ahora tendré sexo con esta belleza y me preguntaba si no te molestaría compartirla conmigo… te animas?

Juan: Me está tomando el pelo, cierto?

Yo: jamás podría…

Juan: en ese caso, le entro…

Yo: estupendo… -tocando alternativamente a los chicos para en silencio retirarse de su lugar, ocupándolo nosotros ipso facto. Entonces, en su oído tiernamente le susurré,- cariño… tengo a su otro lado al chico de las pizzas… ayer estuvo de cumple…

De inmediato torció levemente su cuerpo hacia su derecha, le sonrió y tomándonos de la mano a los dos, levantó su escultural cuerpo y animándonos a todos nos condujo al dormitorio principal.

Yo: -al inicio del trayecto- Charly, dos sillas por favor. Rigo, el whisky y las pizzas… Gracias…

Pegada a la pared a la derecha de la entrada, estaba la cama King size, vestida con un cobertor de hilo color cenizas y debajo de él, albas sábanas. En cuanto nos acomodamos en el centro de la cama, un metro hacia el respaldo, ella mirando al techo desnuda reclinada sobre mi dorso también desnudo, Juan se ubicó a sus pies.

Mantuvo las piernas contraídas y juntas hasta que vio a los chicos (Charly y Rigo), quietos en sus puestos (uno en cada esquina, a los pies de la cama), vaso en mano, a centímetros de nosotros, observando atentos. En ese momento separó sus rodillas, exponiendo su limpio, depilado y húmedo coño y su rosado y no tan virgen ano a las lascivas miradas de todos.

Entonces, mientras mis labios exploraban su bica, cara, cuello, hombros, estómago y senos, Juan saboreaba con evidente deleite los fluidos vaginales de Fresia quien prontamente volvió a gozar.

Prueba de ello es que al poco, mi ardiente pelirroja, en medio de roncos jadeos, nuevamente arqueaba su espalda en señal no solo que estaba gozándolo, sino que el orgasmo (otra vez) estaba a la vuelta de la esquina. Los jadeos dieron paso a una silenciosa mueca. Acompañó a la boca abierta en un mudo quejido, una serie de temblores que sacudieron todos los rincones de su lujuriosa carne.

El orgasmo fue intenso, dejando a Fresia estirada sobre la ya desordenada cama, las rodillas levantadas, sus pies en el aire, la respiración agitada. Apoyando mis manos en sus hombros por su espalda, le ayudé a sentarse y luego a quedar apoyada en manos y rodillas (a lo perrito o en 4), mirando a Juan que rápidamente se desvestía.

En el momento que vi su culito parado frente a mí, no lo dudé ni un segundo. Con la verga llevé sus propios fluidos emanados profusamente por su bello y delicioso coño hasta el ano con pinceladas largas y constantes. Al cabo de unas cuantas más de 6, cuando llegaba a la entrada de su culito con mi húmedo cargamento, comencé a ejercer presión para entrar.

Primero fue leve. Luego, la fui aumentando hasta que en una de esas el ano cedió. De ahí en adelante fue todo más fácil, pues ya teníamos harta práctica en el asunto. Los dos primeros minutos el mete y saca fue casi como hacer el amor. Y digo casi, porque mientras yo, tiernamente me afanaba en su rosado culo, Juan no se quedaba para nada atrás.

En efecto, en los instantes en que Fresia era estimulada por mí, el chico le acercó su verga a la boca y Fresia, sin dudarlo, la recibió, comiéndosela casi entera. En menos de un par de segundos y por primera vez, Fresia, era follada por dos vergas al mismo tiempo. Una penetraba en su culo y la otra, con igual vehemencia, por la boca en perfecta sincronía. Así estuvimos con palco lleno, por un buen rato.

Estaba gozando y ya a punto de acabar cuando desde el público nos pidieron cambiar de posición. Entonces le pedí a Juan que se acostara mirando al techo con los pies colgando fuera de la cama desde las rodillas y ha Fresia que con su ansioso coño, montara la polla del chico.

Cabalgó por casi un minuto con determinación la, al parecer, inmortal verga de Juan mientras mis ojos no podían ver nada más que a Fresia. La admiraba como hipnotizado, mechones de cabello pegados al congestionado y transpirado rostro, gotas de sudor colgaban indiferentes en cada uno de sus excitados pezones, otras gotas bajaban en locas carreras por su dorso, pasando por el plano abdomen y aquellas que lograban sortear su femenino ombligo, se perdían para siempre en su generoso monte de Venus.

