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Una noche me la pajeó… años después me lo dio todo

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La noche que me reencontré con Lorena en los recintos de la universidad fue una agradable y excitante sorpresa, aunque debo decir que las últimas palabras de esas últimas breves platicas se repetían en mi cerebro: -Sí me lo hubieses pedido ese día, hubieses hecho conmigo todo lo que se te hubiese dado en gana… ya pasó ese momento.

Conozco a Lore desde esos años de primaria y coincidimos en ese ciclo aunque soy mayor que ella tres años, pues cuando ella iba al tercer grado yo estaba haciendo el sexto y desde entonces ya no volvimos a coincidir en escuela alguna hasta ese día que me la encontraba en la misma universidad. En aquella época de nuestra niñez y a pesar de nuestra diferencia de edad, pues a esa edad bien pudo haber existido alguna barrera, pero creo que Lorena siempre vio en mí a un protector, a alguien que siempre cuidaba de ella y cuando crecimos unos años más, además de considerarme un buen amigo, también era su tutor de algunas asignaturas.

Esta niña desde pequeña era muy bonita y conforme se acercaba a su pubertad se dio un estirón en altura más que el promedio de sus contemporáneos al punto que sus amiguitas de su misma edad parecían niñitas y Lorena parecía una adolescente muy madura. Yo la dejé de ver seguido precisamente por esos años, pues nos movimos de casa pero siempre me llamaba para alguna pregunta en sus estudios. Ella y sus padres me consideraban una buena influencia pues no conocían que era ya en mi adolescencia un promiscuo, aunque con toda sinceridad a pesar de que Lorena era una chica muy preciosa, la miraba como esa hermana menor o esa amiga especial a quien uno no le puede faltar el respeto o propasarse con ella. Quizá no sentía esa necesidad de mirarla como mujer, como un trofeo sexual pues todo mi ambiente por esa época era eso y las chicas nunca me faltaron y aunque estas chicas no eran mis novias, creo que Lorena se hizo esa idea de que más de alguna debía de serlo.

La verdad que Lorena haciendo memoria había desarrollado un cuerpo muy atlético aunque ella nunca practicaba deporte alguno. Por la época que tuvimos esa experiencia por la cual me dijo esas palabras que les he compartido quizá medía su metro sesenta y cinco, tenía unos bonitos pechos que se le miraban redonditos con esos brasieres que comenzaba a usar, unas piernas que siempre lucía con mucha confianza y quizá orgullo pues le gustaba usar pantalones cortos y eran bastante cortos aunque no cacheteros. Tenía un trasero llamativo que no dudaba que por ahí no la estuviera acechando algún chico para estrenar todo aquello. La verdad que era muy bonita con ese cabello negro largo hasta su espalda baja, esa carita alargada con unos ojos negros almendrados, boca pequeña, nariz puntiaguda y ese pequeño lunar al filo del mentón la hacían ver muy sensual ahora que hago memoria. En aquella época Lorena era la niña bonita y yo era su mejor amigo y su tutor que me hacía sentir esa responsabilidad de cuidarla.

Me llamaba seguido y en cierta época nos hicimos de la costumbre de mirar un programa de televisión que pasaba películas de terror con un personaje famoso que se llamaba Elvira, quien en intermedios de la película opinaba acerca de los personajes de la película. Regularmente lo mirábamos en el quiosco de la piscina donde los padres de Lorena lo habían acomodado como una sala al aire libre. Regularmente estaba la hermana mayor de Lorena, quien es mucho mayor que ella, algunas veces la madre de ambas, pero siempre estábamos acompañados de alguien. Recuerdo un domingo a eso de las siete de la noche comenzó así, con la compañía de su hermana mayor, pero al igual su hermana mayor por ahí tenía su novio no oficial y esa noche que sus padres no se encontraban aprovechó para ir a fajarse con el novio quien sabe a dónde y nos dejó a Lorena y a mí a solas viendo el tal programa.

La verdad que no recuerdo cómo comenzó todo, pero no era la primera vez que nos sentábamos en esas sillas reclinables y nos cobijamos juntos con la misma franela y de vez en cuando en el terror de la película Lorena me tomaba de la mano o muchas veces me puso la mano sobre las rodillas o las piernas y siempre lo tomé como una reacción natural. En aquella ocasión sentí su mano casi en mi entrepierna y la mantuvo así por algunos minutos. Ambas sillas reclinables estaban unidas y esa tarde yo llevaba un pantalón deportivo de esos sueltos. Al sentir su mano tan cerca de mi sexo, mi miembro comenzó a reaccionar y de repente sentí su mano tomando mi falo por sobre el pantalón.

Para ese punto ni Lorena ni yo estábamos pendientes de la película; estábamos pendientes de que nadie llegara y nos sorprendiera. Ella se recostó inclinando en algo su cabeza a mi pecho y después de masajear mi falo por sobre el pantalón creo que tomó valor para deslizar su mano entre mis pantalones y bóxer. Mi verga estaba bien parada y obviamente con mucho liquido preseminal que rápido llenó la mano de Lorena y ella me tomaba del glande con sus dedos y hasta podía escuchar ese ruido de cómo ella se la deslizaba entre sus dedos.

Esto nunca lo habíamos planeado y por lo menos a mí nunca se me había pasado por la cabeza. La verdad que no sabía que decir y me mantuve callado y Lorena siguió con ese masaje que en ese momento lo sentía tan rico, aunque a mí sinceramente nunca me ha gustado o le he encontrado gusto a la masturbación personal, pero que te lo haga una chica eso sí que es sensacional. Recuerdo que solo me apretaba la punta con sus dedos y de vez en cuando me la halaba desde el tronco y fue en ese punto que me la comenzó a halar y ya se podía oír ese chasquido de mi verga entre sus manos cuando supe que iba a explotar. Solo recuerdo que subí en algo mi pelvis y me recliné un poco más en la silla y creo que Lorena quedaba anonadada pues no sé qué experiencia sexual tenía y solo he visto su mano de tez clara con lo blanco de mi esperma cuando la sacó entre la franela y mis pantalones. Ella se levantó para ir al baño que estaba en el quiosco y yo salí caminando rumbo a mi casa. Ni yo le hablé ni ella me habló esa noche.

Tuvieron que pasar un par de días para que ella me hablara y que retomaros el tema. Como dije, con esta chica nunca nos insinuamos nada, era una amistad que para mí era muy especial, pero después de esto me asaltó un gran deseo de cogerme a Lorena. Con lo que había pasado me dio la confianza de proponérselo y después de redondear el tema en esa llamada telefónica se lo propuse:

-¿Quieres que lo hagamos…? Si quieres puedes venir a mi casa… este fin de semana no habrá nadie.

-Tony, la verdad que sí quiero, pero hoy tengo la cabeza fría… sí me lo hubieses pedido ese día, hubieses hecho todo lo que hubieses querido hacer conmigo. Hoy te he llamado para decirte que es mejor alejarnos… la verdad que quiero, pero no quiero caer y que esto sea un problema para los dos.

Aquellas fueron de las últimas pláticas con Lorena por esa época y ese día que nos encontrábamos en la universidad quedamos en irnos a tomar un café después de la clase y platicar un poco y ponernos al día. En esa ocasión sentí de nuevo ese acercamiento con Lorena y sentía que en algo me coqueteaba y realmente Lorena era una verdadera tentación. Llevaba unos pantalones deportivos que le ceñían el bikini que llevaba puesto, sus pechos se habían desarrollado bien y ese culo se le miraba sólido y bien parado. Para apagar ese fuego que estaba sintiendo eché el balde de agua fría en la plática y le contaba a Lorena que me había casado.

Ella conocía a mi esposa, pues ambas se conocieron en la escuela cristiana de la vecindad. Me felicitó y me decía que Nadia, mi esposa, le parecía una chica muy bonita y muy buena persona y que siempre le había caído bien. Nos despedimos con un beso no sin antes decirnos que siempre nos habíamos gustado y que las cosas se dieron así y cada uno pues seguiría su camino. Se volvió amiga nuestra, pero siempre guardábamos la distancia porque hasta hoy entiendo que siempre fui una tentación para ella, tanto al igual que ella se convertía para mí por esa época.