Apoyé la mano en medio de su mojada espalda. Solo fue necesaria una leve presión para que Fresia se recostara sobre el dorso de Juan, levantando su delicioso culito y como parte del asunto, ofreciendo un palpitante agujero aun sin tapar.

No me hice de rogar, penetrándola poco a poco hasta tocar fondo. Una vez con toda la verga dentro de su culito, sincronicé de una con el ritmo que ya llevaban, iniciando la primera vez en la cual Fresia tenía tapados sus dos agujeros inferiores al mismo tiempo, por dos pollas de diferentes dueños.

Fresia en cuanto comenzó a sentir sincronizadamente dos pollas dentro de sí al unísono, no tardó en empezar con las eyaculaciones que dejaron totalmente mojado el colchón, la ropa de cama, las alfombras alrededor de la cama y por supuesto a nosotros tres que acompañando la última, primero yo y segundos después Juan, acabamos ambos, con excesivo placer, dentro de ella.

Los espectadores no permitieron demasiado tiempo de gozo después de acabar, solo el necesario para sacar las sábanas a tirones, dar vuelta el colchón, estirar unas cuantas toallas sobre la áspera superficie y dejar gentilmente a Fresia, en medio de él, a lo perrito con Charly bombeando a buen ritmo su coño y Rigo recibiendo la mamada de su vida.

En lo que fui y volví del baño, se había sumado Juan, estirado se ubicó debajo de las tetas de Fresia y mientras se las chupaba y masajeaba con decidida pasión, ella con su mano derecha le jalaba su ya despierta verga.

Al cabo de casi 5 minutos Rigo hizo de pronto el amago de sacar su verga de la boca de Fresia, reaccionando ésta, soltando la verga de Juan, con ambas manos se aferró a los glúteos de Rigo, tragándose la mayor parte del semen que profusamente eyaculó mi amigo.

Fue a petición de Juan que Fresia se sentara en la verga de Charly para montarla juntos. Él por el culo y Charly por el coño lo que prontamente se llevó a cabo. Ya llevaban un buen y sincronizado ritmo, cuando, de pronto, se dejaron de escuchar los aullidos de placer que emitía desde hacía varios minutos debido a que tenía su boca llena de mi polla.

No sé cuánto tiempo estuvimos follándonos a tres pollas a la profe Fresia, pero sí tengo claro que esa noche fue, además, la primera vez que recibía placer, al mismo tiempo, en sus tres agujeros por diferentes personas.

Después de eso, por al menos dos horas, solo fuimos saliendo quienes iban acabando de modo que Fresia siempre estuvo ensartada por al menos dos pollas al mismo tiempo, recibiendo cantidades exorbitantes e insospechadas de continuo placer.

La fiesta terminó cerca de la media noche cuando Fresia tras su enésimo orgasmo, inesperadamente cayó de inmediato rendida, en profundo sueño. Entonces la tomamos entre los cuatro y llevamos al cuarto de visitas donde acostamos desnuda, tapándola con una delgada frazada con el fin que pudiese descansar.

Como aún no era del todo tarde y el ejercicio había despejado sus cabezas, mis amigos después de vestirse se despidieron. Limpié y ordené el lugar. Fresia despertó cuando la alzaba para cambiarla a su cama, me miró con ojos de enamorada, sonrió y dijo, me duelen todos mis hoyitos, Da, pero estoy feliz, gracias. Luego apoyó su cabeza en mi pecho, guardando silencio el resto del trayecto.

Mi pelirroja bella despertó al día siguiente pasadas las 2 de la tarde. La atendí como la reina que en ese momento era de mi corazón. Comió solo para volver a dormir. Al despertar estaba mirándola sentado en una de las sillas de anoche. Dijo:- me encantas, flacuchento, estoy cansada de follar… me harías el amor, por favor…- Contestándole, solo quiero complacerla, hermosa dama.

Esa tarde noche y hasta bien entradas las tinieblas nocturnas ambos nos dedicamos a recibir y dar todo el tiempo, una suerte de erótico y tierno placer. Así nos amamos aquella primera noche del resto de nuestras vidas, ya que tengo el permiso de contarles una que otra anécdota que vivimos después, dejándonos llevar.

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