Pasó la tragedia de mi vida años después y Lorena es una de las pocas que recuerdo con exactitud de las que llegaron al funeral de mi esposa y mi hija. Era el comienzo de mi tercera década y en la cual todo había cambiado abruptamente. Fueron años inciertos en ese sentido espiritual, pues económicamente siempre tuve mucha seguridad pues siempre planemos ambos y estar preparados para estas circunstancias. El tiempo pasó y me fui a vivir al condominio que me dejó mi madre y la prima de mi esposa, Kashira y a quien quiero como mi hermana, pasó a ser la madre de mi hijo. A esa mujer no la toco… es una mujer tan bella en todos los sentidos pero la quiero como si fuese una hermana. Por ese tiempo ella se quedó en la casa que fue la casa de Nadia y de mis hijos y yo me quedé viviendo solo en el condominio.

En esos condominios tuve algunas aventuras que me sacaron del dolor y también tuve un breve reencuentro con Lore, esa amiga de la infancia. Salía al estacionamiento cuando me la encuentro en las puertas del ascensor. No recuerdo lo que nos dijimos pero terminamos abrazados y dándonos besos fraternales y surgió esa plática que de nuevo por obligación nos hacía guardar cierta distancia. Yo le pregunté:

-¿Qué haces por aquí?

-Vine a ver un condominio que están rentando y quizá volveremos a ser vecinos.

-¿No has firmado un contrato todavía?

Precisamente en ese momento había aceptado la vicepresidencia en la compañía en la que laboraba y me tenía que mover al otro lado del país. Le ofrecí a Lorena mi condominio el cual no rehusó por el precio que pedía y el mío era uno de los mejores del edificio. Se había casado y divorciado y en esa época tenía a dos niñas de seis y cuatro años. Vivió rentando el condominio por tres años hasta que me propuso comprarlo y se lo vendí. Fui a firmar todos esos papeleos y nos volvimos a encontrar y ella me invitó a celebrar su adquisición del que fue el condominio de mi madre, el mismo que un día yo heredé.

Ese fin de semana las hijas de Lorena la pasaban junto al padre de estas y me sorprendía que Lorena no haya reiniciado su vida o que tuviera alguna pareja. Siempre me hablaba de lo ocupada que la tenían sus dos hijas que no tenía tiempo para conllevar alguna relación. En esta época Lorena rondaba los 31 años y se miraba muy jovial y me hablaba de que le gustaba volver a ser soltera y solo casada de por vida con sus dos hijas. La verdad que su cuerpo se miraba igual o quizás mejor, pues esas tetas habían crecido y se le miraban espectaculares con esas blusas con un escote muy generoso que regularmente usaba. Su rostro era el de una chica madura y del cual se miraba que lo cuidaba usando muy poco maquillaje. Su trasero siempre fue llamativo desde esos años de la adolescencia, pero a esa edad de los 31 se había acomodado unas libritas de más que se le miraba espectacular sostenidos en esos pantalones vaqueros los cuales usaba bien ceñidos a su bonito cuerpo. La verdad que las ganas de cogérsela daban, pero yo me había quedado con aquellas palabras que Lore años antes me había dicho: -Ese momento ya pasó.

Para celebrar su adquisición fuimos a cenar a un restaurante y platicamos de muchas cosas y quizá Lorena se había quedado con la misma tentación que yo experimenté por años y viendo que yo no tomaba o no indicaba ninguna intención de provocarla, ella trajo esa escena de nuestra juventud a la plática:

-¿Recuerdas esa noche de películas en mi casa?

-¿Cómo no recordarla? Era la primera vez que una chica me hiciera algo así.

-¡Mentiroso! ¿Quién no te conociera?

-Es la verdad y… siempre me he preguntado cómo se te ocurrió hacerlo. Realmente no me lo esperaba.

-La verdad que al igual yo estaba sorprendida. Pero igual, sabía que algún día pasaría algo así. ¿Quieres saber porque lo hice?

-Siempre fuiste sincera conmigo y tú sabes que te tengo mucho cariño y cuentas con mi absoluta confianza.

-Lo sé… solo dime honestamente que esa fue tu primera experiencia y que no lo dices solo por decir.

-Es la verdad. -le dije, aunque era una mentira.

-¿Recuerdas que mi hermana salió a los minutos? Pues bien, era parte del plan. Ella sabía que tú me gustabas y que me sentía enamorada de ti desde esos años de primaria. Mi mamá también lo sabía y ella siempre me decía que tuviera mucho cuidado contigo y siempre me dolía que me dijera que tú no eras un chico de solo una mujer.

-Y… ¿Por qué decía eso tu madre?

-Bueno Tony… la gente habla. Quien no recuerda a Gaby, las gemelas argentinas, la otra Lorena y puedo seguir con muchos otros nombres. Bueno, pero regresando al tema. Esa noche mi idea era provocarte y quizá lograr que me besaras, pero me encontré con la sorpresa de sentir tu miembro. Me dio algo de pena pero al ver que tú no dijiste nada decidí continuar y sentirlo con mis propias manos. Ya lo tenía y no lo iba a dejar escapar. -se reía.

-¡No sabía cómo reaccionar… me dejabas anonadado!

-Yo también me sorprendía… era la primera vez que tocaba el sexo de alguien y ese alguien era ese primer amor de juventud. ¿Tú no sabes lo que uno de chavala hace, pensando que uno va a ser correspondida? Te lo voy a contar pero más noche y te darás cuenta de que lo que te dije días después era la verdad: ese día hubieses hecho conmigo a tu antojo… estaba tan vulnerable por no decir tan excitada.

-¡Lástima que no aproveché la oportunidad!

-Tony, ¿dónde te quedas esta noche?

-En casa de mi hermana.

-¿No te quieres venir a la mía? La que por mucho tiempo fue tuya.

-¿Estás segura?

-¿Tan segura como lo que tenía planeado esa noche de películas? La verdad que de una manera u la otra la vida se ha encargado a que nos volvamos a reencontrar siendo padres y a la vez ambos solteros. ¡Creo que quedó algo entre nosotros pendiente!

Creo que Lorena hablaba por el deseo y no por el alcohol de una bebida, pues Lorena no es de las que toma mucho. Podía ver ese morbo en su rostro y obviamente nos fuimos al que ahora era su condominio y entramos besándonos por toda esa sala hasta llegar a la habitación la cual años antes había sido mi habitación y donde pasaron una media docena de mujeres por mi cama. Aquí tenía a esa chica de mi infancia gimiendo profusamente cuando besaba su cuello o lamia sus lóbulos desde su espalda. Lorena llevaba un perfume rico y su boca llevaba el sabor y olor de una margarita. Mientras nos besábamos ella me tomó del falo de nuevo por sobre mis pantalones… quizá para recordar y repetir cómo lo había sentido la primera vez y solo me dijo cuando me besaba al oído: -Por lo menos aunque sea solo esta noche, esta cosota será solo mía.

Removí su blusa y ella me asistió en removerle el brasier y ante mi quedaban esos majestuosos pechos desnudos con unos pezones hinchados, los cuales siempre imaginé así. Me dediqué a mamarlos a placer y del uno me pasaba al otro, pues soy de los que les encanta mamar unas buenas tetas. Bajé hasta ese abdomen plano de un cuerpo esbelto y atlético y mientras lo besaba me daba a la tarea de desabrochar el pantalón y descubrí que llevaba un micro bikini al igual que una pequeña cicatriz horizontal producto de una cesaría. Lorena encorvó su hermoso cuerpo para despojarla de sus pantalones vaqueros y solo se quedaba con ese micro bikini multicolor que apenas le cubría la conchita y en donde se notaba ya su humedad. Pase a quitarle el bikini y quizá este tipo de micro bikinis son los que regularmente Lore usa, pues era exactamente el área de piel mas clara que se le miraba y descubría una preciosa panochita.

Siempre imaginaba que Lore tenía una panochita estilo barbie, pero me sorprendía como esos labios superiores eran abultados y se le miraban apetecibles, especialmente verla en cuatro. Una panocha sin ningún vello y parecía tan sedosa esa área que parecía nunca había crecido algún vello. Tenía un clítoris pronunciado y me lancé con mucha ansiedad a chupárselo y solo escuchaba los gemidos de Lorena y como cerraba uno de sus puños y con la otra mano masajeaba mi cabello. Lorena era un manantial de jugos vaginales y luego de superar esa primera invasión y sentirnos en confianza e identificarnos como un día lo hicimos en nuestra juventud, Lore se abrió al disfrute y a reencontrar ese idealizado placer que algún día imaginó en otra década. Era un clítoris de buen tamaño que se podía sostener con el filo de los labios y mientras mi lengua se daba gusto saboreando esa deliciosa panocha, mis manos masajeaban las tetas de esta hermosa mujer. Sabía que se podría correr en cualquier momento pero ella quizá presintiendo esto me pidió lo siguiente:

-Tony, ahora me toca a mí… quiero comerme esa preciosa verga que siempre me quise comer.

-¡Pensé que ya te ibas a correr!

-Estaba a punto, pero quiero correrme junto a ti y con esa verga en lo mas profundo de mi ser. De veras, te la quiero mamar. – Me dijo de una manera muy provocativa.

Me pidió que cambiáramos posición y al principio me la tomó con sus manos y recorría con su vista del tronco al glande. Parecía una niña a quien le han dado una paleta y se le hace saliva la boca por querer a comenzar a chuparla, pero le gusta como se mira la paleta y la contempla. Ella me lo dijo de esta manera: -Sabía que tenías un miembro grande, pero aunque lo sentí grande en aquella ocasión, verlo y sentirlo es otra sensación. – Comenzó besando mi glande y creo que solo se metía un tercio de mi verga, el resto lo chupaba por los lados y donde aprovechó para darme una rica mamada a mis huevos y jugaba con su lengua dando placer a mi perineo. Me tenía también para explotar pero luego fue Lorena quien hacía la sugerencia: -Ven… quiero sentirte adentro de mí.

Por un momento pensé que se iba a poner en posición del misionero, pero fue Lore quien se subió por sobre mí y comenzó a montarme. ¡Que linda se mira esta mujer montando! Ver ese rostro tan lindo, esas tetas perfectas colgando frente a uno, ese pelvis moverse con un ritmo de diosa y sentir ese calor de su vientre dando placer a mis 22 centímetros de verga, era una delicia especial, pues Lore siempre fue esa chica hermosa y especial. Yo correspondía a ese baile sexual, el cual se convertía poco a poco a un terremoto que hacía vibrar cada sensor en nuestra piel, pues en el momento que se agachó un poco me posesioné de uno de sus pezones con mi boca y con mi mano comencé a masajear ese rico trasero hasta invadir ese cerrado culo. No aguantó mucho y sentí la violencia de su pelvis y el vibrar de su vagina y sabía que se corría. Le di un embate violento para también poderme correr, pero quizá esa presión de llegar al paraíso me permitió seguir por unos cinco minutos más y Lorena se volvía a correr y fue cuando yo le acompañe en su segunda corrida. Quedamos abrazados por unos minutos sintiendo como esa corrida me llenaba mi pelvis, pues la gravedad hacía su ley presente. Lorena me besó y me dijo:

-Lo que me imaginé siempre fue bien rico, pero me he corrido dos veces y nunca me había corrido dos veces seguidas.

-¡Eres multiorgasmica!

-No lo sabía… primera vez que me pasa.

Mi verga quizá perdió algo de potencia, pero se mantenía erecta. Debo decir que considero que esa edad de los 35 a 40 años uno esta en esa plenitud de la sexualidad, pues de alguna manera aprendemos a manejar los tiempos y de esa manera dar placer a nuestras parejas. Después de habernos corrido y los minutos pasaban, allí continuaba Lore por sobre mi y me besaba y me mandaba ese apretón de su vagina y ella divisó que mi verga se mantenía todavía erecta y la sorprendió y me dijo:

-Tienes un miembro muy potente, todavía se siente erecto después de esa corrida.

-La verdad que te tenía tantas ganas y quiero que se repita.

-Tenemos toda la noche y todo el día de mañana para gozarnos.

-¿Quieres más?

-¿Qué pregunta es esa? Mejor dime cómo me quieres poner.

La verdad que parecía haber tomado viagra y mi verga se mantenía erecta y dura y sin ni siquiera limpiarnos y mi pelvis estaba lleno de la mezcla de los jugos vaginales de Lore y mi corrida, nos importo poco aquello o quizá porque cuyo olor nos mantenía prendidos. Lore antes de ponerse en cuatro me dio un par de chupones a la verga y se puso a la orilla de su cama y comencé con una penetración lenta en ese divino canal que parecía una hoguera de lo caliente que se sentía. Miraba cómo mi verga se hundía y desaparecía en la linda panocha de esta mujer, era un espectáculo tener esas nalgas así y en el cual descubría un lunar negro en medio de esas nalgas casi tocando su culo. Le comencé a masajear ese ojete con mucha delicadeza y podía ver cómo lo contraía y cómo su piel se le erizaba. Lorena solo me decía: -Siempre te imaginé así, dándome así, poniéndome como tú quisieras.

Con aquellas palabras aprobaba esa invasión de mis dedos en su culo. Y comencé a acelerar el ritmo a sabiendas que podría taladrar a esta mujer por largos minutos, pues esa presión de la primera corrida había desaparecido. Le gustaba que le diera lento pero que se la profundizara mientras el dedo de en medio se hundía hasta el segundo falange en su culo. Se oía el crujido de la cama, el cacheteo de sus nalgas pegando en lo pegajoso de mi pelvis, cómo mi dedo se hundía en su ojete haciendo ese chasquido, los gemidos de Lore al unísono de todo esto y ese olor a nuestro sexo invadía aquella habitación. Todo aquello era como estar en el paraíso y fácilmente Lore lo volvía a encontrar y aceleró el movimiento de su pelvis y sentía el vibrar de su vagina cuando gritaba con excitación: ¡Dame así, Tony… así, si así, me estoy corriendo. -Esta vez aceleré mi embate y a los dos minutos después de Lore le estaba echado mi segunda corrida, la cual comenzó a caer sobre las sabanas de la cama de Lore. ¡Que rica corrida había tenido!

En esta ocasión si nos fuimos a bañar y luego al salir cambiamos las sabanas y Lore las puso en la lavadora. Yo me quedé cubierto con una toalla y Lore solo se había puesto un bikini igual de diminuto al que le había quitado una hora antes. Se miraba tan sensual en solo ese bikini cubierta con una camiseta sin brasier. Sabía que atraía mi vista, pues sus piernas son espectaculares y ese culo se le mira divino. Tomamos un descanso mientras yo me tomaba una cerveza y ella buscaba una copa de vino. Regresamos en esa breve plática a esa experiencia donde en nuestra juventud ella me había hecho correr masturbando mi verga.

-Dijiste que esta noche me contarías todo lo de aquella noche. -le recordé.

-¿Qué te puedo decir? Me imaginaba muchos besos y muchas caricias pero nunca imaginé lo que pasó. De hecho mi hermana me aconsejó a que no dejara que tocaras mi sexo y fue al revés. Yo te lo estaba tocando. Nunca había tocado un pene en mi vida y ese día me volvía loca imaginando lo que ese pene me pudiera hacer.

-¿Te lo hubieses querido coger? -le pregunté.

-Por eso te digo… ese día estaba tan vulnerable que hubiese hecho todo lo me hubieras pedido.

-¿Y por qué todo eso tan de repente?

-Bueno… no fue así de repente. Creo que varias veces te coqueteé, pero tú no tenías ojos para una chica como yo. Hice todo lo que pude para atraerte pero nada resultaba y mi hermana me preguntó sí tú me gustabas. Le dije que sí, pero que al parecer yo no te atraía.

-Siempre fuiste una chica muy linda. -le dije.

-Pero me mirabas como hermana y no como mujer. Te voy a confesar algo y me da un poco de pena pero ya cogimos juntos y nos hemos visto desnudos y te lo voy a decir: Me masturbaba pensando en ti. ¿Te recuerdas de Paty… mi amiga?

-Si.

-Pues ella era mi cómplice y en varias ocasiones nos masturbamos pensando en ti. Nos tenías loquitas, como a muchas por ahí.

-¿Le contaste a Paty y a tu hermana lo que pasó?

-Solo Paty lo sabe… mi hermana me aconsejaba que no me dejara tocar el sexo por ti, pero no le iba a decir que yo era la que te había tomado de tu pene. ¡Qué pena admitir y contarle eso a mi hermana.

-¿Y cómo llegamos a eso… todavía no lo puedo entender?

-Como te dije… uno chavala hace cosas y pues uno se cree ya mujer. Te lo voy a contar: Esa tarde junto con Paty nos fuimos a la tienda y por primera vez comprar ropa interior. Las dos pensábamos que es lo que te podía gustar a ti… no era como yo me sentía de cómoda, sino lo que te podría gustar a ti. Por primera vez me compré un calzoncito chiquito… quizá era un micro bikini… bien lo recuerdo, era de color rosa. Pati, que era unos meses mayor que yo me propuso por primera vez depilarnos el sexo, con la idea que a ti te iba a gustar. No teníamos muchos vellos pero en fin después de nadar en la piscina y ver que no había nadie en casa, por primera vez me depilé mi sexo.

-¡Realmente me sorprendes! Nunca pensé que tú harías todo eso por un chico como yo.

-Espera… todo eso me excitaba al solo pensar que lo hacía por ti. Esa tarde que te llamé para ver las películas me fui a bañar y me miré en el espejo como se miraba mi sexo sin vellos. Me puse el bikini y todo eso me mantenía excitada. Esa tela entre mis nalgas y como se metía en mi sexo me comenzó a mojar pensando en que tú lo descubrirías todo. Que al final debías de ser tú el que me miraría con esa diminuta ropa y sentir mi sexo por primera vez. Eso ya me llevaba excitada. Cuando mi hermana se fue y lo cual era parte del plan, pensé que serias tú el que tomaría ventaja. Estaba con mis típicos pantalones cortos y yo sentí que te coqueteé lo suficiente que hasta puse mi pierna sobre una de las tuyas. Yo sentía ese hilo entre mi sexo y sentía que eras tú quien me tocaba… estaba excitada… alucinaba. Es por eso por lo que te dije que ese día hubieses hecho conmigo lo que tú quisieras. Me tenías tan mojada y cuando sentí tu verga era como estar a la entrada del cielo. No importaba nada. Mi papá y mamá hubiesen llegado y nos hubieran visto y no me importaba. Nunca había visto escenas de sexo, pero yo quería chupártela. Aun tengo en mi cerebro ese olor de tu corrida… era como una droga… quería sentirla y estar oliéndola. Cuando me fui al baño pensé encontrarte esperando por mí. Ya no estabas y me fui para el baño y me volví a masturbar por ti. Me sentí tan frustrada y le conté una mentira a mi hermana y a Pati, que tú te habías propasado y que tocaste mis pezones y mi sexo y que te he mandado a la mierda. Me creyeron… pues desde entonces ya no nos vieron juntos.

-¡Eres tremenda Lore!

-Algo de dignidad debería de rescatar y es todo lo que se me ocurrió. Cuando me contaste que estabas casado con Nadia… por lo menos supe que te habías casado con una buena chica… de todas las que conocí y que las relacionaban contigo, es la única a quien podría respetar como la que me gano el puesto. Estaba locamente enamorada de ti, pero se admitir quien me podría haber ganado. Tú sabes que Gaby era una puta junto a su hermana y las gemelas argentinas eran igual. La otra Lorena no la conocía tan bien, pero eventualmente supe que era una puta. Nadia era esa chica perfecta en todos los sentidos y cuando me dijiste que era tu esposa no me dolió… perdía ante una buena chica y entonces supe que lo tuyo no era solo era de ir a picar… sabias también elegir.

La platica se extendía por unos 45 minutos y ya para el final Lorena se sentaba sobre mis piernas y en esta ocasión era ella quien me preguntaba coquetamente al oído:

-¿Qué te pasa por esa cabecita… que me quieres hacer?

-¿Qué hay en el menú? -le dije sonriendo.

-¡Tú sabes lo que hay mi amor! Tu ya vistes la carta y todo lo que has visto está disponible para ti.

-¿Entonces estas nalguitas serán mías esta noche?

-¡Y todas las noches que quieras! -Me dijo coquetamente.

Nos fuimos de nuevo a la cama enredados entre besos y besos. La puse en cuatro y le bajé ese diminuto bikini rosa que llevaba. Me gustaba ver esa panocha de labios superiores gruesos, pues realmente era una delicia ver a esta mujer así. Creo que Lorena es como la tercera o cuarta chica con este tipo de panocha y realmente a uno lo enciende. Le hice un rimming y a los minutos esa panocha goteaba de lo caliente que estaba. Mi lengua gozó de es culo y sentía como Lorena lo contraía y como esos microscópicos vellos en las nalgas de Lorena se le erizaban de la excitación. Le chupé ese ojete por varios minutos hasta que Lorena me decía con esa voz excitada y sensual: -Tony ya clávamela… quiero sentirla en mi culo. – Pasé a esa invasión y ese hermoso culo recibió mi falo con grandes ganas y cuando Lorena gimió, lo hizo también con una pequeña frase: -¡Ay qué rico mi amor! -Mi verga le iba entrando poco a poco hasta que mi pelvis pego en sus nalgas. Le gustaba que fuera lento y que se la hundiera al final con ímpetu y de esa manera con los minutos se estaba corriendo. Sentí como le vibraba el ojete a Lorena y esa sensación me provocó sentir que se abrían los cielos y me corrí en ese delicioso culo. Como dije, en estos años eran esos años de la mejor condición física sexual, pues no hicimos pausa y esta vez era Lorena quien me montaba y me cogía con su culo como ella me decía se lo había imaginado en muchas ocasiones. En esta ocasión nos tomó algo más de tiempo en corrernos y era una delicia ver a esta chica como se le hundía cada centímetro de mi verga en su precioso ano. Se dio vuelta y comenzó a cabalgarme a la inversa y miraba como ese pelo se sacudía sobre sus nalgas y Lorena volvía a explotar con otro orgasmo. En esa posición miré como le temblaban las nalgas y quizá eso me encendió junto con sus gemidos y me corrí de nuevo en su culo.

Aquella noche cogimos hasta las tres de la madrugada y el domingo nos aventamos dos palos más. Tuvieron que pasar más de una década para cogerme a esa chica que un día me hizo correr masturbándome la verga. Lorena nunca se volvió a casar y cada vez que visito esa zona, las puertas de su casa y sus piernas están abiertas para mí. Lorena es una rica cogida, su belleza y su entrega en la cama el sexo se vuelve mágico. Hoy en día ella tiene 52 años y se mantiene muy bien… muchas mujeres más jóvenes quisieran verse como luce Lorena. Todavía cogemos cuando tenemos la oportunidad de vernos, aunque me admite que por su edad y esos síntomas de la menopausia, su deseo sexual ha disminuido un tanto y que creo que por halago y estimular mi ego, siempre me dice que yo la enciendo cuando estoy cerca de ella.

Y de esta manera termino esta historia, la cual comienza con un bonito recuerdo de juventud y esa experiencia sexual en una edad ya bien madura. Siempre veo a Lorena como a esa mujer especial, como esa amiga por la que hago mucho más que lo que haría con alguien mas y, no la siento como una amante más, pues lo nuestro viene desde esos días de primaria, desde ese amor naciente e inocente que los años lo han hecho salvaje, pero delicado y tierno a la vez.

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